-Kiral…- murmuró ella y no pude evitar sentirse orgulloso de que conociera mi nombre. Me crucé de brazos adoptando la posición de un hombre decepcionado. Realmente quería disimular la erección en mis pantalones sueltos. -¿Sabes cuán jodida estás ahora mismo, niñata? - parpadeó y parecía estar a punto de llorar. Antes de que pudiera darme cuenta, Clara abrazaba mis piernas y tenía las rodillas en el suelo mientras me suplicaba. -Disculpa, por favor. No se lo digas a nadie. No le digas a Madira. Ten piedad, te lo imploro, por favor, yo no— Parecía al borde de un colapso y no pude evitar agacharme para tomarla por un brazo. Con una sacudida la enderecé y aún así ella no dejaba de sollozar- Golpéame, insúltame, haz lo que quieras, pero no me delates, Kiral. No me hagas volver tampoco, yo n

