Lo que no dijimos

POV THEODORA Me llamo Theodora Laskaris, pero casi nadie me dice Theodora, en mi mundo, los nombres largos son para los funerales y los titulares de negocios turbios. Soy hija única de una mujer a la que mucha gente temía, y unos pocos admiraban. Mi padre murió cuando yo era chica o eso me contaron, nunca se habló demasiado de él, en mi familia las cosas importantes se ocultaban como documentos clasificados. Crecí entre adultos que hablaban de dinero, barcos y traiciones como si fueran el clima, aprendí a escuchar sin preguntar, a fingir que entendía y con el tiempo, a usar la misma cara de hielo que usaba mi madre, me volví buena en eso, en parecer fuerte, en mantener la calma mientras todo alrededor se deshacía. Y entonces apareció él... Ahora estoy tratando de reconstruir todo desde cero. Y él… volvió, justo cuando más me cuesta confiar... Iason Drakos.. era de esos que siempre parecían saber algo que tú no, tenía una forma de moverse como si el mundo no pudiera tocarlo, pero si lo mirabas bien, había algo triste en su forma de quedarse callado, como si estuviera más acostumbrado a observar que a vivir.. Alto, siempre bien vestido, como si fuera a cerrar un trato incluso en domingo, pero cuando sonreía, esas pocas veces, se me desordenaba todo. Iason tenía esa presencia que no necesitaba gritar para que todos lo notaran, con esa estatura que le permitía dominar una habitación sin esfuerzo, su cabello oscuro, siempre un poco despeinado, parecía jugar a desafiar el orden, igual que él, sus ojos… esos ojos grises eran su sello, profundos y fríos, como el mar en un día nublado, pero con un brillo que a veces se suavizaba cuando creía que nadie lo veía, sus manos eran grandes, firmes y la mandíbula, fuerte, como tallada con precisión, que parecía siempre apretar la rabia o el cansancio de cargar un apellido demasiado pesado. No usaba demasiado perfume, solo un olor limpio, casi metálico, que se quedaba pegado a la memoria, como una advertencia y sí, eso era lo que más odiaba, que incluso ahora, después de tanto tiempo, todavía me acuerdo cómo me movía el suelo cuando se reía sin querer... NARRADOR OMNISCIENTE Santorini, Grecia El sol apenas empezaba a salir y el aire traía ese olor salado que lo cubre todo en la isla. Theo Laskaris llevaba más de una hora despierta, sentada en la terraza con una taza de café frío entre las manos. No había dormido bien, otra vez. Su tío Mihalis, quien la había llamado una noche antes, se acercó sin hacer ruido y se sentó frente a ella. Parecía nervioso, como si hubiera ensayado lo que estaba a punto de decirle. -Theo... necesito contarte algo sobre tu madre.. algo que no te va a gustar- Ella lo miró en silencio, ya estaba acostumbrada a que le escondieran cosas. -el accidente en el que murió... no fue tan simple como todos creen, no fue un error de frenos ni una mala curva- hizo una pausa -hay razones para pensar que Alexandros Drakos estuvo involucrado- Theo frunció el ceño, ese nombre lo conocía bien, era el "empresario" que ahora intenta arruinar las acciones del astillero que había pertenecido a su familia desde hacía generaciones, siempre le había parecido demasiado peligroso.. -¿Y por qué me lo dices ahora?- quiso saber Theo, muy interesada en la respuesta de su tío, que ahora estaba más amable de lo normal -Porque su hijo, Iason, acaba de volver a Atenas, están moviendo fichas, no quiero que te tomen por sorpresa- Theo bajó la vista y jugó con la medalla dorada que su madre siempre llevaba al cuello, la habían encontrado entre los restos del coche, nunca entendió cómo se había salvado... dentro tenía unas iniciales grabadas" A.D.".. suspiró, odiaba que le hablen de Iason, pero al parecer ahora sería inevitable.. Respiró hondo -¿Y qué se supone que haga con eso?- dijo con molestia.. realmente no entendía por qué Mihalis le decía todo esto ahora -Lo que quieras, pero si vas a volver a Atenas, ve preparada hija, allá las cosas no son como aquí- otra vez le dijo cariñosamente Theo no dijo nada más, se quedó viendo el mar en silencio, pero su cabeza ya estaba lejos de la isla, a veces, para entender quién eres, no queda más remedio que volver al lugar que más quisiste evitar. POV IASON Me llamo Iason Drakos, mi apellido abre puertas pero también arrastra cadenas. Soy el hijo del hombre más despiadado que he conocido, aunque a veces me cuesta admitirlo... Crecí aprendiendo a callar lo que pensaba, a negociar antes que sentir, a mirar por encima del hombro antes de extender la mano, durante mucho tiempo, creí que ese era el único camino, conocí a Theo por accidente, pero no tardé en darme cuenta de que nada con ella era accidental, tenía una forma rara de hacerte sentir visto… aunque no dijera nada y eso, en mi mundo, es un lujo, me hizo querer bajarme del tren que venía arrastrando desde que nací, nos escondimos en una burbuja durante una semana, una que parecía real, hasta que todo volvió a su lugar. Ella no era como las demás, no trataba de gustarle a nadie, no usaba su belleza como herramienta, y aun así era imposible no mirarla.. no por lo obvio, aunque era sumamente hermosa, sino por lo que escondía detrás de sus ojos azules, siempre daba la impresión de estar a punto de decirte algo importante, aunque nunca lo dijera, tenía una forma elegante de llevar la rabia, como si se la hubiera puesto en los hombros junto con el apellido, y sí, podía entrar a una habitación y dejarla en silencio sin necesidad de alzar la voz. Theo siempre fue distinta, no por lo que decía, sino por cómo habitaba el espacio, tenía una belleza que no buscaba aprobación, no era exagerada, ni forzada, pero era claramente envidiable, era de esas que te miran y te desarman sin mover un solo músculo, alta, delgada, curvas perfectas, con esa elegancia natural que no necesita esfuerzo, se movía con precisión, como alguien que desde niña supo que estaba siendo observada… y aprendió a controlar la escena, su cabello, castaño oscuro, lo solía llevar atado, como si eso le ayudara a mantener todo bajo control, pero yo la vi con él suelto, desordenado por el viento del mar, y todavía no me saco esa imagen de la cabeza. Sus ojos azules, profundos, serios, te leían más de lo que dejaban ver, era de esas personas que no necesitan hablar para incomodarte… porque te ves reflejado en ella, tenía hombros rectos, postura impecable, la boca firme, la clase de mujer que se niega a temblar, incluso cuando está rota por dentro, siempre vestía bien, pero sin exceso, como si supiera que el verdadero poder no grita, simplemente entra en silencio y lo ocupa todo. Su madre me odiaba, la mía me ignoraba y yo no tuve el valor de quedarme en medio, me fui, la abandoné y no me lo perdono.. jamás lo hice y ahora estoy de vuelta, no porque crea que pueda arreglar lo que rompí, sino porque algo me dice que esto que heredamos no fue un accidente, ni la muerte de su madre, ni mi regreso, ni nosotros. Y aún así, en los días más fríos de mi memoria, cuando cierro los ojos, lo que más recuerdo no es cómo caminaba ni cómo hablaba, es cómo me miraba, como si me conociera incluso cuando yo no quería que nadie lo hiciera, eso me asustaba antes.. Ahora... me sigue asustando, pero también me atrae, como todo lo que no sé si puedo tener...