Parpadeo, una, dos y hasta más de tres veces. Quisiera escapar corriendo, pero no puedo moverme. Soy presa de sus ojos. De su mirada llena de un odio desmedido, que parece quisiera lanzarme dagas directo a la cara para matarme. La atmósfera es pesada, casi opresiva, como si el aire estuviera saturado de un deseo de muerte, cada rincón de la habitación impregnado de una tensión inquebrantable. Me siento intimidada, no lo voy a negar. Sin embargo, al siguiente segundo recuerdo que hace un rato le di de cachetadas y la puse en su lugar por querer pasar sobre mí e imponer su voluntad. Se supone que ella no es más que una empleada y yo, como pareja de Deian y madre de su futuro heredero debo de estar por encima de ella, así que vuelvo a coger aquel mismo valor para enfrentarla otra vez. Vac

