Sasha ardía ahora con una pasión y una curiosidad renovadas después de la delicia de esa velada, y ansiaba más. Se había preguntado cuándo Gorthan intentaría ir más allá con ella. Era frustrante y cruel esta espera. Él le había dicho constantemente que fuera paciente, pero ella seguía superando sus límites con su entusiasmo juvenil.
La noche anterior, ella lo había mirado como un cachorro hambriento cuando él no proveía, y todo lo que él le dijo fue. —He visto muchas guerras, he visto el destino de muchas mujeres humanas cautivas en manos de un orco impaciente. No quiero que eso te pase a ti, mi querida Sasha. Debes esperar, debes darle tiempo a tu cuerpo. Los orcos y los humanos nunca fueron hechos para amarse tan fácilmente. Las únicas mujeres humanas que son algo fáciles para nosotros de conquistar son las prostitutas, o aquellas que han tenido muchos hijos. —
—Pero ¿qué pasa con Garona? ¿Es mitad humana mitad orca? ¡Así que existen! —replicó Sasha, intentando desesperadamente defender su postura. Quería más de él, todo de él, incluso si ese «todo» de él resultaba muy intimidante.
Gorthan asintió. —Existen, aunque no son aceptados por ninguna de las dos razas. Aunque la mayoría, como Garona, nacieron de mujeres orcas que se aparearon con hombres humanos. —
Su argumento había vuelto a debilitar el de ella. Sasha tenía mucho en qué pensar. Con la guerra a las puertas de su casa, ya no pensaba en escapar; si con el tiempo la "rescataban" y la devolvían a su antigua vida, eso sucedería. Sin embargo, estaba contenta allí y, a medida que pasaban los días, descubrió que no quería irse y había descartado la idea de escapar.
Su tutor también había percibido esto en ella, ella podía notarlo. Los orcos parecían muy perceptivos, más que sus contrapartes humanas. Estos orcos no se parecían en nada a lo que le habían enseñado, las enseñanzas humanas eran simplemente erróneas.
Ella lo miró, contemplando toda su belleza salvaje y oscura, e inmediatamente trató de compararlo con los hombres humanos más atractivos que podía recordar o imaginar. Ninguno de ellos podía compararse con este hombre gigante que estaba a su lado. Eran débiles, prejuiciosos e insípidos, y descubrió que ya no los deseaba ni siquiera deseaba regresar a su mundo.
¿Tal vez la guerra podría esperar? El rey Wrynn aún no había trasladado su ejército al este. Según todos los informes de inteligencia, sus fuerzas acababan de fortificar Lakeshire y acampar allí. Ella esperaba que así fuera.
El verano en Crestagrana era cálido, Gorthan solía levantarse temprano para cuidar de su amada huargo Gashnaka. La mimaba a medida que se acercaba su hora de parto, Sasha podía notar que estaba emocionado por dar la bienvenida al mundo a los cachorros de Gasnaka y Fellstrike.
Después de su habitual noche de deliciosa intimidad oral, Sasha se despertó y se estiró lánguidamente bajo las sábanas. Soñaba con la enorme y hábil lengua de Gorthan y luego intentaba imaginar a alguien como Graham Trias intentando hacerle lo mismo a ella. Era un pensamiento asqueroso y bastante ridículo. Nunca podría volver a ser la misma mujer.
Sasha se despertaba sola casi todas las mañanas, parecía que necesitaba dormir mucho más que los orcos. Al menos los que estaban en pie de guerra. Sonrió ante los dulces recuerdos de la noche anterior, la guerra podía estar a su alrededor, pero en ese momento su vida era buena.
La solapa de la tienda se abrió de repente dejando entrar a su gran guerrero, ella no se sobresaltó, ya que parecía que sus compañeros orcos respetaban su privacidad y nunca entraban a su tienda sin ser invitados.
—Ven Sasha, debes verlo.—
Podía oír la emoción en su voz, así que se puso rápidamente la ropa y lo siguió a través del extenso campamento. Ya tenía una idea bastante clara de hacia dónde se dirigía y se le hizo un nudo en el estómago de emoción. ¡Los cachorros de Gashnaka debían haber llegado!
La condujo hasta el oscuro cobertizo que estaba junto al corral de Gashnaka. Ella ya podía oír los pequeños sonidos de los cachorros que buscaban una teta en el vientre de su madre. Gorthan se arrodilló junto a su perro de guerra y le rascó la cabeza peluda. Ella se inclinó ante su caricia, con sus ojos azul hielo medio cerrados. Sin embargo, observaba con toda la cautelosa actitud protectora de una madre primeriza. Si algo llegaba para sus cachorros, se convertiría en un muro de furia desgarradora.
—¿Cuántos?— susurró Sasha.
—Estamos a punto de descubrirlo. —dijo Gorthan, mientras separaba el pesado pelaje del huargo que ocultaba a los cachorros recién nacidos.
Pudo ver cómo sus labios se movían sutilmente mientras contaba en silencio. Entonces vio el destello de la nieve.
—¡Allí hay uno blanco! —exclamó.
Gorthan acarició con cuidado a los cachorros, intentando verlos con más claridad. El hocico afilado y dentado de Gashnaka se cernía de manera protectora cerca de su mano que inspeccionaba, sin importar cómo lo dejara mirar, incluso mientras mostraba los dientes.
—Hay siete sanos, pero parece que éste está débil y no vivirá. —
—Pero está intentando comer, ¿ves?
—No es manera de mantener a la débil Sasha. —
Estaba separando al pequeño cachorro de sus compañeros de camada, Gashnaka no hizo ningún movimiento para defenderlo. Era muy pequeño y descubrieron que era una hembra.
—Me alegro de que al menos no haya sido un macho, no es una pérdida tan grande. Todos los hombres quieren guerreros machos.— La declaración de Gorthan no tenía piedad ni pena, vivía en un mundo duro.
—¡No! —imploró Sasha—. Ella todavía está viva. Déjame criarla, cuidarla y, al menos, si no vive, sabrá que fue amada.
—No es el estilo orco. —
—Por favor déjame, ¿qué daño puede hacer?—
Gorthan ladeó su gran cabeza, estaba pensando, sus ojos dorados se entrecerraron.
—Muy bien.—
El pequeño bulto blanco de vida era tan pequeño en sus manos cuando lo entregó a las de ella. Sasha acunó al pequeño cachorro en el calor de su pecho debajo de su camisa. Sintió que se acurrucaba contra ella y comenzaba a buscar leche.
—Debo regresar, necesito intentar alimentarlo. —
Gorthan asintió y regresaron al campamento.
*****
En los días siguientes la pequeña cachorra se hizo más fuerte. Sasha no eligió un nombre para ella, no quería gafar el progreso de las jóvenes cachorras. Si vivía, se ganaría un nombre. La alimentó con paciencia con un cuerno de vaca perforado; al principio la pequeña huargo se negó a mamar y Sasha temió que muriera, pero finalmente aceptó el nuevo método de alimentación y comenzó a crecer. Sasha pensó que siempre sería pequeña, pero al menos sobreviviría.
Un día, entre comidas, Gorthan la llamó, ella acostó al cachorro en su canasta y fue hacia él.
—Tengo algo para ti. —dijo. —ven. —
La guió hacia el centro del campamento, un lugar muy concurrido. Había muchos orcos que fabricaban armas. Algunas eran muy rudimentarias, poco más que hachas de piedra y garrotes con púas. Otras armas más sustanciales eran refinadas y estaban hechas de acero. Las forjas en ese día cálido la hacían sudar mientras se abría paso entre la multitud de guerreros, de la mano.
Mientras serpenteaban entre las tiendas de los vendedores, el avance de Gorthan fue detenido por un orco Roca Negra de aspecto muy malvado. Tenía la cabeza completamente rapada y llevaba una cabeza reducida como colgante en un collar de dientes de ogro. Era más grande que Gorthan y estaba cubierto de numerosas cicatrices de batalla; uno de sus largos colmillos estaba roto. El otro tenía una gran banda de oro en la base.
Dijo algo en orco que Sasha percibió como desafiante o grosero, aunque las palabras todavía le resultaban extrañas, ya que había captado por completo el lenguaje corporal de Gorthan. Gorthan gruñó un desafío profundo y gutural al insolente orco. El orco dijo algo más y finalmente se apartó de su camino. Sus malvados ojos rojos se clavaron en los de Sasha cuando pasó a su lado, y ella sintió miedo. No sabía qué hacer con el intercambio, pero se alegró de que hubiera terminado sin violencia.
Se detuvo frente a una tienda de un vendedor de armas. El propietario era un orco viejo y lleno de cicatrices, con el pelo blanco ralo y dientes amarillos rotos.
—Aquí está. —dijo mientras buscaba algo que tenía detrás. —Tal como lo pediste, la madera recién curada fue difícil de encontrar. —
El viejo orco le entregó un pequeño arco y algunas flechas bien hechas con punta de hierro, pero, según el razonamiento de Sasha, el arma tenía el tamaño perfecto. Gorthan le pasó algo de oro al vendedor y se volvió hacia ella.
—Esto es para ti. —Le puso el arco en las manos. Estaba muy bien hecho y la madera se sentía muy suave bajo sus palmas. Un objeto hecho con cuidado y amor.
Ella se acurrucó contra su amplio pecho. —Muchas gracias Gorthan, es... bueno, ¡es simplemente hermoso! No sé qué decir. —
-Entonces no digas nada, vamos a disparar. -Dijo con entusiasmo.
Practicaron juntos en los límites del campamento, el arco le quedaba perfecto a Sasha, era un arma muy superior a la que había usado en el bosque de Elwynn antes de su captura. Descubrió que bajo la paciente tutela de Gorthan, su postura y estilo habían mejorado, pero sentía frustración por no poder disparar a una distancia cercana a la que él podía.
—No te preocupes, Sasha. —dijo. —Utilizo este arco muchas veces para acabar con los arqueros de Lakeshire. No pueden alcanzarme. —
Ella podía entender por qué, su poder era tan grande y el alcance de su arco tan grande que habría muy pocos que pudieran igualar la distancia de su proyectil.
Parecía que sus dones no habían terminado. Esa tarde trabajó en un trozo de cuero crudo y curado, estampándolo con, según dijo, sus propios diseños tribales. El carcaj casi terminado no parecía algo de Blackrock, y eso llevó a Sasha a preguntar. —No eres de Blackrock, ¿verdad?—
El gran orco estaba concentrado en la última costura, no respondió pero sacudió su peluda cabeza de un lado a otro.
—Toma —dijo—, hay algún lugar para tus flechas y se las entregó.
Sasha se quedó mirando el regalo bellamente hecho, que representaba a una mujer humana con cabello largo trenzado entre un grupo de huargos que la adoraban.
—¡Oh, Gorthan, es maravilloso, muchas gracias! Pero, ¿qué dicen tus palabras? —Podía ver la extraña frase rúnica grabada en el diseño.
—Dicen Madre de los worgs.—
Abrazó al gran guerrero con todas sus fuerzas. —Te amo tanto. —susurró, apoyando su oído sobre el reconfortante corazón de él.
Ella lo besó y él respondió. Ella interrumpió el beso y se subió a su enorme regazo. Mirándolo, dijo. —Entonces, ¿dónde está tu tribu si no eres de Blackrock?—
Gorthan estudió su rostro sincero en forma de corazón por un momento y le apartó el cabello oscuro de los ojos.
—Soy Mag'har, de un lugar lejano llamado Nagrand —explicó—. Un mago de gran habilidad hizo una vez un portal, el jefe de nuestra tribu deseaba voluntarios valientes para ir a las tierras más allá para informar lo que había allí. Se seleccionaron cinco de nosotros, se nos dijo que regresáramos en un ciclo de luna llena, pero el portal de regreso a nuestro mundo nunca apareció. La Roca Negra nos encontró y luchamos, todos mis hermanos murieron y me tomaron prisionero. Después de un tiempo me liberaron y me convertí en m*****o de la tribu.
-Por eso me entiendes.-Lo abrazó de nuevo, deseaba su cercanía y su ternura.
*****
Esa tarde, Sasha decidió que agradecería a Gorthan por la amabilidad que le había otorgado ese día con sus regalos. Se dio cuenta de que todos los orcos en el campo viajaban ligeros de equipaje y sus posesiones eran pocas y valiosas. Tenían que ser hábiles y fabricar muchos de los objetos que necesitaban a partir del entorno que los rodeaba: hueso, piedra y madera, materiales cotidianos transformados en objetos de belleza duradera.
Habían comido y ella estaba muy llena. Esa noche habían cenado un zorro de lago, una criatura rara y, según le habían dicho, un manjar. Su sabor no era muy distinto al del hígado de res. La feroz criatura acuática había sido difícil de matar y uno de los guerreros había resultado gravemente herido hoy al conseguirla. La comida comenzaba a representar un gran problema para los orcos, ya que sus líneas de suministro de las Estepas Ardientes estaban ahora cortadas. Los granjeros del valle habían retirado a sus animales tras las líneas enemigas y no había mucho más que saquear.
Gorthan estaba sentado, observándola mientras cuidaba al cachorro en crecimiento. Al principio, Sasha no lo notó, estaba absorta en un sentimiento de calidez, cuidado y amor. Emanaba de la pequeña forma de vida en sus brazos. ¿Era esto realmente una fusión espiritual naciente que comenzaba a formarse? Realmente esperaba que así fuera. Él sonrió con esa tonta sonrisa de orco que tenía, exponiendo sus dientes puntiagudos. Sasha le devolvió la sonrisa y colocó el retorcido bulto de pelo blanco en su canasta. Estaba superando rápidamente la edad y pronto abriría los ojos.
Ella se acercó a él, el día estaba oscureciendo. Se sentó ante su magnificencia con las piernas cruzadas. Acarició su brillante y liso cabello que le caía más allá de sus anchos hombros, y él la miró en silencio.
—¿Quién era ese orco calvo? —tuvo que preguntar Sasha—. ¿Parecías no simpatizar contigo?
—Era Naguk —dijo Gorthan con voz potente y llena—. No es un personaje importante, es un guerrero impulsivo que siempre causa problemas.
Esa explicación tranquilizó un poco a Sasha y sus pensamientos volvieron a centrarse en la misión que tenía entre manos. Colocó sus delicados dedos en el cordón de los pantalones de cuero de Gorthan y comenzó a desatar los cordones lentamente.
Los ojos del gran guerrero se posaron en su entrepierna y en los hermosos y hábiles dedos que ella tenía allí mientras trabajaba, luego volvieron a fijarse en el rostro en forma de corazón de Sasha enmarcado por un hermoso cabello castaño. Se sentó y la dejó hacer lo que quisiera. Ella parecía disfrutar de este juego.
Sasha se dio cuenta de que no hacía falta mucho para ponerlo duro, incluso la mirada adecuada podía ponerlo a punto. Tomó su semidureza con ambas manos y se inclinó para besar la cabeza de su inmenso m*****o. Su cabello suelto caía como una cortina sobre sus muslos anchos y musculosos.
Sintió su mano en la nuca, nada contundente, solo una presencia que la guiaba, y acercó sus labios a su masculinidad. Lamió y chupó su cabeza mientras un deseo aún no expresado crecía en ella.
—¿Cuándo podemos intentarlo? —dijo sin aliento—. Tus dedos no son suficientes. —Sus ojos oscuros lo miraron suplicantes.
Se relajó y suspiró. —Supongo que puedes intentarlo. —dijo. —pero no te obligaré, depende de ti guiarme y sentirte cómodo. —
Dicho esto, sus labios abandonaron su dura v***a. Se quitó la ropa y se sentó de nuevo a horcajadas sobre él, colocando la cabeza de su masculinidad en su húmeda y lujuriosa abertura. Lentamente, se abalanzó sobre él. Él llenó por completo su entrada, estirándola hasta el límite. Gorthan dejó que ella guiara su propio placer, o, como resultó ser, el dolor.
—¡Ay! —exclamó—. ¡No puedo! ¡Maldita sea! —maldijo—. ¡No puedo! ¡Soy demasiado pequeña!
La abrazó mientras ella lloraba contra él de frustración, sus lágrimas de pasión manchaban su pecho, sus grandes manos acariciaban su fino cabello. Él comprendía su dolor, después de todo él también sentía un gran deseo que no podía saciarse. Había sido creativo, pero comprendía que la joven quería más, todavía tenía que explorar los límites de su sexualidad que estaba despertando. Gorthan al menos ya lo había hecho.
*****
A los diez días, los ojos de la cachorra sin nombre se abrieron y eran de un azul brillante, un complemento perfecto para su pelaje blanco como el hielo. Sasha estaba encantada y pasó mucho tiempo diciéndole a Gorthan que sería una fabulosa compañera de batalla. A cambio, él le dijo que todos los cachorros a los diez días tenían ojos azules y que la mayoría de ellos se volvían marrones durante la semana siguiente o algo así de su desarrollo; también le dijo que esta cachorra nunca tendría un tamaño satisfactorio para llevar incluso al jinete más pequeño a la batalla, en el mejor de los casos sería una compañera para un niño orco que estuviera aprendiendo el arte de la guerra montada. Sin embargo, eso no disuadió el entusiasmo de Sasha en lo más mínimo, ya que comenzó a pensar en un nombre apropiado para la pequeña y dura superviviente.
Habían sucedido muchas cosas en ese tiempo. Gath'llzogg había ordenado que sus fuerzas se replegaran y se atrincheraran más cerca del castillo de Stonewatch. Se trasladó todo el campamento, se cavaron trincheras y se reforzaron las fortificaciones. El ejército del rey Wrynn por fin estaba en movimiento.
Sasha estaba en conflicto. Debería haber tenido esperanzas de que la rescataran y, sin embargo, lo temía. Se atrevería a decir que esperaba que el ejército de Ventormenta perdiera. Los Rocas Negras eran menos numerosos, pero tenían la ventaja de estar en terreno elevado. Sabía, por lo que su padre le había dicho a menudo, que esta sería una batalla sangrienta y difícil.
Los ocupantes del campamento sentían la tensión mientras esperaban el asedio que pronto se produciría. Los exploradores habían informado de que el grueso del ejército había avanzado de forma lenta pero constante por el valle y que en ese momento estaban acampados en el Molino de Alther. En unos pocos días, todos estarían reunidos al pie de Stonewatch.
El día era agradable y cálido, y Gorthan fue a buscarla mientras ella se sentaba a conversar toda la mañana con Taz'jani y Utaki como solía hacer, ayudando a preparar las raciones del día para los hombres. Él le tendió su gran mano y Sasha la tomó, oyó a Taz'jani reír como una colegiala desde algún lugar detrás de ella. ¡Dios mío, ella amaba a ese troll!
Gorthan la alejó del bullicio del campamento, finalmente Sasha no pudo soportar más el suspenso.
—¿A dónde me llevas?— tuvo que preguntar.
El gran guerrero avanzó con cuidado a través de unos matorrales ásperos que aparentemente se encontraban al borde del desnivel detrás de la torre Stonewatch, asegurándose caballerosamente de que las ramas no la rasparan mientras pasaban por un sendero pequeño pero muy transitado.
—La batalla llegará pronto, quiero mostrarte esto y quiero que lo recuerdes bien. Este es un camino que lleva de regreso a Lakeshire. Es peligroso y empinado, como verás. Hay muchos campamentos gnoll en la base, pero si tienes cuidado, puedes abrirte camino hacia un lugar seguro y regresar con tu gente. —
—¿Por qué me estás contando esto, Gorthan? —Lo miró con el rostro pálido y expectante, y sus ojos, dos estanques oscuros y misteriosos, brillaban—. ¿No crees que ganarás? —Un escalofrío la recorrió al oír ese terrible pensamiento—. No quiero dejarte.
—Esta será una guerra sangrienta, ninguno de los dos bandos mostrará piedad, lo más probable es que se trate de un asedio prolongado. No sé qué pasará, Sasha, el curandero dice que los augurios son buenos y que la victoria será para el clan Roca Negra. Pero si caemos, quiero que sepas que tienes una forma de huir, llévate a los otros esclavos contigo, ellos te mantendrán a salvo. —
—Gorthan, no... —Puso su mano a los lados de su barbilla y acarició su rostro con ternura.
—Ven, no pienses demasiado en eso ahora, quiero que éste sea un día feliz, pero recuerda lo que te he dicho. —Dicho esto, le tomó la mano y la llevó por el sendero.
Tardaron casi una hora en recorrer el empinado descenso. Una vez, Sasha casi se cayó al perder el equilibrio sobre una roca suelta, pero Gorthan, siempre atento y de rápidos reflejos, la atrapó. Sasha, sin aliento, se aferró a él con fuerza. Ya temía el viaje de regreso, porque el camino era empinado, y se preguntó, además de una posible ruta de escape, ¿qué la había llevado hasta allí para ver?
La pendiente pronunciada del camino se niveló a medida que se acercaban al pie del alto acantilado. Se dio la vuelta para levantarla de la última roca alta en la base del sendero y la dejó en el suelo. Se llevó un dedo a los labios en un gesto de silencio y se arrastró hacia adelante soltando su arco. Sasha miró hacia los arbustos ralos que había delante de ella, pero no pudo distinguir nada más adelante. ¿Qué había visto? Tal vez algún juego bienvenido, sus hermanos orcos siempre podían tener más.
Ella lo observó avanzar sigilosamente, admirando la forma en que podía ser tan silencioso para una criatura tan inmensa, aunque había dicho que no era un cazador. ¡ Qué hizo falta!
Él soltó su flecha, la flecha hizo contacto con algo que ella no podía ver, se escuchó un extraño grito ahogado y luego un ruido sordo, cuando lo que había golpeado cayó al suelo. Él la miró con una sonrisa loca en su rostro, ya no parecía un monstruo aterrador para ella, todo lo que vio fue triunfo y amor.
La hizo avanzar, ella no estaba segura de lo que se suponía que debía ver. Entonces, frente a ella, había una mancha de sangre en la arena y un centinela gnoll sin vida. Era un tipo pequeño y fornido, con un pecho poderoso, su pelaje denso y apretado del color de las arenas de Crestagrana, salpicado de manchas de color marrón oscuro. Su cabeza parecía la de una hiena, con una boca llena de colmillos afilados. Al ser un humanoide, vestía ropa que consistía en un cinturón y un par de pantalones de cuero andrajosos. Llevaba un hacha de guerra sencilla y un escudo de madera maltratado.