El proceso de formación del estado moderno
El proceso de formación del estado moderno
Al definir el concepto de estado, a menudo se hace referencia a ciertos criterios.
La idea de una comunidad organizada en un territorio, la existencia de un orden jurídico y un poder autónomo. Sin embargo, no todos los estudiosos del estado declaran estar de acuerdo con estos criterios o con cualquier otro similar a ellos, porque consideran que el estado es cualquier unidad política superior organizada, produciendo una identificación con lo político. También afirman que los elementos estructurales que la componen – poder, territorio, población.
Correcto. Etc.- han permanecido y permanecen inmutables desde los primeros tiempos hasta el día de hoy. De esta manera, concluyen, se confunden la ciencia política y la teoría del estado.
Pero esa no es la opinión de la mayoría de los juristas e historiadores, que niegan el concepto abstracto y atemporal del estado, ya que lo configuran como una de las formas políticas que históricamente ha presentado la convivencia humana. El estado tiene una situación en el espacio y el tiempo. Su marco es occidental, europeo, nacido a finales de la edad media, reforzado en el renacimiento y adquirido su forma completa en el siglo xix. Si queremos precisar más, diremos que la praxis de estos primeros estados está estrechamente ligada a la aparición de las primeras monarquías absolutas en inglaterra (enrique vii Tudor), francia (luis xi) Y españa (reyes católicos), que lograron la unificación de sus respectivos territorios, mientras que en el plano teórico podemos personificar su nacimiento en las figuras de Maquiavelo y Bodino. Incluso, existen posiciones teóricas que identifican la noción de estado con el estado liberal, negando dicha condición a las formas políticas existentes con anterioridad.
Los defensores de estas tesis señalan, sin embargo, que no se puede dar una explicación monocentista, sino que se están gestando varios factores a lo largo de un largo proceso histórico, iniciado por el interés territorial expansivo de los príncipes de la baja edad media, estrechamente ligado a un proceso de secularización de la cultura que provoca una ruptura entre ellos y la iglesia. Y continúa con el surgimiento de nuevos grupos sociales — la burguesía — que subvierten el orden medieval establecido al incorporar al desarrollo de la sociedad europea una “economía monetaria, diplomacia y tecnificación de la guerra” (maravall).
De esta manera, el estado tiende a ser el elemento unificador del nuevo desarrollo europeo, el que da forma a las naciones recientes surgidas del renacimiento, el catalizador de los intereses de la nueva clase burguesa que necesita un aparato
Es fuerte y centralista y sostiene esta acumulación de capital necesaria para hacer efectivo su poder en un momento dado. Este príncipe, que encarnará el estado y centralizará todos los poderes en su persona — al menos teóricamente — terminará siendo el único creador y ejecutor de las leyes por las cuales los ciudadanos deben ser gobernados. Es decir, «del incertum de la sociedad medieval, donde todo derecho era obra de quien ostentaba el poder, pasamos ahora al certum del derecho general y público, hecho por todos y dirigido a todos» (gonzález casanova).
También existen diferencias en la definición de las características predominantes del estado. Mientras para algunos lo importante es resaltar la búsqueda del bien común, para heller y Max weber lo que debe preocuparnos es resaltar el ambiente en el que se desarrolla este estado. Otros, como jellinek Y kelsen, identifican la teoría del estado con una teoría general del derecho, convirtiendo el estudio de ambas en un análisis científico-positivo con valor en sí mismo. En la síntesis hegeliana, pretenden lograr una abstracción total del derecho y del estado, “para captar la universalidad de este estado
Buscar la analogía del estado con un organismo biológico es tan insignificante como la idea del estado mismo. Platón, aristóteles y posteriormente el cristianismo concibieron el estado como un organismo ético-espiritual — en su forma inerte — y natural — en su forma externa — que está por encima del individuo y de su conciencia reflexiva. Es una institución en la que el individuo como tal ha perdido su razón de ser, integrándose en un “cuerpo” en el que el todo tiene prioridad sobre las partes. El cristianismo, siguiendo las doctrinas de san pablo, hizo suya la concepción organista, y su “iglesia” no es más que la unión en corpus mysticum christi. En el mundo moderno la concepción organista no se ha extinguido, y en el siglo xix tuvo seguidores notables, como schaeffle y gierke. En el propio Hobbes encontramos una teoría organista del estado, aunque aquí se conciba como una máquina creada por el arte y el ingenio humano. La crítica al modelo organicista del estado parte del hecho de que buscar analogías es impedir un conocimiento real del objeto per se, o lo que es lo mismo, para usar las palabras de jellinek, “la noción científica del estado corresponde a una categoría sustantiva e independiente de toda analogía “.
En oposición a esta teoría organicista del estado, el “iusnaturalismo” de los siglos xvii y xi, que es la base del pensamiento liberal y del estado de derecho, coloca al individuo antes que al estado, ya que aquel es anterior a este en su existencia y formación. El estado se concibe como una suma de individuos, creado para que cuide de sus Intereses particulares. Su característica principal es la no intervención. En este sentido, hobbes, Locke, y Kant fueron sus más conspicuos representantes.
La escuela de viena lleva a la naturaleza del estado la idea de que debe reducirse a una norma legal, a una mera abstracción. Lo que caracteriza al estado es su permanencia, su inmutabilidad. Al convertir el estado en un sistema de normas jurídicas, sin tener en cuenta el entorno histórico-social, lo priva de su propia sustancia y lo reduce a un simple derecho. Según esta doctrina, una vez establecidas las normas jurídicas del estado en abstracto, podemos conocer la naturaleza de cualquier estado, independientemente del espacio, el tiempo o las personas. Este enfoque doctrinal fue objeto de duras críticas, ya que se creía que La teoría del estado no debe ser considerada como una generalización, porque la realidad estatal que configura la convivencia política no puede encontrarse en patrones formales, válidos para todos los tiempos y lugares de manera fija y permanente.
El siglo xx, sin embargo, ha perdido interés por la búsqueda de una abstracción del estado y ha buscado objetivar su estudio. Toma partido al considerar el estado como una forma de vida humano-social. Lo que, en palabras definitorias de heller, significa que el estado “es una formación real, histórica. S que debe ser “entendida y explicada causalmente interpretando la conexión de la actividad histórico-social”. Así, según esta visión del estado, no se trata de reducirlo a pura historia o devenir, sino de encontrar la “estructura de este estado en el devenir”.
Si este fuera el caso, los aspectos regulatorios del estado se verían afectados, como advirtió Lucas verdú. El peligro de reducir cualquier teoría del estado a una sociología es comparable al que surge cuando tratamos de describir el estado “de tal manera que ninguna consideración sea olvidada “. Esto sería un “sincretismo metódico” que restablece la generalidad y heterogeneidad de la investigación científica. Desde jellinek vislumbró la posibilidad de distinguir en el estudio del estado. Dos caras, teoría social del estado y teoría jurídica, esta visión ha sido ampliada por la posición de Hans nawiasky, quien mantiene la existencia de un “triple objeto de la teoría general del estado “: teoría jurídica del estado, teoría social del estado y teoría ideológica del estado. Ahora bien, como es sumamente complicado entender cómo son unitarios supuestos tan heterogéneos, lo correcto parece ser establecer una teoría de la estructura estatal que, a través del hilo legal, tenga en cuenta los aspectos ideológicos, sociales, económicos y éticos, una postura que tiene la ventaja de evitar las desviaciones que amenazan a la teoría del estado: su sociologización.
Para la filosofía del derecho, dirigido por juristas como Del vechio y Felice battaglia, “el problema de la realidad del estado debe ser enfrentado según una filosofía coherente y resuelto dentro de su propia esfera. Donde la sociología y el derecho giran en torno a determinaciones formales parciales, atendiendo a posiciones fenomenales fragmentarias o a representaciones normativas abstractas, el pensamiento, en sus procedimientos especulativos, sólo es capaz de adaptar la racionalidad concreta de la vida, que es a la vez razón e historicidad. Sólo la filosofía, como espiritualidad constitutiva de la vida, puede darnos la realidad del estado que estamos buscando “. La filosofía, para battaglia, se encarga de revisar las teorías sociales y jurídicas de carácter científico que ingenuamente tratan de averiguar la naturaleza del estado. Es ella quien, verificando sus resultados, los “profundiza y corrige”. Esta posición filosófica del derecho reconoce el carácter material del estado y sus componentes: pueblo, territorio, soberanía, pero no se detiene ahí. La realidad del estado no reside en el presupuesto material de los hombres que forman parte del estado, sino en la actividad de la mente en la medida en que resuelve y eleva dentro de sí ese presupuesto material, que es el pueblo.
El pensamiento marxista trato de situar la naturaleza del estado partiendo de la realidad socioeconómica. El estado se entiende como una necesidad de la propia sociedad. Ningún poder exterior se lo impone, ni es la realización de ninguna idea moral, ni la imagen de la razón domo lo supusiera Hegel. Los estados que se Forman a través de la historia lo que reflejan es la diferente composición de los antagonismos de clase. Algunos crearon la superestructura apropiada en un momento dado (estado esclera-feudal-estado-capitalista) para mantener a los otros bajo su control y dominio. Así, con el advenimiento de la sociedad burguesa, con la división de la sociedad en clases, se hizo necesario crear un estado que protegiera las nuevas coordenadas de desarrollo económico que se estaban produciendo en europa y en el nuevo continente, así como la nueva estructura social basada en la propiedad individual que se gestaba en occidente. Pero ahora se está produciendo un nuevo cambio social, el triunfo del proletariado o, lo que es lo mismo, el amanecer de un mundo socialista que ha hecho innecesaria la existencia de clases. Estos son un obstáculo para la producción porque impiden una mejor distribución de productos y bienes. Como señaló Engels, "las clases desaparecerán tan fatalmente como surgieron. Sociedad. Que reorganizará la producción sobre la base de una asociación libre e igualitaria de productores, transportará toda la maquinaria del estado a donde ahora pertenece: al museo de antigüedades, al lado de la rueca y al lado del hacha de bronce." En pocas palabras, el marxismo previó la desaparición del estado, ya que sin clases perdería la función para la que había sido creado, la opresión de las clases que habían sido privadas de su existencia.
El estudioso atribuye al marxismo el mérito de subrayar la importancia de las condiciones económicas en los asuntos de estado, pero, como señala el mismo heller, “cuando intenta negar la peculiar legalidad de lo político y reducirlo a las leyes de la economía, llega a atribuirle el mismo papel metafísico – con el que, por tanto, la ciencia no puede tratar con lo real- que los románticos habían señalado a la mente del pueblo. Puesto que todas las cosas están interrelacionadas en la vida social, hay que admitir de antemano que no hay realidad social que no esté determinada de alguna manera también económicamente. Pero que el factor determinante de la historia es en última instancia la producción y reproducción de la vida inmediata no puede ser probado científicamente… Ni siquiera el economismo más radical puede relativizar completamente el estado a la economía… J. El propio Engels tuvo que admitir una función represiva y representativa del estado, específicamente política, cuya legalidad es independiente de la existencia de una sociedad económica dividida en clases).
Ii. El orden político medieval
La disputa que tuvo lugar en el ámbito escolar entre dominicos y franciscanos — tomistas y nominalistas — no hizo sino iniciar la ruptura unitaria que hasta entonces había mostrado el pensamiento cristiano a través de la mano de san agustín. El resultado de esto en los siglos xiv y xv fue la separación del conocimiento Filosofía humanofilosófica – de la divinoteología – filosofía, madre del conocimiento ra A partir de entonces, conocería constantes “especialidades” del saber. Uno de ellos, la ciencia política, comenzó a dar sus primeros pasos, aunque su bautismo no llegó al siglo xvi con la figura de maquiavelo.
La importancia política de la baja edad media consistía, por una parte, en saber liberar el poder temporal de los lazos religiosos y, por otra, en un extraordinario florecimiento, desconocido desde la época griega, de las asambleas representativas populares. A partir de este momento, como consecuencia de las empresas y actividades cada vez más importantes, los reyes necesitaban la ayuda de sus súbditos para financiarlas; De ahí que buscaron el consentimiento de sus súbditos, no sólo del grupo de la nobleza, sino de la burguesía que enriquecieron. Como dice el genio, ‘… El modelo del príncipe medieval excluía el despotismo, ya que debía ser intérprete de la razón y de la justicia, del arbitrio entre la ley natural y la ley positiva, y debía tender al bien común, a la utilitas communis. ¿Decide el príncipe sólo soberanamente o está obligado a consultar a sus vasales?
Dos pensadores, ligados al racionalismo averroísta, Juan DE jandun y marsilio DE padua, por un lado, y dos “romanistas “, intérpretes del derecho romano y canónico, bartolo y baldo, por otro, iniciaron todo este proceso.
Tanto juan de jandun como marsilio de padua tomaron parte en la clásica disputa que aún perdura en el siglo xiv, entre el papa y el emperador, por la supremacía del poder temporal. Ambos coinciden en señalar que el papa debe limitar su ámbito de acción al campo de la fe y de la moral. Dios es el creador del estado, ya que él también fue el creador del orden natural, del cual el estado es una parte; Por eso el gobierno del rey, que representa este estado, procede de dios, pero también del pueblo — la rer est populi voluntate — y no del papa.
Esta idea se trasladará a la investidura de eclesiásticos. El poder de los prelados les viene directamente de dios, no a través del papa y por voluntad popular.
De esta manera se traza el camino hacia el “populismo” y la disputa de papaconcilio para establecer la supremacía del poder dentro del mundo eclesiástico. Por primera vez estamos ante una “revolución” política: el poder es autógeno desde la comunidad, desde abajo hacia el rey, y no desde arriba hacia abajo, como había defendido el papado. El papa está excluido de la distribución de poderes de esta nueva pirámide política. Sin embargo, el pensamiento DE Juan DE jandun, así como el DE tomás DE aquino o Dante, a pesar DE sus diferencias, están anclados en el medievalismo, ya que el origen teocéntrico del poder político racional es claro y DE su teorización no emerge, en ningún momento, la idea DE una auténtica soberanía popular. Popular. Como ha señalado Ullman, Este obstáculo fue superado por marsilio de padua, siguiendo las directrices establecidas por el pensamiento y la filosofía de guillermo de ockam. Partiendo del principio de que la naturaleza no necesita de la metafísica para explicar sus propias leyes, marsilio desarrolla su propia noción de ley que también afectará al derecho. Sólo los individuos que forman el estado, por su propia voluntad, y no porque estén de acuerdo con la naturaleza ordenada por dios, a través de un proceso racional e inmutable, como había dicho tomás de aquino, son capaces de hacer leyes. La ley se hace, no se concede. Desde
Ahora mismo no es suficiente para nosotros tener una manera correcta de pensar sobre las cosas. La “ética” ya no caracteriza al derecho, pero es evidente que la comunidad desea lo mejor para sí misma, de lo que se deduce que sus leyes tratarán de adaptarse, por la mano del legislador, al orden natural. La voluntad del pueblo constituye el elemento fundamental de la ley. Nadie puede estar por encima del legislador y, como este papel pertenece a la comunidad, es evidente que la plenitud del poder afecta a la gente. Las auctoritas sacra se han convertido en auctoritas humanas por la mano de marsilio. El concepto de justicia también se modifica, perdiendo su carácter abstracto, típico del filósofo ciceroniano o agustino. La justicia es algo relativo y dependiente de la voluntad de las distintas comunidades. En esta época, el derecho romano comenzó a aplicarse de una manera muy diferente a la que habían hecho los hombres de los siglos xi, xil o xiii, lo que demuestra las múltiples interpretaciones a las que podía ser sometido, pero que alcanzó su plena expresión con la máxima de marsilio: “lo que afecta a todos debe ser aprobado por todos “. La forma de gobierno ni siquiera es importante para el pensador de padua; Lo que cuenta es el legislador, el pueblo.
Es necesario señalar en marsilio que, a diferencia de sus predecesores, su ormación no es muy teórica. Y sí, en cambio, vivió de la experiencia sociopolítica de la ciudad-estado italiana de su tiempo. De ahí que las investigaciones actuales hayan analizado algunos de sus términos equívocos — valentior pars, por ejemplo — comparándolos con otros términos similares de los estatutos de padua, y deduzcan, seguramente con razón, que en el fondo de su doctrina hay un elitismo de carácter surquico-democrático, en consonancia con la realidad política de su tiempo (truyol).
Los estudiosos del derecho romano y canónico llegaron a la misma conclusión que marsilio, aunque a través de diferentes canales. Bartolo y baldo, basándose en la tradición jurídica iniciada en el siglo xi, consideraron que si el pueblo, desde la época del imperio, tenía la capacidad de crear una ley común, ¿Qué les impedía crear una ley escrita? Y si el derecho consuetudinario emanaba del pueblo, ¿No era lógico que lo mismo sucediera con la escritura? La voluntad popular debe regular la comunidad y la comunidad tiene la capacidad de crear leyes. Esta casa
O un parlamento compuesto por toda la comunidad nombra un consejo representativo, que a su vez nombra a los funcionarios del gobierno. Estos últimos y los primeros son responsables ante la asamblea. Con estas doctrinas entramos en la modernidad política.
Aunque el estado moderno no se considera rofmauo nasta er sigro xv, sin embargo muchos de sus elementos esenciales ya están delimitados a principios del siglo xiv. Se crearon instituciones permanentes para los asuntos financieros y jurídicos. Surgieron grupos de administradores profesionales. Una coordinadora central, la cancillería, nació con un equipo de funcionarios altamente capacitados. Los elementos del estado moderno que no se habían erigido antes del comienzo del siglo xiv no se erigirían hasta el siglo xvi o xvii. Los ejércitos regulares y la diplomacia serán desconocidos en el mundo medieval. La se
Según dawsson, el siglo xiv fue una época de desilusión y decepción… Contemplaba la ruptura parcial de la unidad del cristianismo y la decadencia del movimiento de reforma espiritual que había sido el alma de la cultura medieval.
Desde el siglo x al xx el curso de la cultura europea, bajo el impulso de un poderoso impulso religioso, había sido centrípeto, hacia la unidad y hacia los ideales del universalismo católico. Desde principios del siglo xiv esta tendencia se modifica y se establece un movimiento centrífugo que culmina con la reforma y la destrucción completa de la unidad religiosa del cristianismo. El camino trazado por guillermo de ockam para la revalorización de la teología frente al racionalismo metafísico tendrá una profunda semilla en los siglos xiv y xv, llevando al eramismo y a la reforma del siglo xvi. San agustín fue resucitado y, con él, su neoplatonismo.
Por su parte, J. huizinga nos muestra cuál era la emoción religiosa de la baja edad media. De qué manera la mistica volvió a gobernar sobre las mentes más preciosas. Eckart, gerson y, sobre todo, nicolás DE cusa en su obra docta ignorantia reaccionaron violentamente con una posición antiantiantitualista y antiracionalista: los enfoques escolásticos y dialécticos habían comenzado a degenerar en complicados silogismos que sólo podían ser interpretados por ciertos minecos bien entrenados en razonamiento abstracto. Surgieron nuevas posiciones doctrinales, menos dogmáticas y más íntimas. Fue la respuesta de un cristianismo que sufrió grandes convulsiones demográficas — la muerte negra de 1348 —, conflictos políticos y militares — la guerra de los cien años —, la religión cisma de occidente.
La universidad y la intelectualidad escolástica, con su posición radical, ayudaron a activar este misticismo. Los maestros intercambiaron sus artes pedagógicas por el medro personal. Una aristocracia intelectual surgió en europa. Y, lo que era más grave, olvidaron por completo la necesidad existente de acercar el mundo teórico de las universidades a la práctica del trabajo manual: “los intelectuales se inclinan ante la opinión de que a partir de ahora el trabajo manual será visto con profundo desprecio, opinión que se agravará en tiempos de humanismo… Por los prejuicios alimentados por la literatura greco-romana. Estamos ya muy lejos de ese impulso que, en las ciudades de los siglos xi y xii, unió las artes liberales y la mecánica en un mismo dinamismo. Así se cumple el divorcio, que amenazaba en la escolástica, entre la teoría y la práctica, entre la ciencia y la técnica “(le goff).
El choque así revelado entre místicos y escolásticos termina con el triunfo de los primeros, que iba a provocar el renacimiento de las corrientes pietistas que propugnaban la unión directa del alma con dios a partir de la meditación individual. Es la devotio moderna que tantos adeptos encontrarían en todo el mundo occidental. En el siglo xiv, el inglés J. wycleff y, en el xv, el checo J. huss tomaron el camino revolucionario agitando a las masas con la predicación de doctrinas íntimas. Mientras la primera no era de excesiva importancia en términos de número de seguidores, la segunda no lo era, mostrando cuán arraigada estaba entre el pueblo la idea de una religión que satisfaría mejor las necesidades espirituales de los creyentes. Las disputas teológicas, los dogmas de la iglesia, el ornamento papal, el negocio de los toros, etc., eran un asunto de élites que preocupaban a las posiciones dirigentes de la iglesia, pero no al pueblo.
Así el camino a la reforma protestante del siglo xvi estaba abierto. Erasmo, lutero y calvino ya están presentes en el espíritu del siglo xv. Lo único que falta Forma la protesta.