Mia puso en marcha la lavadora y se limpió las manos en el delantal, sabía que Antoni tenía algo en mente, pero decidió no insistir, su esposo no era de los que dejaban cabos sueltos, sacudiendo esos pensamientos, decidió enfocarse en algo más productivo y era ser la mejor anfitriona, no le gustaba que los visitantes a su casa estuvieran desatendidos. — Voy a preparar café y algunas galletas para todos. — anunció, más para sí misma que para Antoni. Él la observó salir del cuarto de lavado con una media sonrisa, cruzándose de brazos decidió seguirla a la cocina, a veces se preguntaba porque no estaba redondo de tanto que ella preparaba. — Siempre tan atenta... — comentó con un deje de orgullo — ¿Y para mí? — Mia rodó los ojos con diversión. — Para ti siempre hay algo especial. — se puso

