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1467 Words
JOSHUA —¡Joshua! —me gritó uno de mis compañeros—. Vamos a por unas cervezas al pub, ¿te vienes?  —Otro día —contesté, y empezaron los abucheos de broma.  —Tu novia te tiene cogido por los huevos, ¿eh? —se burló Peter.  —Yo dejaría que me cogiera por los huevos —comentó Matt, y me miró con las manos levantadas—. Sin ofender pero tu novia es la hostia.  Ya ya lo sabía, Hannah era perfecta, lo era tanto que me jodía aún más no sentir lo que debía. Necesitaba un descanso, saber que no podía vivir sin ella, necesitaba saber que la quería. Después de seis años, todo el instituto y entonces la universidad... a veces me sentía como un gilipollas por empezar a sentir que sólo estaba con ella por comodidad, porque era lo único que conocía y Hannah no se merecía eso, no se merecía a un cabrón que dudaba de si la quería o no. La situación me agobiaba y no podía más, no podía seguir comiéndome la cabeza todas las noches porque el tema ya me afectaba hasta en los partidos.  Atravesé el campus ordenando las palabras en mi cabeza y ensayando en voz baja qué cojones iba a decirle. No había forma alguna de que las cosas le sentaran bien. Hasta a mi me estaba doliendo, eran tanto años... Consideraba que Hannah era magnífica, perfecta, el sueño de muchos y encima me quería a mi, pero tantos años en lo mismo y la rutina me hicieron centrarme tanto en las cosas fijas que todo lo que me quedaba era un sentimiento de confort que me aburría.  Algunas chicas de la residencia me reconocieron de tantas veces que me veían y me saludaron con sonrisitas. Subí por las escaleras y cuando llegué a la planta de su cuarto, un par de chicas que salían de las duchas se subieron más las toallas enseñándome más piel; nunca le presté mucha atención a eso porque Hannah había sido mi única, mi primera vez y mis primeras experiencias, nunca antes había estado con otra chica.  Golpeé su puerta con los nudillos y no tardó en abrir con su increíble sonrisa reluciendo de felicidad. Y yo iba a joderlo. Aun así, doblé las rodillas y ella se puso un poco de puntillas para darme un beso. Fue muy normal, no me causó nada. Por suerte estaba sola, pero por desgracia las cosas empezaron a torcerse pronto, en cuanto se le aguaron los ojos y se alejó de mi. —¿Necesitas tiempo para saber si me quieres o si sólo estás acostumbrado a mi? —me preguntó, y sonó bastante calmada, procesando las cosas.  > Lo necesitaba.  —Necesito saber que te quiero —confesé, y ella apretó los labios—. Necesito echarte de menos.  El pecho le tembló y cogió aire sin dejar de mirarme con esos ojos grandes y azules que tenía, parecían de cristal.  —Vale, si es lo que tú quieres... —terminó por decir, y los hombros le hicieron un movimiento tembloroso. Quería abrazarla, quería que a pesar de eso las cosas no fueran mal entre los dos porque esperaba volver con ella cuando todo el lío que tenía en la cabeza me dejara respirar. Intenté acercarme a ella, pero agitó un poco las manos evitándome, sin embargo no pude irme de ella así como si nada. La rodeé con mis brazos y ella me envolvió la cadera con los suyos. Olía a frutas por su champú y a mi eso siempre me gustó porque cuando se quedaba dormida en mi pecho ese olor me relajaba.  —No quiero hacerte daño —le aseguré, eso era lo último que quería—, odio eso, pero...  —Pero lo necesitas, sí, lo pillo —me cortó, y sus manos finas y delgadas me empujaron por la cintura hasta que se separó. Por unos segundos la eché en falta—. Estaré bien, Josh, no pasa nada. Tienes razón.  Pensé que un tiempo probando lejos del otro nos vendría bien a los dos para experimentar lo que era estar solos, la total independencia. Hannah ya parecía más relajada, tal vez se dio cuenta de que ella también lo necesitaba. Para relajar el ambiente estiré la mano y le quité la pinza que enredaba su pelo, lo tenía muy ondulado y largo, y Hannah entrecerró los ojos con gracia.  —Está bien escuchar como dices que tengo la razón aunque sea así —comenté, y lancé la pinza a la cama.  Soltó un pequeño bufido que me sacó una leve sonrisa y caminó hasta la cama para coger la pinza. El ambiente siguió raro de cojones, me agobiaba porque era muy tenso y a pesar de los chascarrillos nada podía amenizar la situación.  —No te acostumbres —bromeó ella.  La habitación se quedó en un silencio de esos que entre nosotros nunca habían pasado. Hannah ni siquiera se giró para mirarme y decidí irme porque allí dentro sólo la estaba jodiendo más.  —Tengo que hacer unos trabajos para mañana, pero nos vemos —me despedí, y ya tenía la mano en el pomo.  Tampoco se giró, se quedó estirando las sábanas arrugadas de su cama.  —Claro, nos veremos —dijo.  Creo que me quedé esperando su típica despedida, su forma de correr y engancharse a mi cuerpo dándome besos como una adolescente repitiéndome que me quería, pero no pasó y me fui de su cuarto con una sensación de vacío muy extraña. Me quedé perdido cuando salí de la residencia porque después de los entrenamientos los pasaba con ella, pero ya no y no tenía ganas de reunirme ni con mis amigos así que terminé tumbado en mi cama con la música a todo volumen taladrándome los pensamientos. Estuve casi que dos horas sin hacer nada, no tenía ganas y pensar en nuestra relación me terminó jodiendo la cabeza.  —¡¿Se puede saber que coño haces?! —Blake atravesó toda mi habitación y me apagó el altavoz de un golpe—. Oh, j***r, ¿ya lo has dejado?  —Es sólo un tiempo, no lo hemos dejado. Se apoyó contra mi escritorio y me miró como el c*****o que era.  —¿Y cuál es la diferencia? ¿No vais a follar con otros y esas mierdas?  Me estiré como un resorte y me senté en el borde de la cama. j***r. ¿Podíamos follarnos a otras personas? Igual sonaba a que era un cabrón, pero conocía a Hannah y sabía que ella no sería capaz de estar con otro. Habíamos perdido la virginidad juntos y su cuerpo siempre fue mío, eso a ella no se le pasaba por la cabeza, pero ¿y a mi? > La idea de tirarme a otras chicas llevaba rondándome meses, muchos. Fue una gilipollez pensar que si me abría a otras personas apreciaría más lo cómodo que ella me hacía sentir.  —Esto es una mierda —bufé, y me froté la cara con las manos.  Blake era mi mejor amigo, un compañero del equipo y vivía conmigo en la fraternidad, conocía todo de lo que pasaba.  —¿Tú qué es lo que quieres?  —Quiero quererla —aseguré. Lo hacía, consideraba que, en lo sentimental, nunca encontraría nadie como ella; pero en el sexo... eran muchos años con lo mismo y nada cambiaba, y j***r, todo el mundo se follaba a esas tías en las fiestas, una diferente cada fiesta y eso empezó a sonarme excitante. Era sólo lo físico y yo no sabía que era estar con otra persona, sólo con Hannah.  Blake se sentó en mi silla al revés y se cruzó de brazos sobre el respaldo.  —Mira, en una semana salimos al campeonato, estaremos fuera dos semanas antes de Navidad, conoce a otras tías, te las follas y les haces tus guarradas. Así te quitas eso de ser un puto perro de una sola mujer y pruebas cosas nuevas. Es imposible estar con una persona toda la vida, ¿sabes? Hay estudios que lo demuestran. Y cuando vuelvas con ella sabrás más cosas que hacerle a Hannah porque de las experiencias se aprende. La gente aprende a follar porque se folla a veinte antes de tener pareja, vosotros ni siquiera habéis besado a otras personas.  Yo pensaba que jamás sería capaz de estar con otra que no fuera Hannah, lo pensé durante cinco años antes de que empezara a comerme la cabeza, y entonces supe que esas mierdas eran mentira. Lo principal por lo que quería un tiempo era para echarla de menos y poco a poco volver a quererla como cuando éramos dos críos; pero también quería vivir esas cosas que no conocía.
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