Las manos me sudan y no es para menos, estamos frente a muchas personas y todas me miran raro. Yo odio tener la atención de las personas sobre mi, aunque ya estoy acostumbrada por mi padre. Había venido a Inglaterra sin guardaespaldas tras días de súplicas y en este momento me arrepiento de ello. Caminamos a pasos lentos, con todas las vistas en nosotros, podía ver cómo se inclinaban al pasar, podía escuchar los vagos susurros hasta llegar al final del gran salón donde habían dos sillas parecidas a esos de los cuentos del Rey y la reina. Esperen, esos son tronos. Ay no inventes ¿Qué es esto? ¿Un cuento de Disney? ¿La nueva versión de La bella y la bestia? Lo malo es que es mi película favorita. Quedamos de espaldas a las grandes sillas, viendo todo el puto mundo y el puto mundo

