Capítulo 5

3741 Words
Sasha Wrynn apenas podía creer que nada hubiera "sucedido" la noche anterior. O era muy indeseable o muy afortunada. No estaba segura de cuál de las dos cosas. Sin embargo, su confianza se vio reforzada: parecía que tenía un protector feroz que no la molestaba, incluso si no era el warg de sus sueños. En los días siguientes, Sasha comenzó a planear su escape. El campamento estaba ahora repleto de merodeadores y ella sentía que el ataque era inminente. Taz'jani confirmó más tarde ese hecho. Pasó su tiempo observando los movimientos de las tropas, contando el número de soldados, balistas y armas estratégicas, y tomando nota mental de cualquier cosa que la milicia de Lakeshire pudiera encontrar útil. Observó a los guardias que patrullaban el campamento y, como buena cazadora, sabía cuáles eran sus hábitos. Quién estaba vigilante y quién dormía en su puesto. Con toda esta información, Sasha había decidido que mañana sería el día en que haría su escape. ***** Temprano a la mañana siguiente, Sasha se asomó a la tienda para ver qué había sido lo que la había despertado tan bruscamente. Se encontró con una visión terrible: la cabeza de un guardia de Ventormenta que todavía llevaba puesto el casco, que estaba siendo alzada en una pica en el centro del campamento. Los orcos se agolpaban alrededor del desafortunado hombre que ahora era poco más que un trofeo ensangrentado, gruñendo con un deseo desenfrenado de batalla. Golpeaban sus armas sobre sus anchos muslos y lanzaban sus aullidos espeluznantes al cielo. Se preguntó cuál sería su destino. ¿Era un emisario o simplemente lo habían pillado? Rezó para que muriera rápidamente. Tenía que escapar hoy, pero ver al desafortunado hombre le provocó un nuevo miedo. Esto no era un juego. Hasta ahora había tenido suerte, pero ¿cuánto tiempo podría seguir siéndolo? Una oleada de náuseas acompañada de miedo la invadió. Estaba a punto de volver a la tienda cuando vio a Gorthan acercándose a ella. Su paso y expresión parecían decididos, sus ojos dorados la miraban fijamente. Su larga melena negra se agitaba al viento. Tuvo que levantar la vista para ver cómo él se erguía sobre ella; era unos sesenta centímetros más alto que ella y había descubierto en los últimos días que los orcos tenían expresiones particulares. No eran las criaturas vacías y tontas que muchos en Ventormenta afirmaban que eran, incluidos su tío y su padre. Sin embargo, su mirada no la llenaba de una sensación de consuelo. —Ven...— Fue todo lo que dijo con bastante severidad, tirándola hacia la privacidad de la tienda. Se preguntó qué le preocupaba y, de alguna manera, sintió que ella podría ser el centro de todo. Una vez más sintió miedo. Realmente deseaba saber cuál era su posición con respecto a esos seres salvajes y cambiantes. Una vez dentro, se volvió hacia ella y le reveló un trozo de papel arrugado que tenía hecho una bola en su gigantesco puño. Sasha tiró de la hoja de papel arrugada hasta dejarla plana y, para su horror, su propia imagen dibujada la miró fijamente en completo blanco y n***o. 'DESAPARECIDA SASHA WRYNN' 'Recompensa por su regreso sano y salvo.' —¿Tú?— Dijo señalando con un gran dedo su pecho. —¡¿De dónde sacaste eso?! —respondió Sasha demasiado rápido. Tan rápido que ni siquiera estaba segura de si él había entendido lo que había dicho, pero nada de eso importaba. —El Rey es Wrynn, tú Wrynn —acusó. Sasha respiró profundamente y cerró los ojos, deseando calmarse. No podía dejar que esto se le fuera de las manos, ¡tenía que hacérselo entender! —Está bien, sí, soy un Wrynn, pero no soy de la realeza. El rey Wrynn no es de mi familia, mi sangre, NO es mi padre. Solo compartimos...— —Las chicas no son importantes para el Rey. El Rey no habla de ti, eso es todo. — —No, no, no, no es así. ¡No soy de su sangre! ¡Por favor, entiéndame! El orco frunció el ceño. Sí, ahora podía ver sus diversas expresiones. Era extraño, pero nunca antes había creído que alguien de su especie tuviera emociones. La miró decepcionado mientras recuperaba el aviso. —Solo soy un guerrero, debo decírselo al jefe. —Con ese anuncio agarró a Sasha y le ató las manos y los pies, colocándola suavemente sobre sus pieles. —No, Gorthan, no hagas eso —suplicó—. De verdad, de verdad, no tengo ningún vínculo con el Rey. ¡Debes creerme! Gorthan la miró con resignación. ¿O era una tristeza orca? ***** La habían cargado sobre los hombros de un orco desconocido y la habían llevado en esa posición hasta Stonewatch. Aunque estaba lejos, supuso que era tan ligera que no suponía un gran impedimento para el enorme macho de piel oscura que la llevaba en brazos. Había pasado del precipicio de una huida a estar en un terrible problema, todo por culpa de un pequeño trozo de papel, y no había visto a Gorthan por ningún lado. Había diez orcos en esa escolta, todos desconocidos para ella. Sasha supuso que la llevaban ante su señor de la guerra junto con toda la información que habían obtenido del desafortunado soldado. Supuso que, si no lo había hecho ya, estaba a punto de encontrarse con Gath'llzogg. La fortaleza de piedra coronaba la cima de los acantilados rojos. Había sido una base militar en el pasado, pero había sido invadida. Posteriormente, los Blackrock la convirtieron en suya y parecía imposible que los humanos que vivían en el valle de abajo pudieran desalojarlos. Era una posición defensiva muy buena. La escolta subió los empinados escalones de piedra hasta llegar a una gran cámara de piedra en el piso superior. No tenía ventanas, estaba diseñada para ser una posición segura, y las antorchas de hierro que sobresalían de las paredes eran la única luz en la oscura y austera cámara. Había una gran mesa de madera tosca con mapas y un grupo de orcos la rodeaban señalando posiciones. Sasha fue depositada en el suelo y todos los acompañantes, menos dos, se marcharon, dejándola a ella esperando. Entonces se fijó en Gorthan y, al verlo, sintió un poco menos de miedo. ¿Quizá él les explicaría esto después de todo y ella podría marcharse? Estaba entre sus compañeros, supuso, hablando de estrategia. La miró brevemente y reanudó su gutural conversación orca con el grupo de temibles salvajes que se agolpaban cerca. Iban adornados con cuero endurecido y armadura de acero, calaveras, púas y dientes. Finalmente, uno de los orcos la miró. Los ojos de Sasha se dirigieron inmediatamente al suelo. Él también era un orco grande, ancho y fuerte, su piel del tono de la ceniza de un pozo de fuego, tenía una postura encorvada como muchos de los de su especie, y parecía agobiado por sus enormes hombreras de hierro y su coraza de placas. La armadura estaba desgarrada y abollada, siendo a la vez sencilla y útil, era obvio que había visto muchas batallas. Supuso que este tenía que ser Gath'llzogg. Era un orco maduro. Tenía el pelo largo y encrespado del tono de la medianoche, ojos color caoba, inyectados en sangre. Su barba era larga y trenzada y le llegaba hasta el ombligo. Agarraba una espada dentada del ejército de Ventormenta en su puño enguantado con cota de malla. Un doloroso recordatorio para Sasha de la gravedad de su situación. El orco acorazado le habló a Gorthan, agitaba animadamente la punta de su espada, demasiado cerca del rostro de Sasha. La joven sintió que su suerte no iba a cambiar. Hablaron durante un largo rato. Gorthan miraba de vez en cuando a Sasha y captaba su mirada, pero las miradas que le dirigía no consiguieron tranquilizarla. Tan de repente como se habían interesado por ella, se marcharon y volvieron a la mesa, a los mapas y a los planos. ¿Así que sí leen? ¡Jamás lo habría creído! Sasha Wrynn se sentó en las frías losas durante mucho tiempo, olvidada. Se había sumido en el sueño, soñando con otras cosas, días más brillantes y tiempos mejores. Las enormes manos de Gorthan la sacaron de su ensoñación y la levantaron de su lugar con delicadeza. Puede que pareciera feroz, pero la trató como si fuera porcelana preciosa, eso le abrió el corazón. —Venir.— Ella lo siguió mientras él la llevaba escaleras abajo, sin apartar la mano de su brazo. Era muy evidente que no confiaba en que ella no corriera. —Eres rehén, enviamos un mensaje a Ventormenta, tenemos a la Princesa. El Rey vendrá. — - ¡Pero si yo no soy una princesa! - se atrevió a intervenir Sasha, enfadada y frustrada - ¡Qué tonta eres! Gorthan la miró con expresión perpleja. Podía ser una imagen aterradora, propia de pesadillas. Pero Sasha estaba empezando a comprender las sutiles diferencias. En ese momento estaba divertido, no enojado, de eso estaba segura. —Eres mía, pero eres un rehén valioso. Gath'llzogg quería encerrarte, en la mazmorra de ahí abajo. — Señaló un pasadizo muy oscuro y abandonado, lleno de telarañas colgantes. Realmente no parecía un lugar en el que ella quisiera estar. Ella comenzó a sacudir la cabeza. —No —dijo—, si eres bueno, quédate con Gorthan. Si eres malo, ¡quédate encerrado! ¿Acaso todo les parecía tan simple? Así lo parecía. Sasha, que sabía lo que le convenía, asintió con la cabeza. Sería mucho más agradable quedarse con Gorthan y aún podría tener una oportunidad de escapar. ***** Ella pasaba las frías noches de Redridge abrigada por él, entre sus pieles. A veces, sus grandes manos la recorrían con una suave caricia, pero no hacía más que eso. Sus ojos dorados la observaban con anhelo, era algo que ella podía sentir. Su calidez, su deseo. Muy parecido a lo que había sido Graham Trias, pero de una manera más honesta y primaria. Sasha no sabía muy bien cómo se sentía al respecto. Sabía por los cuentos de su padre que los cautivos a menudo se enamoraban de sus carceleros, y sus propios sentimientos también eran contradictorios. No debía permitir que estos nuevos sentimientos nublaran su verdadero propósito. Sin embargo, encontró bondad en este orco y un sentido de orgullo primario y salvaje, pero él era el enemigo. Sus sentimientos eran difíciles de reconciliar. Había hablado largo y tendido sobre Gorthan con Taz'jani mientras cocinaban, pero el troll azul no tenía ningún consejo que darle. Taz estaba acostumbrada a que los orcos la pasaran de mano en mano, claro que tenía sus favoritos, pero en general estaba feliz de ser la de cualquiera. —Una troll hembra, cuando está furiosa y en celo, puede aparearse ochenta veces en una sola noche. —dijo lujuriosamente. Sasha se quedó con la boca abierta. ¡Vaya promiscuidad! ¡Demasiada información también! —Tal vez él entienda que hay que ser delicado, tal vez por eso duda —ofreció, riendo con esa carcajada característica que Sasha había llegado a adorar. Le gustaba Taz'jani, nada parecía oscurecer su actitud alegre. —¿Alguna vez has pensado en escapar, Taz? —dijo Sasha en voz baja, porque Gorthan siempre rondaba por algún lugar cercano. Le habían encomendado la tarea de proteger a un prisionero «político» muy importante. Ella sólo deseaba poder hacerle entender que ella no era la Wrynn que todos creían que era. Se sentirían muy decepcionados cuando el ejército nunca viniera a buscarla, o el rescate que esperaban poder negociar. Ella no sabía exactamente qué habían pedido por su regreso. —Algún día —respondió Taz'jani con aire soñador—, pero... ¿adónde iría? Mi familia se habrá ido, y también mi tribu. Sasha asintió, eso realmente sonaba solitario. —Pero tú quieres escapar —susurró Taz'jani por encima del silbido de las ollas—. Cuando llegue el momento, nosotros los trolls te ayudaremos. Sasha simplemente sonrió, Taz tenía un buen corazón. Más tarde ese día, Sasha se sentó sola en la tienda de campaña tratando de desenredarse el cabello. Habían pasado días desde que se había bañado y deseaba tener un cepillo para el cabello. Se pasaba los dedos por sus mechones color chocolate que le llegaban hasta la cintura y se le enganchaban. La solapa de la tienda se abrió y apareció Gorthan, apoyó su hacha de guerra junto a sus otras armas y colocó su cuerpo junto a ella sobre las pieles que cubrían el suelo rojo y arenoso. —Tengo algo para ti —dijo, sacando de la bolsa de piel un peine de hueso de dientes gruesos que Sasha había soñado con tener. Le puso el objeto en las manos. El peine era grande y pesado, desgastado por muchas manos y años de uso. Tenía un motivo tribal tallado en el puente del peine y, cuando miró más de cerca, pudo ver que era un hermoso patrón, gusanos entrelazados que corrían. —Oh, qué lindo. Gracias.— Inmediatamente comenzó a desenredarse lentamente el pelo, pero estaba terriblemente enredado. Su pelo era tan fino que siempre tenía que llevarlo trenzado durante sus viajes a la naturaleza, o pagaría caro más tarde. Suspiró, algo derrotada por el lío de nudos en que se había convertido. El corpulento guerrero se había colocado detrás de ella. Ella sintió que sus dedos tocaban los suyos y él tomó el peine y comenzó a peinar sus largos mechones y a domar los enredos con mucha paciencia y ternura. Sasha simplemente se sentó y lo dejó trabajar, sus atenciones eran muy relajantes. —Este peine era de mi madre.— Su declaración sonaba triste, pero como no lo estaba mirando, no podía decirlo. Los orcos vivían vidas violentas, con tantas guerras entre tribus y con otras razas, que muchos de ellos no vivían mucho o bien, y aunque los orcos envejecían al mismo ritmo que sus contrapartes humanas, la mayoría no llegaba a una edad avanzada. —¿Cómo era ella? —decidió preguntar Sasha. —Fuerte, ella era una cazadora, maestra de bestias. — —¿Lo era? —respondió Sasha con envidia y asombro—. ¿Qué clase de compañera tenía? —Era una serpiente de viento, su nombre era Vulug, una gran bestia escamosa que volaba, escupía veneno y exhalaba rayos. — Al principio, la joven pensó que estaba jugando con ella, nunca había oído hablar ni visto semejante criatura. Sin embargo, el tono de su voz decía lo contrario. Ella le dejó que le peinara y trenzara el cabello. No tenía espejo, pero el solo hecho de sentir su trabajo con la mano le decía que estaba hecho por un experto. Después de todo, él también tenía una cabellera considerable, supuso que tenía mucha práctica. —Gracias.—dijo agradecida. ***** Los días pasaban y la huida, o la oportunidad de hacerlo, no llegaba. Gorthan seguía cada movimiento de Sasha, se tomaba su trabajo en serio y ella suponía que perder a un prisionero tan "importante" haría que la joven guerrera sufriera mucha desgracia o incluso un castigo terrible. Odiaba tener que dejar a Gorthan con semejante destino. Había sido amable con ella. No era para nada el animal salvaje que su padre y sus amigos le habían descrito tan a menudo. También habían dicho lo mismo de los trolls, pero Sasha estaba empezando a querer a Taz'jani de la misma forma que podría haber querido a una madre. Últimamente había empezado a cuestionar realmente todo lo que había aprendido durante su infancia. El día anterior, su guardia la había sorprendido sosteniendo su inmenso arco mientras entraba a la tienda. Sasha fue completamente sorprendida y, avergonzada, dejó caer el arma enorme con un fuerte estruendo. —Oh, lo siento —dijo ella, mientras trataba de colocar torpemente el gran arco de donde lo había sacado, con la cara roja. El gran orco se puso en cuclillas frente a ella, ella notó que había empezado a hacer eso últimamente, otra concesión que había hecho para que ella pudiera verlo mejor. —¿Te gusta el arco?—preguntó. —Es muy bonito pero demasiado grande para mí.— —¿Puedes usar uno?— —Sí, puedo.— Sasha había adivinado que él no se había dado cuenta de su pequeña arma el día que la había emboscado. —Humm —dijo pensativamente. —¿Eres un cazador?— se preguntó Sasha en voz alta, sin darse cuenta de que realmente había dicho ese pensamiento. Gorthan sacudió la cabeza y sus pendientes de oro tintinearon. —Puedo usar un arco, pero no, soy un guerrero. Pero tú, muchacha, ¿qué eres? Eres joven, una humana y estás sola. ¿Por qué viniste aquí? ¿Eres una pícara enviada a espiar? ¿Por qué envían a una princesa? Sasha suspiró con frustración, queriendo decirle por centésima vez que ella no era una princesa, pero le gustaría que los demás no escucharan. —No tengo profesión. —dijo finalmente. —Entonces, ¿por qué vienes sola a la guerra? —Sus ojos dorados la clavaron en ella con gran intensidad. —Bueno. —dijo. —como sabes, estaba tratando de conseguir un cachorro de huargo. — Ladeó la cabeza. —Arriesgaste tu vida por un cachorro huargo, ¿por qué? Sasha se levantó orgullosamente. —Quiero ser cazadora. — Ella esperaba que se riera o la menospreciara, pero en lugar de eso, no respondió. Estaba pensando, con el ceño fruncido por la consternación. —Ven. —dijo de repente, levantándose con esa actitud típica de un gorila. La condujo hasta la periferia del campamento. Ella reconoció de inmediato la zona, había sido el lugar donde la habían detenido. Una pizca de esperanza la atravesó entonces, pensando que tal vez podría huir de él cuando viera su oportunidad. La llevó más allá del corral donde se encontraban los cachorros recién destetados. Ahora parecían menos necesitados, más interesados ​​en jugar con sus hermanos que en buscar la atención de algún transeúnte al azar. Su anhelo era intenso mientras los miraba y se preguntó cuál de ellos se habría llevado con ella si su misión hubiera sido un éxito. —Ven —dijo mientras la dirigía hacia un corral que se encontraba separado de los demás. En él había un enorme y peludo huargo de color marrón grisáceo. El animal reconoció a Gorthan de inmediato. Sasha ansiaba correr, pero sentía algo tan profundo que no podía atreverse a hacer ese intento por liberarse. —Éste es Gashnaka, mi warg de batalla. — —Oh... qué hermoso. —Apenas podía hablar. Sasha estaba tan emocionada. Toda su vida había soñado con esto. La criatura de tamaño imposible la miró, tenía ojos inteligentes del color de un cielo despejado de verano. —No hace falta ser cazador para tener un huargo —le dijo Gorthan. Sasha se quedó sin palabras mientras se dirigía lentamente hacia el recinto que había sido dominado por Gashnaka. El gran perro se frotaba contra la empalizada pidiendo que lo acariciaran. Gorthan le revolvió el pelaje con cariño. Le susurró algo en su lengua indescifrable al huargo, el imponente animal bajó su enorme cabeza y dejó que le rascara detrás de las orejas. Su enorme cola peluda golpeaba la madera de su recinto como un metrónomo. —¿Puedo?— preguntó Sasha. Gorthan asintió y Sasha acarició a la bestia, su pelaje era grueso y suave, para nada como ella lo imaginaba. —¿Montarás este huargo en la batalla?— El guerrero orco de piel oscura asintió con la cabeza. —Hemos luchado codo con codo en muchas batallas. — —¿La montarás en este?— Sasha se refería al conflicto que sabía que surgiría muy pronto entre su gente y la de él. —No, no puedo, ella tendrá cachorros cualquier día. La mayoría de los guerreros prefieren un huargo macho, pero Gashnaka, mi madre, me eligió a mí, podía sentir su gran espíritu. — Sasha pudo reconocer que la panza de la hembra era redonda y llena, parecía como si hubiera devorado una gran comida. No parecía que la llegada de los cachorros estuviera muy lejana. Pasaron un tiempo en el recinto de los huargos, Sasha hizo preguntas y Gorthan respondió pacientemente a todas sus curiosidades. La joven se olvidó por completo de su plan de huir. Cuando volvió a recordarlo, Gorthan ya tenía su mano en la suya y caminaban de regreso al campamento. Ella miró hacia abajo, a sus diminutos dedos blancos enterrados en los de él. Apenas podía creer que estaba paseando por un campamento orco, de la mano de un guerrero orco como si fueran amantes. Su rostro se sonrojó al pensarlo, pero afortunadamente nadie la vio. Mientras se preparaba la cena, Taz'jani pasaba la mayor parte de sus horas ocupada en ese trabajo interminable. —Será mejor que vaya a ayudarla —se excusó Sasha, soltando la mano de su protector. Al parecer, se habían llevado mucho ganado de las granjas recién invadidas y serían el plato principal de esa noche. Daba miedo la cantidad de comida que se necesitaba para mantener a un ejército tan grande. Estaba segura de que las fuerzas orcas podrían devorar en muy poco tiempo a todas las bestias vivas del campo. Ese pensamiento no presagiaba nada bueno para su propia gente este invierno. La mayoría de los orcos parecían vivir a base de una dieta basada únicamente en carne. La comían cruda o cocida, según sus preferencias personales. Afortunadamente, en su búsqueda y deseo de convertirse en esa cazadora, Sasha había perfeccionado sus hábitos con la idea de subsistir con lo que había en su entorno inmediato. Al entrenar su cuerpo para consumir principalmente carne, descubrió después de un tiempo que otros alimentos la dejaban con una sensación de vacío y que ya no podía soportar los alimentos azucarados. Su tía se había sentido extraña y trató de cambiar su comportamiento, mirándola con el ceño fruncido porque siempre dejaba nabos y verduras en su plato. La había llamado difícil, pero Sasha sabía que su padre la entendía, él pensaba lo mismo. Así que esa noche estaba mordisqueando con ganas un hueso de vaca. Afortunadamente, Gorthan no tenía el gusto por la carne ensangrentada y los órganos aún calientes como muchos orcos. Comía tranquilamente mientras observaba a su pupilo humano.
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