Capítulo 4

2015 Words
—¿Qué pasa?— le preguntó Taz'jani una noche, mientras comían una cazuela de estofado de cabeza de gnoll. Al parecer, estos orcos comían casi cualquier cosa, siempre que fuera carne, incluso otros desafortunados humanoides. -Nada-mintió Sasha. —Entiendo a tu chica, no quieres escaparte. —le recordó Taz'jani. Sasha se encogió de hombros, realmente tenía que irse y pronto, la ventana de preparación se cerraría rápidamente para la gente inocente de Lakeshire. Estaba reflexionando sobre todo esto cuando de repente un par de piernas de color marrón oscuro y muy musculosas aparecieron ante ella. Dejó de revolver la olla y miró hacia arriba tímidamente. Allí, frente a ella, estaba el orco de ojos dorados. —Creo que le gustas —bromeó Taz'jani. A Sasha no le pareció nada gracioso el chiste. Sus inmensos brazos estaban cruzados sobre su ancho pecho y sus piernas musculosas eran tan gruesas como árboles. Ese día llevaba brazaletes de cuero marrón curtido atados a sus muñecas, un ancho cinturón de cuero para armas y un sencillo taparrabos para cubrir su modestia. ¿ Los orcos tenían siquiera modestia?, reflexionó Sasha. Probablemente no. Estaba como la última vez, con el torso desnudo, múltiples pares de anillos dorados adornaban sus orejas y su nariz, y alrededor de su cuello tenía un collar bastante impresionante hecho de garras y dientes puntiagudos. Al mirar más de cerca, se preguntó si no serían los colmillos de enemigos vencidos. Tal vez lo había usado la última vez que lo vio, pero no podía recordarlo, tal era su miedo. Sasha no estaba segura, pero parecía que le estaba sonriendo. Cuando abrió los labios, pudo ver sus dientes feroces. Tenía dos colmillos muy prominentes que sobresalían ligeramente hacia adelante de su mandíbula inferior y dentro de ellos había otros dos más pequeños. Colmillos que podían perforar fácilmente la suave carne humana. Sasha se estremeció. Estos orcos tenían muchos dientes. ¿Cómo se besan? Era una idea extraña, pero que la intrigaba. ¿Quizás no lo hacían? ¿No podían hacerlo? Sasha miró hacia otro lado, la olla hirviendo que tenía a su lado estaba hirviendo. Intentó revolverla y antes de que pudiera darse cuenta de lo que estaba pasando, los orcos la habían cargado sobre los hombros y se la habían llevado. Oyó que Taz'jani la llamaba. —Mira, le gusta Ju. — La llevaron sin contemplaciones a una tienda de diseño tribal orco y la depositaron allí en el suelo. Había muchas pieles peludas de animales bajo los pies que amortiguaban el sonido de su caída parcial. No era una tienda grande, pero este orco debía de ser algo importante para tener una vivienda propia. La mayoría de los lacayos orcos comunes dormían a la intemperie sin ningún tipo de refugio. Sasha se enderezó, se acomodó la ropa y su enredado cabello, lamentándose por no tener un cepillo para el cabello, y decidió que no dejaría que ese orco se apoderara de ella. Miró a su alrededor tanto como se atrevió y vio su inmensa hacha de guerra apoyada contra el pilono central. Brillaba perversamente en la penumbra. Era de diseño orco, pero había sido forjada por un maestro artesano. Estaba grabada con diseños rúnicos o posiblemente en el idioma orco, lo que denotaba era ininteligible para ella. Muchos de los orcos menores solo tenían hachas de piedra primitivas o lanzas con puntas de piedra. Junto a esa temible hacha se apoyaba un enorme arco largo, cuya fuerza era incalculable para la diminuta Sasha. Su carcaj acompañante también estaba allí, de un marrón opaco, muy útil, había sido muy usado. También había una espada corta, el arma era diminuta y este gran orco la sentía casi como una daga en sus enormes manos. La joven supo de inmediato que se trataba de un arma de la milicia, como las que llevaban todos los guardias de Ventormenta. Supuso que era un trofeo de una matanza. Se estremeció. No había mucho más que ver, salvo un jergón de piel colocado directamente en el suelo, con pieles gruesas y peludas que servían de colchón y un saco de cuero marrón con la parte superior ligeramente atada con tiras de cuero crudo. Sasha, siempre curiosa, se preguntó qué podría haber dentro. No había creído que los orcos se preocuparan por las posesiones o por el sentimentalismo, pero ahora empezaba a preguntarse si estaba equivocada. Ella se atrevió a mirarlo de nuevo, él solo la estaba observando, sus ojos dorados brillaban. Realmente parecía estar divertido, estaba segura de que le estaba sonriendo estúpidamente. Sí, todos los orcos son tontos, ¡mi padre tenía razón! No puedo esperar a escapar de este animal tonto. El enorme orco se sentó en el suelo con las piernas cruzadas y la miró fijamente; Sasha encontró su atención desconcertante. —Bonito. —dijo de repente, de la nada. Sasha sintió una repentina alarma. No, en realidad no había oído eso. Seguramente había confundido algo que había dicho y que sonaba como esa palabra. Sin embargo, su siguiente declaración disipó por completo ese mito. —¿Cómo te llamas? —Su ​​común no era perfecto, pero en realidad era muy bueno. No esperaba que un orco pudiera hablar con ella. ¡Eran salvajes incapaces de aprender! ¡Eso lo había aprendido incluso en la escuela! —Soy... soy... Sasha —soltó, sintiéndose muy asustada. Estaba segura de que él iba a interrogarla sobre eso, o tal vez sobre algo peor. —Yo, Gorthan. — -Un placer conocerte, Gorthan. Sasha no sabía qué más decir. El enorme orco cambió de postura mientras se sentaba, puso su enorme puño bajo su barbilla cubierta de barba negra y la miró durante un largo momento. Ella se dio cuenta de que estaba pensando profundamente, un proceso que no era algo con lo que ella creía que los orcos tuvieran la suerte de contar. -Los humanos tenemos dos nombres-dijo finalmente. Al principio, Sasha estaba confundida, porque la mayoría de los humanos en realidad tenían al menos tres nombres, y algunos incluso más que eso si habían nacido en la nobleza. Ella solo lo miró perdida esperando que él aclarara. —Tu otro nombre...— Entonces se dio cuenta de que estaba buscando su apellido. Casi lo soltó, pero en el último segundo se dio cuenta de lo que podría implicar falsamente. El nombre Wrynn nunca podría pronunciarse allí. Los orcos eran tontos, pero seguramente todos sabían el nombre del rey contra el que luchaban. —Oh... es Smith. —Smith era un nombre tan común e inofensivo que a nadie le importaba un Smith. Él asintió con su gran cabeza peluda. Su melena de medianoche brilló mientras lo hacía. Parecía feliz por eso y se relajó visiblemente. Los orcos eran tan grandes y pesados ​​que no siempre se movían como los humanos, y Sasha notó que cuando él hizo ademán de levantarse, apretó los puños y se impulsó para ponerse de pie como lo hubiera hecho un poderoso gorila. Él caminaba a su alrededor, mientras ella permanecía sentada, con los ojos oscuros bajos; la estaba poniendo muy nerviosa; deseaba salir corriendo de la tienda y huir, pero sospechaba que no llegaría muy lejos. Parecía grande y torpe, pero se movía a una velocidad aterradora. Debía elegir el momento con sabiduría o tal vez nunca pudiera escapar y dar la alarma. —¿Cómo sabes mi idioma? —se atrevió finalmente a preguntar. —Lo aprendí de un viejo esclavo en mi pueblo hace mucho tiempo. — Sasha tuvo que admitir que estaba sorprendida, no creía que los orcos se molestaran en aprender algo académico. Mientras lo miraba a través de su ahora enredada cortina de cabello oscuro y liso, mirándolo sin intentar ser obvio al respecto, se dio cuenta de que era bastante diferente de muchos de los orcos que estaban allí. Era joven, probablemente de unos veinte años. Tenía muy pocas cicatrices que ella pudiera ver, así que debía ser un recién llegado a la guerra, o era bueno en ella. Hasta donde ella sabía, los orcos vivían una esperanza de vida similar a la de los humanos, por lo que estaba muy cerca de su edad. Aunque era sólido, probablemente ni siquiera había terminado de engordar todavía, y su piel marrón oscura era de un tono completamente diferente al de los otros orcos del clan Roca Negra que estaban afuera. Ella deseaba que dejara de caminar de un lado a otro, pero él seguía caminando a su alrededor, evaluándola lentamente desde todos los ángulos. El acto la estaba volviendo muy cohibida. —Eres mi esclava —le dijo finalmente—, mía por derecho de salvamento. Supuso que había querido decir que la había encontrado y que ahora era suya. Era un pensamiento típico y básico de los orcos, y ella podía atribuírselo. Sasha cerró la distancia que los separaba y ella sintió que su pesada mano se posaba sobre su hombro. No dijo una palabra, pero tiró de su camisa. La mano de Sasha se levantó para tirar contra la fuerza que ejercía sobre la prenda mientras intentaba bajarla de su hombro. Esto ya no le parecía tan divertido y estaba asustada. ¡Taz'jani le había dicho la verdad después de todo! Pensó que no podía hacer eso, ¡preferiría morir! —Por favor, no —dijo ella en voz baja, con ojos oscuros suplicantes. Todavía intentando sujetar la parte delantera de su camisa para conservar su pudor. Sin embargo, en lugar de que él se la arrancara, cedió y él le quitó la prenda del hombro para dejar al descubierto uno de sus pechos perlados. Sasha se quedó quieta, estaba aterrorizada. Nunca había tenido un encuentro s****l antes, y si pensaba que el ardor de Graham Trias era malo, ¡no era nada comparado con esto! El monstruo comenzó a acariciar suavemente la suave piel blanca de su estrecho hombro. Incluso en comparación con otras mujeres humanas, tenía la complexión de un pájaro. En su casa, todos solían bromear sobre su diminuto tamaño. Ella no quería admitirlo, pero era la adulta más pequeña que conocía. Su atención pronto se dirigió a su pecho blanco lechoso que estaba expuesto de manera tan tentadora. Ahuecó su cálido globo en su enorme mano y rodó su rosado pezón erecto entre su índice y pulgar. Sasha se retorció, sin esperar la sensación placentera que recorrió todo su cuerpo hasta lugares que nunca mencionaría. Gorthan dejó de hacer lo que estaba haciendo y la miró fijamente, captando su mirada de ojos oscuros con su propia mirada feroz, ardiente y dorada. —No muy diferente a nuestras mujeres después de todo, pero muy, muy frágil, demasiado fácil de romper. — Entonces se detuvo y Sasha se subió tímidamente la camisa, abrochándose con cuidado los botones hasta el cuello. La luz del día había comenzado a desvanecerse y el interior de la tienda se oscureció. El gran orco la evaluó un poco más en silencio durante un rato mientras ella se movía nerviosa bajo su escrutinio, esperando más insinuaciones no deseadas. Sin embargo, nunca llegaron. ¿Por qué un orco la encontraría bonita? Se preguntó. ¿Seguramente se sentiría atraído por los de su misma especie? Todavía no había visto a una sola orca hembra en ese campamento, pero había visto muchas representaciones artísticas de criaturas tan feroces y, a sus ojos, tan hermosas. Finalmente, el gran orco se dio unas palmaditas en el pelaje y le hizo un gesto para que se acercara y se colocara a su lado. Sasha se estremeció, segura de lo que estaba por venir, pero no veía ninguna manera de evitar obedecer su orden. Para entonces, ya se arrepentía mucho de haber tomado la decisión de emprender ese viaje imposible. Si alguna vez llegaba a casa, ¿cómo podría enfrentarse a su familia? Se sentiría avergonzada. La gente le tendría lástima en la cara y la insultaría a sus espaldas. ¡En su ciega búsqueda, había arruinado su vida para siempre! El gran orco se acostó y la atrajo hacia su gran y cálido abrazo.
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