CASI PERFECTO

1307 Words
Al llegar hasta la mesa donde cenarían, Rebecca notó que la comida estaba servida como le había dicho Ángelo, pero no parecía haber nadie más alrededor. De hecho, solo se encontraban dos cenas servidas sobre la mesa. En ese momento recordó que su amiga se había ido de cita romántica con su novio. Suspiró con decepción. Se encontraba a solas con aquel hombre en esa enorme mansión. Ni siquiera los sirvientes de Ángelo parecían estar cerca de ahí. Los nervios comenzaron a atacarla. En ese momento el chico apareció por la puerta que daba hacia la cocina. Llevaba una bandeja de vidrio en sus manos, cubierta por una tapa del mismo material. Le sonrió mientras colocaba el objeto sobre la mesa. Se trataba del plato principal. Carne guisada. – ¿Qué tal? –preguntó a la chica en cuanto levantó la tapa– Para ser la primera vez que la hago no parece que me haya salido tan mal –expresó soltando una pequeña risa. Rebecca también sonrió, pero no dijo nada. Los nervios podían más que ella en ese momento– vamos a cenar –le indicó el chico. Ella asintió. Rebecca intentó retirar la silla para tomar asiento, pero de alguna manera sus pies se enredaron con el mueble y tropezó. Ángelo la sujetó con fuerza para evitar que se cayera, pero al final la incómoda posición le ganó a ambos haciendo que perdieran por completo el equilibrio y a falta de este último, acabaron en el piso. Estuvieron riendo del desastroso accidente que acaban de tener. Rebecca se sentía muy tonta por la situación, pero los nervios hacían que no parara de reír. Ángelo reía contagiado de las carcajadas de la chica. A pesar de todo, los dos se sentían muy bien en ese momento. Estaban felices. El silencio se presentó en el instante en que los ojos de Rebecca se encontraron con los de su compañero. Mantenían la sonrisa en sus rostros, pero ahora permanecían callados simplemente observándose. Ella se encontraba apoyada sobre el cuerpo de él, acomodó mejor su posición sentándose encima sin dejar de mirarlo en ningún momento. Ángelo le acarició suavemente las piernas y luego la espalda. Durante aquel movimiento un cosquilleo recorrió el cuerpo de Rebecca. Esta sonrió aún más ante aquella sensación y casi por inercia, acercó su rostro al de Ángelo otorgándole un delicado beso. Su amado no tardó en corresponderle y nuevamente pasaron a demostrarse el uno al otro, todo el amor que estaban sintiendo en ese preciso instante. Los ojos de Rebecca se abrieron del susto al darse cuenta de lo que había hecho. Se había dejado llevar por sus sentimientos y había besado al chico sin siquiera pensarlo. Se separó de golpe de él para alejarse, pero antes de que pudiese hacerlo, Ángelo la sujetó de la cabeza y la acercó nuevamente a él para besarla con pasión. En primera instancia, Rebecca se opuso ante la acción, pero el joven la sostenía con fuerza y tras unos segundos de que sus labios se volvieran a unir, ella se olvidó del resto del mundo y se dejó llevar por lo que sentía. Aquellos besos se intensificaron. Ambos lo estaban disfrutando cada vez más y no tenían ganas de que acabara. Sin embargo, la chica se detuvo de golpe al sentir que alguien los observaba. Giró su cabeza hacia la puerta del comedor y ahí mismo, recostada al marco de la puerta, se encontraba su mejor amiga sonriendo de oreja a oreja. Había regresado de su cita y los había pillado a ambos en el acto. Rebecca quedó perpleja ante la escena, no sabía qué hacer, por lo que simplemente apoyo una mano sobre el pecho del chico alejándolo de ella. Ángelo no quería detenerse, estaba completamente excitado con la situación, por lo que quiso insistir, pero al darse cuenta de que Marisa se encontraba observándolos, decidió de mala gana rendirse. Sabía muy bien que Rebecca no se sentiría cómoda de continuar si su amiga se encontraba presente. Era claro que su momento había acabado, así que respiró profundo e intentó calmarse. – ¿Y a mí no me invitan a cenar? –preguntó Marisa de forma inocente desde el umbral de la puerta. La joven observaba de forma divertida a ambos chicos. No borró su sonrisa en ningún momento. De alguna manera se sentía victoriosa por el progreso que Rebecca estaba teniendo con Ángelo y aunque no le gustaba interrumpir esas situaciones, le hacía gracia la reacción de su amiga. Rebecca se levantó rápidamente de encima del chico. Se acomodó la ropa nerviosamente y se sentó a la mesa. Ángelo se levantó del suelo de forma más calmada. Se encontraba completamente decepcionado, pero no quiso echarse a morir por eso, sabía que tendría más oportunidades con la chica, así que simplemente se esforzó en esbozar una sonrisa e invitó a Marisa a que los acompañara a la mesa. Se dirigió a la cocina en búsqueda de algunos platos y cubiertos extras para hacer lugar para la chica y su novio. Los cuatros cenaron tranquilamente casi sin hablar entre ellos. La noche no tuvo el final que Ángelo hubiese deseado, pero al menos se alegraba de haber tenido un gran progreso con Rebecca. En ese corto periodo en que habían estado solos habían ocurrido muchas cosas que le emocionaban, por eso para él, era solo cuestión de tiempo para lograr que la chica fuese suya. Las vacaciones en Hawaii duraron solamente una semana. Tanto Rebecca como Ángelo querían pasar más tiempo juntos, pero las obligaciones personales les impedían continuar con su aventura. La chica debía regresar pronto para atender todos los asuntos relacionado a la empresa de joyas de sus padres. Tenía varios pendientes importantes, sin mencionar que debía continuar con su investigación sobre el accidente. Por otro lado, la vida de la mafia nunca se detenía, así que Ángelo no podía simplemente hacer a un lado sus obligaciones como jefe de su familia, al menos no por mucho tiempo, así que con la promesa del chico de que los volvería a invitar a su isla, todos regresaron a sus respectivas vidas. Durante los días posteriores a su regreso, Rebecca no hacía más que pensar en sus pequeñas vacaciones. Había disfrutado pasar esos días con él y al parecer a Ángelo le había ocurrido lo mismo pues la continuaba llamando diariamente para saber cómo estaba. Era muy atento con ella, por lo que Rebecca se sentía cada vez más cautivada por el joven y una parte de ella se lamentaba de que en aquellos días en Hawaii, no hubiese pasado nada más entre ellos que un par de besos, pues para ese momento, ella se sentía tan enamorada de él que ya no le importaba que si este formaba parte de la mafia, pues incluso había llegado a pensar en que desea perder su virginidad con el chico. Ángelo se había comportado como su hombre de ensueño durante el pequeño receso en la isla, Rebecca anhelaba estar con él, sin embargo, aún existía un asusto que le impedía dejarse llevar por sus sentimientos y entregarse por completo. Su fallido matrimonio. Aunque este había sido algo arreglado, existía un contrato y reglas que debía cumplir. Ella había hecho todo lo que el documento le exigía, pero aun así seguía casada. La sentencia de divorcio no había salido y mientras eso no ocurriera, no podía disfrutar de una vida libre junto a Ángelo, ni siquiera sabiendo que su esposo nunca había estado presente, ella no era capaz de formalizar nada con su nuevo amor. Rebecca deseaba poder divorciarse lo más pronto posible para estar con ese hombre que se había apoderado por completo de ella. Ya no quería seguir poniendo límites a sus sentimientos ni barreras entre ellos dos, quería simplemente vivir su amor en toda su extensión.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD