0.91

2475 Words
Derek  bufó molesto al ver las cartas que Robbie puso sobre la mesa, con un suspiro de frustración soltó las suyas mientras le embriagaba la cólera generando una sonrisa de satisfacción en el otro, que le miraba pícaramente. Gruñó al ver cómo el rubio recogía las fichas apiladas en el medio con prepotencia a la par que sus acompañantes abucheaban la buena suerte que tenía y miraban con burla. Tomó aire y cruzó sus brazos echándose hacia atrás en la silla, procurando mantener el control y no mostrase más humillado de lo que ya estaba siendo. Cuando el rubio hubo terminado de examinar las fichas esbozó una sonrisa. — Has tenido suerte, Robbie Evans. El nombrado rió acariciando las fichas, le dirigió una sonrisa cínica recibiendo con gusto el sarcasmo y la acidez en cada palabra. Ah, era bueno perder de vez en cuando. —Siempre será un placer jugar contigo, Derek .  No respondió nada, se limitó a ver cómo se ponía en pie dejando a la vista su glorioso trasero y se marchaba con sus amigotes siguiéndole entre risas estruendosas. Terminó la cerveza de un trago dejando la botella sobre la mesa en un golpe seco. Observó las cartas que demostraban los resultados del juego que acababa de terminar. Sin querer estar más en ese ambiente asfixiante salió de allí a tomar un poco de aire, necesitaba pensar y tal vez meditar un poco más sobre sus acciones. No sobre dejar el juego, eso nunca, simplemente hallar las soluciones a los líos en que estaba envuelto. Se recostó contra un pared fuera del establecimiento, a pesar de la distancia, a sus oídos todavía llegaba la música y el aroma a cigarrillo. — ¿Mal día? Rodó los ojos la escuchar aquella voz, Nicolás apareció a su lado con  un cigarrillo en la boca, apenas le miró de reojo y continuó en su labor de perder el tiempo contra una pared. Guardó las manos entre los bolsillos de su chaqueta de cuero mientras consentía la idea de con quién iba a pasar esa noche. —Te dejaste joder de Robbie, ¿eh?—Ladeó su rostro observando a un lado, no necesitaba de sus palabras— Te confías demasiado— Expulsó el humo para continuar hablando — Ese es tu error. — Yo no me confío, el muy perro jugó sucio.—Le miró con seriedad. Nicolás esbozó una sonrisa y dejó el cigarrillo a apenas unos centímetros de sus labios, su mirada perspicaz le daba entender que no creía en sus excusas de niño frustrado.  — ¿Por qué no lo detuviste entonces?—Dio una cala. — No quiero enemigos innecesarios.— Alzó los hombros e hizo una mueca al aspirar el aroma del cigarrillo—Además, no es como si el dinero me faltara mucho. Nicolás soltó una risotada.  —Sino te faltará en dinero, no pensarías día y noche en cómo pagar lo que debes a Alfred. — No me lo recuerdes.—Bufó. —Vamos, tus ahorros apenas cubren la mitad, además, no puedes tapar el sol con un dedo por mucho tiempo. Alfred se va a hartar de tus excusas. — Ya lo solucionaré.— Dijo fastidiado, echó su cabeza hacia atrás y cerró los ojos— Todavía no entiendo cómo pude perder ese cargamento de alcohol. — Eres un crío estúpido, Derek , por eso lo perdiste— Le encaró—. Además de un puto crío cobarde, por eso no enfrentaste a Robbie allí adentro. — ¡Cállate, maldita zorra!— Le miró furioso. Nicolás arrojó la colilla al suelo y la pisó sin apartar su mirada.  —Entonces. ¿dejas que te jueguen sucio? Avísame a la próxima, también quiero quitarte una rebanada de tu dinero. Derek bufó. — Me trae sin cuidado lo ocurrido allí adentro. Cuando le lama el culo el idiota ese me tendrá que devolver el triple. — ¿Vas a cobrártelo?—Dijo interesado. Derek  asintió sonriendo de esa manera que a veces le generaba un escalofrío a Nicolás. — En la próxima jugada, ya verás cómo regresa por más. Son así: ganan y se creen los reyes del mundo. Lamentablemente ese título solo nos pertenece a unos pocos. Nicolás tenía toda la intención de discutirle esa frase, es decir, si es cierto lo del título a unos pocos y el asunto de la estrategia. Pero, evidentemente, Derek  no tenía el título de rey. Todavía. — ¿Le dejaste ganar?—Dice burlón. — La próxima vez regresará con más dinero— Sacó un as de su chaqueta— Y ahí es donde realmente ganaré. Nicolás soltó una risotada sin creer lo atrevido que podía llegar a ser ese niño. Derek  ocultó sus manos entre la chaqueta de nuevo mirando al frente, la próxima vez obtendría mucho dinero.  De pronto, un chico con una ropa apretada y sugerente se paró a unos metros frente a ellos, exactamente en la otra acera. Nicolás le golpeó el hombro e hizo una seña, pero el otro apenas reparó en aquella presencia. — No es mi tipo.—Alegó. Nicolás apoyó su brazo en el hombro ajeno y se acercó un poco. — Dices que ninguno es tu tipo, pero te follas a cuanta prostituta se te pone al frente. — ¿Sabes? Me gustan las putas con clase, no las rebajadas como ese chico que ves ahí.—Dijo indignado. Nicolás guardó silencio, y regresó la mirada al chico quien entendiendo el asunto decidió continuar con su búsqueda. Miró de reojo al pelinegro, chico de calle, arrastrado y sin un peso dónde caer muerto, claro,  al menos mientras descubres sus cuentas corrientes llenas de dólares por el juego.  Solitario como sólo él podía ser y aterrador cuando se lo proponía. Atractivo y la presa ideal para muchos hombres y mujeres hambrientos de placer. En ese mundo se veía de todo y, desde su perspectiva, a Derek  le faltaba demasiado por aprender. Era una víctima de su propia ingenuidad.   — Te falta camino, Derek — Susurró rompiendo el silencio. Derek  se apartó con una mueca y echó a andar.   — No me jodas con tus sermones. Se acercó a su automóvil estacionado a un par de calles, no era el último modelo pero tampoco la vergüenza andante. Subió  y lo encendió recorriendo las calles oscuras.  Después de unos minutos se detuvo en un semáforo donde estaba un joven parado fingiendo esperar el cambio de color, Derek esbozó una sonrisa y bajo el vidrio asomando apenas la cabeza. — ¡Ey! Jordan. El joven se giró al llamado y sonrió mientras se acercaba. — Que bueno verte—Dijo agachándose un poco, quedando a apenas uno centímetros del rostro del pelinegro. — ¿Estás libre? — Para ti siempre lo estoy—Dijo con voz sensual. — Pensé que Gabriel te había puesto las cadenas y que no te volvería a ver por aquí.  —Él no es mi dueño. —Hizo un gesto de disgusto. — Me gustaría que dijeras eso delante de él.   El otro arrugó el entrecejo. —¿Vas a preguntarme por el hombre que me jode el culo todos los días o me vas a llevar a tu apartamento? — ¿Discutieron?—El otro alzó una ceja fastidiado—Vale, vale. Le abrió la puerta y le dio un casto beso antes de arrancar de nuevo, en el camino hablaron un poco de trivialidades, aunque realmente Derek estaba más concentrado en la caricia de su muslo. No se dieron tiempo de llegar al apartamento, Derek le quitó la ropa con brusquedad y le arrojó a la cama para luego acompañarlo. Lo penetró cientos de veces, lamió su cuerpo y lo acarició dejándose llevar por esos placeres en los que tanto le gustaba andar, de esos en los que se estaba convirtiendo en un experto.  Le llevó al cielo dejando que sus sudores se mezclaran, que sus líquidos se esparcieran por sus cuerpos para finalmente culminar en el cansancio. Vaya vida la suya. Cayó rendido.    Al abrir los ojos lo golpeó la realidad, se removió un poco sintiendo su cuerpo impregnado de un aroma rancio que le generó náuseas. Rozó la espalda desnuda que yacía a su lado y bostezó sentándose en el filo de la cama, estiró sus brazos y se puso en pie. Caminando desnudo por el apartamento, se dirigió a la cocina a beber un poco de agua para pasar la sequedad, apenas había bebido unas cervezas y sentía el cuerpo sin fuerzas. Al regresar a la habitación recogió el condón del suelo y lo arrojó a la cesta de la basura del baño donde se cepilló los dientes para luego darse una ducha rápida. Al salir se encontró con Jordan quien ronroneaba sobre la cama con una sonrisa en sus labios. Derek  apenas le prestó atención y buscó ropa limpia.   —Escuché lo del cargamento de Alfred, un golpe trágico en sus negocios. Derek  se terminó de vestir, se giró a Jordan quien subía su bóxer por las largas piernas. Sin pensar mucho en sus deseos buscó su pantalón del día anterior para sacar un poco de dinero, el cual le extendió a chico.   —Toma tu paga. El joven lo recibió sonriente y contó la cantidad pasando los billetes con agilidad. —Es un placer tener sexo contigo. —Sonrió al terminar. Derek apenas se encogió de hombros y salió de la habitación a beber un poco de café, debía buscar un negocio para poder reunir el dinero que debía a Alfred, de lo contrario, sería hombre muerto. Minutos después llegó Jordan a la cocina, ya vestido, se acercó y le dio un largo beso que le encendió de nuevo, acarició las caderas ajenas ganándose un pequeño gemido. — Puedo darte la segunda ronda a mitad de precio— Murmuró contra sus labios.  Derek negó con una sonrisa para besarle de nuevo. —Gabriel debe estar buscándote como loco.    Jordan se apartó dándole un golpe en el hombro, pero después sonrió para encaminarse a la puerta y marcharse.   — Será en otra oportunidad. Derek lo despidió sintiéndose tranquilo al verle desaparecer. Mientras regresaba a la cocina su móvil empezó a sonar, al ver el número en la pantalla suspiró, era Alfred, y eso no era bueno. No tenía reunido ni la mitad de esa deuda, sus ahorros no alcanzaban a cubrirla y si los utilizaba todos quedaría en la calle, aunque era mejor que perder la vida. — Habla Derek . —Hola, querido Derek — Escuchó la voz ronca al otro lado, apretó los dientes.— Llamaba para saber cuándo vas a pagarme el dinero que me debes. Derek  acarició el puente de su nariz, se recostó contra la encimera un poco angustiado. Alfred no le iba a comer excusas más tiempo, así que tendría que pensársela bien. —Ya tengo un poco más de la mitad— Dijo, acarició sus cabellos— Dame unos días más y prometo tenerlo todo, sabes que no es una cantidad pequeña. Escuchó una risa. — Llevamos con ese cuento un mes, Derek . Mira, puedes vender tu departamento, vaciar tus cuentas y buscar a tu padre para que te facilite un poco de dinero para pagarme, no entiendo la tardanza. Claro, podía vender el apartamento si quería vivir en la calle y aguantar hambre, luego de que su padre le sacara a patadas de la empresa. —Sólo son unos días más... — Mordió su labio — ¡Dos semanas! en dos semanas completaré el dinero. Alfred suspiró al otro lado, parecía pensarlo. — Derek , voy a ser claro. Dos semanas. En dos semanas te busco por mi dinero: quinientos millones de wons. Sino los tienes, te mato. Escuchó el pitido. Apartó el teléfono lleno de angustia. Dos semanas. Dos semanas para recoger quinientos millones de wons, era ridículo. Pero debía pensar en una solución, algo se le tenía que ocurrir, robar un banco, prostituirse...algo. ¿Qué podía hacer?¿Cómo demonios se salió eso de sus manos?  Era un cargamento de alcohol, un estúpido cargamento que tenía que dirigir y le confiscaron en un parpadeo. Estaba en un aprieto, en uno grande. Acarició sus cabellos preocupado, tenía que hacer algo, incluso iría con su padre si era necesario, aunque era su último recurso. En eso sonó la puerta, con un bufido maldijo a Jordan por ser tan idiota de olvidar sus cosas. Pero, al abrir la puerta, se quedó de hielo. Un hombre, que nunca había visto en su vida, estaba al frente suyo apuntándole con una pequeña pistola oculta en su chaqueta, a su lado, un hombre de cabellos castaños, piel blanca, labios gruesos y un porte arrogante le sonreía. — ¿Los conozco?—Gruñó. — No, pero yo a ti sí.—Habló el castaño, tocó el hombro de su acompañante mucho más alto que ambos  —Ethan, baja el arma. El hombre obedeció guardando el arma lentamente. — ¿Quiénes son ustedes? —Se aferró al pomo dispuesto a cerrarles la puerta en la cara. — No te preocupes— Respondió de nuevo el castaño, quien asumía era el jefe—, no soy un matón, no tengo interés en eso. Simplemente vengo a ofrecerte trabajo.    Derek  se quedó mirando a los hombres, quienes se adentraron a su apartamento sin pedir permiso, aunque tampoco se creía en condiciones de negarlo. Cerró la puerta con desconfianza, sin perder ninguno de sus movimientos, a la expectativa de huir si era necesario. —¿De qué trabajo hablas? El hombre, Ethan, se quedó quieto junto al castaño, quien miraba de reojo y con cierto desprecio su apartamento, quería correrlo por engreído, pero se contuvo. Detalló su traje y el de su acompañante, no eran cualquier persona, tenían dinero, y por montones. No era bueno.  —Eres un pobre diablo— Le miró de arriba a abajo—, veo que no me equivoqué al escogerte. Derek sonrió irritado, ahora tenía que aguantarle los insultos.   — Deberías ver mis cuentas bancarias—Apoyó las manos en sus caderas—, puedes llevarte una sorpresa. — Bueno, tus padres te han consentido la vagancia, pero no será por mucho tiempo. Ambos sabemos que tendrás que desocuparlas. Derek se puso rígido en ese momento, se le quedó mirando fijamente. Al parecer sabía más de lo que aparentaba. —¿Qué quieres?  — Estoy dispuesto a pagar una fuerte suma de dinero por algo muy sencillo, algo estúpido realmente. — Se encogió de hombros. Derek sacudió sus cabellos con una sonrisa sarcástica. — Oh, suena bien, pero no trabajo con drogas ni nada que se le parezca. El otro negó, suspiró como le asfixiara estar allí dentro. —No es nada de eso — Alzó su mano en el aire negando — Sé que tienes una leve adicción a los juegos, nada serio realmente, un placer que te gusta darte. Pero, también sé que no tienes dónde caer muerto en este momento, tus padre cortaron contacto contigo hace años por tus juegos y ahora te hayas en déficit por un error que cometiste. Parece que alguien le había puesto entre la espada y la pared, el cariz de las cosas no le empezaba a gustar. Conocía bien a la gente como él, buscaba momentos de desesperación, como el suyo, y  aparecían con una suma de dinero tentadora a cambio de un trabajo sencillo que podía ser matar, robar, contrabandear. Vender el alma al diablo, en pocas palabras. — Me investigaste bien. — Lo suficiente— Dijo fingiendo modestia. Derek suspiró, ese idiota le fastidiaba así que iba a sacarlo de una buena vez. — Bien, dime ¿cuál es ese trabajo? Al ver aquella sonrisa le recorrió un escalofrío, la mirada ajena se oscureció. —No es nada fuera de lo normal, nada ilegal ni que se le parezca. La paga es buena, te concederé el dinero necesario para pagar a Alfred. Derek  apretó los labios sin pasar por alto los detalles que le brindaba. — ¿Qué clase de trabajo? —Quiero que dejes embarazado a mi esposo.
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