Me removí un poco en la cama al recordar aquel episodio que había marcado mi vida. Ese momento tan doloroso había ocurrido antes de conocer a Grayson, antes de que mi mundo cambiara de la manera en que lo hizo. Aquella fue la última vez que vi a Camil. El golpe, las palabras hirientes, la sensación de traición… todo volvió con fuerza, como si no hubiera pasado el tiempo. La herida aún sangraba en algún rincón de mi ser, pero el tiempo, como siempre, lo había cubierto con una capa de indiferencia. Al menos, eso era lo que me decía a mí misma. La cama era cálida, y la quietud de la habitación parecía envolverme como un manto protector. Sentí cómo las sábanas se ajustaban a mi cuerpo, un pequeño consuelo contra el frío que me acechaba en mi mente. No podía evitar pensar en las decisiones que

