El comentario no fue el más agradable, pero no me molesté en desvestirme o vestirme más rápido por ello. —¿Escuchaste? —Fue lo que pregunté, un poco avergonzada. —Tus amigos son unos idiotas, hablan en voz alta solo para que los escuche. —dijo sin parecer molesta—. Algún día me acordaré de decirles que me importa un carajo lo que piensen. Me reí un poco, torpemente, y la vi ponerse de pie mientras se metía chicle en la boca. —No voy a forzarme a decir que pareces una chica demasiado buena como para andar con ellos, porque no es así, pero deberías revisar tus amistades. —Advirtió, caminando hacia la salida—. Va a ser un problema cuando quieras asumir tu secreto. Lo siguiente que escuché fue el sonido de la puerta metálica siendo abierta para que saliera del vestuario. Y entonces finalm

