CAPITULO XXX. Consuelo

1427 Words
¿Alguna vez has sentido que cuando todo está en calma, es porque algo malo pronto sucederá? En la capital, por el momento todo estaba en calma, claro, con excepción de que Nathalya y Max no estaban con ellos. Alex había recibido una guitarra nueva como regalo de su padre, él pensaba que su hijo debía hacer lo que tanto amaba para sacar todo ese dolor que había estado guardando. Don Emmanuel le sugirió volver a la música, la constructora iba creciendo y él podría darse el tiempo para cantar otra vez. Alex se mostraba pensativo al respecto, la ilusión de la música le motivaba, pero su inspiración no estaba allí donde debía, sentía un gran vacío en su corazón y dudaba poder hacerlo. Natasha también le suplicaba para que volviera a la música, pero él recordaba que ella y Nathalya siempre estuvieron juntas para escucharlo cantar, y ahora Nathalya no estaría como siempre. Sus hijos tomaron la guitarra y se la colocaron en sus manos para que les enseñara cómo hacer música, eso le dio ánimo para aceptar regresar al grupo de su padre. Fue un día especial, en el que poco a poco se sentía que todo volvería a su lugar. Cuando Alex estuvo a solas, comenzó a tocar la guitarra sin pensar, una melodiosa canción le nació del alma, una canción para Nathalya donde le suplicaba a Dios que se la regresara explicando todas las razones por las que la amaba, su padre alcanzó a escucharlo y lloró con tan preciada letra, recordó cómo se sintió cuando su esposa falleció y se acercó a su hijo para hablarle de ello. — Hijo, no había pensado en lo mucho que te duele todo ésto, pero al escucharte cantar me hiciste recordar lo mucho que me ha dolido la vida desde que tu madre se nos fue, nunca pensé que te sintieras igual — Ella está viva, lo sé, pero cada instante siento que muero poco a poco de dolor, cada día me lleno de ocupaciones para evitar pensar en ella, cada vez que veo a alguien sonreír pienso en ella, en la sonrisa que siempre me regalaba, cuando veo un libro la recuerdo porque a ella le encantaba leer, cuando sonrío de inmediato se me viene a la mente ella, y siento que la vida no tiene sentido sin ella, siento que quiero morirme, papá — Hijo, no digas esas cosas, mira, tienes dos hermosos hijos que te necesitan — Lo sé, papá, y sólo por ellos es que sigo de pie — Te diré un secreto, poco antes de morir tu madre, me hizo jurarle que sonreiría cada vez que me fuera posible, que seguiría haciendo música y sería muy feliz por haberla conocido, que cada vez que hiciera algo para hacerme feliz a mí mismo, sería como cuando yo le llevaba sus flores favoritas, como si yo le mandara un mensaje al cielo diciéndole lo mucho que la amo, como si yo viviera por los dos, como si honrara su memoria, y a cambio, ella se encargaría de mandarnos puras bendiciones y yo lo hice, hijo, por eso tuve a dos hijos maravillosos que nunca me dieron problemas, tengo dos nietos que adoro, unas nueras que los aman con locura, un consuegro al que ya quiero como a un hermano, tenemos salud, casa, trabajo y mucha vida por delante. Por eso, hijo, tú tienes que hacer lo mejor para tí, tu madre no regresará, pero tu esposa sí, de eso estoy seguro, así que anda, que ella no le va a gustar encontrarse con un esposo triste y descuidado, debes volver al gimnasio, a la música, a hacer todo lo que te gusta, porque eso fue lo que la enamoró de tí. — Papá, yo no sé si pueda — Claro que puedes, sólo tienes que mirar a tus hijos, esas sonrisitas le devuelven la vida a cualquiera, te lo digo yo, que crié a dos hijos sin su madre — Eres el mejor, papá, te admiro tanto — Y no preocupes si no puedes volver a componer música como antes, sólo recuerda que la música es nuestra manera de expresarnos, uno canta lo que sale del corazón, no lo que la gente quiera oír, tú no sabes cuántas personas afuera podrían identificarse con tu dolor, así que, escríbele todas esas canciones a ella, eso también te ayudará a sanar, hijo. Alex siguió los consejos de su padre, comenzó a componer de nuevo, en cada letra dejaba el corazón y aunque normalmente, terminaba llorando, sí le ayudaba a sentirse mejor, por las mañanas se levantaba temprano para hacer ejercicio, don Emmanuel tenía un pequeño gimnasio en casa y con gusto, se unió a su yerno para entrar en forma. Alex sólo iba a la oficina un par de horas para asegurarse que todo siguiera marchando bien y se iba justo para llegar por los niños a la hora de la salida de la escuela, aprovechaba un par de horas para estar con ellos y disfrutaba mucho de enseñarles un poco de lo que sabía sobre música. Los pequeños estaban muy emocionados de aprender, incluso también querían cantar una canción para su mamá Nathalya y para su papá Max, y Alex les estaba ayudando a componerla, los niños también tenían muchas emociones que no habían podido expresar y al descubrir todo lo que ellos también sufrían, no podía contener las lágrimas, las lágrimas también rodaban por las mejillas de los niños, lágrimas de dolor, de amor, de angustia, de importencia, de no querer ser una carga más para los adultos que buscaban cómo continuar con sus vidas. Entonces, Alex se propuso sanar esos pequeños corazoncitos rotos, así como su padre la había hecho con él y con Max cuando su madre murió, haciendo de la música su forma de expresarse. Matilde había comenzado un nuevo tratamiento para su enfermedad, ella debía ausentarse por horas para ello una vez al mes, el tratamiento era muy pesado y siempre terminaba muy cansada, cada vez le causaba más molestias, pero debía ser fuerte. Don Emmanuel ya se había percatado de sus ausencias largas, por lo que comenzó a seguirla para averiguar la causa, estaba seguro que no le era infiel, pues su mirada seguía siendo la misma, en cambio su apariencia se veía desmejorada. La vio bajar de un taxi en el hospital de oncología, tembló sólo de pensar que su esposa estuviera enferma, pero pensaba más en que de ser así, ella estaba necesitándolo más que nunca y recordó que ella le había mencionado que no quería ser una carga para él, entonces bajó del auto y entró al hospital, la vio entrar a un lugar para tratamientos, y se impactó con la triste realidad, un doctor se dirigía a ese lugar y lo interceptó para preguntarle al respecto. — Disculpe, doctor. ¿Este lugar qué es? — Es una zona para radio y quimioterapia, por lo que no puede estar aquí — ¿Usted podría decirme si mi esposa está tomando uno de esos tratamientos? La vi entrar hace un momento — Si su esposa no le ha dicho nada, yo no puedo hacerlo, mi ética profesional me obliga a guardar el secreto profesional — Descuide, gracias por la información Don Emmanuel fingió que se iba y el doctor entró a donde estaba Matilde, le informó lo sucedido afuera y luego comenzó con el tratamiento. Don Emmanuel entró sin previo aviso y la vio ser tratada como un paciente enfermo, se impresionó mucho, pero se acercó a ella de inmediato. — Emmanuel, ¿qué haces aquí? Deberías estar trabajando — Te seguí, porque presentí que algo no estaba bien. Debiste decirme — No quiero ser una carga para ti — De ninguna manera lo eres, yo soy tu esposo y quiero estar contigo cada vez que me necesites — Perdóname, es tan difícil hablar de ésto, yo no quería que me vieras así, ya estoy vieja y con todo ésto me da mucha pena, mira, parezco momia — De ninguna manera, sigues siendo mi Matilde, la hermosa y perfecta mujer de la que enamoré. — Los dejo solos para que tengan privacidad — injirió el médico — Por favor, quédese, quisiera saber la situación de mi mujer — suplicó don Emmanuel El médico le informó todo acerca de la salud de Matilde y él le preguntó sobre todas las opciones para salvarla, fue una larga conversación y Matilde fue muy consentida por su esposo, aunque suplicó para que nadie en casa supiera de su enfermedad.
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