Susan
Cuando giré, lo ví, ya estaba de pie con su mirada puesta en mí.
Estás cosas solo me pasan a mí… necesito paciencia.
—¿Estás escapando de mí?
—¿Por qué tendría que escapar? obvio que no, tengo hambre y quiero comer algo rico.
—Sufro para dormir, no tienes idea lo difícil que es para mí esa simple acción, pero tu cercanía me sirvió… dormí y descansé como nunca. Todo hasta que sentí como me abrazaste y prácticamente te subiste sobre mí.
—Seguramente fue producto de las pesadillas.
—¿Segura? No te veo muy convencida… creo que dormir en la misma cama no fue muy buena idea, especialmente porque no te conocía muy bien… no conocía tus alcances y eso que sueles hacer.
—¿Qué estás tratando de decir?
Pregunté cruzando mis brazos, su sonrisa cínica era algo que estaba haciendo que mi paciencia se fuera de a poquitos de mi cuerpo.
—Que no pensé que detrás de la eficiencia de mi secretaria hubiese una mente pervertida, que quisiera aprovecharse de personas como yo.
De unos cuantos pasos atravesé la habitación quedando frente a él, quedando muy cerca de él.
—¿Me estás diciendo pervertida?
—Así es. Me comes con la mirada, no disimulas absolutamente nada y tus manos se ubicaron en muchas partes de mi indefenso cuerpo… actúas como una delincuente.
Abrí mis ojos y bufé.
—Y antes de que pongas de excusa la temperatura fría de la época, eres consciente de que preferí acondicionar la habitación para estar más cómodo.
—Jamás pondría una excusa tan vil.
—Me tocaste Susan, pasaste esa línea —Él puso una de sus manos en mi espalda baja. Atrayendo mi cuerpo mucho más al suyo—. Y no tienes idea lo que puedes estar provocando… Lo peor es que quieres escapar sin dar la cara. ¿Soy irresistible para ti?
Solté una enorme carcajada, sentía como mis manos temblaban, estaba nerviosa, pero no por tocarlo o porque me estuviera aprovechando de él, más bien es porque es mi jefe y de donde sea que se mire esto está mal… muy mal.
Lo miré a los ojos, lo miré fijamente sintiendo un cosquilleo inexplicablemente.
—¿Te pusiste nerviosa Susan?
—¿Nerviosa yo?... obvio que no. Estoy lista para continuar con nuestra mentira. —Me solté de su agarre.
Me giré para irme de ahí, escuché su risa burlona. Lo dejé allí y baje a enfrentar lo que se venía ahora.
Al llegar a la planta inferior pude escuchar las risas y algunas palabras maldiciendo. Caminé hasta encontrarlos en una de las habitaciones que colindaban con la cocina.
Fue inevitable no sentir nostalgia ante lo que tenía al frente, a pesar de que con mi familia, éramos relativamente unidos, nunca hacíamos este tipo de cosas… o al menos hasta donde recuerdo.
Sentí como mi jefe se hizo a mi lado, pude reconocerlo por su aroma, lo reconocía desde lejos.
—No puedo creer que se pongan con este tipo de juegos —espetó—. Saldré a la ciudad, debo revisar algunas cosas, y tu vienes conmigo. —Rodé los ojos, de nuevo está el mismo amargado.
Antes de que pudiéramos llegar a la puerta principal, escuchamos a su abuela llamándonos.
—No pensarán irse sin competir…
—Abuela, tenemos mucho por hacer. Adicional Susan quiere ir a comprar algunas cosas —él de nuevo mintió. La mujer me miró y luego caminó para tomarme de las manos.
—Ella quiere quedarse, puedo ver la luz en sus ojos… ¿No le harás esto a Susan?
—Abuela, estás cosas no son para nosotros, sabes muy bien que no son para mí.
—Claro, como eres un perdedor —dijo ella con una sonrisa—. Pero ella igual puede participar.
—No soy un perdedor.
—Te da miedo mostrar que no eres capaz de participar en nuestro concurso. —Él me miró.
La verdad estoy haciendo un esfuerzo gigante por no reírme de él. Marie puso su mirada en mí, mientras me hacía señas para que interviniera. Lo tomé de las manos haciendo que de inmediato me mirara.
—Por favor… ¿podrías hacerlo por mí? —Me apoyé en él. De reojo pude ver lo feliz que era su abuela por esto.
—¿Si voy que me das? —dijo colocandome fuera de base.
La mujer juntó sus manos y fue directo hasta los demás integrantes de la familia.
—Yo la veo muy bien, no parece que esté enferma —dije cambiando de tema.
—Siempre ha sido muy jovial —respondió sin quitar la mirada de mí—. Y bien Susan, haré algo que no me gusta únicamente porque mi novia falsa quiere hacerlo, ¿qué obtendré al respecto? —me solté de su agarre aprovechando que nadie puede vernos, o bueno, eso es lo que espero—. Que cobarde eres Susan. Tuviste valentía únicamente porque mi abuela estaba cerca.
—No soy cobarde. Si participamos y ganamos… haré lo que me pidas.
—Está bien, serás mi esclava —dijo con una sonrisa de lado a lado.
—Sin embargo, si perdemos… tú serás mi esclavo.
—No sabes en lo que te acabas de meter Susan… Vamos a ganar, y tú serás mi esclava. Y harás lo que te pida. Y será la navidad más tormentosa de tu vida. Te lo aseguro.