Dos

2498 Words
 Cuando me desperté de nuevo, estaba en una habitación blanca y llena de iluminación. Me hubiese gustado pensar que estaba en el cielo, siendo revisada para poder disfrutar de los beneficios del paraíso, pero no, no tenía tanta suerte. En cambio, podía predecir donde me encontraba: en un jodido hospital. Estaba acostumbrada a ello, había venido muchas veces aquí cuando Devon se decidía a darme sus palizas de muerte.    Tenía un leve dolor de cabeza, pero no llegaba a ser tan fuerte como para lloriquear.   Mi cuerpo también estaba dolorido, y tenía una jodida vía intravenosa en mi mano derecha. Odiaba que esto pasara, odiaba tener que ir al hospital e inventar una excusa del porque estaba tan golpeada cuando la verdad era que tu marido lo había hecho. Incluso conocía a varias enfermeras de aquí, una cuantas que me recordaban y que no terminaban de creerse la historia de que me caí por las escaleras, o un auto me arrolló y huyó del camino.    Pero esta vez se sentía diferente, comenzando porque había un bolso en la silla de la habitación, un bolso que reconocí como mío. Tampoco estaba Devon aquí, lo que era extraño, ya que siempre estaba conmigo cuando veníamos al hospital, para cerciorarse de que no dijera nada que pudiera meterlo en problemas.    Ya no sabía qué excusa iba a poner, tomando en cuenta que estaba mucho más golpeada que las otras veces que había venido. Podía decir que alguien intentó robarme en casa, pero ¿por qué me darían palizas de muerte? Y los doctores solo llamarían a la policía para que hiciera una denuncia, lo que me haría mentirle también a ello, y podía meterme en problemas para ello. No merecía proteger a mi novio, pero si no lo hacía todo iba a ponerse mucho peor.    Justo en ese momento, la puerta de la habitación se abrió, dejándome ver a mi mejor amiga entrando. Britanny era toda una belleza, una rubia de cabello largo y muy alta. Tenía los ojos azules y la piel muy blanca, lo que la hacía parecer mucho a una princesa de Disney.    ¿Qué hacia ella aquí? Nunca la llamaba para estas cosas, siempre acudía sola al médico. Britanny sabía que Devon me golpeaba, pero seguro como el infierno que no tenía idea de que sus palizas eran tan intensas, ni de que lo hiciera con tanta frecuencia. Ella había intentado convencerme de que lo dejara hacía mucho tiempo, pero me negué todas esas veces.   —¡Gracias al cielo despertaste! —exclamó exageradamente, pero ella era así. Se acercó a mi cama con rapidez— No sabía que hubiese pasado si no despertabas nena ¿cómo pudiste hacerme esto?   —No sé...—joder, me dolia hasta la garganta— No sé de que me hablas.    Ella frunció el ceño, molesta conmigo. Había conocido a Britanny en la universidad y desde ese momento me di cuenta de que la gente hacía todo lo posible para no hacerla enojar. Mi mejor amiga estaba loca, como una cabra, pero era la mejor amiga que alguien podía tener. Después de cinco años de amistad, no había mucho que pudiera ocultarle a ella, sobre todo después de esto.   —Tu hermano me llamó frenético —explicó aun molesta—, me dijo que Devon te había golpeado y que necesitaba que fuera a rescatarte antes de que te matara ¡Te matara!    Oh, ya entendía todo. Ahora recordaba la llamada con mi hermano, la que principalmente me había metido en todo esto. Devon estaba loco si pensaba que iba a casarme con él, así que me había dado una paliza de muerte solo para recordarme quien era el que mandaba. Si mi mejor amiga se enteraba de lo que había pasado, ella misma se iría a casa y le daría una patada en el trasero, la conocía bien.   —No quiero hablar de eso —murmuré como una cobarde, pero no estaba de humor para recibir un sermón ahora.    Lo único que quería hacer era dormir y pasar el tiempo, esperar hasta que todo se solucionará. Cuando Devon llegará, él seguramente inventaría una excusa para explicar el porqué de mis golpes, y si no, su padre lo ayudaría. El hombre sabía que su hijo me golpeaba regularmente, no se asombraría ni se espantaría si me veía en este estado.    Muchas veces mi mejor amiga me había preguntado por qué seguía con un hombre así, por qué permitía que Devon me maltratara, abusara de mí no solo físicamente, sino psicológicamente también. Ella quería saber la razón de que estuviera tan amarrada a él aun después de que me daba unas palizas de muerte, pero la única razón que le daba era el miedo.    Yo tenía miedo de Devon, un miedo que sobrepasaba las barreras. Cuando él comenzó a maltratarme, el miedo comenzó a elevarse, yo más que nadie era consciente del daño que podía hacer. Mi novio era capaz de hacerle daño a mis seres queridos solo para mantenerme a su lado, ya me había amenazado con lastimar a Britanny, a su esposo y sus hijos. No podía darme el lujo de separarme y esperar para ver si cumplía sus promesas, no podía ponerlos en riesgo.   —No está vez Kate —dijo mi mejor amiga, con una mirada decidida—. Está vez no vas a poder convencerme, tienes que separarte de ese hombre.    Intenté sentarme en la cama, consciente de que mi mejor amiga no me dejaría dormir por ahora. Pero mi cuerpo dolía demasiado y mi muñeca parecía tener una fractura también, había una venda blanca que la cubría, justo encima de donde estaba la vía intravenosa. Cuando me golpeó ni siquiera la había sentido, pero eso probablemente se debía a que mis costillas rotas y mi cabeza dolían más que mi mano.    Una lagrima derramó por mi mejilla, me sentía tan miserable. Me costaría volver utilizar mi mano durante un largo rato, eso sin contar todas las consecuencias que mi cuerpo presentaría. Joder, odiaba todo esto. ¿Por qué no podía tener una vida normal? Debí haberme conseguido un novio respetuoso, uno que no me golpeara solo porque demostraba cariño a otra persona que no fuera él.   —No puedo hacer eso —respondí cuando logré que mi cuerpo se sentara en la camilla—, él me necesita.   —¡Basta! —Él gritó de Britanny me hizo sobresaltar— ¡Detente por un momento y piensa!    Me quedé atónita, ella nunca me había gritado, al menos de esta forma. Había furia en su mirada, pero también mucho dolor y frustración. Eso me hizo llorar aún más, odiaba que mi mejor amiga tuviera que sufrir por mí, esa era una de las razones del por qué nunca la llamaba cuando estaba en el hospital. ¿Para qué preocuparla? De todas formas, yo igual que iba a recuperar, siempre lo hacía, aunque muchas veces no quisiera. La gente no merecía llorar por mi decisión, nadie más que yo.   —Britanny…   —¡No! —me interrumpió— ¿piensas seguir con ese imbécil? ¿acaso estás loca? ¡Mira cómo te dejó!    Ella comenzó a llorar también, frustrada por mí. Sí, era tonto que estuviera pensando en volver con el hombre que me había enviado a urgencias, pero ya estaba acostumbrada. Probablemente él vendría, me pediría disculpas y me compraría rosas, para luego tomar mi mano y ayudarme a ir a casa de nuevo, donde se comportaría como el monstruo que era en realidad de nuevo. Britanny era una persona completamente diferente, ella no entendería.   —Devon no es tan malo como parece, él solo se enojó.   —¿Solo se enojó? ¿en serio? —preguntó incrédula— ¿Quieres saber lo que mi marido hace cuando se enoja? —preguntó, pero continuó antes de que yo pudiera responderle— ¡Él me hace el amor! No importa lo mucho que pueda molestarlo, lo frustrado, cansado y malhumorado que pudiera estar ¡mi marido jamás me pondría un mano encima! ¿Y sabes por qué no Kate? ¡No lo hace porque me ama, y no sería capaz de lastimarme! ¡No como el idiota que tienes por marido!    Estaba sorprendida mientras más la escuchaba, ella nunca me había hablado así. Siempre había sido comprensiva, cariñosa y dulce. Pero la entendía, mi aspecto debía ser fatal, y al menos tenía sus regaños, y no los de mi hermano. Eso hubiese sido mucho peor, y es que no puedes decirle a un Marine lo que tiene que hacer. Al menos sabía que Britanny no saldría corriendo a matar a Devon, ella era un poco más tranquila.   —Estoy cansada de todo esto —murmuró cuando no le respondí, pero no podía, estaba demasiado avergonzada de mí misma—. Ya he llamado a la policía, me dijeron que vendrán en cuanto te despertaras.    Mierda. La miré con los ojos como platos, preguntándome si se había vuelto loca de repente. ¿Policía? ¡Devon iba a matarme! Él odiaba que la policía se metiera en sus asuntos, y aunque su padre tuviera el dinero suficiente como para comprar al sheriff y a todo el maldito estado, eso no lo salvaba de tener que ir a la comisaria e ignorar los murmullos de la gente. Mi novio odiaba eso, y sabia con quién terminaría pagándola después de todo. Yo era su saco de boxeo particular, cada vez que tenía algún problema se desahogaba con mi cuerpo.   —¿Estás loca? —pregunté asustada.    Pero mi mejor amigo no dudó.   —No, estoy siendo una buena amiga y sacándote de todo esto. No sabes lo que sentí cuando Jonathan y yo te encontramos en tu casa, tendida en el suelo de la cocina apenas respirando. Estabas deprimente, tenías sangre saliendo de tu rostro, cabeza y muñeca, pensé que perdería a mi mejor amiga. ¡Y me dices que estoy loca! ¿Qué crees que hará tu marido cuando salgas de aquí? ¡Te golpeará de nuevo! Hasta que llegue un momento en que las heridas no puedan sanarse, te dejará invalida, o algo mucho peor, te matará.    Ella tenía razón, incluso yo misma lo sabía. No era tan tonta como para creer que mi novio cambiaría algún día, o que dejaría de golpearme de la noche a la mañana, no había oportunidad. Si seguía con él, llegaría un momento en que me golpearía con demasiada fuerza en un ataque de ira, me tiraría por las escaleras y me golpearía la cabeza, matándome en el acto. De hecho, estaba sorprendida de que aún no hubiera ocurrido, ya que llevaba varios años viviendo esto.    Miré mi muñeca de nuevo, estaba dolorida. También sentía dolor en mis costillas, mi abdomen y mi cabeza, y eso solo porque seguramente tenías sedantes para ayudarme con el dolor. Y lo peor de todo era, que esta no era la primera vez que me golpeaba de esta forma, ni sería la última. Sí, había sido la más grave, pero no por mucho a las anteriores.    Por más que quisiera confiar en mi mejor amiga, ella no podría salvarme ni salvarse a sí misma o a su familia si Devon y su padre decidían actuar en mi contra.   —No puedo, tengo miedo de él Britanny, me da terror —confesé llorando. Pero era la verdad, y se sentía muy bien decirla.    Mi mejor amiga limpió sus lágrimas y acarició mi cabello como mi madre había hecho cuando era pequeña. Ella sentía lastima por mí, y eso me dolía demasiado. Prefería que pensara que era estúpida o tonta, a que sintiera que era un caso perdido y que tenía que arreglarme.   —No te preocupes por eso, no vamos a dejar que ese miserable te toque. Tu hermano me dijo que está pidiendo permiso para venir y ayudarte, pero si no lo logra, recuerda que Jonathan y yo somos tu familia también, no te vamos a dejar sola con ese monstruo. —Yo no parecía muy convencida, así que ella tomó mi cabeza entre sus manos, mirando firmemente— ¿Me escuchaste Kate? ¡No voy a permitir que sigas con él! Vamos a salir de esta, cariño.    Dejé que la esperanza me embargara por un momento, no había nada de malo en creer que todo se solucionaría. Por más que odiara poner a mi mejor amiga en peligro y a su familia, tenía que admitir que estaba muy aliviada de que ella hubiese tomado la decisión de ayudarme por sí misma, sin importarle las amenazas de mi novio, sin importarle nada. Yo nunca hubiera podido, y ahora no podía estar más feliz por ello.   —Mientras dormías he ido a recoger tu ropa, o al menos lo que pude. Devon no estaba, así que no hubo problema tampoco. Esperemos que pueda irse y dejarte en paz, recuerda que la casa es tuya y de tu hermano, él no puede quedarse allí si tu no quieres.    Asentí, pero sabía muy bien que Devon no iba a irse por sus propios medios, tendría que involucrarse abogados y policías, y eso solo era si su padre no decidía comprarlos a todos. Era muy capaz de hacerlo, incluso era capaz de quitarme mi propia casa, alegando cualquier estupidez y comprando al Juez, ya lo había visto hacer eso antes con otras personas. No era como si una casa me importara tampoco, no tenía buenos recuerdos allí, así que por mí podía quedársela si quería.   —El medico también me ha dicho que tardarás unos días en salir de aquí, y le he pedido que no deje que Devon ni su familia entre a verte por ningún maldito motivo.  Jonathan se ha encargado de eso también.    Eso era un alivio, ahora podía estar tranquila de que al menos aquí no lo vería, eso me daría un poco de tiempo para pensar por mí misma. Pensar en lo que iba hacer con mi vida de ahora en adelante, y buscar la manera de evitar a mi novio para siempre. Aunque eso sería muy difícil, Devon no era el tipo de hombre que se rendía, y él pensaba que yo era su propiedad, así que sería muy difícil que me dejara en paz para siempre.    Pero iba a disfrutar los pocos días que iba a pasar en el hospital para pensar en eso, para buscar la manera de huir de mi novio y su familia.    Le di una sonrisa débil, me sentía demasiado cansada. Mi mejor amiga entendió que no podía seguir hablando ahora, así que me dio un beso fraternal en la frente y me ayudó a acostarme de nuevo en la cama. Me dijo que se iba a quedar sentada en la silla esperando hasta que su marido llegara para poder preparar todo para mi partida, se veía incluso emocionada por ello. Yo también lo estaba, por primera vez en mucho tiempo tenía la esperanza de que poder liberarme de Devon.
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