: Tercia de reyes

4146 Words
"Solemos buscar agradarle a los demás, lo hacemos cómo un escudo de defensa. Para encajar, aunque... Ya hay muchas personas así, ¿Por qué querríamos ser uno más? CAPITULO 2 Mordí la punta de mi dedo, para mirar como mamá servía té, solía arremedar las mismas cosas que hacía la Señora Bennet, para poder agradarle aún más. Me preguntaba si lo hacía inconscientemente, o de verdad quería ser como ella. —¿A que se debe tú visita? Deberías estar con Zack—, acusó. Dejando la taza frente a mis ojos, alcé una de mis cejas—, ¿Qué haces aquí? —No te alegres tanto por mi visita—rodé los ojos para darle un trago al té—. Quería hablar contigo. —Adelante—se sentó. Para verme por encima de la taza, bebiendo de su té—, Dime. —¿Por qué tengo que casarme con él?—pregunté. Mamá me miró como si hubiera dicho lo peor del mundo—Puedo conseguir dos trabajos y yo pagaría las quimios... Pero... ¿Casarme? —¿De verdad estas preguntando eso Rebecca?—acusó, dejando con fuerza la taza sobre la mesa. —¡Nunca he querido casarme! ¿Además con el ex de Renata?—le recordé. Ella se levantó tomando mi taza caminando a la cocina, le seguí—¡Dios! ¡Es tétrico! —¡Es necesario!—reprendió. Dejando caer ambas tazas al fregador, sin romperlas pero si generando un estruendo ruidoso—, ¡Y no está a discusión! Comenzó a lavar aquellas tazas con furia, haciendo lo posible por mantenerse en control, el modo en el que tallaba ya aquellas tazas era alarmante, en cualquier segundo se romperían. Seguramente. —¡No! ¡Es necesario si quieren una vida de lujos! ¡Podríamos pagar las cuentas de Demian sin que yo me case!—le reclamé. Ella no me miraba. —¡¿Qué es lo que te importa!? ¿¡Lo que tu quieres o la vida de Demian!?—gritó haciendo que resuene sus gritos por todo el lugar. Rodé los ojos—, ¡No seas egoísta- —¡Yo puedo salvarlo! ¡No necesito un jodido matrimonio por contrato!—, grité de vuelta—¡Ya! ¡Están limpias! Ella dejo aquellas tazas y secó sus manos mirándome con una especie de coraje incrustadas en sus ojos. —¡Harás lo que es mejor para esta familia!—chilló agitando su dedo índice en mi dirección—, ¿¡Lo entendiste!? —¡Sí! ¡Y lo mejor es venderme como si fuera una...! Mi rostro se giro ante el impacto de su mano, podía sentir la mirada de mi papá seguirme, más no dijo nada al respecto. Nunca decía nada ante las palabras crueles que decía mi madre. Quizás nunca habría sido suficiente para mamá, yo no era Renata. Eso era seguro, detuve la mano sobre el lugar en donde su mano habría impactado hace un par de segundos mientras que mi pecho subía y bajaba ante la situación. —¡Eres una egoísta! ¡Ya perdimos a Renata! ¿Quieres que perdamos a Demian también?—me grito. Mis ojos se llenaron de lágrimas—¡Te odio! ¡Te odio! ¡Cómo desearía que quien muriera fueras tú y no Renata! Le miré, pareció procesar aquellas palabras y apenas lo hizo se detuvo en mi dirección un segundo, más no parecía si quiera que dentro de su cuerpo se encontrara si quiera un toque de arrepentimiento. En lo más mínimo. Mi madre salio de mi campo de visión. Quería llorar y eso se sentía como la mierda, dejé mi mano en mi mejilla mientras dejaba caer mi peso recargandome en la pared. Era como si solo fuera aquello para ellos. Una persona que tenía impreso en la frente un signo de pesos. —Ella no quiso...–Papá me miró intentando arreglar lo que sucedió. No podía disculparse por ella. —No. Si quiso. —Es por la familia Rebecca—me recordó mi papá. Para detenerse frente a mis ojos—Hazlo por la familia. —¿Y lo que yo quiero papá?—pregunté. Él me miró como si hubiera dicho lo peor—Demian necesita dinero. Sí. Pero podemos dárselo... —La familia es lo primero—repitió. Como si lo último que yo dijera no significará nada—Piensa en la familia. Por esta vez. Se fue tras mamá. Por un segundo quisiera pensar que no me veían como algo utilizable. Recordaba que mamá decía siempre que habría personas que nacían siendo una estrella y lo gracioso que era que Renata lo fuera y yo naciera estrellada. Eso solían decir ellos—a mi jamás me habría pasado por la cabeza—lo escuchaba tantas veces que comenzaba a dudar de mí misma. —Becky, no tienes que hacerlo—escuche la voz de Demian. —Creí que estabas en casa de Sarah—limpie mis mejillas—No debías escuchar esto... Ya, lo siento. —Pero lo hice—se acercó a mí. Su piel era pálida y debajo de sus ojos estaban esas bolsas marcadas ante la falta de sueño—, ¿Por qué no me habías dicho que te casabas por obligación? —Te juro que me importas. Y haría todo para pagar tus quimios—le prometí—Es solo... Que no quiero casarme con quien se iba a casar Renata. Es raro... —Y lo sé. Como casarte con Zack, un idiota de primera. Harías todo por mí—dijo sentándose a mi lado—Pero no quiero que lo hagas. No lo hagas. —No tienes que consolarme a mí. Por dios—miré hacia arriba. Intentando contener las lágrimas—Seguro Renata... —Hay algo que tienes que entender—sus manos tomaron sus mejillas—No eres Renata. Nunca has sido Renata. Eres tú y eso esta bien, eres Rebecca y eres buena. —Ya. Esta bien—me levanté limpiando nuevamente aquellas lágrimas que intentaban escapar de mis ojos—Le di un abrazo—Tengo que regresar a la oficina. Te prometo que tu te vas a salvar. —Espera—su mano rodeo mi muñeca—¿Todo lo que has hecho a sido por mis padres? —No viene al tema. —Sí. Recuerdo que eras una gran artista, dos carreras a la vez. Y en esa, la que te gustaba eras la mejor de tu clase. —Hay cosas más importantes. Aún puedo pintar—sonreí de lado. Para apartar la mirada—De verdad tengo que regresar a la oficina. —Estas viviendo una vida que no es tuya. Lotería. Eso mismo habría dicho Renata ayer. Era como si yo fuera una usurpadora de primera que intentaba quitarle la vida a alguien más. Pero no era así, el destino se habría encargado de que todo sucediera de ese modo, miré hacía donde se habría ido mamá y papá haciéndome pensar que en realidad yo era la mala de esta historia. Si ella quisiera. Al haber estudiado derecho podría introducirme a la cárcel, armar un juicio perfecto en donde yo sería acusada por aquel trágico accidente en donde ella no murió. Pero yo no hice nada, aún recuerdo aquella noche, yo tuve un error, confiar en ella. —Deberías retomar tus clases. —Sí... La mamá de Zack quiere que estudie la carrera de... —No. Lo que tu querías estudiar. Le di un abrazo y le sonreí de lado. Para después salir de la casa de mis padres subiendo al uber que habría pedido. El camino se sentía lento. O los pensamientos me estaban llenando de estragos. Apenas llegue a la oficina note como varias miradas caían sobre mí. Sabía como todos me jugaban por casarme con el ex de mi hermana. Un punto extra que añadiría al hecho de que sería mi culpa. Flashback —Es tu despedida de soltera. ¿No estás emocionada?—pregunté. Colocando una diadema en su cabello—Serás esposa de Zack. Salen desde niños. —Sí. Aunque tengo un boleto de lotería que cambiará mi vida—río para dejarme un shot enfrente, ella tomó del suyo—La gran vida. —Vida de ensueño. Una casa en la playa y cócteles a todas horas—le dije chocando mi vaso con el suyo—Lo que planteaste cuando tenias 13. —Sí. Todo está planeado. —¿Me llevaras contigo? ¿En tu escape? —No. Tu tienes que vivir el destino de ambas—dijo. Fruncí las cejas. No había entendido con claridad a qué se refería. Creía que se trataba porque ella habría tomado ha demasiado. Servía vasos de Tequila cada dos minutos. —Ajá. —Pero, si un día te cansas de esta vida. Si, te llevaría. Sonreí. Para después tallar mi cabeza. Me había comenzado a dar demasiado sueño, ella sonrió como si se tratase del gato de Alicia en el país de las maravillas. —¿Se te subió? —Eso creo. —Un último brindis. Asentí enderezandome. Ella sonrió y lleno ambos vasos estirando uno en mi dirección. —¿Traes un limón? Asentí. Me levante, sentía como si mis movimientos fueran lentos, como si cada uno de los pasos que yo estuviera dando fueran en cámara lenta me adentre a la cocina y tomé uno, me corte apenas lo partí, fruncí las cejas. No hice un drama de ello y camine de regreso a con ella, los vasos ya estaban acomodados, tome uno y le di un limón. —Porque a partir de hoy mi vida será como siempre soñé. Sonreí y estrelle mi vaso con el suyo, aquel sonido choco en mi cabeza, cada cosa que pasaba se sentía así. Como si estuviera en una película. Fruncí las cejas, mi visión comenzó a ser tan borrosa que creí que me desmayaria. Me acomode y lo último que vi fue su sonrisa como si se tratase del guason. Desperté y ella ya no estaba. Fruncí las cejas y miré por toda la habitación habían muchas cosas que me hacían falta, me gire sobre mis talones y sentí como mi corazón se sentía tan acelerado que creí que se saldría de mi cabeza. La cual dolía como el mismísimo infierno. —¡Renata!—le llame. Le busque por todas partes, caminando con pasos apresurados a pesar de que aún me sentía tan mareada. Me sentía alterada. Pasé ambas manos por las paredes y gritaba su nombre llamándola, esperando verla. Sin embargo eran intentos nulos. Ella no estaba. Llame su número un par de veces y la llamada era desviada instantáneamente. Llame a mamá. —Hola Cariño. ¿Renata esta contigo? Sentí como la sangre me bajaba a los pies, estaba asustada y aturdida. —La busqué por todas partes. Ella no está. Fin del flashback Me adentre a mi oficina y segundos después se adentro Astrid, dejando un café sobre mi escritorio. Cuando paso eso, aquella charla jamás imagine que se estaría despidiendo a su modo. Me robo un par de cosas para venderlas y poder irse lejos, tan lejos que nadie pudiera encontrarla y mucho menos encontrar algo de su existencia, pero a ella le encantaba ser el centro de atención. Cada cierto tiempo ella habría pedido dinero, compartíamos cuenta de banco y ella tomaba el que necesitaba. "¿Serias tan egoísta como para delatarme? Yo no quiero casarme. No puedes hacerme eso" Parecía no tener un término medio ante las cosas que hacía, quizá quería joderme y de ser así se le daba perfectamente de maravilla. —¿Tienes noticias de ella? Astrid era su mejor amiga. Ahora me apoyaba en cada cosa estúpida que seguía haciendo Renata. Podía ser la persona más lista del mundo, pero podía tomar las decisiones más estúpidas del mundo. —Nada. Podría acusarme de homicidio si la molesto. —¿Hablas enserio? —Ajá. Es Renata obtiene todo con un chasquear de dedos. Así es esto—le recordé para dejar caer mi cabeza hacia atrás—Es lista. Podría hundir mi vida si ella lo quiere. Y lo sabes. —Que perra—exclamó Astrid. Mientras se sentaba en mi escritorio—Sí Zack no te gusta y ella está aquí. ¿Por qué toleras lo que hace? Porque amaba a Zack a pesar de que lo que el amaba era el vago recuerdo de una persona que creía que no volvería a ver nunca en su vida. Muchas veces me pregunté porque lo hacía. —Se que sonará absurdo. Pero me alegra que fingiera su muerte—confesé—Se que ella está bien y por fin puedo ser yo alguien. —¿Hablas enserio? Baje la mirada. Avergonzada. Para después soltar un suspiro. Era feo pensar que me alegraba que mi hermana estuviera muerta pero era un dolor tremendo el pensar lo que había pasado durante todo el tiempo con ella en vida. —¿Por qué? —Ella siempre fue la favorita. La perfecta, ella estaba estudiando derecho y yo arte. Tuve que dejar mi carrera para ser la asistente de Zack. Ella era la linda, la talentosa, la lista... La estrella. —Y tu la estrellada. Me se esa historia—finalizo—Recuerdo cuando tu mamá lo decía frente a ti. Y lo hacía de un modo cruel, como si para ella fuera algo normal. Él que siempre me defendía de los comentarios de mamá era Demian. Pero intentaba que estuviera al margen puesto que no era justo para él. Intenté tomarlo con humor. Es decir podría decir que se trataba de que yo era la de en medio, la que simplemente no daría por encajar. —Y el ego de Renata crecía hasta el cielo. —¿Por qué aceptas esto? Si nunca ha sido lo que tu quieres—me recordó—Los talleres. La carrera, el trabajo. Todo lo que tus padres te decían lo hacías aún así. Tienes 19 y estás planeando una boda. Tienes 19 y ni siquiera has ido a patinar sobre hielo, un parque de diversiones con amigos. Nada. —No sé. Me casaré con Zack y aunque yo lo amé el amará a Renata toda la vida. Pero ahora nadie me compara con ella. Me alegra que fingiera su muerte quizá alguien día le pueda gustar a Zack, como Rebecca y no como la sombra de Renata. —Que... La puerta se abrió. Noté como una sonrisa de lado se había puesto en los labios de Zack, misma sonrisa que parecía intentar evitar. Era aquella sonrisa burlona con la que me demostraba que sentía que el había ganado. Quizá lo habría hecho. —Buenas tardes señor Bennett. —Señorita—saludo con desdén. Para sentarse frente a ambos—Necesito que vayas al piso 3. —Sí señor Benett. Él le entregó un par de documentos que ella tomó, Astrid se levantó. En mis pensamientos pasó que habría escuchado que dije que lo amaba, imposible. Porque de ser así habría escuchado que Renata vivía. Y de saberlo me botaria directamente a la basura. —Me llamo tu madre. Quiere adelantar la boda—mencioné bebiendo del café—Cómo si no fuera muy rápida ya. —Rebecca. ¿Ya escogiste un vestido? —Tu mamá seguro lo escogerá. Como escoge todo lo de la boda—mencione sin mirarlo—No me preocuparía por ello. —Hay otra cosa. Tienes que mudarte ya conmigo—menciono sentándose frente a mí—Dale tus papeles a Karen. Tienen que estar en orden. —Sí señor Benett—dije borde. Para después mirar hacia mi celular. Tenía un par de mensajes de Demian. —Rebecca. —¿Qué? —Ponte el anillo. Preparamos paparazzis. Para aclarar sobre el encabezado de ayer. —Ajá. Abrí el cajón. Ahí se encontraba el anillo, era precioso y bastante grande a decir verdad. Lo examine, era demasiado para mi gusto. —Ven—me llamó. Me levanté y camine hacia el—¿Me llamaste señor Benett? —Ya—tiré mi cabeza hacia atrás—Cuando empecé a trabajar aquí solo eras mi "jefe" me hacías llamarte así. —Señor Benett—repitió burlón. Para jalarme hacía él—¿Aun me traerás un café diciéndome jefe? —Sigues siéndolo—dije. Él río pasó su mano por mi cabello para acercarnos—¿Que haces? —El contrato va a cambiar. Mis ojos se abrieron a par. Me aleje y le miré conmocionada—¿Qué? —Las cosas van a cambiar. No todos piensan que somos pareja así que un par de cosas cambiaran. —Cómo Karen. Que te coquetea como si yo no existiera—mencioné girandome—No me molesta que tu asistente no crea en nuestra relación. —¿Estás celosa Rebecca? —Para nada. Me jalo de nuevo hacia el y sus ojos me miraron detenidamente. —En el contrato firmaras que iras conmigo a todas partes ya—agregó. Frunci las cejas—Cada evento. Cada viaje. —Cómo un accesorio. No te conformas con comprar coches, ya—le reproche. Él todo los ojos como si lo que hubiera dicho le molestara—Ahora compras chicas. —Me estas colmando la paciencia—me jalo. Sus ojos me fulminaron—Vivirás conmigo. Y harás lo que yo te ordene. —Ya. Sí jefé—dije haciendo seña militar—Lo que usted ordene. —Inmadura. —Ajá. —Tu cabello. Corto. —¿Qué? Estas enloqueciendo. No cortare mi cabello—dije frunciendo las cejas—No... No mi cabello. —No te pregunté. Eres tan idéntica a Renata... —Es lo que pasa cuando tienes gemelos Zack. Idénticas—enfatice sarcástica—No cambiaré. Solo porque me parezco a Renata. —Exactamente. En los medios no dejan de compararte con Renata. —Zack... —Eres tan idéntica a Renata—sus manos acunaron mi rostro. Me miró directo a los ojos–, Pero tan insípida. Karen te llevará... —No. Lo haría pero no quiero que sea Karen con quien pase toda la tarde—mencioné frunciendo las cejas—¿Que quieres que cambie? —Rebecca. —Ya. Firme un contrato en donde complazco al niño, lo sé—sonreí forzadamente—Lo haré. Pero sin Karen. Sus ojos miraron su reloj, para fruncir la nariz miró hacia mi para rodar los ojos tomando su saco. Se acercó al teléfono y miró una vez antes hacia mí para regresar al teléfono de la oficina. —¿Qué?—pregunté. Alzó su mano, para marcar el número del teléfono, pasaron un par de segundos y su voz ronca resonó por la oficina. —Cancela cualquier reunión de hoy. Gracias. Me miró, como si esperara alguna acción de mi parte. Colgó la llamada y arqueo su ceja. —¿Qué? —Camina. —¿Perdon? Sus ojos se giraron. Tomó mi mano y me arrastro por el pasillo, ¿insípida? ¿Por eso le gustaba Renata y no yo? Las palabras que me habría dicho me habrían resonando como una melodía pegajosa en mi cabeza. —Yo te llevare. Será mejor podré supervisar que las cosas salgan del modo en el que las tengo previstas. —¿Es mucho lo que odias de mi? —No exageres. Desplace la mirada sintiendo como algo crecía dentro de como un nudo o como si me hubiera quedado sin aire. —¿Soy insípida? La pregunta salio de mis labios sin si quiera pensarlo. Fue extraño, se sintió como si algo dentro de mi se hubiera hecho pequeño. Aun con Renata "seis pies bajo tierra" terminaba sin ser lo suficientemente buena. La estrellada. —Yo... Sabes a lo que me refiero. Fingí que no me importo. Pero lo habría hecho, subí al elevador abrazando mi cuerpo, cruzada de brazos. Aquí era alguien desde que Zack y yo nos hicimos novios. Solamente. Antes de ello era la copia de Renata, la pareja perfecta de Zack. Nunca habrían hecho algo oficial ante los medios pero estos siempre los seguían como abejas a la miel. Miré hacia el techo. —¿Dije algo malo? —¿Te importa? Vamos a ir a mejorar tu accesorio. —Rebecca—advirtió. Rodé los ojos. No era de mucho esperar lo que ellos pensaban de mí; la prensa. Nunca habría sido como Renata y eso me perseguía aún con ella muerta y se sentía tan patético. Demasiado. Subí a su auto mirando de reojo como la cara de Zack era todo un poema. Como si se hubiera dado cuenta que me había herido. —¿Desayunaste? —No tenemos que hablar todo el tiempo—interferí. —Te estoy preguntando. Soy tu jefe, respondes las preguntas. —Te puedo responder cosas del trabajo. Su rostro se puso rojo y me miró. Como si el hecho de hacerlo cambiará algo. Tomó mi rostro entre sus dedos y me examino. Me soltó casi al instante y comenzó a conducir, seguramente yo lo ponía de los nervios. —No colmes mi paciencia Renata no habría... —¡Exacto! ¡Renata!—intenté abrir la puerta del auto. El puso el seguro de niños—¡Ya! ¡Consigue a otra chica! ¡No puedo contigo! ¡No soy Renata! El freno el coche con rudeza inclinando mi cuerpo hacia adelante, le miré furiosa puesto que lo estaba me estaba generando tantas emociones negativas como fuera posible. Y de ser le habría enterrado ya un tenedor en la frente. Sus dedos se incrustados en mis mejillas y me examino. —Ya. Eres mía. —Soy tu premio de consolación, pero por más que intentes, más brillo, más lo que sea por más que seamos gemelas. Nunca seré ella. —¿Seamos? —¿Qué? —Hablas de ella como si aun estuviera aquí. Como si siguiera viva. Nuevamente. Quedé helada. Hablas como si Renata estuviera viva. Renata estaba viva. RENATA El aire chocaba en mi rostro y la brisa del mar se sentía deliciosa. Habría dejado todo el dinero del mundo por las cosas que Rebecca habría podido tener si se hubiera puesto alerta. Papá y mamá habrían tenido nuestro futuro planeado desde el segundo que habíamos estado en el vientre. Yo era la que había sido seleccionada para ser pareja de Zack porque era "perfecta" una palabra vacía con estereotipos marcados. Solamente. —¿Tienes una hermana gemela?—preguntó Andre, dejando un periódico en mi vientre. Frunci las cejas. Habría olvidado ponerme la peluca. Siempre Lucía diferente intentando no parecer a lo que algún día fui. Después de fingir mi muerte muchas cosas habrían sido más difíciles. Pero para Rebecca habría sido un martirio. Yo era feliz. Rebecca vivía nerviosa la mayor parte del tiempo. —No, pero seguro me confundieron con ella—mentí con deseen—Con una patética niña rica. —Ya. Pues le has causado muchos problemas a Rebecca, pareja del empresario Bennett—menciono con burla—Pobre chica. —Seguro se lo merece. —¿Hablas enserió? —Solo bromeo—dije. Para sentarme en la amaca—Así que, la niña tiene problemas. ¿Cómo podrían haberme confundido con Rebecca? Es decir, por más gemelas que fuéramos ella terminaba por ser insípida. —Quizá puedas usar el parecido a tu favor—mencionó tomando el periódico—Sí son parecidas. —Sí. Ya. Mi nombre es Rebecca, novia del empresario millonario Zack Bennett—dije en tono cantarin—Vivo tomando té. —Funcionaria. Mire hacia él para después mirar mi reflejo. Teníamos diferencias. Como yo un tatuaje que me habría hecho hacia un par de días en la parte baja de la oreja. Becca tenía los ojos más grandes. Y siempre usaba colores insípidos. Ella era insípida. —Podríamos tener más cosas. Y meter en problemas a Rebecca siempre me habría hecho feliz. Recordaba como era de niñas, el como ella intentaba llegarme aunque sea a los talones y yo siempre sobresalía. Supongo que lo que estaba destinado a ser para ti lo era. Y yo estaba destinada al éxito. Y ponerle picante a mi vida habría sido una de mis cosas favoritas. —Tienes razón. Podemos sacarle cosas muy buenas a mi parecido con Rebecca. Una sonrisa llegó a sus labios, mire por un par de momentos el periódico. Rebecca era rica. Sería rica, mejor dicho. Esto podría llevarnos al borde de todo aquello que queríamos conseguir y que se sentía tan complicado. —¿Eso significa que lo harás? ¿Serás la usurpador a de Rebecca? Alce ambas cejas con diversión para asentir. Habría dado justamente en el blanco. —Sí. El juego comienza ya.
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