—¡Kaylah! —Hendry, que la alcanzó, tenía una expresión sombría en el rostro.
—¿Tienes miedo de que le haga daño? —Kaylah se mostró desdeñosa.
Hendry miró a Alondra y la consoló —No tengas miedo. No dejaré que te pase nada.
—Hendry, me duele... —Alondra sonrió porque su plan había funcionado.
—¿Lo quieres? —Kaylah le presionó el abdomen con el dedo.
—Kaylah, no te culpo. Si no quieres trasplantármelo, no me quejaré. —Aunque Alondra dijo eso, derramó lágrimas mientras hablaba.
—Si quieres mi riñón, tienes que estar gravemente herida. —Kaylah tenía un aire aterrador mientras caminaba hacia Alondra.
Levantó la tela estéril que cubría a Alondra y la herida de su abdomen quedó al descubierto delante de todos.
El rostro de Hendry se ensombreció.
Sólo había un pequeño corte en su abdomen. Era poco profundo y ni siquiera sangraba.
Como Kaylah esperaba, la afeitadora de cejas no estaba afilada y Alondra no era tan cruel como para hacerse daño.
En el pasado, Kaylah se preocupaba por Hendry y no quería enfadarlo ni pelearse con él, así que permitió que Alondra le gastara bromas.
Ahora que Alondra ya ocupaba su lugar, a Kaylah no le importaban las emociones de Hendry, así que no podía permitir que Alondra le echara barro.
—Sra. Galvan, ¿quiere mi riñón sólo porque se ha cortado? Debe de estar soñando. —Kaylah se acercó paso a paso a Alondra y le puso los dedos en la herida.
—No... —Alondra nunca había visto a Kaylah así. Estaba tan sombría que parecía un demonio salido del infierno—. Yo... no sé nada. Quizá el médico me diagnosticó mal. Kaylah, no te enfades.
—¿Es así? Entonces haré el corte más profundo y dejaré que Hendry vea si tus órganos internos están rotos. —Kaylah hizo fuerza con los dedos y la herida del abdomen de Alondra sangró al instante.
Alondra abrió los ojos y miró a Hendry con lástima. —¡Hendry, sálvame! Por el bien de Royce, sálvame...
Cuando Hendry oyó el nombre de Royce, su corazón se ablandó.
—Ya basta —dijo mientras se acercaba corriendo y agarraba la muñeca de Kaylah.
—Sí, ya basta. —Kaylah soltó la mano que tenía sobre el abdomen de Alondra y dijo abatida.
—Hendry, prepararé el acuerdo de divorcio y te lo enviaré. En el futuro, no tendremos nada que ver el uno con el otro.
Mirando la espalda de Kaylah mientras se marchaba, Hendry sintió como si hubiera perdido algo. No podía decir qué era.
—Hendry... —dijo Alondra en voz baja.
Hendry se desprendió de sus extraños pensamientos. Kaylah era huérfana. Si él la abandonaba, ni siquiera podría ganarse la vida por sí misma.
Era él quien la culpaba erróneamente.
La compensaría después de regresar.
Ahora, tenía que ocuparse de la situación actual.
Hendry se volvió para mirar al médico. —¿Una rotura renal? ¿Corre peligro su vida?
El médico estaba nervioso y miraba de vez en cuando a Alondra. —No fue un diagnóstico erróneo, señor Lowery. Por favor, déjenos ir. Fue idea de la señora Galván. Dijo que mientras su esposa muriera, ella...
—¡Fuera! —Hendry estaba enfadado.
—Te he complacido demasiado. —Sus ojos estaban sombríos.
—Hendry, me equivoqué. Por el bien de Royce, por favor, perdóname. —Alondra lloró y le suplicó.
Hendry suspiró —Ésta será la última vez. Alondra, nunca llegarás a ser mi esposa. Si vuelves a engañarme, Royce no podrá salvarte, aunque vuelva a la vida.
Después de salir del hospital, Hendry llamó a Kaylah vAryans veces, pero ella no contestó a sus llamadas.
Era como si Kaylah se hubiera desvanecido en el aire, pero Hendry no pudo encontrarla ni en casa, ni en la empresa, ni en los lugares a los que solía ir.
...
La casa de Delgado.
El hombre del sofá del salón tenía las piernas cruzadas. Las gafas de marco dorada le daban un aspecto noble. —¿Estás dispuesta a volver? —preguntó.
Kaylah le miró, apretó los labios y lloró desconsoladamente. —¡Zion!
—¿Por qué lloras? Si te intimidan, defiéndete. ¿Tienes miedo de que no pueda cubrirte las espaldas? —dijo el hombre pausadamente.