Alexander rio de manera sarcástica, había comprendido esa pregunta demasiado tarde y pensaba que no iba a necesitar más explicaciones, porque ¿acaso no se lo había dicho ya?
-Pensé que con ese relato lo sabrías, fue la manera correcta o más indicada que encontré-la miró y ella seguía sin entender de lo que estaba hablando-Tal vez no creas en nosotros, pero estoy seguro de que conoces la representación del Arcángel Miguel y de que sabes de qué color son las alas en cada una de estas
-He visto algunas cosas en libros e imágenes en algunas tiendas y si no mienten son de color dorado-respiro profundo
-La forma de tu collar en realidad son las alas del Arcángel Miguel, es una historia muy larga de contar como sucedió, pero las reconocí cuando las vi-la miro mientras ella trataba de analizar sus palabras con una pizca de incredulidad-Y, Verónica, él es tu padre
Verónica lo miró mientras sus ojos se cristalizaron, negó dejando caer la hoja con el dibujo, si eso era real y la historia que Alexander le había contado su padre llevaba encerrado dieciocho años por haberse negado a matarla, no iba a poder matarla si era su hija y desobedeció por amor a ella y todo ese tiempo ella lo había odiado por haberla abandonado.
-Eso no es cierto, yo no, no puede ser cierto-dijo mientras el nudo se formaba en su garganta-No, es una mentira, yo no creo en él
-Eso ya no importa ahora, eso es lo que eres el arma que será utilizada en una batalla, eres la profecía
- ¿Dónde está él? -miró de nuevo el dibujo que yacía en el suelo.
-Encerrado cumpliendo su condena, para toda la eternidad, él me dijo que algún día tenías que ir a verlo para que él te dijera algo importante, creo ese día ha llegado
- ¿Ir a verlo? ¿cómo haremos eso? -miró su habitación, si todo eso era real, y en ese momento lo parecía, los dos tendrían que ir hacia donde su padre se encontraba, ese lugar al que todos querían llegar al momento de su muerte y eso la hizo temer un poco por la forma en la que los dos irían allá
-Tengo prohibida la entrada al cielo desde que decidí ayudar a tu padre para protegerte y además hay una forma fácil de hacerlo, pero no será necesaria porque-saco algo y Verónica de nuevo no pudo ver de dónde-Tenemos esto
Le enseño una pequeña bola de color azul claro, no más grande que una pelota de golf, ella la miró sin comprender para qué les serviría eso, pero debía admitir que aquella bola era demasiado bonita, como si alguien hubiera podido arrancar un pedazo de cielo y llevarlo con él
-Miguel hizo esto con su sangre, nos ayudara a ir hacia él sin que nos vean, pero no funciona por mucho tiempo, si vamos tenemos que ir rápido-la miro y ella asintió lentamente, puso la bola en el suelo y sacó su espada de nuevo, la atravesó con un solo golpe sin que esta saliera rodando como debía hacerlo por su forma redonda y cuando se abrió un destello de luces salieron de ella, todas la luces eran hermosas y eran hipnotizantes a sus ojos, había colores que ella ni siquiera conocía y estaba segura de que ningún humano hacía y supuso que si ella si podía hacerlo era gracias a la sangre de ángel que corría ahora por sus venas.
Verónica seguía observando las luces fascinada por los hermosos colores, se dio la vuelta y de pronto su habitación se tornó azul como si el sol hubiera entrado solo a ella y lo iluminara como la mañana, miró y Alexander seguía a su lado supuso que él no tenía el poder del asombro porque siempre había visto todo eso, miró hacia dónde él miraba y noto la puerta de sus sueños y esta vez las palabras no estaban en otro idioma, caminaron hacia la puerta dorada y esta se abrió cuando Alexander tiro de la cadena con una sola mano, le impresionaba lo ágil que era. Le hizo una seña de que pasara primero, el lugar no se parecía a los relatos del cielo que había escuchado por ahí, era más como un gran jardín pero sin los colores típicos de un jardín, de nuevo estaba notando más colores que no había visto y no había ninguna forma específica, vio ángeles y al igual que Alexander tenían los ojos de un color n***o y todos ellos iban de un lado hacia el otro, le recordó al subterráneo cuando todos caminan sin ver a quien tienen al lado, entendía ahora que el caos estaba en todos lados.
-Por ahí-señalo una puerta de color n***o o al menos era de ese color, pero ella no la había visto hasta que Alexander la señalo, como si se tratara de una condición, ambos entraron y todo se tornó oscuro, sintió que una mano tomaba la suya reconoció la temperatura de Alexander, caminaron por pasillos oscuros y se dio cuenta de que de no estar tomada de la mano de alguien que sabía dónde estaban se hubiera perdido o simplemente hubiera caído en aquel suelo que no parecía tan estable
De pronto llegaron a una luz cegadora, tuvo que cubrirse los ojos y todo tomó forma, a su alrededor estaban celdas vacías, como si de pronto aquella luz hiciera que sus ojos vieran lo que Alexander veía, parecía una película de terror aun con la luz más hermosa, era como una especie de cárcel donde había muchas celdas y algunas estaban vacías y tenían la puerta abierta
- ¿Qué es esto? -dijo mirando con horror las celdas
-Es como una prisión, se dice que Lucifer estuvo aquí antes de ser desterrado-Alexander tiró de su mano para seguir, definitivamente se dio cuenta de que había muchas cosas que no sabía y que no le hubiera gustado saber jamás
Se detuvieron en una celda, ella notó que era la única que estaba con candado, un gran candado de color dorado que sujetaba dos gruesas cadenas que intimidaban a cualquiera y que sin duda dejaban claro el mensaje: nadie podía romperlas. Se estremeció al sentir que su padre estaba ahí, encerrado por su culpa y lo único que rondaba su mente era si podía romper esa cadenas con la espada de Alexander o si él podría hacerlo para liberarlo después de todo.
- ሚጌል ልጅ ገነት ሆኖለታል-dijo Alexander a la celda que parecía estar vacía, sabía que significaba esa frase ahora, pero no podía imaginarse a Alexander hablando de esa manera cuando lo había conocido hablando el mismo idioma que ella
- ¿Alexander? -escuchó la voz y su respiración se agitó, era la primera vez que oía la voz de su padre y sabía que también lo vería por primera vez, aunque no sabía en qué condiciones se encontraba tras estar en aquella celda durante muchos años
-Miguel, he traído a tu hija-anuncio él, Verónica escuchó el sonido de cadenas moviéndose parecían ser muy pesadas para que demorara tanto en acercarse a la puerta y cuando Miguel se acercó no podía creer lo que veía
-Verónica-susurro el ángel-Mi hija-dijo con anhelo al verla, Verónica no pudo decir nada, el nudo en la garganta detuvo sus palabras-Espere 18 años para conocerte. Verónica lo miró, parecía muy joven pero sus ojos parecían de una persona mayor, estaba demacrado y para su sorpresa sus alas no estaban.
Se acerco a la puerta de la celda, Miguel estiro la mano y le tocó la cara, la mano de aquel ángel era suave, como si no importara cuanto tiempo llevara ahí, permanecía cuidada
-Los demonios tienen acceso a ella-Alexander hablo después de quedarse callado-El hechizo perdió efecto
- ¿Hechizo? -Verónica miró a su padre sin comprender lo que ellos dos estaban hablando
-Antes de que Él me llamara le entregue a tu madre algo de mi sangre como protección para cada lugar en donde vivieran, era un hechizo que garantizaba que ni ángeles ni demonios te encontrarán excepto Alexander-miro al ángel al lado de ella
-Mira su brazo, Miguel-susurro Alexander, Miguel hizo lo pedido en él se encontraban la mitad de aquel símbolo que ellos conocían
-Si lo terminan, la usaran en contra de nosotros-Miguel miró a su hija-No hay forma de que Él escuche que nosotros no queremos estar contra ellos, no después de todo lo que ha pasado y de lo que hice. -No dejare que te hagan daño-Verónica soltó las lágrimas contenidas, ella tampoco podría evitar llorar al verlo de esa manera y tampoco podía evitar pensar que era su culpa
-Esto es mi culpa-dijo ella con la voz temblorosa-Si tú hubiera hecho caso, esto nunca hubiera pasado
-No, jamás digas eso, fue mi elección y todo esto fue por amor, aguantaría las peores de las torturas por que estés bien-la abrazó contra él a través de los barrotes-Prométeme que te cuidarás-de pronto unas voces se escucharon por el pasillo y pisadas rápidas junto con ellas, en ese momento ella tuvo más miedo que nunca por lo que estaba a punto de pasar
-Saben que están aquí, deben irse-ordeno Miguel, la retiro de la puerta de la celda y ella sintió el peso de sus palabras
-No, no te dejaré aquí-Verónica se resistió cuando Alexander intentó atraerla hacia él- ¡No!, tenemos que sacarlo de aquí-dijo intentando zafarse del agarre del ángel y aunque lo conseguía él era más fuerte que ella
- ¡Tienes que irte! -grito con todo su aliento-No soportaría que algo malo te pasara-dijo a punto del llanto
-No te perderé de nuevo-intento acercarse de nuevo, pero Alexander la detuvo
-Te juro que volveremos a vernos, Alexander cuídala-lo miró y él asintió
Alexander sacó su espada y la clavo en el suelo de la prisión, no hubo ningún ruido cuando él lo hizo, pero sintió como si la jalaran hacia abajo y de pronto todo se desvaneció y se encontraban de nuevo en su habitación.
- ¿Por qué lo hiciste? -exigió saber, estaba enojada y alterada-Sabes que era la primera vez que lo veía y no podías dejarlo ahí solo
-Le jure protegerte, no le harán nada, no sabrán que estuvimos ahí jamás-explicó-Ya no estas a salvo de nada aquí-dijo y ella decidió no decir nada más para poder calmarse