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Dejame Amarte

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Blurb

Amparo no ha conocido jamás el amor, nunca ha sentido mariposas en el estómago, hasta que conoce a Stefan, quien es conocido por ser un conquistador innato.

Stefan sabe que Amparo es diferente y quiere ser el hombre que ella merece.

¿Podrá serlo?

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Capítulo I
Hoy habia sido un día terrible, se sabe que las chicas pueden ser muy hirientes, pero yo no estaba gorda, si claro, tenía unos tres o cuatro kilos de más pero la verdad no me encontraba gorda, en el momento quede en shock, la verdad no me habian dicho algo así antes, y la verdad no me importaba, yo hace mucho tiempo había dejado eso atrás, me había empezado a querer a mi misma y los comentarios de aquellas chicas me daban pena, por ellas claro, siempre tratando de encajar, las entendía un poco pero creo que cada quien elige cómo afrontar las situaciones.  Pensé, wow si tal vez se lo hubiera dicho a alguna chica con autoestima baja o deprimida, definitivamente le habría ocasionado algún trastorno alimenticio. Uno no se da cuenta del impacto que pueden causar solo tres palabras. "Que gorda estas" Dios, horrible. —Mmm, la verdad creo que estoy bien —digo sonriéndole, ella arquea la ceja y me mira de arriba abajo, yo ruedo los ojos, definitivamente el cliché de las chicas rubias en las escuelas es verdad. —No lo creo, o ¿es que no tienes espejos en tu casa? —al decir esto todas sus amigas rieron, no era gracioso y se notaba en sus risas fingidas. —Tengo varios,  pero tranquila respeto tus gustos de caer en talla de niña de 1 año, eso sí, chequea tu salud —después de decir esto di media vuelta y salí de la cafetería, tenía mejores cosas que debatir con ella si es que tenía o no kilos de más.  Como dije, todo en esta escuela era cliché, las rubias superficiales animadoras con los chicos populares, los grupos nerd, los chicos malos, los góticos y al final estaba yo, Amparo Rodway.  Nunca había tratado de encajar, pero me adapto a toda situación, me gusta pensar que en otra vida fui un camaleón. Bueno sé que para algunos puede ser estupido, pero yo creo en la reencarnación y yo definitivamente debo haber sido un camaleón. —Te he estado buscando —dice Vania, Vania es una chica popular, pero ella no es superficial, es una de las  personas más inteligentes que conozco, ella es más hiperactiva que yo y siempre está sonriendo para todos, yo en cambio tengo muchos cambios de humor y no me molesto en ocultarnos, me gusta ser autentica. —¿Para que soy buena? —le pregunto, Vania entrelaza su brazo con el mío y juntas caminamos a la biblioteca, tenemos un examen y el silencio de ahí realmente  ayuda a concentrarme. —Hoy habrá una fiesta en mi casa, Vesta la hará así que obviamente estamos invitadas —Vesta era su hermana mayor por tres años, ella ya estaba en la universidad y era aún más hiperactiva que Vania.  —No puedo, tenemos un examen mañana y enserio tengo que estudiar —digo, la verdad sus fiestas son muy buenas, no hay tanto alcohol después de la violacion de una chica hace unos dos años. Al final ella no pudo soportar la presión social y terminó suicidándose. —Lo sé, pero quiero que estés ahí por favor, solo un rato —me ruega, yo ruedo los ojos. —Solo un rato —digo —¡Siiii! —chilla ella. —Ahora tendré que quedarme a estudiar hasta la noche —digo poniendo una mano en mi cabeza en señal de cansancio fingido, ella rueda los ojos. —Sabes que te ira super bien Amparito —dice dándome un beso en la mejilla. Eramos amigas de toda la vida y por alguna razón todos de pequeña me decían amparito, y Vania no había dejado nunca de decirme así. —Probablemente tengas razón —digo, tenía muy buenas notas, pero claro también me esforzaba mucho, quería entrar a una buena universidad para estudiar medicina, y si todo iba bien doctorarme en psiquiatría. Eran aspiraciones altas, me lo decían siempre, pero si yo no soñaba en grande ¿quién lo haría por mí? —Bueno Amparito, te dejo estudiar, tengo que ir ayudarle a esa frenética Vesta —dice, yo me río, de seguro debe estar vuelta loca comprando, lo he visto en carne propia. Me da un abrazo y un beso, Vania era muy de piel, yo por otro lado no lo era mucho, pero ya estaba acostumbrada a sus afectos y no me molestaban. Entro a la biblioteca, no hay mucha gente, la verdad solo están los de siempre, a lo lejos diviso a John.  John era definitivamente un sabelotodo, él lo sabía todo literal,  no solo el mejor de la clase sino también el mejor promedio de la escuela, y yo, bueno era el segundo mejor promedio, junto con Vania. Era algo de lo que estaba orgullosa. —¡Hola John! —susurro cuando llego a su mesa, él levanta la cabeza y me sonríe. —¿Cómo estás Amparito? —  Se me olvidaba mencionar que John es mi amigo de toda la vida, Vania, John y yo habíamos crecido juntos. —Bien ¿y tú John?  —  —Aquí estoy preparándome para el último examen, porque Vania me obligó a ir a la fiesta que está dando Vesta —yo asiento. —También me obligo a mí —digo riendo bajito. Ambos nos pusimos a estudiar, ya nos habíamos juntado en mi casa para estudiar y analizar la materia, ahora estudiamos los resúmenes que habíamos hecho, éramos un buen grupo de estudio y aspiramos a entrar a la misma universidad para no separarnos. La hora paso volando, en un momento levanté mi celular y ya eran las siete de la tarde, con razón la vista me pesaba, sí literal, llevábamos cinco horas sentados aquí. —Me ire, son las siete de la tarde ya —le susurro a John, ahora la biblioteca estaba llena, este examen era uno de los últimos. —Dios, me iré también —dice John guardando sus cosas. Salimos juntos de la biblioteca saludando a uno que otro conocido. Afuera ya estaba oscuro, y corría un pequeño viento helado, era una clara señal de que el invierno se acercaba. —¿Te llevo? —me pregunta John. —Pero que pregunta es esa —digo riendo. —Si, no se porque pregunte eso si obviamente tengo que llevarte — dice rodando los ojos. —Que bueno que lo tengas claro  —digo subiéndome al auto, mejor dicho Jeep. Por que si, a John le habian regalado un Jeep por ser el mejor promedio, a mí sólo me habían dado un chocolate mi madre, y un iphone mi padre.  Cuando llegamos a mi casa, le doy las gracias y lo obligó a pasar a buscarme en dos horas, asiente, ya sabe que es mi chofer y el de Vania. Las luces de mi casa están apagadas, para variar, mi madre de seguro debe estar en alguna reunión con sus amigos o en el club de golf o incluso cenando en algún restaurante.  Hace al menos tres años mis padres se habian divorciado, al principio mamá estaba pendiente de mí y luego encontró un novio que paso a ocupar toda su vida. Mi padre en cambio se había ido a otra ciudad y venía de vez en cuando a visitarme. —Bueno, manos a la obra —  Subo a mi habitación, a mi gusto esta casa tiene unas cuantas habitaciones sobrantes, mis padres querían tener más hijos, pero mamá tuvo una enfermedad que la imposibilito; cáncer de útero. Eso le afectó mucho y cayó en una depresión tremenda.  Me doy una ducha rápida y elijo la ropa, bueno la verdad no mucho, siempre uso mis mom jeans y un suéter o playera dependiendo de la estación en que estemos, pero sí me arreglo un poco el pelo, es muy rebelde. Veo la hora, aún quedan treinta minutos para que John me pase a buscar, así que como algo. Se que probablemente haya comida en la fiesta pero no me fio de esas cosas, muchos tocan la comida y la verdad no me apetece, no se sabe dónde han estado esas manos.  Justo cuando estoy terminando de comer escucho la bocina del jeep de John, le mando un mensaje rápido. "Me lavo los dientes y salgo" "Las chicas siempre demorandose" "Es que estaba comiendo" "Lo se, siempre es lo mismo" Me encojo de hombros, es verdad, siempre como antes de ir a una fiesta, corro a lavarme los dientes, agarro mi bolso y salgo, no me molesto en dejar una nota o mandarle un mensaje a mi madre, ella llegara tan borracha que ni siquiera notará que no estoy. —Listo, vámonos —digo saltando en el asiento del copiloto. —Sin emborracharte, Amparito —dice, yo ruedo los ojos. —Y yo que pensaba emborracharme con coca-cola —él ríe —¿Quieres acaso que te dé un coma diabetico? —me pregunta, yo me encojo de hombros. —De algo hay que morir —   —Mira que fiestecita, debe haber muchos universitarios —dice John, tiene razón, la casa de Vania es gigante, está llena de autos por la calle, y hay mucha gente incluso afuera, no me imagino como debe estar adentro. —Ojalá esté más o menos tranquila —digo, John rie. —¿Una fiesta tranquila?  —  —Bueno dentro de lo que puede ser tranquila —digo rodando los ojos. —Muy bien, ¡a divertirse! —  Caminamos hacia la entrada, pero apenas se puede pasar, es decir literal, yo no soy muy grande a diferencia de John que mide como dos metros, yo en cambio voy por el 1,68, y bien conforme. Me agarro de la camisa de John para no quedarme atrás, varios de los chicos que veo estan borrachos y algunos me miran más de la cuenta, me da escalofríos, y me hace pensar que quizás no haya sido tan buena idea venir, pero que más da, ya estabamos aqui.

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