DIVORCIO

1494 Words
Rebecca no quería volver a casa, tenía la cabeza revuelta de tantas cosas. Sentía que necesitaba hablar con alguien, por lo que tomó el camino en dirección a la casa de Marisa. Ella vivía a tan solo unos minutos a pie de aquel lugar, así que no era necesario ir a buscar su auto. Además, el frío viento de la noche le ayudaría a sentirse mejor. En poco tiempo Rebecca y Marisa se encontraban en el sofá de esta última tomando una taza de chocolate caliente mientras conversaban. Rebecca le contó a su amiga que había descubierto que Ángelo y Luciano eran la misma persona. La chica se sorprendió. Ella tampoco conocía la identidad del joven, él había sido allegado a su familia desde hacía mucho tiempo y todos lo conocían como Ángelo Di Rossi, pero esa situación resultaba preocupante, porque tal cual como Rebecca había dicho, si había ocultado su identidad y además estaba de alguna manera relacionado con la mafia ¿Qué otros secretos oscuros ocultaría? ¿Qué tan peligroso era ese hombre? – ¿Por qué crees que Luciano haya decidido presentarse conmigo como Ángelo luego de pasar 3 años sin querer saber de mí? –preguntó la chica a su amiga. Esa era la duda más grande que tenía. Más allá de las mentiras o el que hubiese estado jugando con ella, lo que más le preocupaba era la razón. No lograba entender que iba a ganar Luciano con toda esa situación. – ¿Te recuerdas de mi ex novio Marco? –Rebecca asintió confundida– bueno, cuando él se iba a divorciar de su esposa, contrató a alguien para que la sedujera y así obtener pruebas de que ella lo engañaba y usarlas en su divorcio para quedarse con todos los bienes. Creo que Ángelo… bueno, Luciano… creo que está haciendo eso mismo amiga. Él se está haciendo pasar por alguien más para obtener pruebas que te incriminen y conseguir quedarse con tus bienes en el divorcio. – ¿Crees que sea eso? –dudó por un momento– Quizás la mafia si está detrás de la empresa de mis padres… quizás también esté relacionado con su muerte –las teorías comenzaban a aglomerarse en la mente de Rebecca. – Bueno, no le veo otra explicación ¿Qué otra razón habría para hacer algo así? Rebecca no quería creer eso, pero la verdad era que la hipótesis de su amiga tenía bastante sentido. Después de cómo Luciano se había comportado con respecto al contrato y los bienes que según él estaba protegiendo de ella, lo creía muy capaz de hacer algo cómo su amiga le decía. Suspiró con decepción. – ¿Sabes qué necesitas? Un buen fin de semana en el extranjero –exclamó su amiga con alegría. Rebecca dejó escapar una pequeña sonrisa aunque sus ojos mostraban la tristeza que sentía. Rebecca estaba decepcionada con todo lo que estaba pasando. Se había ilusionado con Luciano y había descubierto de mala manera que él no era el candidato adecuado para ella. Desde muy niña, ella había soñado con tener un amor como el que sus padres adoptivos habían tenido. Ellos eran su ejemplo a seguir, pero por el momento, la vida solo le había hecho dar tropiezos y Luciano había resultado ser el más grande de ellos. Rebecca suspiró con pesar. Lo mejor para ella sería alejarse de ese hombre. Ya sabía que no había nada bueno que pudiese sacar de esa relación, así que aunque le doliese, se mantendría lejos de él. – Está bien amiga, vámonos de viaje –aceptó finalmente. Necesitaba despejar la mente y un fin de semana con su mejor amiga lejos de aquel lugar, le ayudaría mucho. Además, podía aprovechar de visitar la mina de sus padres, así podía seguir investigando un poco más sobre el derrumbe y el accidente de auto. Podría ver por ella misma todas las pruebas de las que el detective le había comentado. Durante los días posteriores, Rebecca hizo todo lo posible por evitar a Luciano. No volvió a contestar sus llamadas, ni mensajes, no había salido más de su casa para tratar de no topárselo en algún lugar, había dejado de asistir a las clases que él impartía como suplente y buscaba la manera de no encontrarse con él en ningún momento durante su estancia en la universidad. Sin embargo, tarde o temprano terminarían encontrándose y así pasó. Luciano estaba cansado de ser ignorado, pero no dejaría que Rebecca se le escapara, estaba completamente enamorado de ella y no quería perderla tan fácil, así que averiguó el horario de clases de la chica y la esperó en la puerta del salón de una de sus clases. Apenas Rebecca salió y lo vio en el pasillo, se asustó. El chico rápidamente se acercó a ella. – Has estado evitándome –afirmó Luciano en cuanto la tuvo enfrente. – No, claro que no –le aseguró. – Y entonces ¿Por qué no contestas mis llamadas y sales corriendo cada vez que me ves? –preguntó de forma sarcástica. – No te estoy evitando, simplemente he estado muy ocupada. Tengo mucha tarea y compromisos personales que debo atender –explicó de forma tajante. – Ok, entonces no tendrás problema en salir conmigo esta noche –solicitó mientras tomaba una de las manos de la chica y besaba su dorso. Rebecca sintió un pequeño cosquilleo ante el roce de los labios de Luciano, pero hizo todo lo posible por aguantarse. – Ya me tengo que ir. De verdad estoy muy ocupada. Lo siento –exclamó Rebecca rápidamente sin darle si quiera tiempo a Luciano de reaccionar. La joven salió casi corriendo del lugar. Se dirigió al estacionamiento, subió a su auto y desapareció del campus rumbo a su hogar. Al llegar, el sonido de una campanita la sacó de sus cavilaciones. Era un nuevo correo electrónico del detective. En ese momento se olvidó de Luciano y toda la situación con él para correr a leer el mensaje que le habían enviado. El hombre que había contratado para investigar el accidente había descubierto algo importante. Ese mismo día que sus padres habían muerto, ellos habían ido a visitar la mina y traían consigo un maletín con piedras preciosas. Al parecer muy pocas personas sabían de eso, por ello no habían notado la desaparición de dichas gemas tras el accidente. Nadie las estuvo buscando hasta que él descubrió su existencia. Había estado tratando de ubicarlas y por mucho tiempo parecía que se habían esfumado de la faz de la tierra, sin embargo, hacía un par de días habían vuelto a aparecer. Las joyas iban a ser subastadas en un evento privado que se llevaría a cabo en un crucero durante ese mismo fin de semana. Rebecca al leer esto, no dudó sobre lo que tenía que hacer y llamó de inmediato al detective para que le ayudara a conseguir un ticket para ese crucero. Sabía que no sería fácil, seguramente solo asistirían delincuentes y personas de los bajos mundos, por lo que los boletos no estarían disponibles para cualquiera. Sin embargo, el detective era un agente retirado de la CIA y conocía muy bien todos los trucos de esos eventos, por lo que por medio de sus contactos pudo conseguirle un ticket de entrada a la chica tanto para el crucero como para la subasta privada que se llevaría a cabo. No obstante, antes de entregarle los pases a la joven, le pidió que tuviese mucho cuidado. No estaba tratando con personas comunes. Seguramente cada uno de los individuos que asistirían a ese crucero sería peligroso. La chica estuvo de acuerdo y prometió cuidarse. Rebecca preparó todo lo que le hacía falta para irse de viaje y ese fin de semana asistió a aquella gala secreta. Se mantuvo bajo perfil en todo momento, no quería levantar sospechas. Permaneció en silencio durante casi toda la subasta hasta llegar al final cuando se mostraron al público las gemas que estaba esperando. Eran las que sus padres llevaban con ellos el día que murieron. Sabía que tenían algo importante más allá de su valor económico, por lo que hizo todo lo posible por ganar la subasta. Aumentaba cada oferta que hacían hasta terminar quedándose con ellas. Le tocó pagar un precio exorbitante, pero no le importó, las había recuperado y eso era lo que más le interesaba. Había cumplido su cometido, así que apenas hizo el pago y le fueron entregadas las joyas, sujetó con fuerza la maleta y salió rápidamente de aquel lugar. Se sentía confiada de que había logrado abandonar el crucero sin problemas, pero la realidad estaba muy lejos. Esas piedras preciosas formaban parte de un misterio más grande y peligroso que la mafia quería mantener oculto, por lo que no dejarían que ella se saliera con la suya tan fácilmente. Así que sin que Rebecca lo supiera, dos hombres vestidos de n***o comenzaron a seguirla. Su destino se había sido sellado.
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