3. El comienzo

2440 Words
Atenas, tres años después del verano en Kea Esa mañana, Theo estaba en un almuerzo con Nikolas Petros, tenía una especie de relación, tenía el teléfono silenciado dentro del bolso y una contractura en el cuello que llevaba días ignorando, no había dormido bien en mucho tiempo y no era por insomnio, unos ojos grises se colaban en sus sueños y lograban perturbarla... Cuando volvió al coche y encendió el teléfono, tenía cinco llamadas perdidas de Alexia, la asistente personal de su madre, también un mensaje corto, casi frío “Llama cuando veas esto, es urgente.” Theo suspiró, marcó el número, y se llevó el móvil al oído sin pensar demasiado, Alexia contestó al primer tono. -Theo…- la voz le temblaba -tu mamá tuvo un accidente- le dijo -¿Qué tipo de accidente?- preguntó sin perder la calma -No lo sé bien, fue en la carretera, de camino a la casa de Glyfada, el coche... no llegó, la policía ya está en el lugar- Silencio. Theo apretó los labios, no preguntó “¿Está bien?”, porque el tono de Alexia ya tenía la respuesta -¿Está muerta?- pregunto conteniendose -Sí- le dijo Alexia y solo entonces el mundo se calló, los coches seguían pasando, el aire seguía soplando, pero todo sonaba como detrás de una pared gruesa, como si lo real se hubiera quedado en otra ciudad, Theo no lloró, no gritó, solo sintió una rabia sorda, inmediata, irracional -¿Estás segura? ¿Ya la identificaron?- -La policía llamó a la oficina, dicen que iba sola, el coche se salió del camino, no hubo frenado.. dicen que fue instantáneo- Instantáneo, qué palabra tan estúpida, colgó sin despedirse. Horas después, en la casa Laskaris El lugar olía a incienso caro, flores blancas y nervios contenidos, había gente por todas partes, empleados de la empresa, amigos de la familia, políticos que no sabían si dar el pésame o hablar de negocios... Theo se sentó en el sillón del salón principal sin tocar el café que le ofrecieron, a su lado, Tía Calliopi la hermana menor de Daphne, envuelta en negr0 hasta el cuello, le sostenía la mano con más fuerza de la necesaria. -tu madre era fuerte, Theo, pero también muy… muy sola- -No me digas eso ahora, Calliopi- murmuró Theo. -No te lo digo para consolarte, te lo digo porque ahora te toca a ti y no quiero que cometas los mismos errores- Del otro lado de la habitación, Petros, abogado de la familia desde hacía veinte años, murmuraba algo con un hombre de traje gris. Theo alcanzó a escuchar su nombre mezclado con “acciones”, “testamento” y “revisión de poderes”. Nadie preguntaba cómo estaba ella, porque en ese mundo, cuando eres Laskaris, tu dolor siempre es secundario al legado. Entró Nadia, la mejor amiga de su madre desde hace décadas, que le plantó dos besos en las mejillas y le dijo con voz ahogada -Ella me llamó anoche, me dijo que estaba harta, que pensaba hacer “limpieza” ¿Tú sabes a qué se refería?- Theo negó, no sabía y no quería saber, no ahora La casa estaba llena, pero Iason no estaba ahí, porque él ya no formaba parte de su mundo, porque su nombre estaba vetado en esa familia, pero esa noche, cuando todos se habían ido, cuando solo quedaban flores marchitas y vasos mal lavados, Theo subió a la oficina de su madre, encendió la lámpara y se sentó en el escritorio, abrió el cajón inferior. Adentro, una carpeta, un solo nombre en la tapa.. Nikolas Petros.. su "novio actual" Dos días después del funeral Casa Laskaris – Terraza interior La tarde caía lenta sobre Atenas, el sol se filtraba entre las cortinas blancas, dorando la terraza como si intentara suavizar lo que no podía arreglar, Theo estaba sentada con las piernas cruzadas en un sillón, con un café frío entre las manos, llevaba la misma ropa de hacía dos días, no tenía hambre, no tenía sueño, tenía esa sensación constante de estar viviendo algo que no acababa de pasar. Nadia entró con paso firme y se sentó frente a ella, llevaba el cabello recogido, unas gafas oscuras y esa energía suya que no se doblaba fácil, aunque la tristeza se le notara en los hombros. -¿Has dormido algo?- quiso saber -No- respondió Theo -¿Comiste?- volvió a preguntar Theo negó. -No me obligues a darte sopa, Theodora, no tengo edad para eso y tu tampoco- Theo intentó sonreír, pero le salió una mueca, soltó el café, se llevó las manos al rostro y suspiró -No entiendo nada, Nadia- dijo -¿El accidente?- -No, todo... Ella.... Nosotras, lo que éramos. Lo que no fuimos- Nadia la miró en silencio -Tu madre te quería a su manera… complicada- le aseguró -No estoy segura, a veces creo que solo me soportaba porque era parte del plan, parte de su imperio- soltó sin pensar -No... Tu madre era muchas cosas, Theo.. Ambiciosa, dominante, orgullosa como una reina, pero no era insensible, te amaba, eras lo más importante para ella- le dijo con seguridad Theo se encogió de hombros -Nunca me abrazó sin motivo, nunca me preguntó si era feliz, nunca me dejó equivocarme sin cobrarme después- confesó desganada -¿Quieres saber un secreto?- le dijo Nadia y Theo levantó la vista. -Cuando naciste, Daphne se encerró una semana en su habitación con miedo de no saber cómo tocarte, me llamó a escondidas para que la ayudara, me dijo “No quiero que me vea como un error que no supe manejar.”- le contó con intenciones de hacerla sentir mejor -¿Y tú qué hiciste?- pregunto con una sonrisa casi imperceptible, pero ahí estaba -Le dije que ser madre no es una estrategia y ella me dijo “Para mí, todo lo es, pero ella vino a cambiarlo todo"- Silencio. Largo. Denso. -¿Y tú crees que me quería?- -Por supuesto que sí, pero también creo que te tenía miedo- Theo arqueó las cejas -¿Miedo?- -Miedo de que te parecieras a ella… y también de que no, de que fueras libre, y la dejaras sola, de que descubrieras verdades que ella tuvo que tragar sin opción- Theo bajó la mirada, las manos le temblaban un poco. -No sé cómo llorarla, Nadia.. no sé si quiero- -No necesitas saber, solo sentir, aunque no te guste lo que salga- y por primera vez en días, Theo dejó que una lágrima se le escapara. Solo una, pero bastó... porque no lloraba solo la muerte de su madre, lloraba todo lo que no se dijeron, lo que no se permitieron, lo que se guardó bajo llave durante años y también, un poco, el miedo de que ahora le tocara convertirse en lo que tanto había evitado ser... Casa Laskaris – Estudio privado Día de la lectura del testamento Theo llegó al estudio con una taza de café que no pensaba beber, vestía ropa oscura, el cabello recogido, la espalda recta, ya no era la hija de Daphne, no esa mañana, ahora era la sucesora, la que debía escuchar lo que su madre había dejado… y lo que se había llevado con ella. Nikolas ya estaba ahí, apoyado contra la chimenea apagada, con el mismo traje de siempre, sin corbata, el primer botón desabrochado y ese aire de suficiencia cuidadosamente calculado, recargado en un librero, con las manos en los bolsillos, no la miró de inmediato, solo cuando ella cerró la puerta detrás de sí. -No pensé que vinieras- dijo él. -No pensé que tú tuvieras el descaro- respondió y Nikolas se acercó un par de pasos, sus ojos la recorrieron de arriba abajo, sin disimulo, sin permiso. —No creas que me alegra esto, yo también la quise- - y también la traicionaste- aseguró, Theo estaba a la defensiva, no planeaba que la vieran abatida, menos ahora que sabía que Nikolas estaba con ella por orden de Daphne, se enteró al leer aquel sobre.. -¿Qué crees que sabes Theo?- quiso saber Nikolas, quiza preocupado o asustado, ella no quiso saberlo -Lo suficiente como para no confiar en ti- dijo sin mas Él se quedó en silencio un momento. Luego ladeó la cabeza -¿Y aún así viniste sola?- -No te tengo miedo Nikolas, nunca te lo tuve- le aseguró viéndolo a los ojos -no me temas, pero tampoco te creas invencible- le dijo el queriendo imitar su tono, no le salió -tú trabajabas para ella... y ahora trabajas para ti o para quien te pague más- a Nikolas le sorprendió la respuesta altiva que Theo le dió -Yo te protegí muchas veces sin que lo supieras- le aseguró con rabia -¿Y ahora también me estás “protegiendo”?- alzó las cejas Theo Nikolas se acercó lo suficiente como para obligarla a levantar la mirada -No, ahora solo te estoy mirando, como siempre lo hice- Theo sostuvo su mirada sin parpadear, pero por dentro, el estómago le daba vueltas, antes de que pudiera responder, entró el abogado Petros, el tío de su ahora exnovio, formal, puntual, con la voz afilada por los años -Podemos comenzar- La lectura del testamento fue rápido, preciso y tan frío como su madre había sido en vida -“A mi hija, Theodora Laskaris, le dejo la totalidad de mis acciones en Laskaris Holdings, así como la propiedad de Glyfada, los terrenos en Paros y el archivo personal bajo custodia de Petros Leventis, todo lo que tengo es para ella”- Theo no reaccionó, ya sabía que vendría todo eso lo que no esperaba fue la frase final “…Y a Nikolas Petros, confío la administración temporal del patrimonio empresarial, como figura de transición, hasta que mi hija esté lista para tomar el control.”- Theo se volvió lentamente hacia Nikolas, el no sonrió, pero tampoco lo disimuló, Petros cerró la carpeta, el silencio pesó -¿Lista?- dijo Theo, sin mirar a nadie en particular -¿Y quién decide cuándo estaré lista?- Petros tragó saliva -Hay un sobre dirigido a ti, tu madre lo escribió hace seis meses, no quiso que lo abriéramos aquí- el pobre abogado sudaba frío por el filo de la mirada de los presentes, pensaron que quizá, Daphne les había dejado una parte de su cuantiosa fortuna y aparentemente nadie sabía de la existencia de dicho sobre.. Theo extendió la mano sin dudar y lo tomó sin abrirlo -Gracias, eso es todo- Dijo y salió sin despedirse. Esa noche Theo hizo una maleta pequeña, dos mudas de ropa, un cuaderno, el sobre, aún sin abrir y partió, en la puerta, Nadia la alcanzó -¿A dónde vas?- -Santorini, a la casa vieja- le respondió la joven con ese tono frío que se había acostumbrado a mostrar -¿Y vas sola?- dijo Nadia con pesar -Siempre lo estuve- Nadia la miró con una mezcla de orgullo y preocupación. -¿Vas a abrir ese sobre?- -No todavía, quiero estar en otro lugar, donde el silencio no suene como su voz- Nadia la abrazó sin palabras, fue breve, fue fuerte y Theo salió sin mirar atrás. _____ Casa de verano – Santorini Tres noches después de la lectura del testamento La casa estaba como la recordaba, paredes blancas que se volvían doradas al atardecer, persianas que crujían con el viento, y ese olor a humedad vieja mezclado con sal, Theo se quedó horas en la terraza, con los pies sobre la baranda y el sobre cerrado en las manos, había evitado abrirlo desde Atenas, no por miedo a lo que diría… sino por miedo a lo que no diría, cuando finalmente rompió el sello, el papel estaba doblado con una precisión que no era casual, Daphne nunca hacía nada sin intención, la letra era firme, limpia. Como si en lugar de despedirse, estuviera escribiéndole instrucciones a una secretaria, Theo leyó y cada línea fue un golpe suave, uno que duele más porque no grita. > Theodora, Si estás leyendo esto, supongo que ya me fui.. a veces, una mujer sabe cuándo su final está cerca, aunque nadie la escuche decirlo en voz alta, no pretendo escribirte una carta de amor, nunca fui buena con eso y tú lo sabes mejor que nadie, pero sí te debo algo.. una verdad, aunque incompleta, en los últimos meses descubrí cosas sobre tu abuelo, sobre tu padre, sobre mí misma, cosas que, si las dijera en voz alta, podrían poner en riesgo no solo mi nombre, sino el tuyo, por eso he dejado una carpeta con documentos bajo la protección de Petros, no confío en él del todo, pero sí en que el miedo lo mantendrá obediente.. hay una red dentro de la empresa que opera desde antes que tú nacieras, dinero, nombres, acuerdos que no están en ningún contrato, yo intenté cortar los lazos, me costó caro, tal vez más de lo que puedas imaginar, Nikolas sabe algo, pero no lo suficiente y si alguna vez parece que está de tu lado, recuerda.. él se protege a sí mismo primero.. A ti… solo cuando le conviene, si decides seguir este camino, hazlo con inteligencia, no con rabia... la rabia nos debilita hija, nos hace previsibles y tú no puedes darte ese lujo, no busques culpables aún, busca preguntas correctas y si alguna vez dudas de lo que vales, mírate al espejo, yo te hice fuerte a propósito, porque sabía que algún día… ibas a tener que sobrevivirme... pero necesito aclarar que si te amo, fuiste el mejor regalo que la vida me dió, no pude demostrartelo en vida como a mí me hubiera gustado, pero quiero que sepas que te amo hija, eres mi más grande orgullo y lamento mucho haberte obligado a vivir sin saberlo.. > Daphne Theo dejó caer el papel sobre la mesa, no lloró ni maldijo, pero sintió, por primera vez, una rabia distinta... No de hija, no de huérfana, sino de mujer a la que acaban de poner en medio de algo mucho más grande de lo que imaginaba, el viento entró por la ventana abierta, hacía frío, aunque fuera verano, Theo se levantó, fue hasta el escritorio de la casa y encendió la lámpara, sacó un cuaderno en blanco, en la primera página escribió una sola frase: “¿Quién quería que mi madre muriera?” Luego lloró, lloró como nunca lo había hecho, en la soledad de esa habitación se permitió desahogarse, susurrarle a su madre que también la amaba.. y ahí, sin saberlo todavía, comenzó su búsqueda..
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