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1071 Words
La noticia no deja de verse en todas las r************* , o al menos en las que uso. Todos hablan sobre la b********d del asesinato, la inhumanidad del perpetuador, y la indignación de la situación. La policía no ha dado mucha información al respecto. Solo los datos básicos y la falta de conocimiento sobre el asesino. Ninguna de las notas que he leído describe con exactitud lo ocurrido. Todas se enfocan más en las víctimas o en los puntos importantes de lo que pasó. Sin embargo, en el grupo de w******p en donde están todos mis compañeros de la universidad, mandan un link que lleva a una nota mucho más compleja. Nadie sabe cómo se obtuvo esa información, pero contiene datos que no hay en otros lados.  Al terminar de leer la nota del link misterioso, bloqueo mi celular y pienso un rato en lo que he leído. Imagino la escena. He visto un par de fotos así que logro situarme en la casa en donde sucedieron los hechos. Camino por la habitación donde se encontraron los cuerpos. Veo a las víctimas. El terror de sus ojos. Siento el miedo en su cuerpo. Oigo sus gritos. Escucho sus gemidos de dolor. Y luego nada. No se mueven. Cuerpos inertes que brillan con el rojo de la sangre. Ojos fijos en mí. Vacíos. Sin expresión… Despierto de mi transe. Mi pulso se ha acelerado y mi corazón late muy rápido. El sudor resbala por mi nuca y frente. Me siento agitado y un poco incómodo. Las imágenes mentales han sido muy reales, demasiado intensas, casi como si me encontrara en la escena del crimen. Una extraña sensación de adrenalina me inunda y me acompaña por lo que resta del día, junto con las imágenes que he creado y el recuerdo de unos ojos café y verde. El lunes despierto un poco tarde y llego con retraso a mi primera clase. Afortunadamente, es una clase que comparto con Nat y me hace el favor de pasarme sus apuntes. Durante el primer descanso, platico un rato con mi amiga e, imposible de evitarlo, el tema del asesinato sale a relucir. Unos chicos sentados un par de asientos más atrás de nosotros, nos escuchan y se unen a la plática. Es interesante escuchar sus teorías respecto al asesinato o a los acontecimientos, casi como si se tratara de una conspiración. Escucho en silencio, dejando que los demás hagan todo el trabajo. Asiento cuando es necesario o hago un sonido de aprobación si la ocasión lo requiere. Mientras los oigo, las imágenes del día anterior me asaltan una por una. Casi me encuentro de nuevo en la escena, y me tengo que forzar a permanecer en el salón de clases. Es demasiado difícil cuando los ojos de una de las víctimas se vuelven en esos ojos, Me miran vacíos, horrorizados, suplicantes por acabar con su sufrimiento. Suspiro, muy fuerte. Los demás se dan cuenta. Una chica de cabello rizado me pregunta por mi opinión de la noticia. La miro muy directamente. Sus ojos miel se mueven nerviosos y se desvían a otro lado, me evita la mirada.  -Es algo muy feo. - No digo nada que nadie no haya dicho nada. Ninguno de los presentes dice nada después. Tengo un par de horas libres antes de que empiecen mis clases de la tarde, así que me salgo de la universidad y decido ir a la plaza comercial más cercana de la escuela. Tengo hambre, y no mucho dinero para gastar. Me bajo del autobús una cuadra antes de llegar a mi destino, y camino hasta una tienda en donde sé venden emparedados baratos. Entro al pequeño local y me acerco al mostrador. El señor que atiende es muy grande, con una expresión de molestia en el rostro, aunque su voz es muy suave. Le pido el emparedado que suelo comprar y espero a que esté listo. En  la pequeña televisión que está casi al fondo del mostrador, están presentando la noticia de los asesinatos. Parecen no tener más información que en los días anteriores, pero no dejan de hablar sobre ella. Es prácticamente de lo único que hablan, y de la ineptitud de la policía. El hombre del noticiero menciona lo indignante que es que con toda la tecnología actual, no se haya podido obtener ni una pista. De cierta forma pienso igual que él. Si nos encontráramos en los 70s, incluso 90s, lo entendería. Pero en esta época, es casi una burla. O el asesino es muy bueno, o el departamento muy inútil. Estoy tan absorto en lo que pasa en la tele, que no me doy cuenta cuando alguien más aparece en el mostrador. No presto mucha atención hasta que  me extiende algo. Deduzco que se trata de mi emparedado y lo tomo, no sin antes levantar un poco la vista para agradecer. Siento una descarga eléctrica recorrer todo mi cuerpo. Lo azota para dejarlo pegado al suelo, incapaz de moverse o reaccionar. El chico que me devuelve la mirada levanta una ceja. Es un movimiento muy sutil, como si lo hiciera muy seguido. Levanta la envoltura que tiene en la mano y me la vuelve a extender. Yo no la tomo. No puedo moverme. No puedo hacer nada. Solo mirarlo y preguntarme si no me encuentro en un sueño, con él, con esos ojos que me miran un poco desconfiados y molestos. Veo como los labios del chico se mueven, pero no escucho nada. Veo como su brazo se extiende aún más hacia mi, y, sin embargo, no puedo levantar el mío. El café y verde que desentonan y al mismo tiempo hacen una hermosa armonía me hipnotizan. No puedo dejar de verlos, de admirarlos. Siento un toque en mi hombro. Es pesado aunque muy sutil, lo suficiente para traerme de vuelta a la realidad. Giro mi rostro en dirección al toque. El hombre grande que estaba en el mostrador me mira extrañado y me pregunta si todo está bien. Tartamudeo al responder que sí. El trance se convierte en nervios y rápidamente busco el  dinero de mi emparedado. Se lo entrego al señor que me está atendiendo y por fin puedo estirar mi brazo para tomar lo que me han estado extendiendo.  Sin embargo, no sé qué sensación es más fuerte, si la decepción o la frustración. El chico de ojos de colores no está. Se ha ido. Desaparecido como el aire.
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