Capítulo 22 Sentir.

2318 Words
Declan. Esto era una tortura, ya lo había aceptado, lo merecía; pero entonces la furia me recorría aun con más fuerza, acepto mi castigo ahora, pero ¿antes? ¿a quién dañe antes? ¿Por qué la diosa luna me hace esto? ¿Por qué debía existir Kalila? Trato de mantener mi falsa calma, la máscara que he perfeccionado a lo largo de los años, pero la mirada de Ikigaí me crespa los vellos. Intento escapar de la quimera y es cuando solo me choco con el mastodonte que tiene de compañero Kalila y quien la tomo sin pudor alguno frente a nosotros. — Vampiro. — dice con cierta diversión y estoy seguro de que mis ojos están rojos. — ¿Tu pensando en el pudor y la forma en la que he reclamado a mi compañera? — niega con diversión y solo me queda apretar mis dientes, ¿Cómo puede ser que vean en mi mente? — Tú que fuiste el primero en hundirse en ella. — el cabello de Nuriel se convierte en fuego y es cuando la quimera lo llama. Aprovecho la distracción para salir de su escrutinio, él no lo comprende, nadie lo hace, soy un maldito, lo sé, lo acepto, pero… ella es mi veneno, Kalila contamino mi ser desde el primer día que la vi. Un gruñido de frustración raspa mi garganta y mi garra parte a la mitad un tronco, con tan mala suerte, que aparentemente es lo único que tengo, que la copa del árbol cae golpeándola a ella, claro que sí, muy bien estúpido Declan. — ¿Qué mierda? ¿Ahora que sucede? — la molestia en la voz de Tahiel llama mi atención y me pone alerta. — ¿Qué rayos estabas haciendo? — el calor se esparce por mi ser por solo ver desnudo a Tahiel a solo pasos de Kalila, quien se está levantando con premura. — Yo… él… nosotros… — sus ojos ven por medio segundo la polla del lobo y sus mejillas se sonrojan, mierda, matare a mi amigo. — Debo irme. — mi mano se mueve por si sola, sujetando su muñeca, e impidiendo su huida. — Tú no te vas. — la mueca de dolor que hace solo me alienta a sujetarla aún más fuerte y es cuando Tahiel me empuja. — Suéltala Declan. — la voz de Tahiel es una advertencia que no pienso acatar. — Piensas desafiarme. — la pregunta no sale de mí, solo una afirmación acompañada de una postura de lucha que Tahiel imita, sé muy bien como someterlo. — Arrancare tu mano si vuelves a tocarla. — asegura con sus manos hechas garras, y una carcajada carente de diversión sale de mí. — ¿Entras en fase para defenderla? — escupo entre dientes. — Basta, ¿qué hacen? — su maldita voz, su maldita presencia, y mi maldito corazón, todo en ella me tienta a someterme a su pedido, si me pidiera que arrancara mi corazón, así lo haría. — Lila. — la voz de Ukara, nos hace girar, es la primera vez, desde lo del prado que estamos los tres con ella, sola a nuestra merced y eso en lugar de alegrarme me dificulta el respirar, aunque no lo necesito. — Ukara. — mis dientes trinan y Tahiel gruñe de solo ver como Kalila corre a los brazos de Ukara. — Van a lastimarse. — Diosa, mátame ahora, porque no merezco que ella se preocupe por mí. — Tranquila Lila, ellos no lo harán, siempre son así, son guerreros, Tahiel es un lobo territorial y Declan es el mayor, siempre discuten por el poder. — ¿así nos ve Ukara? ¿o así somos en realidad? Nunca lo pensé, nunca tomo en cuenta que Tahiel es un lobo y los lobos siempre luchan por liderar. — ¿Y tú? — ¿por qué mierda Kalila, está acariciando su rostro? mejor aún, porque Ukara sonríe como niño con dulce recién ganado. — Yo solo soy aire, solo existo y sigo a los demás, no hay nada especial en mí. — ¿en verdad Ukara se ve de esa forma? De donde salió esa maldita cara de tristeza, aunque ahora que lo pienso, no es como que lo dejamos que decida nada. — Nadie te obliga a seguirnos si no te sientes a nuestra altura o si tienes complejos de inferioridad. — y mi boca se abre solo para continuar arruinando todo, ¿por qué no solo corto mi lengua? ¿Por qué termino arruinando todo lo que está a mi alrededor? — Tienes razón Declan, yo no estoy a su altura, y solo sigo a Lila desde hoy y para siempre. — del rostro dolido no quedan ni las sombras, solo el brillo del desafío perdura en sus ojos cuando toma la mano de Kalila. — Vamos, Ikigaí te busca. — y así como así, desaparece de nuestra vista, sin siquiera ver una sola vez hacia atrás, dejándonos en el olvido y mi corazón se estruja. — Ese maldito brujo está jugando bien sus cartas. — la voz de Tahiel suena distorsionada, desde que forzamos a Kalila todo él es un caos. — ¿Qué hacías con ella? — escupo con molestia, acaso estaban… no, imposible. — Estaba tratando de liarme con Kiriko y de unir a Tahiel con Kalila. — solo cuando dice aquello me percato que Tahiel es más lobo que humano. — ¿Qué mierda? — Soy Neuhen, el lobo de Tahiel… — Eso ya lo supuse, me refiero… — yo no debería poder entenderlo, aunque este en fase, solo debería escuchar gruñidos y no esa voz cavernosa. — La amo y a diferencia tuyo, no pienso negarlo, mi estúpido humano hecho todo a perder por seguir tus ideas, estúpidas y despiadadas, pero eso se terminó. — sí, lo merezco, fue mi culpa, yo los guie al prado, pero solo iba a molestarla. — Ahora la culpa la tengo yo. — claro que la tengo yo. — No, la culpa es nuestra, por ser débiles, de Tahiel por no saber reconocer el amor, mía por aprovecharme de su debilidad para tomar a esa inocente, pero solucionare todo, lo arreglare y… — se nota que ya lo tiene todo pensado, iluso. — ¿Serán felices? En verdad idiota, ella ya tiene dos compañeros… — Tres, Ukara tarde o temprano se les unirá y por lo que acabo de ver será más temprano que tarde. — se dice que los vampiros somos seres fríos, pero la verdad que hasta ahora es que siento el frio recorrer mi cuerpo y si mi corazón latiera como el de un mortal, ya se habría detenido. — ¿Qué mierda? — ¿No sabes decir otra cosa? — No, no entiendo nada de esto, ella ya tiene… — Compañeros lo sé, no soy estúpido, pero también sé que me vale madre, no pienso seguir sufriendo. — sé que este no es Tahiel, es su lobo, uno que debe estar loco. — Esto es una puta locura, estamos malditos… — Ella es la única maldita, condenada a pagar algo que ella no hizo, sino Kiriko, pero las almas también cambian, sino, mírame. — Deberás ser claro Neuhen, yo no soy lobo y no comprendo porque carajo estoy hablando contigo… — Cada hombre lobo carga con un alma animal, en cierto sentido Kalila y yo nos parecemos, ella carga con el alma de una cazadora, y esa parte de ella nos pertenece. — No… — Deja de ser tan miedoso, y acéptalo de una vez, sé que tú también lo sientes y lo sé porque es la única forma de que puedas hablar conmigo, nos une Kalila, Kiriko, estamos atados a ella. — niego con la cabeza, porque si abro mi boca gritare y maldeciré. — Dime la verdad Declan, dime ¿qué vez y como sientes a Kalila? Poco a poco Tahiel regresa, pero por el brillo en sus ojos comprendo que él era uno con su lobo, y está esperando una respuesta. — Cuando nació, yo estaba en el hospital del pueblo, mi hermano había nacido, por lo que mi padre me llevo a los cuneros, y fue cuando Vito nos presentó a su hija, el olor que salía de entre las mantas provocaba que mi nariz picara, era molesto, y cuando la vi, no pude evitar sonreír, era tan pequeña y blanca, como una pequeña luna, entonces luego mi madre dijo que sentía la fuerza en su interior, que tenía miedo que acabara con todos, y le prohibió a mi padre que nosotros nos acerquemos a ella, luego, una semana después mi tío murió protegiendo a la luna única, supimos que el cazador padre de Kalila había llegado por ella, entonces comencé a odiarla, cada vez que la veía, me repetía que debía odiarla, porque su presencia en el pueblo significaba peligro, pero… a medida que crecía, no podía dejar de verla, fue por ella que abandone el instituto, queria marcharme, esperaba a mi compañera para ello, y cuando la encontré… no sentí ni la mitad de lo que sentía cada vez que Kalila me miraba a los ojos, y comencé a odiarme, pensé que me había hechizado, se contaban tantas historias de ella, que tenía un poder de cazadora inigualable, que con solo verte se hacía con tu voluntad, que era por eso que los lideres del pueblo e incluso Aysel estaban bajo su control… no era el plan lo que sucedió en el prado, solo iba a molestarla, una última vez, antes de que se marchara, no había podido dormir en toda la semana, desde que Vito dijo que Kalila se iría, que viviría con los humanos un tiempo, no podía pensar en otra cosa que no fuera el hecho de que ya no la vería más, y no queria que eso sucediera, entonces pensé en molestarla una última vez, que al menos me recordara por ser un maldito, pero solo iba a ser eso, y entonces… cuando su blusa se rasgó… nunca había sentido tanto deseo, su olor a pimienta se incrementó y eso en lugar de asquearme… lo sentí como el mejor aroma del mundo, más cuando lucho, con esa fuerza…y fue cuando me di cuenta que solo me odiaba a mí mismo, por no querer mi destino, por amar a alguien que no era mío…— era la primera vez que reconocía en voz alta lo que ella significaba para mí, aunque no era necesario decir que cada día la espiaba, o que hago muñecas en su honor, bellas muñecas que me recuerdan que solo puedo admirarla en silencio, por siempre. — Lo comprendo, porque es lo mismo que sentí, ese día, cuando ella dijo que tenía un compañero, mi corazón se rompió, necesitaba hacerla mía, deseaba que ese compañero la rechazara y solo conseguí lastimar a quien amo. — Nosotros no podemos amar, tenemos compañeras… — Ya no Declan, y ese fue nuestro segundo error, hicimos todo mal, solo debíamos esperar a Aysel y confesar que amábamos a Kalila, ella al menos hubiera tenido piedad, quizás Yunuen nos habría hechizado para ver que nuestras compañeras eran perfectas, pero solo culpamos a la única persona inocente en todo esto, ella nunca nos buscó de ninguna forma más que como amigos, lo arruinamos. — Tahiel se ve tan devastado como yo, y creo que Ukara también estaba así. — Y esa es la razón, por la que mi padre lucha con su madre luna. — no podía negar que era delirante ver a Nuriel, su altura, sus ojos, todo él. — Tu… — Los escuche, pero también Ikigaí sabia su razón de ser, entonces… deseo matarlos con todo mi ser, pero eso solo llevaría a mi compañera a estar incompleta… ¡maldición! — tanto Tahiel como yo nos ponemos en guardia, cuando Nuriel se cubre en llamas. — Yo la vi primero, ella debía ser solo mía, la encontré aun antes de que naciera, ¡no es justo, me oyes maldita luna! — el fénix grita viendo a la luna en el cielo, que de pronto se cubre con una nube, en verdad, ¿es la diosa ocultando su rostro? — No culpes a la luna… — La culpo, porque ella es la culpable, si fuera como mi padre… — los ojos del Fénix son brazas, está más que furioso, de eso no hay dudas. — Por favor fénix, deja de hacer tanto escándalo, asustas a mis animales, y sabes que nuestro padre tampoco es el mejor, también se equivoca. — es ridículo ver a Ikigaí al lado de Nuriel, es como poner a un niño al lado de un roble. — Eso no es… — Ellos tienen el amor de su madre luna, no la puedes culpar por tratar de que no sufran, en cambio nosotros… nuestro padre es tan permisivo que desde el día que nacemos nos deja solos, con la excusa de que nosotros somos muy capaces… — Lo somos. — Fénix, follaste a nuestra compañera frente a nosotros, solo para marcar territorio. — No puedes culparme, yo hice cada cosa que esa humana Chloe me pidió, no mate al cazador, aun luego de ver que pusiera en peligro a mi compañera, deje que esos tres idiotas trataran de cuidar a mi destino, ejerciendo el papel de buenos padres, cuando estos idiotas hacían sufrir a mi fuego eterno, cada una de sus demandas las acate y ¿Qué obtengo como resultado? — La felicidad de nuestra compañera. — Nuriel parece un volcán a punto de hacer erupción e Ikigaí, un maldito lago en calma. — Eso… — El amor se siente de a dos, y si Kalila no sintiera nada, desde que despertó a Kiriko, los podría haber matado y no lo hizo, porque ella siente algo por ellos. Y ese fue el momento, donde me sentí vivo, y lleno de culpa.
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