Segundo round

1045 Words
Antonella No sé cuántas veces maldije, Dios, lo anhelaba tanto, que estar de nuevo entre sus brazos me hizo volver al cielo, aquel mismo que me mostró algún día. Emilio se dejó caer sobre mi pecho desnudo, mientras yo solo miraba hacia el techo, ¿Y ahora qué hago?, ahora menos que nada puedo mostrarle amor, no, aunque me duela en el alma debo apartarlo de mí, y ahora, solo que en este momento quiero disfrutar un poco más de su aroma de su compañía, de él. —Antonella, ¿Porque?. —Baje mi mirada al escuchar su voz entrecortada, solo para encontrarme que se había quedado completamente dormido encima de mi. Con las pocas fuerzas que me quedaban lo hice a un lado, y la verdad no pude evitar contemplarlo, verlo dormir plácidamente junto a mi hacen que olvide todo lo que un día me hizo. Con mucho cuidado me puse de pie, enredé una de las sábanas sobre mi cuerpo y fui directo al baño, necesitaba una ducha, así que abrí el grifo y dejé que el agua recorriera toda mi piel. Al secar mi cuerpo por completo, salí del baño con la toalla enredada en mi cuerpo, y me encontré con Emilio, sentado a un borde de la cama, y lo peor jalando sus cabellos, así que por qué esperar, este es el momento preciso, así que respiré hondo, solo espero no arrepentirme —¡Ya comprobaste que sigues siendo un niñito! Así que largo de mi habitación —dije firmemente. Emilio alzó su cabeza y se giró rápidamente hacia mi, “Dios”, su mirada, es mirada no era la misma, algo lo estaba torturando de eso no hay duda. —¡Eres una cínica!, ¿Que diría mi padre si en este momento le llamó y le digo, que su flamante esposa se acaba de revolcar con su hijo. —Auch, golpe bajo. —Bien puedes ir corriendo a los brazos de tu papito, y decirle que tú madrastra te dió un poco de cariño —exclame mientras caminé hacia él y tomé su mentón, sus ojos se oscurecieron de inmediato, al mismo tiempo que sus manos tomaban las mías y la quitaban de su rostro. —¿Cómo lo haces? —exclamó, mientras se colocaba de pie, sin soltar la mano. —Si te refieres al odio que siento por ti, simple, solo te doy el cariño que tú mamita nunca te dió —dije firmemente sin quitarle la mirada de encima. —Te aconsejo que no vuelvas a nombrar a mi madre, tú no le llegas ni a los talones —dijo soltando mi mano bruscamente. Y pensar que hace unos minutos su boca y su cuerpo me pertenecía por completo, y ahora me mira como si fuera su peor enemiga. —En eso no estamos de acuerdo cariño, yo soy mucho más mujer que tu madrecita, ¡O si no mírate!, arrastrándote por un poco de placer, el placer que solo yo te puedo dar —dije con todo el cinismo del mundo. Bueno la idea es que el se vaya de mi vida, al final ya conseguí lo que quería así que ya no me sirve para absolutamente nada. —¡Eres una maldita…! —Cuida tu vocabulario cariño, está es mi casa, y no me gustan los niños maleducados —dije, mientras me giraba, ya no aguantaba más estar en esta situación, así que era mejor darle la espalda, o en el mejor de los casos huir. —Para tu información está es la casa de mi madre, pero en algo si estamos de acuerdo, no debo perder mi compostura y menos con una arribista como la zorra que tengo en frente. —Por supuesto que no le iba a permitir sus ofensas. Así que levanté mi mano, justo para estamparlas en sus mejillas, solo que sus manos fueron mucho más rápido. Su mano apretó con fuerza la mía, tanto que sentí que me estaba lastimando, hize una mueca de dolor, en verdad me estaba apretando con mucha fuerza. —¡Suéltame Emilio! Me estás lastimando —dije, solo que pareciera que se hubiera subido en sus propios pensamientos, su mirada estaba roja, llena de irá, y su mano cada vez más apretaba con fuerza mi muñeca. —¡Emilio!, suéltame maldita sea, me estás lastimando —dije nuevamente, solo que apretó con mucha más fuerza, tanto que me retorcía del dolor que me estaba causando. —¡Emilio!, me lastimas —grite al mismo tiempo que levanté mi pierna con fuerza para pegarle en medio de su entrepierna, rápidamente me soltó, y por fin logré respirar tranquila, me dolía mucho mi muñeca, Su mirada volvió a la mía, para después mirar la expresión de dolor en mis ojos, rápidamente me soltó, y llevó sus manos a su entrepierna. —¡Eres un animal! —grite, por un segundo pensé que me pediría disculpas, pero no, solo alzó su mirada y me miró con desprecio para después salir sin decir absolutamente nada. Me dejé caer sobre la cama, por más que diga y reniegue, no sé cómo voy a poder controlarme después de lo que acaba de pasar con Emilio, sentir de nuevo a Emilio dentro de mí, hizo que revolviera todo lo que creí que había muerto, aunque eso no quita que el me traicionó, y que nunca valoro mi amor. —Auch.. Mire mi muñeca y verdad Emilio logró lastimarme, me duele demasiado, tendré que aplicarme algo de hielo y así ni amanezca morada. Me puse de pie y justo cuando pensaba salir de mi habitación, ví a Alberto parado en el marco de la puerta, mirándome fijamente. —¡Dios! ¿Qué haces ahí parado? —dije llevando mis manos al pecho. —Esta es mi casa, aunque no crees que soy yo quien debe hacer las preguntas —dijo caminando hacia mi. —No se a que te refieres —dije, solo espero que Emilio no haya abierto su boca, o de lo contrario mi vida llena de lujos y dinero se irá a la basura. —Si, gatita, ¿Que haces despierta a esta hora y desnuda? —vociferó arrancándome la toalla que tenía enreda en mi cuerpo .
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD