Capítulo 1
— ¿Qué vamos a hacer?
Pregunta el entrenador animando al equipo.
— ¡Ganar!
Gritamos en coro entre aplausos y gritos, es la final del campeonato de clausura 2020-2021.
Mi nombre es Josafat Steller jugador de uno de los equipos más importantes en mi país, soy el máximo goleador y con tan solo 24 años me he ganado la confianza de mi entrenador, así como del club.
— Es hora, quiero máxima concentración, vamos, vamos.
Grita nuevamente el entrenador.
Soy el capitán del equipo por lo que me corresponde guiar, animar y dirigir al equipo hacia la victoria.
En el pasillo nos espera el equipo contrincante ya en fila listos para salir a la cancha, en primera fila en la zona de platea está el amor de mi vida, la que vio crecer mi sueño de ser deportista y quién merece todo de mí.
Vivo en uno de los países más ricos en biodiversidad, conocí a Trina en un viaje que realicé hace cuatro años más o menos al Volcán Arenal, fue como amor a primera vista, fui atrevido al hablarle y pedirle su número de teléfono, sin embargo, gracias a ello estamos juntos.
No es por nada, pero soy uno de los jugadores más cotizados para el extranjero, en este momento analizo tres ofertas importantes en las que destaca el Barcelona y la Juventus, desde muy chico me he relacionado con este deporte, soy alto, atlético, soy como todo hombre latino, tez media, ojos cafés y rostro marcado.
— Bien equipo, bien.
Digo animándonos, estamos a segundos de salir a la cancha, es un día asoleado digno de un clásico, una medalla de oro y una copa para nuestra casa club.
Los cuatro árbitros nos guían hasta el centro de la cancha, los aficionados no se hacen esperar entre gritos, bocinas, aplausos y todo tipo de artefactos que son permitidos para animar el encuentro.
Al finalizar la entonación del himno nacional y de saludarnos entre ambos equipos por azar le corresponde al equipo contrario iniciar el juego, reúno al equipo y en un círculo todos abrazado les hago saber algunas indicaciones, la principal es ganar el balón en todo momento, no dejarlos avanzar y evitar a toda costa los goles en este primer tiempo, somos capaces de hacerlo y lo hemos demostrado pues estamos invictos sin perder en ninguno de los encuentros que hemos tenido en esta temporada.
Tomamos nuestros lugares y hago una plegaria para terminar siendo los tricampeones, miro en dirección de las graderías y veo a mi chica aplaudiendo, ese es el ánimo que necesito, crecí en un matrimonio disfuncional y lleno de maltratos, no quiero eso para mi hogar y mucho menos que mis hijos crezcan en un ambiente como ese, sé lo dañino que eso termina siendo en la vida de un niño.
El árbitro hace una seña indicando si estamos listos por lo que afirmamos, la adrenalina corre por todo el cuerpo, el retumbo del corazón lo siento a todo volumen, tengo la mirada puesta en el balón, el silbato se escucha y el juego comienza.
— Brian
Grito al quitarle el balón al contrincante, le paso el balón y él a su vez se lo pasa a Johan, el primer tiempo termina con un marcador de cero por cero, caminamos a nuestro camerino y la frustración se hace sentir en el equipo, tenemos dos goles a favor sin embargo eso no me llena de satisfacción, necesito ganar el campeonato con goles incluidos para este partido.
Necesitamos más manejo del balón.
Son algunas de las especificaciones del entrenador, se hará algunos cambios para intentar acorralar al rival y sacar ventaja de ello, sobre mis hombros carga una gran responsabilidad por ser el capitán, la afición espera lo mejor de mí y en especial mi madre quien dejó a mi padre por el bien de mi hermano y el mío.
Tengo solo un hermano, su nombre es Allan, soy mayor que él por cinco años, él estudia medicina actualmente en una de las mejores universidades públicas del país, puedo comprobar que nunca tendré su coeficiente intelectual y para mí es un orgullo verlo crecer, soy como su padre ya que desde pequeño he asumido ese rol y nunca le ha hecho falta cosa alguna.
Mi padre era un hombre bastante bueno cuando estaba sobrio, sin embargo, los fines de semana se convertía en un infierno, mi madre terminaba en el hospital, mi padre en la comisaria y nosotros dos en casa de algún vecino, mi hermano es muy retraído, le es difícil socializar con las demás personas y sé que es por lo que vivimos de pequeños.
— Volveré a repetirlo muchachos, esto es nuestro, debemos asegurar esa copa.
Anuncia el entrenador sacándome de mis pensamientos.
Salimos a la cancha nuevamente, es nuestro turno de mover el balón e iniciar con el juego, estoy más concentrado y me dispongo a realizar jugadas simples pero eficaces, Brian me sigue al igual que Johan, Tim trae el balón y se lo da a Brian, este me lo pasa, analizo el ángulo y remato acertando en un costado del marco de la cancha, siento a los compañeros encima de mí palmeando mi cabeza y la paz regresa a mí.
A minutos de finalizar el encuentro, Brian logra anotar el segundo gol y el árbitro indica el final del partido, sin esperar nos apuñamos todos en la cancha a celebrar, se escuchan juegos artificiales, el airé está inundado de serpentinas y los gritos de los aficionados son música para mis oídos.
Los reporteros tratan de recibir las primeras entrevistas por la victoria, pero en mí solo está abrazar a mi novia y celebrar con los compañeros, trabajamos duro por este logro y merecemos disfrutarlo a lo grande.
Nos vamos al camerino a celebrar entre lluvia de cervezas y saltos de emoción mientras preparan la tarima para la entrega de medallas, nos llaman para salir nuevamente a la cancha para el ritual, nuestro rival no sé ve contento por el resultado, pero así es esto, solo uno puede ser el campeón.
Trina me espera al pie de la cancha a la espera de verme recibir la copa, es una tradición que tenemos desde que está conmigo, me hacen entrega de la medalla y en la tarima alzamos la copa ante el bullicio de todos, bajo en busca de la mujer que espera por mí, la beso de manera teatral y ella se aferra a mi cuello, estamos hechos el uno para el otro.
Después de celebrar un poco en cancha ajena nos dirigimos a nuestra casa club donde nos esperan la afición, es una tremenda caravana que se ha formado y nosotros nos sentimos afortunados de hacer que estallen de alegría.
— Me iré a casa mi amor, te esperaré con una sorpresa.
En mi cara se forma la sonrisa llena de lujuria porque sé lo maravilloso que terminará esta noche, la celebración termina tres horas después y efectivamente a llegar a casa mi novia está lista para darme un premio por privado.
— Todo buen jugador merece un poco de su buena medicina.
No me resisto a ello, estoy tremendamente cansado, pero no puedo desistir de hacer el amor con ella.
Por la mañana amanezco adolorido y no es para menos, tenemos una celebración con todos los integrantes del club de manera privada.
— Estoy tan orgullosa de ti hijo.
Me dice mi mamá, ella tiene ahora mismo 47 años.
— Gracias madre, lo hago por todos nosotros.
He recibido cualquier cantidad de mensajes y llamadas felicitándome por la victoria, mi representante es él más emocionado, entre más me haga destacar mejores ofertas tendré y es a lo que quiero llegar.
No he vuelto a ver a mi padre desde aquella vez en que mi madre terminó inconsciente en el hospital con un trauma craneal debido a un golpe con un palo de escoba, tampoco he recibido llamadas de su parte o mensajes, siendo franco no me interesa saber de él, no siento la necesidad de verlo o perdonarlo, simplemente lo he dejado ir y con él todo aquello que me lastimó desde pequeño.
Estuvimos en control con una psicóloga, nos ayudó mucho a sanar las heridas que él dejó, pero olvidar ha sido lo difícil, quizá no olvido para saber que a eso no debo llegar o simplemente es un recordatorio para ser un mejor hombre.
— Felicidades hermano.
Allan no suele ser muy afectivo, pero esa es su manera de decirme cuanto me ama, con los años he aprendido a leerlo como un libro y entender su forma de comunicarse.
— Gracias hermano, sabes que eres importante para mí.
Al no haber respuesta de él solo sonrío, no es la primera vez que no me responde, cuando niño me decía lo importe que era para su vida y el amor que sentía por mí, estudié de noche con los adultos para enfocarme en el día a entrenar y algunas veces a trabajar, mi madre es maestra de preescolar, pero con tantos gastos debía dar un empujón costeando mis implementos deportivos.
— Es hora cariño, debemos irnos.
No tenemos una vida de lujos, pero si lo que es necesario, he sido consiente que no viviré del futbol toda la vida y he invertido en otros negocios que sé que me darán una solvencia económica cuando me retiré.