Sin éxito

1645 Words
Shirley Mi amigo tenía razón, la fiesta estaba llena de hombres, profesionistas, algunos guapos y quién sabe, quizá con un poco más de tiempo para conocerlos alguno resultara decente candidato para presentarles a mis padres. Mi problema consistía en que solo tenía un mes a lo mucho para concretar alguna especie de relación, eso sin contar que probablemente el sujeto en cuestión se asustaría en cuanto le dijera que quería llevarlo a una cena de navidad con mi familia. Porque seamos realistas hoy en día quien les presenta un novio a los padres, si no es con fines de comprometerse, ya que eso da el mensaje fuerte y claro que es una relación sería con fines matrimoniales. Yo misma me he reusado a conocer a la familia de mis ex parejas, ante la inevitable verdad, yo sabía que no estaba lista y en últimas, terminaría yéndome del lugar. Thomas siguió recitándonos y mostrándonos los partidos que él consideraba aptos para la tarea que les había contado. Ellos lo veían como que mis padres querían verme formar una familia, lo que no les había dicho es que no era tan simple, porque desconocían mi real identidad como la heredera de un imperio valuado en mucho... En cuanto Thomas nos abandonó para ir a socializar, Laura y yo acordamos hacer lo mismo, yo necesitaba con desesperación iniciar mis mini entrevistas. Mi atuendo estaba lejos de ser el más llamativo, pues solo había optado por una blusa en cuello "v", un conjunto de pantalón y saco en beige con zapatillas color nude. Fue necesario ir al baño para arreglar mi imagen, solté el moño que había hecho a mi cabello y re aplique labial. Y para agarrar un poco de valentía fui a la barra para que me dieran alguna bebida con bastantes grados de alcohol. Tal vez una deidad estaba cuidándome, porque ni bien le di un sorbo a mi bebida, apareció un caballero o así se presentó. Andrew, de pediatría, ni dos minutos y ya me había contado varios chistes, los cuales no tenían el efecto deseado. Me pregunté, si no espantaría a los pobres niños. Al dejarlo me fui a la seguridad de un grupo mixto, así me pareció que podría ver sus personalidades, me aburrí de inmediato, porque hablaban de sus casos médicos, para ellos era algo interesantísimo, no así para mí. Alguien me invito a bailar y accedí encantada, un cambio sería bueno, solo que termine pisoteada, cómo pueden maltratarte tanto si cada quien bailaba por su lado. Si hicieran el video del conteo de bebidas, yo ya había perdido la cuenta, ante cada fracaso me terminaba mi trago. No soy tan exigente, o tal vez sí, era la consecuencia de conocer tanto, supongo. Thomas me hacía señas desde lejos, movía las manos para llamar mi atención, cuando lo logro, formo una “x” con las manos, así que con una sonrisa y un “voy al baño”, me escabullí de aquel prospecto. La noche se me estaba haciendo inusualmente larga, o tal vez era por mi taza de no éxitos, no lograba dar con alguien que pudiera hablar de algo más que no fuera medicina, ¿esperaba mucho? Este día, me di por vencida, prefería pasarlo bien, sin la auto presión que me puse de buscarme a don míster aceptable. Jugamos shots de verdad o reto como adolescentes, yo la verdad que no tenía nada que ocultar, pero sus retos eran bastante locos, cuando me sentí mareada lo dejé por la paz. Mientras hablaba con alguien, una voz muy grave me susurro —¡aléjate de él! —al voltear para averiguar quién había sido solo vi una espalda ancha marcharse. Y eso hice, caminé por un pasillo que tenía un ventanal que dejaba ver la Luna, recordé la playa a unos metros, así que iría a platicar con la señora de plata y si, ya estaba ebria. Yo imaginaria que estaría frío, pero no fue así, o eso me dijo el alcohol en mis venas, no sentía ni el viento. En mi camino aquí, tome una botella de tinto dulce, me apetecía contarle al viento lo que me tenía estresada y no solo desde la mañana. No, esto ya venía carcomiendo mi pensamiento, con el paso del tiempo era seguro que volvería a mi jaula. —Deberías dejar de beber —esa voz de hace rato. Por supuesto que quería saber quién era. Una figura alta y en un traje oscuro era el poseedor de esa voz, no vi su fisonomía porque por algún motivo su mirada la tenía fija hacia el otro lado, solo le di otro sorbo al vino. —Sí, tal vez debería... —Observe que platicaste con medio mundo, allá dentro. ¿Eres acaso, representante de ventas de alguna farmacéutica? —por alguna razón eso me hizo gracia, no contuve la carcajada. La realidad es que intentaba buscarme un príncipe azul. —No, no tengo nada que ver con el campo médico, pero ponte cómodo, estás en tu playa —con un ademán le mostré la inmensidad del lugar. —Anda, un poco de arena no te hará daño. —¡Oh!, ya veo, solo eres muy sociable —mientras asentía, me quite las zapatillas para poder sentir la arena, la cual no era tan gruesa, ni muy fina. —Y dígame, ¿por qué no está allá dentro, señor doctor? —lo vi por primera vez y casi se me cae la quijada, así como en las caricaturas. —¡Eres guapo! —exclamé, la inhibición y el filtro me habían abandonado hace como 5 tragos. El alzo una ceja y se me quedo viendo por unos segundos, para luego solo medio alzar una comisura del labio como intento de sonrisa. —¡Lo sé! —Y arrogante, también... —añadí. —No, yo solo confirmo tu afirmación, no tengo por qué negar un hecho que salta a la vista, además solo poseo simetría y rasgos que son armoniosos y agradables a tus ojos —¡ya!, este sí que tenía forma de decir las cosas. Me dejo sin palabras. —¡Hmm!, usted fue el de la recomendación, ¡aléjate de él...! ¿Por qué? —debía cambiar el tema antes que dijera alguna otra barbaridad. —No eres muy observadora, ¿verdad? Ese último te veía de una forma casi obscena. —Entonces debo agradecerle el salvarme del lobo feroz. ¡Oh!, espere..., ¿también piensa que soy una presa fácil?, ¿por eso está aquí? —Pues dado el nivel de ebriedad que tienes, eres un blanco, sí. Yo, sin embargo, no necesito aprovecharme de este tipo de situaciones. Como tu misma lo expresaste, me encuentras atractivo y en una situación sin alcohol yo simplemente necesitaría invitarte a un hotel. —Buen punto, aunque en mi defensa debo dejar claro, que tal vez sin alcohol no lo encuentre apetecible. Momento... ¿Entonces se acostaría conmigo? —lo saqué sin mucho pensar, mi cerebro no se detenía en una sola idea. —Difiero, el alcohol solo te vuelve honesta por así decirlo. Y con respecto a lo otro, me cuestionas, si lo haría. O ¿me lo estás proponiendo? Lo reflexioné por unos segundos y al recapacitarlo, ambas opciones me avergonzaban, porque no suelo hablar de tirarme a un desconocido, así sin más. —¡Ja, ja, ja! Descuida, solo me divierto contigo, no pretendo llevar a una ebria a mi cama. En cuanto a si me acostaría contigo, si, si lo haría. Cuando mi botella se acabó, me dispuse a ir a buscar otra, no sé qué le pasaba a mi cerebro que pedía más. Al levantarme, todo se movía, así que volví a la seguridad de la arena, de forma abrupta. —¿Con quién vienes? —Thomas Harris. —Sí, ya sé de quién hablas. Ven, te ayudo a levantarte —y eso es lo último que recuerdo. …................ Debía levantarme, ¡ay!, me duele el cuerpo, ¿sería la resaca?, al por fin abrir los ojos que parecía que los tenía pegados, todo se ve extraño. No es la casa ni de Laura o Thomas, rasco mi cabeza, podría ser un hotel. Me levanto y supongo que la puerta inmediata es el baño y efectivamente, el hotel debe ser tacaño, porque no encuentro las amenidades, como cepillo o pasta dental. Salgo de la habitación para darme cuenta de que no es un hotel, es la casa de alguien, voy a las ventanas enormes y es un edificio, me tapo la cara y ahogo el grito que debería dar. —¿Te gusta la vista? —¡hell!, esa voz, lo volteo a ver. No, lo guapo no era por el alcohol. —Yo... no recuerdo mucho... —digo apenada, y algo embobada porque se ve recién bañado y... ¡ah!, eso que trae en la mano es una taza de café, se me antoja mucho, quiero beber algo. —Es normal, no tengo idea de lo mucho que ingeriste, pero descuida, estás intacta y en una pieza, aunque no así una de mis recámaras y mi Brioni, el cual no quiero ni volver a ver. Luego de lo terrible que debí haberme comportado no quiero ni saber, seguro me cobrara por los daños, ¿por qué termine aquí? Amablemente, me invita a desayunar y no debo abusar de la hospitalidad, pero eso podría ayudar a mi estómago. —Con respecto a lo que hablamos ayer, lo siento, pero tu idea es descabellada y yo no puedo prestarme a esa locura —yo ni tengo idea de que habla. —Lo siento, no recuerdo. —Lo de la cena de navidad con tu familia —¡aah!, me quiero arrancar los pelos de la cabeza, le dije mi disparate. —Descuida, no hablaba en serio, recuerda estaba borracha.
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