Amaia El queso se desliza por el borde del tazón, bajando lentamente por la porcelana, antes de formar un charco en el plato debajo. Se ve divino. Llevo el sobrante de macarrones con queso a la sala y me siento en la mesa de centro, estirando las piernas frente a mí. El televisor está reproduciendo una telenovela que mi abuela veía cuando era niña. Siempre me resulta gracioso que pueda no verla durante meses y, al sintonizarla, sentir que no me he perdido nada. Miro el reloj; aún tengo unas horas antes de que Frederick llegue a casa del colegio. Después de pagar facturas esta mañana y hacer tareas domésticas variadas, decidí darme un capricho con mi comida favorita antes de tomar un largo baño de burbujas… ese que no he podido disfrutar desde la oportunidad perdida hace tres días. Mi

