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Mi sexy stipper... ¡¿Es ahora un CEO?!

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Blurb

Nadie hubiera imaginado que la hermosa chica de clase alta Helena Areleous, terminara con un stripper de los barrios bajos.

Por eso ella hizo todo lo posible por no someterse a tal humillación y dejar su relación como un sucio secreto que necesitaba ser oculto para siempre, por más que estuviera comenzando a sentir por Gavril algo más intenso que el deseo descarnado.

Lo que ni siquiera la misma Helena imaginó es que ese simple stripper como solían llamarlo sus amigas, se convirtiera en el hombre más influyente de Grecia años después, pero en esta ocasión, ella trataría de no acercarse a él.

Ya la primera vez su corazón había salido lastimado, aunque Helena nunca lo admitiría.

Gavril Stephanidis había regresado para vengarse de Helena y esta vez no iba a ser él quien perdiera esa batalla.

La seduciría tentándola de una manera que no fuera capaz de resistirse a sus caricias.

La volvería tan loca por él como ella misma había hecho con él, luego de eso todo terminaría.

Aunque Gavril ni siquiera imaginó que las cosas se salieran de control y que el amor volviera a resurgir dentro de él aunque se hubiera esforzado por mantener sus sentimientos a raya.

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Capítulo 1— Compañero sexual.
"Formar parte de la sociedad es un fastidio, pero estar excluido de ella es una tragedia" —Oscar Wilde. Sin duda alguna el dinero te da poder, pero tenerlo conlleva a tener un tipo de responsabilidades nada gratas. Como por ejemplo ir a lugares a donde no quiero ir, hacer cosas que no quiero hacer y en definitiva ser quien no soy. No sería un fastidio si durante toda mi vida no me hubieran dicho qué decir y qué hacer frente a los demás. Estoy muy acostumbrada a mi estilo de vida y no voy a hacer nada por cambiarlo. Demasiadas cosas perturban mi cabeza así que solo fingo y sonrío. ¿Qué más puedo hacer cuando vivo en un mundo superficial donde solo importa las cosas realmente estúpidas? Como por ejemplo si finalmente he tenido sexo, como si la virginidad fuera una especie de enfermedad vergonzosa que debe curarse de algún modo u otro. ¿Lo entiendes? Absolutamente estúpido. O si te vistes mejor que Blair Bellamy definitivamente eres quien manda en la maldita ciudad. Ciertamente no necesito vestirme mejor que esa perra para quitarle su trono de princesa Ateniense, solo lo hago por el placer de ver la rabia en sus facciones de niña consentida. Aquí, si no eres una perra nadie te toma en serio. Digo, me importa una mierda lo que los demás piensen de mí pero la popularidad es algo tan delicioso que no me es ajeno. Me encanta el poder. Está intrínseco en mi vida desde que era una niña. Desde pequeña he tenido todo lo que quiero y ahora de mujer no será la excepción. ¿Mi secreto más sucio y oscuro desde el punto de vista de esta estúpida sociedad? Soy virgen a los veintitrés años. No me avergüenza pero tampoco me enorgullece. Esto es algo que nadie sabe porque fingo demasiado bien pero me irrita de sobre manera cuando las personas hablan sobre la virginidad como algo extraño e incluso llegan a decir que las chicas vírgenes a esta edad simplemente son lesbianas. No tengo nada contra las lesbianas pero en definitiva me encantan los hombres. Si mi himen sigue intacto es porque no he encontrado al hombre indicado para que me folle como Dios manda. Y no me refiero a toda esta mierda sentimental del amor verdadero y esas curcilerias que no me van para nada conmigo. Hay algo más allá de eso. Un compañero s****l debe despertar a mí gatita interior. Una que quiera jugar con él y ser poseída por completo, sin reservas, aunque con precaución. Mi compañero s****l debe ser mucho más que una carita bonita como todos los hombres que me rodean. Debe con tan solo una mirada despertar la pasión ardiente en mi interior. Demonios, debe ponerme húmeda con tan solo el roce de su aliento. Lástima que él no exista aún en mi vida. No voy a conformarme con menos. No me lo merezco. A decir verdad otro de mis secretos es que soy bastante tímida en cuanto a relaciones se trata, cuando un chico me gusta los nervios me ganan, aunque finga que no me importa. Esto me ha dado el título de la reina del hielo o la inalcanzable para muchos imbéciles. Lo prohibido les gusta y por eso es que llamo tanto la atención entre las otras, aparte claro de mi belleza sobrehumana, modestia aparte. He tenido novios aunque con ellos no he llegado tan lejos. Mi reputación de diosa s****l se debe a que mi más reciente exnovio Christian Katsaro es precoz. Con tan solo besarnos y acariciarnos el hombre culminaba como si hubiéramos tenido una maratón s****l que nunca se llevaba acabo. Era vergonzoso para mí pero Christian solo decía que esto se debía a lo caliente que lo ponía. Por supuesto no le creí, de todas maneras el que lo haya dejado solo sirvió para que Chris hinchara su pecho y gritara a los cuatro vientos (De acuerdo no lo hizo tan literal) que tuvo sexo con la chica de los Areleous, la prohibida, y que en definitiva he sido el mejor sexo que ha tenido. La propaganda no me hubiera molestado de no ser porque estas habladurías llegaron a los oídos de mi padre y mis hermanos mayores. Mi padre se limitó a fulminarme con la mirada por todo un mes para que después se le olvidara el incidente. Mientras que con mis hermanos no fue tan fácil. Stef y Dem me dieron el sermón que papá debió darme. Con mi gemelo fue otra cosa él es el más sensible de todos en casa y casi lloró por mi inocencia perdida. Estuve tentada a abrazarlo para consolarlo pero mi reputación se vería afectada. Nadie me dio la oportunidad de decir que Christian estaba mintiendo aunque tampoco me esforcé demasiado por ser escuchada. ¡Demonios, una vez más, tengo veintitrés! ¡¿Que importa mi himen?! — ¿Realmente no te molesta que salga con Chris? —me preguntó Felicia peinando su cabello para la cita que tenía con mi ex. Ante su pregunta yo me limité a estudiarla sin que ella lo notara. Felicia era una de mis “amigas” del club, dada que nuestra amistad es más porque mi padre me pidió que hiciera amistad con las hijas de sus socios yo no iba a sacar a Feli del mundo de ensueño que se había formado en su cabecita de chorlito pensando que su Chris era el hombre perfecto. En definitiva hay cosas más importantes en los chicos que el buen sexo, pero eso dícelo a mi amiga ninfómana. Las chicas del club no son más que peones que tengo cerca para evitar el aburrimiento. Solo existe una verdadera amiga para mí y por desgracia está viviendo en Francia culminando sus estudios. —No, Chris no está en mi mira ahora. Pude ver brillar un deje de molestia en esos ojos verdes de víbora pero ella trató de disimularlo muy bien. — ¿Y quién está en tu mira ahora Lena? —chismorreó Parvaneh sentada a un lado de Felicia. Ella por su parte era más chismosa que maliciosa (como Felicia) cosa que hacía que tuviera solo un poco más de confianza en ella. Le envié una mirada pícara pero antes de que respondiera, Felicia volvió a hablar llamando la atención de nosotras. —Porque si te molesta, no saldré con él, después de todos somos las mejores amigas ¿Verdad? Estuve a punto de entornar mis ojos por su hipocresía pero me limité a ser política y a seguirle el juego. —Seguro —dije con un sarcasmo marcado pero al ellas ser tan tontas no lo notaron—. No me importa Chris, puedes quedarte con él. La furia se encendió en sus pupilas sin embargo no dijo nada porque Satchel entró en mi habitación como si de un ángel feliz se tratara. — ¡Chicas! ¡¿Adivinen?! —exclamó con su vocecita dulce la recién llegada. De las tres Chel era quien me inspiraba confianza, podía leerla y de alguna forma sabía que esta chica era transparente como se notaba. Tan dulce como una mujer de dieciocho años recién cumplidos debe ser. Era tan diferente a nosotras como si no perteneciera a este grupo.

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