Capítulo III

2261 Words
- ¡Moore! ¡Apresúrate con esas cosas! -¡Estoy en eso! Con la cantidad de platos que llevaba, podría recibirse de malabarista. Su jefa sólo la miró con desaprobación. -Bien, aquí capuccino para él y un Latte descafeinado para ella. ¿Algo más que quieran agregar a la orden? la muchacha sentada en la mesa la observó por un momento. -Tu rostro me parece conocido, ¿Te he visto en clases? La cara de ella palideció, para luego llenarse de distintos colores de rojo. -Eh...yo...no. No lo creo. Seguramente me habrás confundido. La chica solo asintió sin darle mayor importancia al asunto. No le gustaba que la reconociera personas de su universidad, menos allí trabajando. Ella se retiró hacia la caja donde se encontraba su compañero y sólo se dejó caer en la barra. -Estoy agotada. -Y eso que apenas es martes. Vamos, al menos saldremos en menos de una hora. -Si tan sólo se sintiera así. -Oh vamos, eres una exagerada Audrey. Ella rodó sus ojos. -Los exámenes me tienen así. Sólo quiero que llegue el descanso. -Vamos Drey, sólo queda ésta semana y luego tienes casi dos semanas de descanso por el ingreso de los nuevos al semestre. ¿Te dieron tutorías? -Sí. ¿Puedes creer que tendré una compañera?- Sonrió con emoción.-Seré su tutora. Espero me sepa soportar. -Espero sepa soportar lo mal que cocinas. -¡Jacob! -Ella golpeó su hombro- Eres un idiota. El rió . -Y tú una mala cocinera. Audrey Moore, de 19 años llevaba una vida bastante agitada en Londres. Nada jamás le había sido fácil, como la mayoría de sus compañeros de Universidad, hijos de millonarios magnates adinerados. Ella era de una familia muy humilde, si es que se le podía llamar familia a ella y su abuela. Sus padres habían desaparecido en un atentado terrorista y sus abuelos decidieron hacerse cargo de ella, aunque este ultimo había fallecido hace un par de años atrás debido a una enfermedad infecciosa. Por lo que sólo habían quedado ella y su abuela, quién hace poco había contraído la misma enfermedad,  que ya no le dejaban fuerzas para seguir trabajando y por lo tanto, para mantenerse ambas. Por esto mismo Audrey decidió hacer lo mejor para que los años criada por ellos diera sus frutos y el trabajo duro ayudase a pagar al menos una parte de todos los tratamientos pendientes. Pasaba la semana completa entre su habitación en el campus y en el trabajo de la cafetería cercana, mientras los fines de semana iba a ver qué tal se encontraba su amado abuela, que mientras tanto residía en un asilo con cuidados médicos. Cualquiera diría que es un trabajo un tanto agotador, incluso para una persona tan joven, pero ella se había acostumbrado al ritmo de vida agitado. Además de que no la pasaba sola, sino que tenía a su novio Noah , a sus dos amigas Marie y Sasha, y también su compañero de trabajo Jacob. Era su único grupo cercano pero disfrutaba mucho de su compañía que le hacían la vida un tanto menos pesada. -Noah está esperándome afuera, nos vemos luego.- Saludó a su amigo quitándose el delantal.- -Nos vemos, nena. En efecto,allí estaba Noah, recostado en su motocicleta. Ella sonrió al verlo y plantó un beso en sus labios. Él le tendió un casco mientras arrancaba la moto. Ambos subieron a esta y salieron camino al campus de Cambridge. -No me agrada ese chico de tu trabajo. -¿Jacob? ¡Pero él es gay!- Río ella- -¿Y? Quizás aún mantiene sus dudas. Contigo no es imposible. -Eres absurdo, Noah. Él la abrazó, besando su mejilla. -Lo sé. ¿Qué tal vas con la escuela? Ella suspiró. -A tope de exámenes, pero supongo que los estoy llevando bien. Además si apruebo los últimos me darán la tutoría de una chica que viene por el ingreso de semestre. ¿Tú qué tal? El moreno bufó. -Horrible. Voy reprobando la mitad. Suerte que mamá pagó una inversión para que no recurse el año. ¿Sabes que sería de mi sino? Ja, estaría en la basura. Audrey hizo una mueca. -Sí, qué bien. Amaba a su novio, pero no le agradaba su forma y la de su familia por solucionar las cosas. Siempre a base de dinero. Su novio era hijo de una gran empresaria y un detective de la CIA, e incluso a la familia de éste jamás le agradó la pareja sólo por el hecho de que Audrey no venía de algún lugar o familia de renombre. Supuso que quizás es su costumbre por esforzarse para lograr todo lo que la inquietaba ante eso. Pero siempre decidía mantenerse al margen de la opinión. -Bueno cariño, se me hace algo tarde y aún tengo que estudiar, ¿Te parece vernos mañana luego del almuerzo? -Mañana no puedo.-Noah hizo una mueca rascando su nuca.- Los chicos y yo decidimos reunirnos a jugar FIFA. -Pero habíamos quedado que mañana estaríamos todo el día juntos.-Soltó con algo de desilusión.- Él tomó sus hombros mirándola. -Oh bebé lo sé, pero podemos juntarnos otro día. Además tenías mucho en lo que estudiar, ¿No es así? Audrey suspiró. -Sí, supongo que tienes razón. Dejémoslo para otro día. -Así me gusta. Nos vemos, te amo. Dejó un beso en su mejilla y se subió a su moto, mientras ella caminaba hacia su habitación. . El sol dándole en plena cara logró despertarla. Se había quedado dormida en su escritorio. Abrió sus ojos, bostezó un poco y miró el despertador que casi la hace saltar de la cama. Ocho y cuarenta. La alarma jamás había sonado. O bien había descansado tan profundo que jamás la escuchó. Saltó de la silla buscando por todos lados su uniforme y encontrándolo debajo de la cama luego de unos minutos. Corrió hacia el baño, cepilló sus dientes y miró la ducha a la vez que le daba un vistazo a su reloj. Casi las nueve. Luego tendría tiempo de ducharse. Arregló un poco su cabello para que se viera decente y terminó de atar su corbata. Corrió a la cocina y sacó algo de leche de la nevera y cereal de la alacena. Como pudo los unió en un pequeño bowl mientras arreglaba sus zapatos y metía sus apuntes en la mochila. Miró por última vez la hora. Nueve y diez. Soltó una maldición y comió algo del cereal desde la caja mientras finalmente salía de allí. Si bien era una excelente alumna, se podría decir que Audrey era algo desorganizada. Más aún con las épocas finales, que tenían su estrés al máximo. A las nueve y media comenzaba el segundo período, donde tenía una difícil prueba que aprobar sobre Leyes. Y tenía un largo camino desde el campus para llegar al edificio donde tenía clases. Sopló un mechón de su cabello que tenía tapando su cara y no le quedó otra que correr, en uniforme, con falda, con el sol de primavera hirviendo su frente y todos sus apuntes rebotando en su mochila. Definitivamente, hoy no debía ser su día. Luego de una ardua corrida de maratón llegó a la puerta de su salón, y aún sin recuperarse del todo miró el reloj en su muñeca: nueve y veintiocho. Suspiró de felicidad y entró, intentando regular su respiración. Buscó un lugar libre y gracias al cielo Sasha, una de sus amigas, le había guardado uno a su lado. Corrió a sentarse y se desplomó en el escritorio aprovechando que el profesor aún no llegaba. -¿Y a ti qué? ¿Acaso te corrió un oso de camino? -Larga historia. Mal día. No preguntes. Sasha aguantó la risa y decidió no insistir. -¿Y Marie? -No lo sé, pensé que tú sabías. Finalmente, el profesor llegó. Si en algo se destacaba por sobre todo Cambridge, era su estricta puntualidad. Apenas segundos después, cuando aún no había cerrado la puerta Marie apareció en el marco, apoyándose agitada. Parece que Audrey no había sido la única que se quedó dormida, aunque Marie no hubiese corrido la misma suerte. El profesor la miró con desdén y le hizo una seña para que se fuera. -Profesor Marshall, por favor, necesito hacer éste examen... -Sí tanto lo hubiese necesitado llegaría a tiempo a mi clase, señorita Green. -Pero... -Fuera.-Dijo determinante. La pelirroja miró panorámicamente el salón donde todos estaban atentos viendo la escena, y logró ver a sus dos amigas que la miraban con preocupación. Acto seguido miró al profesor y solo se fue, murmurando por lo bajo. -Diablos...-suspiró Audrey -Ni que lo digas... El examen transcurrió en silencio, y las notas las darían al terminar la semana por lo que sólo quedaba esperar. Ambas chicas salieron camino a la cafetería para almorzar algo, y Marie no tardó en aparecer con su bandeja en la mesa. -Estoy muy molesta. -Se nota, estás atacando esas zanahorias como si tuviesen la culpa de algo.-Acotó Audrey Sasha rió, mientras que Marie le sacó la lengua. -Ya, lo siento. Sólo quería aliviar el ambiente. -Muy graciosa.-Fingió una sonrisa.- No puedo creer que el jodido profesor no me haya dejado pasar. Es un idiota. -Ya sabes cómo son, no pierdas tiempo poniéndote mal. Esta vez, fue Sasha quién habló, metiendo una papa a su boca. -Es fácil para ti decirlo porque no tendrás que recursar su clase en el descanso. -Sasha tiene razón, no puedes estar de mal humor todo el día. Yo puedo darte mis apuntes si los necesitas. Ella suspiró. -Bien, supongo que lo dejaré pasar. ¿Qué tal ustedes? -Estoy hasta la madre con Historia Mundial. Sólo quiero que ya termine mi sufrimiento. la rubia se quejó mientras seguía metiéndose comida a su boca, haciendo una mueca. Sasha y Marie eran las dos mejores amigas de Audrey, de eso no existían dudas. Sin embargo, eran muy diferentes entre sí.  La primera una chica de lentes y pelo rojo que estudiaba Relaciones Internacionales, y la segunda una rizada de cabello rubio que estudiaba Letras. Audrey las había conocido allí hace un año y desde ese entonces se volvieron inseparables, a pesar de que la beca de Audrey no le permitía compartir habitación con ellas, vivían prácticamente las tres juntas. -¿Qué hay de ti, Audrey? Ella levantó los hombros. -Nada más de lo mismo. Estoy igual que ustedes esperando el descanso. -¿Qué hay con eso de que serás niñera? Audrey rodó los ojos golpeando a Marie por el comentario. -No seré niñera, seré tutora. No es lo mismo. No lo sé, quizás si todo va bien esta semana me den información acerca de ella para poder crear un buen ambiente y que de esa forma se adapte rápido. -Sólo espero que no sea una perra.- Ahora la morena miró a Sasha ante su expresión, y ella sólo levantó sus hombros.- ¿Qué? Solo digo la verdad. Imagínate lo que sería. -Ni que lo digas. El timbre del último período sonó, y gracias al cielo compartían las tres la misma clase al igual que la anterior. De camino allí, se encontró de frente con el Decano, quien la miró con seriedad. -Moore. La necesito en mi oficina. Dicho esto se fue para el lado contrario. Ella hizo una mueca, no sabiendo bien cómo reaccionar. -¿Qué hiciste ahora? -Marie, ¡Cállate! No la pongas más nerviosa aún. Seguro es por el tema de la niña nueva. -Pero el ingreso es dentro de dos semanas.-Respondió con algo de duda. -Sí te hace sentir mejor podemos acompañarte. Marie levantó sus cejas y Sasha asintió en aprobación. -¿Y la clase? -Nos da igual, si ya perdí casi toda la mañana puedo perder la maldita última clase que queda. Audrey rió ante lo mal hablada que podía ser Marie, pero terminó accediendo así que las tres se dirigieron a la oficina del decano, aunque solo la morena entró mientras las demás esperaron sentadas afuera. -Ya pensé que no vendría Moore. Tome asiento. Ella suspiró nerviosa, sentándose y jugando con el borde de su falda para calmarse. -¿Esto es por algo que hice? El hombre canoso la miró por un momento fijamente, sin darle respuesta al principio. -Oh, no. Es por el tema de la tutoría de su nueva compañera. Las cosas se adelantaron un poco por un caso especial por lo que la tendremos aquí la próxima semana. Sus datos están en proceso de ser mandados, hasta ahora sólo sabemos que su apellido es Castelloni. Viene desde Italia. Nos han mencionado que no es de muchas palabras. Queremos saber si no tendrá problema con eso.  Audrey se levantó emocionada. -Oh no, ¡Eso es genial! Mientras más tiempo antes mejor va a poder adaptarse para el inicio de clases. Me parece perfecto. -Bien, sólo era eso. Luego le llegará a la habitación la ficha de su compañera para que pueda conocerla un poco más. Puede irse. Audrey asintió y salió de allí, donde sus dos amigas esperaban sentadas en el suelo del pasillo. Al verla salir de pusieron ambas de pie. -¿Y? -Adelantaron los papeles de mi compañera y la tendré la semana que viene. -Hey, eso es una buena noticia. -Sí quitamos la posibilidad de que sea una mala persona. -Cierto. -¿No te dijeron nada de ella? -Sólo su apellido y que viaja desde Italia. - Seguro es alguna niña millonaria. Al menos espero sepa compartir su ropa cara. Audrey rodó sus ojos aguantando la risa. Le emocionaba la idea de que podría hacer una nueva amistad.
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