—Una cosa es ser persistente, pero esto es ridículo. ¿Solo porque no te saliste con la tuya decides atormentarme? Es una gorda, no va a cuidar su peso, le mandaré pizza y helado. ¿Eso pensabas? ¿Qué tal si dijeras que es una tonta, que no le importará tener que levantarse y abrirle la maldita puerta a un desconocido toda la noche cuando vive sola en una granja, sin vecinos cerca? Puede que sea todo eso, Kaeden, pero tengo sentimientos, ¿de acuerdo? Así que deja de fingir que eres amable y encantadora. Deja de coquetear conmigo, porque sé que es tan ridículo como todos piensan, ¡y por el amor de Dios, deja de llamarme! —Dejó escapar toda la frustración de la reunión con su familia en una andanada de palabras furiosas y rompió a llorar—. Buenas noches, Kaeden —dijo con voz temblorosa en el s
