—Claire, tú y yo hablaremos de esto —dijo Kaeden en voz baja, besándole la mejilla a modo de saludo antes de volverse hacia Maggie con una sonrisa seductora—. Sabes, si querías una cita para esta noche, solo tenías que pedírmelo. Llevo toda la semana intentando que digas que sí —se inclinó para besarle la mejilla, y ella aspiró su aroma, recordando cada centímetro de su cuerpo bajo el traje que llevaba. Una imagen que había alimentado sus fantasías durante días, a pesar de estar enfadada con él. —No, no lo hice. ¡No fue idea mía! —Tartamudeó, embriagada por su cercanía—. ¿No deberías estar todavía en casa recuperándote? ¿Y tu cabeza y los moretones en el pecho? —Me he recuperado perfectamente de ese pequeño golpe, gracias a ti. Estás espectacularmente guapa esta noche —la halagó Kaeden.

