Kayla Dhall ©

2

Capítulo dos

—Llega tarde, señorita Kayla.

Su voz, sus ojos, su pelo, su cara, su aroma, su cuerpo; todo en él grita: Perfección.

Ah, creo que me enamoré.

Aunque lo único malo aquí es su corazón latente y la típica energía de un humano normal, común y corriente.

Pero eso es lo de menos.

Trago grueso conteniendo las ganas que tengo de lanzarme encima y controlo mi agitado corazón haciendo que Key reparta la energía de ese punto a todas las extremidades de mi cuerpo.

—Disculpe, profesor —bajo la voz poco a poco y le doy una rápida mirada antes de cerrar la puerta detrás de mí.

Busco mi puesto al final de la mesa y tomo asiento sin despegar mis ojos de los suyos, me cruzo de brazos esperando a que él diga algo más, pero simplemente sigue escribiendo sin prestarme atención.

Ey, mírame, estoy acá, yo sé que tú también debes sentir atracción por mí.

Observo las cosas que tiene en la otra punta de la mesa y muevo mi pies izquierdo teniendo el tic nervioso.

No puedo más, no con su olor en mi nariz y sin poder acercarme.

Tengo que irme antes de que haga algo que no será propio para ambos.

Me levanto de golpe llamando su atención y le señalo la puerta >>—Me voy —le afirmo y corro teniendo sus ojos sobre mí.

Por favor no digas nada.

—Eh, así que la chica inteligente, puntual y responsable de la que hablaba mi papá todo el tiempo ahora huye de sus clases —me detengo en seco y giro con sus ojos celestes brillantes como el agua sobre mí.

¿Acaso él...?

¡¿Me está provocando?!

Deja el rotulador sobre el largo pupitre y suspira cansado >>—No sé qué cosas son esas las cuales estás acostumbrada a hacer, pero conmigo —camina hasta mi silla al final de la mesa y la trae consigo —harás exactamente lo que diga, como diga y donde diga —deja mi asiento a un costado del suyo indicándome con la vista que tome asiento —¿quedo claro?

Demanda y yo bajo la cabeza a mis pies, sonrío en gran manera y niego abiertamente mientras regreso a verlo.

Hasta dominante me salió el niño.

¡ME ENCANTA!

—Clarisimo como el agua, profesor Neythan —me acerco —pero tengo una consulta que hacer.

—Siempre y cuando no sea de mi vida privada, todo lo contestaré —me frena la mente con sus palabras y ladeo la cabeza sonriendo.

—¿Cómo adivino que preguntaría algo como eso?

—Porque me es fácil ver a través de sus ojos mieles almendrados, señorita Dhall.

—Ah ya —alzo las cejas recargando la ironía en mi voz, agarro el marcador de la mesa y lo destapo sin pensármelo —¿y si hacemos una apuesta? ¿Contestaría mi pregunta?

—Puede ser —se encoge de hombros.

—Apuesto a que en el tablero hay un error, si es así me dirá si tiene novia o no, y si no es así dejaré de molestarlo y seré su alumna más responsable en lo que resta del mes.

Neythan se cruza de brazos sonriendo —Intenta buscarlo, no lo vas a encontrar —me reta y busco hasta la mínima falta ortográfica sin tener éxito.

Mierda.

No puedo perder así.

De verdad quiero saber si tiene novia, porque si no es así me voy a lanzar de cabeza al abismo.

—¿Ya? —se posiciona a mi lago con burla y chasqueo la lengua, le tiendo el rotulador y hago un puchero diendo hacia mi puesto —ah, niña —dice y me giro juntando las cejas.

—No soy una niña —me quejo —tengo diecinueve años y soy autosuficiente conmigo misma.

—Y yo tengo veintitrés años, soy cuatro escalones encima de ti, y sí —coloca el punto final del párrafo que estaba escribiendo y abro los ojos tanto como puedo. ¿Cómo no lo vi? —tengo novia —rectifica y aprieto la mandíbula con una falsa sonrisa mientras pestañeo rápidamente.

Pues despídete de ella, porque la haré desaparecer.

>>—Así que pórtese bien y trateme con respeto como lo haré yo con usted.

—Con respeto es con lo que menos lo trataré —susurro para mí.

—¿Disculpa? ¿Dijiste algo?

—No, nada, —jalo mi libreta junto al bolígrafo —solo que voy a empezar a tomar nota de lo que tengo que hacer para mañana.

Él alza una de sus cejas y niega al mismo tiempo que flexiona los brazos en la mesa mirando, uno por uno, mis planos dibujados.

El olor que desprende me hace aspirar profundo, muerdo el final del bolígrafo cuando llevo los ojos a las venas de sus brazos resaltadas hasta el fin de su camisa negra, subo a su cuello y me pierdo en la curvatura de su mandíbula hasta sus labios  entreabiertos.

Automáticamente mi mente recrea una situación en la que él me tenga encerrada mientras me sujeta fuerte del cabello dándonos un beso cargado de deseo y pasión. Cierro las piernas con fuerza al seguir dejando volar mi imaginación y mi rostro toma un color rojizo cuando me doy cuenta de lo que estoy haciendo.

Sacudo la cabeza, ¿Qué me está pasando? ¿Por qué estoy pensando en esas cosas?

—¿Ya acabaste? —su aliento a menta choca detrás en mi cuello y me erizo completamente.

Aléjate o no me podré controlar.

Ya siento que Key está al límite de lanzarse sin importar qué.

>>—Vi que estabas en uno de tus viajes astrales y pensé que habías terminado, pero no es así, ¿acaso hay algo que te está distrayendo? —pregunta inocente —¿hay algo que no entiendas? Lo digo solo para explicarte más de —hace una pequeña pausa —cerca.

No puedo, ya no puedo.

Su olor, su voz, su presencia.

¡Me va a volver loca!

Ahora entiendo como es que se siente esto de no poder atacar a una persona en un solo paso.

Ya no me voy a quejar más de mis brutos hermanos.

Me levanto corriendo mientras tapo mi nariz controlando a Key para que mis ojos no se tornen blancos en frente de él, abro la puerta y al momento de usar la velocidad para alejarme a diez kilómetros de su rico y distintivo aroma, Neythan me agarra del brazo impidiendo que de un paso fuera.

—¿Para dónde vas, Kayla? A mí me parece que te exigí que te tenías que quedar aquí conmigo —habla en un tono de voz demandante.

—Por favor, sueltame, no estoy bromeando, de lo contrario no sé qué podrá suceder.

—He lidiado cientos de veces con niñas malcriadas como tú, ¿de verdad crees que te voy a dejar ir? Sólo conmigo te vas a quedar aunque sea una eternidad.

Y es lo único que necesito para estallar.

Con que toda una eternidad, eh.