Noviembre

1627 Words
Nick El camino al aeropuerto fue terrible para April, al menos eso pensaba porque, aunque ella lo negó pude verla conteniendo las lágrimas un par de veces, recién había caído en cuenta de que me había comportado bastante mal en al apartamento y no era por justificarme, pero tenía los nervios a flor de piel. Por otro lado, no la culpaba de nada de lo que había sucedido, la culpa era de mi madre, en el poco tiempo que llevaba de conocerla ella la hacía llorar con solo dirigirle una mirada de desprecio, pero yo quería que April supiera que no debía sentir vergüenza por el lugar en el que nació. Las personas como mi madre y yo estábamos mal de la cabeza, no nos habían negado nada en toda la vida y no sabíamos cómo tratar al resto de una manera digna, al menos yo intentaba cambiar, pero ella seguía siendo la misma persona. La veía descansar en nuestra cama del vuelo en primera clase el cual decidí comprarle ya que pensé que si era su primera experiencia viajera debía ser la mejor que nadie hubiera visto nunca, además en primera clase sí pudimos chantajear a las autoridades que nos hicieron el favor de ignorar su falta de documentos gracias a una maravillosa suma y un par de favores que le debían a mi familia. Sus párpados estaban inmóviles, su respiración era lenta. Estaba relajada, sus ojos no gritaban ese típico miedo que se asomó a través de ellos cuando me tendió el estudio de embarazo en mi cafetería favorita. -Nick -dijo mi padre poniendo una mano sobre mi hombro- acompáñame a la zona VIP para que tomemos algo y tengamos una pequeña charla. Nada bueno se avecinaba cuando Mike Napolitano tenía algo que decir, era hombre de pocas palabras, pero cuando las decía se sentían realmente duras. Me levanté y lo seguí, pedí agua mineral, un limón y un poco de azúcar para tomar fuerzas sobre lo que me iba a preguntar. No se me daba bien tomar alcohol. -Necesitamos hablar de tu novia -dijo yendo al grano, ni siquiera tuvo la delicadeza de preguntarme sobre la carrera o sobre mi vida- Amelia es demasiado exigente con las personas que presentan, tu prima Giselle tardó un par de años en lograr que aceptaran a su prometido. Había intentado evitar el tema, pero él tenía razón, la bella April le iba a agradar a Amelia al instante porque ambas poseían una sencillez extraordinaria. -April va a amar a Amelia -dije convencido y luego me di cuenta de que se me había enredado la frase- quise decir que Amelia va a amar a April, ambas son demasiado sencillas y si me disculpas tengo a una hermosa chica dormida que me espera. Caminé hasta nuestros lugares y seguí contemplándola mientras recordaba que su miedo volvió a hacerse presente cuando escuchó que iríamos a una provincia de Italia, ese sitio tenía un castillo en el cual pensaba casarse mi prima. Pero antes tendríamos que hacer una parada en Milán, no podía creer que nunca había salido de su casa, no tenía nada que temer en el viejo mundo porque aún con mi cuestionable comportamiento estaba ahí para ayudarla. -Hola Nick -dijo mirándome, sus ojos tranquilos la hacían lucir como una hermosa princesa, como si ella hubiera merecido estar en primera clase toda su vida- ¿cuánto he dormido? Me siento perfecta, tenía días sin dormir de esa manera, un par de meses de hecho si te soy sincera. Casi iniciaba el proceso de hibernación, pero no le dije nada porque no quería que me asesinara sin saber el género de lo que traía en el vientre. Eso sí que no lo permitiría, además tenía demasiado en qué pensar como en lo que papá había dicho sobre Amelia. -Casi cuatro horas -dije viéndola- pero no te preocupes, son más de ocho horas, supongo que si quieres podemos charlar un poco y así el tiempo se hará nada, las personas están dormidas, no hay nada que temer. Tenemos total privacidad en este sitio. April me miró y supuse que no hablaría hasta que comenzó: -No sé quién es su padre Nick -dijo molesta consigo misma- no era mi plan, quería terminar de estudiar, aunque para eso hubiera tenido que conseguir becas universitarias y créditos para estudiantes... -continuó soltando una lágrima- pero ahora tendré que cambiar pañales y hacer fórmulas de leche y no lo soporto Nick, las madres solteras nunca pueden darle un buen nivel de vida a sus hijos, la estadística lo comprueba casi a diario. Estudié tanto y trabajé tan duro que al final esto terminó truncando mis esperanzas de aspirar a una buena vida, lo más cerca que estaré de algo así es ahora, contigo. La abracé y no quise mirarla a los ojos porque sabía que yo lloraría junto con ella. No merecía eso. Lamentaba mucho todo lo que me había contado, pero ya había sucedido y no tenía manera de poder evitar la situación, pero sí de ayudarla y eso haría. No iba a permitir que eso sucediera, ella no sería una cifra más. -Quiero que se acabe -dijo llorando - no quiero esto... quiero renunciar. Por eso quería hacerlo en el edificio, no podía soportar algo así. Siempre me vi trabajando en una oficina y teniendo familia a los treinta años si es que en algún momento sucedía, tendría un lindo esposo y seríamos demasiado felices. Pobre de ella, ya había comenzado y no tendría fin, le quedaba el resto de su vida así, aunque yo estaría para ayudarla durante todo el tiempo que ella lo permitiera, pero tampoco se trataba de la gran ayuda del siglo, estaba menos preparado que ella en esos aspectos pero podía funcionar de refugio económico. -No April -dije acariciando su cabello, sé que usó mi champú pero en su cabello se sentía como una fragancia distinta- baja la voz porque el avión entero nos volteara a ver, a la gente rica le encantan los chismes porque eso los ayuda a escapar de sus vidas vacías. No hay que armar un escándalo. Todo va a estar bien, no estás sola, te juro que no estás sola, pero intenta confiar en mí y guardar silencio, no llores que eso no es bueno para el bebé. La abracé y estando en mis brazos deseaba protegerla, aliviarla de todo lo malo. Cuatro horas marcaron una diferencia enorme cuando el silencio era lo que dominaba la atmosfera y yo no soportaba que ella estuviera en silencio, quería verla sonreír y escuchar su risa, sentía que perdería la cabeza por ella. No merecía nada de lo que le estaba sucediendo. Entendía que la conocía desde hace dos días y que casi no logré llegar a tiempo, pero lo hice y estoy seguro de que fue por una razón. -April -dije tomando su mano, ella abrió tanto los ojos que creí que le cambiaría el rostro- necesito que estés conmigo en esa boda. Les dije que eras mi novia y debes parecerlo, te compraré ropa y te verás bellísima; sin ella ya lo haces, es decir, con tu ropa normal. Límpiate esas lágrimas, por fin vas a estar a salvo porque te juro que en cuanto mi familia sepa de ti no van a querer soltarte. Ella me miraba como cuando le entregas un regalo de navidad a un niño desamparado, se veía como si le estuviera dando una última oportunidad de salir de la oscuridad, pero ni ella ni el bebé estarían así, yo iba a cuidarlos. Daría mi fideicomiso de ser necesario, pero nada les iba a suceder, ella iba a terminar la universidad y sentirse orgullosa de sí misma. -Gracias Nick -dijo mirándome con un peculiar brillo en los ojos- te necesito más que nunca, aunque parezca raro porque a duras penas nos conocemos, esto parece un raro cuento que nunca podría ser real. Te contaré un poco de lo que sucedió aquella noche -dijo mirándome fijamente y sin parpadear comenzó con la historia- era noviembre, estaba muy cansada de mi vida, no sabía que haría, Juliette que era mi mejor amiga me invitó a una fiesta privada. Eran unos niños ricos que de seguro ni empleo han de tener -dijo respirando profundamente, ella sentía dolor- era la primera vez que tomaba alcohol y me sentía extraña ¿sabes? No estaba mal pero estaba demasiado acalorada y la ropa me estorbaba. Encontré una habitación cómoda en esa enorme casa y detrás de mi entró un chico guapo, a penas pude ver su silueta en la noche, pero estuve consciente en todo momento y él también. Fue muy lindo y atento, no dejábamos de besarnos y sentía conocerlo desde hace como mil años; obviamente pasó lo que pasa en la mayoría de las fiestas sin control parental y fue genial pero a la mañana siguiente solo vi su silueta salir por la puerta y el padre de mi bebé se fue sin saber que tendremos uno. Cuando me salvaste te pregunté si no te conocía porque probablemente te había visto en esa fiesta, pero obviamente eres demasiado serio para ese tipo de cosas. Quería abrazarla y consolarla, decirle algo que sabía que si se lo decía me odiaría, pero solo la miré. La miré como miras pocas cosas en la vida, era lo más valioso que tenía y en ese instante pude haber arrojado mi cámara a las vías del tren si con eso hubiera aliviado su dolor. Solo podría estar con ella de ahora en adelante. Quedaban treinta minutos en ese avión y esos treinta minutos la observé pensando en su futuro sin haber ido a esa fiesta. Y pensaba en cómo sería el mío si no hubiera ido ella a esa fiesta.
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