Gabrielle
Estoy de lo mas divertida con la situación cuando entra una cara muy familiar. Mia, con sus enormes ojos miel, su cabello rojizo, con una sonrisa que le cubre todo el rostro.
—Gabrielle—Dice dejando su maleta en la puerta y sale corriendo a abrazarme,
—Mia—Le digo en voz baja, cuando se separa de mi frunce el ceño
—¿Por qué estas en ropa interior? —Me pregunta confundida, y me río, mientras recojo la ropa de su hermano, y me la pongo
—Le jugué una pequeña broma a tu hermano—Le digo y ella parpadea varias veces—Pero su … ¿Novia? Mal interpretó todo.
—¿Katerina? —Dice con voz aburrida—Ah, esta bien, es una pesada
—¿No te cae bien?
—Para nada, ya la conocerás—Me dice, tomo la MacBook de su hermano. Y justo en el momento en el que entra su hermano, hecho una furia
—Escúchame maldita escuincla—Me mira rojo de coraje, parece un volcán apunto de explotar
—Aquí esta tu computadora—Le digo estampándosela en el pecho, la toma molesto, porque ni si quiera me importa si la agarró o no, mientras camino hasta la cocina, mientras que Mia esta en la barra divertida.
—¿Quién putas te crees para tomar mis cosas, y usar mi ropa? —Dice, casi aventando la computadora al sillón. Me sirvo agua con calma—Aquí hay reglas.
Tomo el agua, dejo el vaso en la barra. Le sonrío de medio lado, le dirijo una mirada rápida a Mia que esta con las cejas casi pegadas al pelo de la sorpresa. Chasqueo la lengua, es algo que hago mucho, de forma a veces inconsciente.
—¿Cómo cuales?
—No agarrar mis cosas, no hackear las cerraduras, no desnudarte en medio de la sala…—Comienza a enumerarlas, y yo mantengo mi sonrisa de medio lado—No usar mi puta ropa—Fijo un bostezo—Eres una maldita niña mal educada—Se da la vuelta me toma por los hombros fuertemente, demasiado fuerte—Aquí no jugarás conmigo…—Aprieta mas sus dedos sobre mis hombros.
—Suéltame, pedazo de cavernícola imbécil—Le digo levantando las manos haciendo que me suelte.
—¿Cómo me llamaste? —Dice entrecerrando los ojos y acercándose aun mas, su rostro esta a unos centímetros del mío, chasqueo la lengua de nuevo. Pongo un dedo sobre su duro pecho empujándolo
—La próxima vez, te podrías ahorrar todo el drama, si llegaras a tiempo—Casi puedo escuchar como rechina los dientes—ahora no vuelvas a tocarme, y respeta mi espacio personal.
—Vas a aprender a acatar las reglas—Dándose media vuelta, se mete a su recamara, volteo a ver a Mia, que tiene los ojos tan abiertos que me río por lo bajo
—Debiste enojarlo mucho
—Solo porque su novia se enojó—Respondo aun sonriendo—Ya se le pasará
—Elle, no conoces a Isaac, no olvida fácil—Su voz es preocupada
—Entonces ese es su problema.
Tomo mis cosas, y voy a mi recamara, me pongo la playera y el short que uso para dormir. Stu me manda un mensaje, al parecer esta algo tomado, pero quiere divertirse. Le digo que lo veo en el muelle, su padre tiene un yate.
Me pongo mis jeans, mi brasier y solo uso una sudadera top. Salgo a la sala, esta a oscuras, prendo la luz para tomar las laves de mi carro, pero no están donde las deje
—¿Buscas algo? —Pregunta Isaac con una sonrisa burlona.
—Tu las tienes—Lo acuso, y de nuevo sonríe de medio lado—Devuélvemelas
—Discúlpate
—¿Por qué me disculparía? —Entrecierro los ojos
—Por tomar mis cosas, por jugar esa estúpida broma, por desnudarte frente a mi, por entrar sin mi permiso, por hackear mi sistema—Me río sueve, dejando claro que no lo haré, me acerco a él poco a poco mientras comienzo a hablar.
—Necesitaba divertirme, fue muy divertida, habría entrado con tu “permiso” si hubieras llegado a tiempo y no habría tenido que hackear nada—Le digo ya muy cerca de él—Y no me desnude, estaba en ropa interior—Me alejo de nuevo caminando de espaldas y guiñándole un ojo le digo—Además lo disfrutaste
—No me atraen las niñas—Se burla, levanto una ceja. Tenemos un duelo de miradas, hasta que sonrío de medio lado.
—Díselo a Katerina—Me burlo, y su sonrisa desaparece al igual que su mirada de triunfo, y la mía se hace aun mas amplia—Será mejor que me vaya, no conozco este…. Vaya…. Porsche…
Le digo ya en la puerta, enseñándole sus llaves y sus ojos se abren como plato
—Maldita escuincla—Me dice acercándose a mi, abro la puerta
—¿Isaac? —Dice frenándose de golpe—Un placer conocerte
Le digo con sarcasmo, enseñándole el dedo corazón justo antes de salir. Su cara es un poema.
Bajo al estacionamiento, pulso el botón de abrir, y ahí esta su carro, vaya es un 718 personalizado. Muerdo mi labio inferior emocionada.
Lo pongo en marcha por las calles de la ciudad, es un maquina increíble, y debo decir que me excita un poco conducirla. Voy al muelle, aparco en la zona especial. Y voy directo al yate de Stu, Cuando entro Stu esta completamente dormido, lo muevo y me doy cuenta que esta frito, no se va a despertar. Gruño de frustración, no es que el sexo con Stu sea memorable, pero sirve para bajar la calentura. Y tanta pelea con el obseso. Suspiro. Lo dejo ahí, y decido regresar al departamento.
En cuanto llego al carro me doy cuenta que una grúa se lo esta llevando.
—Mierda—Casi gritando. Decido regresar caminando, eso me hará despejarme.
Llego al departamento, y de nuevo tengo que abrir de forma ilegal la llave, porque en lugar de hacer las cosas de forma normal y correcta, termino fastidiándolo.
Cuando la puerta cede, me voy directo a mi cuarto, donde de inmediato me acuesto a dormir, ha sido un día muy largo. Afortunadamente mañana es sábado, y me quedaré todo el día a descansar.
(…)
—Despierta—Una voz fuerte y grave, junto con el azotar de la puerta del cuarto me despierta con un sobre salto.
—Que carajo—Digo entre dormida y despierta, tratando de abrir los ojos. Volteo a ver el despertador junto a mi cama y son las 5 de la mañana—No son horas
Agrego y vuelvo a acostarme.
—Escuincla, ¿Dónde demonios esta mi carro?
—Seguro en tu garaje—Le digo tapando mi rostro con una almohada
—DESPIERTA—Me grita
—Déjame dormir—Le respondo con voz adormilada, escucho como se mueve por la habitación—AAAAHHH
Grito cuando siento como me levanta de la cama, cargándome sobre su hombro como un bulto de cemento
—En esta casa nos despertamos a las 5—Pero yo solo trato de bajarme, pero es bastante fuerte
—Bájame, maldito bambam—Le grito
—¿Bambam? ¿No se te ocurre un insulto mejor? —Se burla de mi, mientras entra al baño
—Bájame—Le vuelvo a ordenar pero me ignora, se mete a la regadera conmigo, bajándome e inmovilizándome de espaldas a él, trato de soltarme pero es demasiado tarde abre el agua fría—Mierda, estas loco
Aunque el también se esta mojando, parece que el agua fría no le molesta. Me suelta, me giro y lo empujo
—Eres un bastardo—Le grito, ahora si, completamente despierta
—Te lo preguntaré una vez mas—Me dice molesto, pero apaga el agua—¿Dónde esta mi puto carro?
—No lo sé y no me interesa—Le respondo, voy a salir de la regadera, pero me detiene de la muñeca y vuelve a abrir la llave fría, provocando que grite—Eres un maldito enfermo
—¿Dónde esta? —Pregunta de nuevo
—No lo sé—Lo sigo mirando con enojo
—Bien, si así lo quieres, llamaré al seguro y a la policía—Dice saliendo de la regadera, salgo tras de él casi corriendo, resbalando por el baño al estar mojado y yo descalza.
—Espera, no llames—Lo detengo antes de que salga de la habitación—Anoche se lo llevo una grúa
—Eso no responde, ¿Dónde esta?
—Dame 10 minutos con una computadora y te diré el lugar exacto—Asiente
—Limpia el desastre del baño, vístete, y ve a mi oficina en 15 minutos
—¿Algo mas señor? ¿No quiere el desayuno y que le abanique aire? —Su mirada es un maldito hielo, le respondo con la misma intensidad. Chasqueo la lengua—Bien, 15 minutos.
Decido solo secarme, cambiarme e ir a su oficina, antes de entrar escucho que esta al teléfono
—… Por favor Katerina llámame—Como este sujeto puede rogarle, es su problema, entro a la oficina sin llamar antes, se sorprende al verme
—¿Qué no te enseñaron modales? —Me pregunta mas aburrido que molesto
—Considerando que me levantaste a las 5 de la mañana, y me aventaste a la regadera con agua fría, supuse que te urgía encontrar tu auto—Pone los ojos en blanco, mira su reloj
—¿Limpiaste el baño…? —Dice entrecerrando los ojos
—No
—Escuincla debes de limpiar…
—Tienes una persona que te ayuda en eso, así que esperemos a que venga y lo haga—Solo levanta las cejas y suspira con algo de derrota, me señala la computadora. Me siento en su escritorio, mientras el sale, regresa con dos tazas de café. Me sorprende que me de una, aunque en el plato hay azúcar y crema, lo tomo solo. Se recarga en la mesa que tiene atrás de su silla, ahí puede ver lo que estoy haciendo. No dice nada, solo observa, por la pantalla puedo ver su mirada molesta, de vez en cuando la desvía a mi, nunca me ha gustado que me observen cuando hago estas cosas. Pero abro su correo, busco el archivo de la factura de su carro, y entre mi búsqueda de su carro, veo que incluso su computadora de escritorio, tiene los archivos perfectamente ordenados. Por orden alfabético. Suspiro—Tu carro esta aquí
Le digo mostrándole la pantalla y el mapa
—¿Dejaste que se llevaran mi carro al corralón? —Examina la computadora, y no hay que ser un genio para leer el mapa, y lo que significan los puntos—¿Por qué aparcaste en una zona prohibida en el muelle?
—Si hubiera sido mi carro nada de esto habría pasado
—Si siguieras las reglas, igual no hubiera pasado—Dice mirando aun la pantalla
—Bien, iremos por él
—¿Iremos? —Le digo—Ese no es mi carro, yo ya cumplí con mostrarte donde esta…
—Por tu culpa esta ahí, no me importa lo que tengas que hacer hoy, iras conmigo
—No
—No es una pregunta escuincla
Me levanto para estar a su altura. Aunque bueno eso es imposible, este hombre es un gigante.
—No puedes obligarme
—¿Quieres apostar? —Su mirada es intensa, glacial, aun no entiendo como es que si tiene un color de ojos tan cálido, su mirada es tan fría.