Capítulo 6

1260 Words
La puerta de la entrada se abrió, Alexander frunció el ceño y se acercó a la puerta de la habitación de manera protectora ya que no tenía idea de lo que estaba a punto de pasar, Verónica miró el reloj en la mesa marcaba las cuatro y media de la mañana, se había logrado calmar y sentía las lágrimas secas en sus mejillas - ¿Esperas a alguien? -Alexander tomó la perilla de la puerta -Es mi mamá-dijo y se acercó a él y abrió la puerta antes de que él lo hiciera-Termino su turno del hospital Alexander miro el pasillo oscuro y salió primero de la habitación, ella también lo hizo un poco más lento que él, Verónica bajo las escaleras y vio a su madre cerrando la puerta. -Cariño, pensé que dormías-dejo su bolsa en la mesa, la miro fijamente, era obvio que podía ver la expresión de tristeza de su rostro- ¿Qué pasa? -Tenía que hablar contigo-se quedó al pie de las escaleras-Primero quiero que sepas que ya sé la verdad-su madre abrió la boca para decir algo, pero pudo ver quien estaba detrás de su hija, no parecía tenerle ni un poco de miedo al chico de ojos totalmente negros y de alas enormes -Sabía que algún día tendrías que presentarte ante ella-Verónica miró a su madre y después a Alexander, ella podía verlo igual que ella. - ¿Puedes verlo? -señaló con un dedo a su ángel a su lado -Siempre pude hacerlo-dijo y Verónica la miro-Lo supe desde el principio y que él no nos había abandonado por completo, ahora que sabes la verdad sobre tu padre te pido que no me juzgues por tenerlo en secreto, pero era la única forma de mantenerte a salvo de todo-dijo su madre con algunas lágrimas a punto de salir de sus ojos -Los demonios pueden entrar-Alexander habló, la madre de Verónica lo miró cuando él dijo aquella frase, parecía asustada por la nueva información y en ese momento se dio cuenta de los rasguños sobre la piel de Verónica -Eso es imposible, jamás habían logrado hacerlo, a menos que, de que la amenaza sea mayor-su madre camino hacia ella-Estas en más peligro ahora mi cielo-acaricio se mejilla -No si buscamos que Él nos escuche-Alexander recordó las palabras de Miguel, hacer un trato no era una buena idea en su situación, pero era su única alternativa-A nosotros no nos escuchara, pero a alguien que sea de su confianza sí Su madre asintió, pero ella no sabía de quien hablaba Alexander, según ella Miguel, su padre, era al que más confianza le tenía y por eso lo mantenía encerrado a la espera de que él revelara la ubicación de su hija -Vamos tenemos que ir antes de que amanezca por completo-Alexander se dirigió a la puerta, Verónica solo miro caminar sin entender a donde iban a ir o a quien iban a ver -Cariño ve, yo estaré a salvo, no me quieren a mí-Verónica miró a su madre y camino hasta donde Alexander la esperaba con la puerta abierta Afuera hacía frío, froto sus brazos con las palmas de las manos, pero no sirvió de nada, Alexander, por su parte, parecía no notar el frío que hacía, llevaba la misma camisa con la que se había empapado bajo la lluvia, se dio cuenta de que los dos iban caminando directo al parque que se encontraba cerca de su casa - ¿A quién llamaremos? -Verónica tuvo que correr para estar a su velocidad-Pensé que mi padre era de su alta confianza, además si él no puede hablar con Él, ¿de que serviría? -Miguel no es el único Arcángel, ¿cierto? -se dirigieron al lago que estaba en el centro - ¿Te refieres a Gabriel? -se detuvo en seco al sentir el gélido aire en la cara- ¿Qué hacemos aquí? -Cuando Miguel traiciono a Dios revelándose a cumplir su petición lo encerró quitándole así su infinita confianza y dándosela a quien estaría dispuesto a hacer su trabajo: Gabriel. Desde ese momento él y un ejército de ángeles rondaron la tierra buscándote, pero tu padre sabía que esto podía pasar así que se obligó a renunciar a sus alas y las coloco en tu collar para protegerte de él y que ningún ángel te encontrara, este lago-señaló el gran cuerpo de agua en donde solía ir a pasear con Jared y lazar rocas- Es donde él vertió su sangre y espero que después alguien hiciera lo mismo de esta manera él volvería a la tierra, pero aquel que vertiera la sangre tendría que traerle a la hija de Miguel-la miro y ella respiro hondo ante esa confesión - ¿Hablas de invocar al Arcángel? -miró como él sacaba su espada y estiraba su brazo derecho- ¿Al que fue elegido para matarme? -Necesito hacer que nos escuche y no tengo otra idea-corto su brazo y la sangre comenzó a caer en pequeñas gotas de color escarlata, acerco la mano al lago y ella observo como la sangre no se diluía con el agua, como si algo invisible las revolviera y de pronto el lago se volvió del mismo color de la sangre del ángel, aunque había visto que solo cayeron unas cuantas gotas. De pronto se escuchó un estruendo, miró hacia el cielo y noto las luces que lo iluminaban, parecían rayos como cuando se avecinaba una tormenta eléctrica, un haz de luz se alzó sobre el lago, no pudo verlo directo y se cubrió los ojos, una forma bajaba con gran velocidad por el haz, pudo notarlo cuando de un momento a otro estaba parado encima del lago sin tocar el agua, sostenido por un par de alas doradas, estaba parado tan majestuosamente que no parecía real, el haz de luz desapareció de inmediato. A diferencia del cabello castaño de su padre, Gabriel tenía el cabello de un color n***o azabache, daba la impresión de ser el mismo tono que las alas de Alexander, sus ojos eran de color n***o y eran profundos, su piel era blanca casi como si ya no tuviera vida y tenía la mandíbula cuadrada y la mira inexpresiva como ellos. - ¿Por qué me has llamado? -miró a Alexander, la voz de aquel ángel era grave y podría hacer que cualquiera saliera corriendo de su vista, su brazo sangraba, pero ya no tanto-Has traído a la hija de Miguel ante mí-la miro y ella sintió como su corazón latía fuerte y también como se paralizaba ante ese gesto -No la traje por esa razón, necesito hablarte-Gabriel pareció entrecerrar los ojos y miró a Verónica con desprecio, para después mirar a su ángel frente al lago, aquel Arcángel solo estaba parado sobre el agua y alejado a unos metros de ellos, parecía que ni siquiera tuviera que utilizar sus alas para mantenerse en el aire -No eres más que un traidor-saco su espada y la puso contra el cuello de Alexander con un movimiento rápido que ni siquiera él pudo anticipar-Debería matarte ahora-dijo con tono serio Alexander trago saliva el frío de la espada estaba contra su garganta, era su fin y tal vez debía aceptarlo, pero estaba dispuesto hacerlo mientras que él no se acercara a ella - ¡No! -Verónica corrió hacia ellos y de un momento a otro Gabriel la miró horrorizado, cuando se dio cuenta de porque la miraba así traía en su mano la espada con la cual Gabriel había amenazado con matar a su ángel y apuntaba el cuello del ángel con alas doradas.
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