Así llego al final de La educación juvenil y las aventuras del vampiro Lestat, la narración que me disponía a contaros. Ahora conocéis esta historia de magia y misterio del Viejo Mundo que he decidido revelar pese a todas las prohibiciones y requerimientos de silencio. Pero mi relato no termina aquí, por muy reacio a proseguirla que sea. Y debo hacer mención, aunque sea brevemente, de los dolorosos acontecimientos que me llevaron a tomar la decisión de desaparecer bajo tierra en 1929. Eso fue ciento cuarenta años después de que dejara la isla de Marius. Y nunca volví a ver a éste. También Gabrielle permaneció absolutamente perdida para mí. Se había desvanecido aquella noche en El Cairo y nunca volví a tener noticia de ella por boca de nadie, mortal o inmortal. Y cuando me enterré

