Encuentro Salvaje

Capítulo 4

Ambos estaban inconscientes, con fuertes contusiones en el cuerpo, la incesante lluvia seguía arrastrando lodo y piedras hacia el agujero, la camioneta estaba parcialmente sepultada, sólo era cuestión de tiempo para que quedara cubierta por completo convirtiéndose en una tumba para ellos.

Jonathan recobró la conciencia primero, con un fuerte dolor en la cabeza y en el cuerpo, intentó incorporarse, pero le costó trabajo por la posición tan incómoda y dolorosa en la que se encontraba, tardó unos segundos en darse cuenta de lo que estaba sucediendo, rápidamente busco a Mónica con la mirada, ella había quedado desmayada sobre el limpiaparabrisas de la camioneta que estaba totalmente en paralelo con el fondo del agujero, milagrosamente el vidrio se encontraba intacto gracias a que aquélla vieja camioneta había sido blindada con cristales de grueso calibre para resistir un posible ataque de algún animal salvaje, ella no se movía, estaba totalmente inconsciente, a Jonathan se le heló la sangre sólo de pensar en que pudiera estar muerta.

-¡Mónica! - Gritó con desesperación tratando de incorporarse para auxiliarla, no quería dejar caer su peso sobre el cristal para evitar que se rompiera, como pudo, se acercó a ella para moverla y la colocó lo más suavemente posible sobre el tablero, no pudo evitar conmoverse por lo frágil que se veía en ese momento, la valiente mujer que había conocido unas horas antes estaba allí totalmente desvalida.- ¡Mónica despierta! - se sintió aliviado al darse cuenta de que aún respiraba, la movió con delicadeza y poco a poco logró que recuperara la conciencia-

- ¿Que Paso? - preguntó Mónica tratando de incorporarse sin lograrlo por lo dolorido de su cuerpo -

Tranquila - dijo Jonathan - estamos atrapados pero estamos bien, trata de moverte para revisar que no tengas alguna herida - le dijo-

- Estoy bien - dijo - solo muy adolorida pero al parecer nada de gravedad -

- Bien - dijo él - ahora tenemos que encontrar la manera de salir de aquí-

Fué hasta ese momento en que Mónica escuchó el ruido de la lluvia y las piedras golpeando la lámina de la camioneta y entendió lo que estaba sucediendo, estaban atrapados en la cabina, dentro de un agujero que se estaba llenando de lodo rápidamente; tenían que hacer algo rápido o morirían sepultados; solo era cuestión de tiempo, se incorporó y se sentó lo más cómodamente que pudo.

- Jonathan, vamos a morir aquí - dijo Mónica con la voz entrecortada -

-No pienses eso - dijo Jonathan- mejor piensa en qué podemos hacer para salir de aquí, éste es nuestro escenario, mira, romper el parabrisas no nos sirve porque quedó hacia abajo, si rompemos la ventana del copiloto empezará a entrar el lodo por allí y la cabina se llenará en cuestión de minutos, si rompemos la ventana del piloto, no vamos a caber, el espacio entre la pared del agujero y la camioneta es muy estrecho, únicamente nos queda tratar de salir por allí dijo mostrando la pequeña ventana trasera .

Jonathan trataba de mantener la calma, trataba de transmitirle a ella seguridad en todo momento, sin embargo él sabía de antemano que el fin para ellos había llegado.

-¿Cómo vamos a conseguir romperla? - dijo Mónica, - además es demasiado pequeña, no vamos a caber por allí-

-Escucha Mónica - dijo él tratando de parecer calmado- tú eres muy delgada, si la rompemos,  puedes salir y buscar ayuda - continuó, aun sabiendo que no había nadie en kilómetros a la redonda que pudiera ayudarlos, pero se conformaba con que al menos ella pudiera sobrevivir.

Mónica recordó que Ngamibi traía una mochila de camping bajo el asiento, ahí tal vez traía algo que sirviera. Lograron sacar la mochila que contenía barras de proteína, una botella con agua, una camiseta; en fin nada que sirviera, Jonathan intentó golpearla con las piernas, pero fue inútil abrieron un poco la ventanilla para que entrara un poco aire o morirían antes de asfixia.

El tiempo pasaba y no paraba de llover, el lodo llegaba ya a la mitad de la ventanilla, ambos estaban agotados por los golpes y por el esfuerzo inútil por tratar de salir.

 -¿Vamos a morir? - Preguntó nuevamente Mónica.-

Jonathan la abrazó, tratando de consolarla, pero la respuesta era inminente. 

Era cuestión de tiempo, en una o dos horas máximo estarían completamente sepultados, nadie sabía exactamente dónde estaban y aun cuando lo supieran tardarían al menos tres horas en llegar, y éso solo sí paraba de llover; en cuanto el lodo cubriera la ventana trasera de la camioneta dejaría de entrar oxígeno y no había nada que hacer al respecto solo esperar el final .

-Mónica - dijo él tratando de mantenerla tranquila - parece que nos llegó la hora - sonrió tratando de no demostrar su propio miedo y buscando la forma de hacerla pensar en otra cosa- Dime ¿hay algo que desees que haga por ti? -

-¿ Quieres decir que me concederás un último deseo? - Preguntó ella también haciendo un gran esfuerzo por sonreír y corresponder un poco a los esfuerzos de Jonathan por hacerla sentir un poco mejor.

¡Claro! - dijo él esbozando una sonrisa y haciendo sus ademanes de mago- tengo barras de proteína, un poco de agua y besos gratis. - Estiró su cuello hacia ella, cerrando los ojos y frunciendo los labios en señal de un beso.

Mónica lo miró y le sonrió sinceramente, agradecía que tratara de hacerla sonreír en sus últimas horas de vida, a pesar de las circunstancias su estómago parecía un enjambre de mariposas y su cuerpo un conductor de corriente eléctrica al sentirlo tan cerca de ella.

- ¡Quizás hay algo más que puedes darme! - le dijo ella mirándolo directamente a los ojos y mordiendo su labio inferior, instintivamente, tras pronunciar aquéllas palabras su cuerpo comenzó a arder de deseo; un deseo incontrolable que necesitaba saciar antes de morir.

Jonathan no se esperaba escuchar esas palabras, sin embargo la deseaba, deseaba saciar sus instintos salvajes con aquélla mujer que le pedía encarecidamente que la hiciera suya en ese momento.

Ambos se miraron fijamente a los ojos, no era necesario decirlo con palabras, los dos sabían lo que querían el uno del otro, estaban listos para morir. ¿Por qué no concederse un último deseo?