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1687 Words
Oliver  Frustrado gruñí. Jacob había faltado a nuestra tercera cita. Después de que Nickolas casi nos descubriera en el acto, se había estado comportando raro. Ese día, gracias a la secretaria de Thomas, que le inventó a Nick que su novio estaba en su hora de almuerzo, nos salvamos. Ahora, no sabía que hacer. Había faltado a la editorial solo para verlo, y él me había dejado plantado, genial. Caminé de un lado a otro y decidí salir del lugar, dando un portazo. Eran pocas las veces en las que yo había estado tan malditamente furioso como lo estaba. Decidí bajar por las escaleras del edificio, así no tenía que ver a algún vecino y provocar problemas. Al momento que llegué a la recepción, vi a través de las grandes ventanas, que estaba lloviendo. Salí sin siquiera despedirme y corrí hacia mi auto. A medida que manejaba por las calles, la oscuridad fue haciendo su aparición, y cuando llegué al departamento que compartía con Sam, eran alrededor de las ocho de la noche. Estacioné y a paso lento llegué hasta la puerta de nuestra residencia. Abrí, y pude oír un gran alboroto en la cocina. Entré y caminé hacia el lugar, encontrándome con Sam, Jacob, y Nickolas. Jodida mierda Los tres se callaron y me miraron sonriendo. Mi vista calló en el brazo que envolvía los hombros de mi mejor amigo, y apreté la mandíbula. Quería golpear a todo el mundo, no me importaba nada. Pero, haciendo acto de presencia a mi hipocresía, sonreí. —Hola —saludé y los tres contestaron a coro con un “buenas noches". Me acerqué a Samuel, y lo besé duramente. Pude ver a Nick sonreír y Jacob fruncir un poco el ceño. Parecía un estúpido adolescente tratando de darle celos a su exnovio, pero la realidad me golpeó y recordé que mi relación con Jacob no pasaba más allá de solo sexo. Me separé de los carnosos labios del morocho y le susurré provocativamente, cerca de su oído: —Hoy te voy a hacer el amor, corazón. Su respuesta fue un pequeño jadeo y asintió levemente. Alejándome de su lado, tomé su cintura pegándolo a mí, de una manera ruda. Nickolas silbó y soltó una carcajada. —Se respira la tensión s****l, aquí. Si, idiota. Entre tu novio y yo Lo miré y pregunté: — ¿A que debemos su agradable visita? Jacob, quien había estado en un segundo plano sonrió; y conociéndolo tanto, pude deducir que aquella curvatura era hipócrita. —Venimos a darles una noticia —habló. — ¿Cuál es? Sam chilló y volteó a mirarme, contestando por ellos: — ¡Se van a casar! — ¿Qué? —mi voz salió en un murmullo. No podía ser cierto, era pura mierda. Un pequeño nudo se formó en mi garganta y no pude evitar toser. Traté de que se fuera, pero me era imposible. Él no se podía casar, era ilógico. No, no y no. Me negaba rotundamente. Unos minutos después; cuando logré calmarme cuestioné, mirando por vez primera los ojos de mi mejor amigo: — ¿No es muy pronto? —No, llevamos dos años juntos; y últimamente nuestra relación se ha fortalecido en todos los ámbitos, ya saben —Nick bajó la voz y de inmediato por su mirada, supe a cuáles se refería —, Ahora más que nunca quiero que este conmigo para siempre. Para siempre Bufé en tono bajo y pasé una mano por mi cabello. No sabía que decir, mientras escuchaba a Sam hablar de todos los preparativos y donde debía ser. Recordé cuando Thomas me dejó plantado en la tarde, y poniendo mi actitud más seria lo llamé —Jacob —el me miró y pasó saliva rápidamente, —Acompáñame. Dejamos a nuestras respectivas parejas en la cocina, para seguir hablando de lo que sería el gran día de la boda. Recorrimos los pasillos del lugar, y luego de unos minutos en los que no dijimos nada, visualice la puerta de mi habitación; trayendo consigo una idea a mi mente. Si Jacob se iba a casar, básicamente la mierda que teníamos se acabaría. Así, que sería bueno dar por finalizado “eso" con un buen polvo. Aunque sea para mí Paré mi corta caminata frente a mi habitación y lo invité a pasar. El, en su actitud más sumisa hizo lo que pedí y mi pene comenzó a despertarse. Lo más probable era que supiera que era lo que íbamos a hacer; y cuando saqué mi celular para mandarle un mensaje a Sam, diciendo que saliera junto a Nick a traer comida del centro comercial; no chistó. Escuché la puerta principal cerrarse, y tomé el brazo de mi amigo para estrellarlo contra la pared más cercana. El en respuesta, gimió y trató de apartarse. La rabia hacia nuevamente acto de presencia, y no pude evitar imaginarme a Jacob junto a Nickolas en una jodida notaría, mientras se casaban por lo civil. —Con que te vas a casar, ¿eh? —mi tono no era el mejor, pero no me importaba. —Si, —respiró profundamente, —Lo haré. Dejé de lado su corta respuesta y volví a preguntar: — ¿Por qué me dejaste plantado? El levantó su vista, y conectándola con la mía respondió: —Hoy Nick quería pasar el tiempo juntos. Lamento dejarte así, pero no podía decirle que no. — ¿Hoy te pidió que se casaran? —Si. — ¿Cómo? —escupí. —Estábamos almorzando —hizo una pequeña pausa y volteó a mirar hacia la izquierda, dejando su cuello a mi merced. No pude evitar dar una pequeña lamida. El gimoteo. —No, Oliver. —No, ¿qué? —comencé a dejar que mis labios pasaran por todo el largo de su garganta, y pronto el rizado estuvo gimiendo en mis brazos. —Si— sigue —musitó. Quería que esta fuera una clase; la última. Así que recordé rápidamente las posiciones más fáciles que había del kamasutra y una llegó a mi mente; provocando que sonriera. — ¿Quieres que esta sea una clase? —mi voz sonaba mucho más gruesa y ronca. Mi cuerpo estaba consumido por la excitación del momento, y no iba a parar. — ¡Oh! —Exclamó, cuando lamí un punto detrás de su oído. —Si, sí. Fóllame. Un sonido gutural salió de mi garganta y me alejé, mientras me quitaba rápidamente el pantalón y los bóxer. —Hoy haremos una que se llama “los dos pilares", no necesitamos nada. Solo voltéate y ábrete de piernas. —demandé. Thomas terminó te sacarse la ropa interior, quedando al igual que yo, solo con nuestras camisas. Se volteó y puso sus manos en la pared. Me acerqué lentamente y acaricié su espalda. Era demasiado suave, y repartí besos en sus omóplatos. Miré la hora y me di cuenta de que teníamos alrededor de cuarenta minutos. Así que tomé su trasero, y lo levanté. —No tengo condón, bebé —dije. Se me había olvidado. —No me importa —comenzó a masturbarse y susurró —Quiero que me hagas el amor, Oliver. Me congele unos segundos en mi sitio por sus palabras, “hacer el amor". Una diminuta sonrisa apareció en mi rostro y entré en el lentamente. —Lo que tú quieras —hablé con mi voz estrangulada. Tomé sus caderas y comencé a penetrarlo lentamente, sin prisa. Jacob quería que le hiciera el amor, y eso iba a hacer. Deseaba con todas mis fuerzas que Nickolas y Samuel, se demoraran mucho tiempo. La habitación comenzó a llenarse de sonidos excitantes. Solté las caderas de mi compañero y pasé mis manos por su estómago. Pronto su pene estuvo entre ellas, y empecé a masturbarlo rápidamente. Flexione los músculos en mi parte baja del cuerpo, haciendo que pudiera meter mi pene mucho más profundo. Sus jadeos llegaban a mi audición y pronto estuve gimiendo su nombre. Se acomodó un poco mejor, abriendo mucho más las piernas, y me posicione entre ellas. Volví a follarlo, y gruñí. Se sentía malditamente genial. Como se amoldaba a mi polla. Como nos movíamos a la par. Como era perfecto para mí. Dejé de tocar su ingle y apreté su culo con mis manos. De vez en cuando lo zurraba haciendo que soltara pequeños jadeos; trayendo consigo más calentura. Los movimientos se hicieron más constantes, y las veces que tocaba su próstata el ya no jadeaba, ahora gritaba. La puerta del departamento se abrió y comenzamos a oír voces caminando hacia la cocina. Seguí follándolo mucho más rápido, y puse mi mano en su boca. Los gemidos que soltaba eran muy deliciosos, pero en ese momento no podíamos dejar que los escucharan. Mi pene se sacudió dentro de él, y comencé a correrme. Jadee tratando de recuperar el aire, y empuje tres veces más, haciendo que Jacob igualara mi orgasmo. El suyo estalló tan fuerte, que sus piernas comenzaron a temblar, y estaba malditamente seguro de que, si mis brazos no hubieran estado envueltos a su alrededor, hubiera caído al suelo. Unos pasos se oyeron y nos quedamos en silencio. La puerta estaba a nuestro lado y Jacob se volteó mirándome con una pizca de miedo. Nos iban a descubrir, mierda. La puerta se abrió y alguien se asomó. Abrí la boca para respirar por ella. La madera estaba frente a nosotros, y por primera vez agradecí que una cosa tan pequeña como estar del lado contrario al que se abría aquel objeto, nos escondiera. — ¿Oliver? —Sam preguntó. Unos cuantos segundos pasaron y el seguía allí. Deseaba que no se le ocurriese entrar al cuarto. Si lo hacía, se terminaría todo. Nickolas gritó su nombre y sentí mi corazón querer salir de mi pecho. No podía estar más nervioso. Vete, vete, vete. Tal vez Samuel había escuchado mis plegarias y pronto soltó un bufido y cerró. Sus pisadas se alejaron cada vez más y soltamos un suspiro de alivio. Jacob comenzó a reírse mientras se ponía sus prendas, y yo hice lo mismo sin poder evitarlo. Iban dos veces en las que estábamos a punto de ser descubiertos, pero gracias a Dios no había pasado. Terminé de arreglar mis zapatos, y sentí los brazos de mi mejor amigo envolverme. Respondí su abrazo y él se alejó para dejar un casto beso en mis labios. — ¿Seguirás enseñándome posiciones? —preguntó. No sabía que responder, él ahora era un hombre comprometido y eso yo debía respetarlo. —No lo sé —admití. El asintió con su mirada perdida en el suelo. —Estas comprometido. —Pero —comenzó —Tú me haces sentir vivo. Gracias a ti he conocido lo que en realidad es el sexo. Volteé a mirar la puerta y cerré los ojos. Tal vez algún día me arrepentiría de ello, pero ahora no era el momento — ¿Tú quieres seguir con esto? —Si —respondió rápidamente. —Entonces, que así sea —dije. El nudo que había estado en mi garganta desde que había escuchado que Jacob se casaría, se fue. Y por primera vez en el día, sonreí.
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