bc

El secreto de mi hermano

book_age16+
531
FOLLOW
1.4K
READ
badboy
bxb
mystery
city
cheating
lies
secrets
friends
substitute
like
intro-logo
Blurb

Martín tiene novio, y no se lo piensa compartir a su gemelo, pero lo que no sabe es que Simón, lo descubrirá pronto.

Así comienza entre ellos un juego de manipulaciones, del que será difícil no salir herido.

chap-preview
Free preview
1.
1. —¡Hazte para un lado! ¡Imbécil! —gritó mi querido padre. Lo que él trataba de hacer era adelantarse a un cacharro que obstaculizaba la fluidez de la vía Ese dichoso cacharro venía por delante de nosotros, desde hace rato, a una velocidad que desesperaba a los otros coches que tenían la mala suerte de ir por detrás, como era el caso de nosotros. Pero mi padre conducía a una velocidad, altísima, iba al límite de lo permitido, y yo estaba que me moría por dentro, por eso desvié los ojos, tratando de ignorar lo que ocurría fuera del coche, así que hundía la punta de mi dedo índice pintado de n***o en el cuero firme del asiento. Ese día volvíamos a casa y por lo que me parecía, mi padre estaba urgido en llegar pero si por mí hubiera sido, habría preferido que bajara un poco la velocidad, y no podía mencionárselo en ese momento. Solo me mantenía con la boca cerrada, tratando de ignorarlo, de ignorar todos los bocinazos que en ese momento los otros dedicaban a mi padre, me puse a pensar en Brad, para no marearme y vomitarme encima. Y aún faltaba la peor parte del camino. Unos minutos después, por la velocidad y la manera en que el coche se movía, se me formaba un nudo en el estómago, y contenía el aliento mientras cerraba con fuerza los ojos cuando mi padre tomó la ruta de la curva peligrosa. Por lo que sabía, unas semanas antes, en ese mismo lugar había sucedido un terrible accidente. El conductor, al igual que en ese momento hacía mi querido padre, iba a una velocidad exagerada. Suspiré con mucha pesadez, para no soltar una sarta de los insultos que se me venían a la cabeza. Levanté la vista para ver el retrovisor. Tenía las piernas completamente tensas por la velocidad en la que íbamos. Al menos mi padre mantenía los ojos bien clavados en la carretera, como debía de ser, pero yo notaba que estaba demasiado tenso e irritable, y eso me ponía de la misma forma que él. El mal humor es como un tumor contagioso y para protegerme de sus malas vibras, solía encerrarme en mi mismo, así no dejaba que me afectara nunca el malhumor de mi padre, así había subsistido esos seis malditos años con él y su mal genio. Aunque para ser justos, por ese entonces mi padre conducía bastante bien, y bien pondría mi vida en sus manos, pero yo no me sentía bien yendo a esa velocidad. Era insensato que condujera de esa manera tan desenfrenada, sabía que en algún momento tenía que mencionárselo, pero ese no era el mejor momento para hacerlo. El coche que por ese entonces mi padre conducía era un Mercedes Benz, azul marino, que misteriosamente seguía oliendo a nuevo aún después de los diez malditos años de uso diario, por eso era que me causaba tanta sorpresa ver que andaba a esa velocidad en una carretera tan accidentada como era la que atravesábamos en ese momento. La gente la conocía como la Carretera del Arrepentido, porque se decía que ahí, cuando la gente perdía la vida, los sobrevivientes nunca se perdonaban por no haber hecho algo para evitar la tragedia. Mi padre debía haberse olvidado que estábamos precisamente en esa maldita carretera, ya que hacía muy poco tiempo nuestras vidas habían cambiado de la noche a la mañana, en eso lo comprendía, pero parecía que él tenía mucha prisa por empezar su nueva vida de nuevo. Pero a mí por un motivo que en ese momento desconocía, no me apetecía nada lo que nos esperaba dentro de unos minutos cuando estemos, irremediablemente de vuelta en casa, y lo lamentaba. Habría podido dar todo lo impensable para que volviéramos a ser la familia de antes, pero no podía retroceder el tiempo. No es que fuéramos una familia perfecta, lo sabía y era evidente, pero quería con todas mis fuerzas volver a mi antigua rutina, regresar a lo que yo conocía como mi realidad, una en la que mi mamá seguía con vida. Era primavera, y para ambos era la estación favorita, era una de las pocas cosas que tenía en común con mi padre. El paisaje había pasado de un verde apagado a un arcoíris de verdes brillosos y llenos de vida. Me gustaba el momento en el que el sol se dejaba ver y las temperaturas eran suficientemente agradables como para que no tuviera que llevar abrigo. Incluso ahora, muchos años después, la primavera siempre me levanta el ánimo, pero en ese momento era como si continuara siendo invierno en mi interior. No me sentía alegre, todo lo contrario, todo a mí alrededor era gris y deprimente para mí. Ese día, mi hermano gemelo, Simón, iba en el asiento delantero junto a mi padre. Miraba absorto por la ventana y de vez en cuando sacaba algún tema de conversación para romper el silencio. Ya era más de lo que yo había podido hacer desde que subimos al coche. Lo que me ponía bastante mal era que lo único que Simón había encontrado en mí era solo silencio, y nada más, no porque creyera que la situación lo mereciera sino porque no sabía qué decirle. No tenía palabras para expresar lo que sentía, o tenía una sola palabra de aliento para darle, quizás aún estaba yo en shock. Todo lo que se me ocurría decir era demasiado dramático o todo lo contrario, simplista, incluso superficial. Pero sabía que no habría jamás, y nunca habrá nada que pueda llenar el vacío que había dejado nuestra mamá. Los rayos del sol primaverales se colaban por las ventanillas del coche, pero no eran lo bastante intensos como para encandilarme. Por otro lado, me negaba a cerrar los ojos, porque si lo hacía volvería a ver el rostro de mi mamá, tan blanca y fantasmal que parecía irreal. Había desaparecido de ella el tono rosado en sus mejillas. Era como mirar una muñeca de porcelana de tamaño real. En ese momento, sino me controlaba, iba a ponerme a llorar como un maldito nene pequeño. Desde luego que no pensaba volver a cerrar los ojos nunca más, eso era lo que pensaba yo, en ese momento. Solo había una cosa de la que me arrepiento, aún hoy en día y es que, unos días antes me dejé convencer por mis tíos para que fuera a ver a mi mamá en la funeraria. Debí decir que no, porque desde ese día tengo el recuerdo de mi ella, de su cuerpo sin vida, y no es algo que me haga sentir mejor. Y sin embargo, en ese momento dentro del coche de mi padre, tenía la esperanza de que las cosas mejorasen cuando volviera a retomar las clases. Pensaba que volver a juntarme con Brad, como hacía siempre me iba a servir, correr por la pista, meterme de lleno en los estudios, y dejar de pensar en mamá sería suficiente para distraerme del sufrimiento. En ese momento yo creía que si hacía todo eso y me esforzaba iba a funcionar, ¿por qué no creer que sí? Aunque era también consciente de que nada de eso serían suficientes, que necesitaría más para conseguirlo.

editor-pick
Dreame-Editor's pick

bc

Mafioso despiadado Esposo tierno

read
25.5K
bc

CRUELMENTE ENGAÑADA

read
19.3K
bc

La embarazada sacrificada

read
3.2K
bc

Jaque Mate Amor

read
4.3K
bc

Prisionera Entre tus brazos

read
101.8K
bc

Una niñera para los hijos del mafioso

read
53.3K
bc

Venganza por amor: Infiltrado

read
64.6K

Scan code to download app

download_iosApp Store
google icon
Google Play
Facebook