2.

1275 Words
Pero las chicas se han marchado ya, para Gaby todo se ve surrealista. —Capaz estoy en otra dimensión. Necesito hablar con alguien sobre lo que me ha pasado —se dice. El número de Rossy, le manda a mensaje. Carín no tiene teléfono, porque su familia era de esas antiguas que repelen toda tecnología. Y Anne, Gaby no cuenta con ella, no le tiene tanta confianza para confiarle algo tan íntimo. Por último considera contárselo a Amalia, su mamá, que es la oyente fiel y cómplice de su hermana Cintia. Pero al llegar a casa le da pena hacerlo. Suspira. Está llena de emociones que luchan por salir. Se va directo a la cocina, tiene hambre. —¿Y mamá? Cintia estaba sentada en la mesa. —Haz memoria, cabezona. —Respeta a tu hermana mayor… —señala, Gaby, más por costumbre. —Lo dijo esta mañana. Cabezona. —Ah, claro, se fueron a comer a fuera. —Dice, Gaby, pensativa— ¿Mamá ya no nos quiere? Se ha olvidado devuelta que estamos en etapa de crecimiento… y necesitamos comer —dice, mientras se tocaba la panza. —Si te fijas en el refri verás un tuper con tu nombre. Reina del drama. Gaby abre urgente el refrigerador y efectivamente, tiene uno con su nombre. —Oye, cabezona… no vayas a decirle eso a mamá. Sólo conseguirás que se sienta mal, por nosotras. —No pensaba decirle a ella, lo que quería era que cocinaras tu —confiesa y le hace su mejor cara de meme. —Todo el mundo sabe que las hermanas mayores son las que cocinan cuando la madre no está. Cabezona, tramposa—le contesta, Cintia—. Las cosas no andan del todo bien entre ellos, necesitan pasar más tiempo a solas. No seas inoportuna ¿entendido, cabezona? —¡Aj! Ya deja de llamarme cabezona —Gaby se cruza de brazos, y hace a un lado su cara, ofendida. Cuando abre el tuper, se da cuenta que ya no tiene apetito. Tiene un nudo en el vientre. Necesita contarle lo que le ha pasado en la escuela. Pero Cintia, que no sabe nada, se alistaba para salir. —Voy a la casa de Steven, por si mamá pregunta. —¿Ya son novios? —No. Terminamos hace un mes. —¿Entonces para qué lo vas a ver? —Porque dentro de nada vienen los exámenes —dice—. Tenemos que estudiar. —Grandioso. Ese día, Gaby no tiene a nadie con quién hablar. Siente que la ansiedad le carcome como ácido, por dentro. Se recuesta en su cama. El recuerdo de Hans viene a su mente. Repite su nombre como un suspiro. Puede sentir la textura de sus labios en los suyos… Recuerda su fragancia. Su cercanía. Revive ese momento. Se estremece. … El cuarto de Brian permanece cerrado. Un sabor amargo, siente en el paladar al imaginar el castigo que recibirá de Carlo, su padre, cuando esté de regreso. Brian es así… no se puede contar con él. Y de todas formas Hans le admira. Quiere ser como él. Quiere superarle. —Mi meta es ganar la copa. Y graduarme con los más altos honores —es lo que se repite frente al espejo cada vez que Carlo le recuerda que no es lo suficientemente bueno, en nada. Pero… No está convencido de querer seguir los pasos de Carlo. Aunque le queda poco menos de tres meses para decidir el rumbo que daría a su vida. — ¿Ya lo decidiste?— Rony, su hermano menor le mira desde el sillón de cuero. —Todavía no— dice la verdad. No tiene nada en claro. La mirada de Rony parece decirle 'Brian, sí que lo tenía claro' Sin embargo, a pesar de los deseos de Carlo. Brian estudia periodismo. —Lo tendré solucionado... —Yo espero que sí. A menos que quieras ver a papá vociferando —le dice imitando a Carlo. Hans ríe. —¿Quién es esa, a la que mirabas con cara de pavo? Hans ignora sus burlas. —Quiero salir con ella… —¿Estás fumado? Sabes lo que papá piensa... Rony tiene razón. —En qué estoy pensando –se dice a sí mismo, y rápidamente cambia de tema. — ¿Ha llamado Brian? —No, qué va… —Rony tuerce la boca, parece ofendido por el asunto—. Sabes que nunca lo hace. Papá se va a cabrear. Ya me lo veo venir… Carlo Mewer llega para la cena y como es de esperar, le lleva a una de esas reuniones cívicas del que forma parte, desde que Mili, madre de ellos ha fallecido. Vuelven a casa pasadas la medianoche. A pesar del cansancio Hans se levanta de su cama. Tiene que hablar con alguien sobre sus inquietudes, y solo Brian podría comprenderlo. Brian no solo es su hermano mayor, es su mejor amigo. Desde la muerte de su madre, Hans siente que nadie lo quiso nunca, pero él sí. Brian es como aquello que a él le falta y deseaba con todo su ser. Quizás es la rebeldía de su espíritu, indómito. Tal vez Rony le creyera perfecto, pero en el fondo de su ser, aquella perfección no existe. Lo que existe dentro es un sinfín de agujeros y en cada uno lleva oculto un pecado en esencia, que constantemente trata de doblegar, que pretende destruir. Se sienta frente a la notebook y entra al chat que tiene con Brian. Y escribe: “Tengo miedo. Tenías razón. No me domino. Soy, como dices, recto solo porque no sentí junto a mí, la tentación. Quisiera poder ser como tu…” Escucha que Carlo llamaba a su puerta y rápidamente envía el mensaje, antes de cerrar la notebook. —Menos mal que no tuve que despertarte –Carlo mira la notebook. Y luego a él. —Sólo reviso mis apuntes –Hans se justifica y se levanta con intención de ir a la cama. Carlo inclina hacia adelante la cabeza para darle a entender que comprende. —Estaba pensando en que nos viene bien que invites mañana a tus amigos… Carlo usa ese tono amistoso cuando piensa en darles una orden. —Puede que tengan otros planes…—dice. —Diles que traigan a sus novias si lo desean. Trae a otros… Encárgate de que no falten. La Unión necesita nuevos miembros. Quizás por el cansancio del día, el tono de Carlo le cae pesado. —Veré qué puedo hacer… —dice. —Lo que digo es que DEBES conseguir que vengan todos… Asegúrate que todos ellos sean de buena familia. Tú me entiendes. Lo que tratas de decir es que me abstenga de invitar a judíos, latinos y gente de color. Grandioso, bravo, Carlo. Se dice por dentro y se limita a callarse y a asentir. Como siempre. —Entendido —contesta. Se lanza a su cama lleno de frustración, piensa en cómo hará al día siguiente. No consigue dormir. Como aireado va a sentarse de nuevo frente a la notebook. Comprueba que Brian no ha chequeado su anterior mensaje. “Brian, me siento solo. Muy solo. Algo se transforma en mí. Tengo miedo…” Aprieta con fuerza Enter y la cierra con violencia. Recuerda las palabras de Brian. “Tienes un temperamento emocional peligroso, Hans, ten cuidado…” Se lleva los dedos a las sienes y yendo a su cama se derrumba en él. —No soy así —se dice con desesperación—. No, no lo soy.
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