Amigos con Derechos - Solo nosotros

Este pechito sabía a la perfección lo que ahora vivía Cecilia en estos momentos. La muerte de uno de tus padres era un dolor el cual se arrastrará toda la vida. Ese vacío jamás será llenado con nada en la vida. El tiempo te podía otorgar la resignación, Dios te pone personas a la que llegarás a amar y se convierten en parte tu existencia, pero jamás, jamás remplazarán a tu padre o madre. Por eso, ahora solo puedes apoyarla a que pase el trance de la noticia y encuentre consolación. ¡Y púes!, era la razón por la cual me encontraba aquí, aunque no me gusten estas vainas, pero debía acompañarla en el sepelio de don Octavio. Tragándome las ganas de coger un rastrillo y darle duro en la cara al idiota del padre de mi hija. A quien parece se le atrofió la vista, porque no había apartado la mirada de mí, ya me tenía cardíaca, y yo con tantas ganas de darle un puño en esa cara bonita al desgraciado infiel. No podía dejar a Cecilia sola, ¿qué amiga sería?, pero, la verdad era que quiero pasarle a Dylan una Catapila para dejarlo bien apachurrado, al menos tuvo la decencia de no venir con su futura esposa. De la nada Cecilia comenzó a llorar una vez cuando su padre fue metido a ese hueco y empezaron a echarle tierra. Esa era la parte más deprimente de un sepelio, era la confirmación de que tu cabeza, corazón y alma confirman que ya esa persona no te dará un abrazo, un beso, hasta una jalada de oreja. ¡Es duro!, por eso no me gustaban estas vainas. Porque me hacen recordar a mi papá. Lucas abrazó fuerte a su novia. —Qué tragedia, ella ya se encontraba feliz por casarse en tres meses, y mira, debe aplazar la boda—. Verla así me partía el alma y los recuerdos con el viejo Luis volvieron como una ola de mar de leva. —Por el rabito del ojo vi cómo Dylan se acercó a Rafael, luego a mi mamá. Me da mucha rabia verlos amándolo, como si no me hubiera hecho nada. Pero no voy a darme mala vida, por eso, después de todo fue a mí a quién me adornaron la cabeza y luzco tremendos cachos. Mejor pensemos en otra cosa. Si mi papá estuviera vivo también se sentiría feliz porque sería abuelo. —Por inercia me llevé la mano a mi vientre—. Cecilia seguía aferrada a los brazos de Lucas mientras daba gritos. En ese momento el brazo de Rafael se puso en mi hombro y como si fuera una niña chiquita lo abracé por la cintura y él correspondió al abrazo. Puede sonar a locura, pero por momentos siento que mi papá se mete en el cuerpo de Rafa, porque sus abrazos los siento igual a los de papá. —Recuerda Catica, estás embarazada, mi nieta siente todo lo que tú sientes. —Me aferré más a él—. Comprendo el revivir los tristes recuerdos, por eso te aconsejo, revive los buenos momentos con Luis, lo bonito de la vida es que él aún sigue vivo porque tú eres la representación de su esencia. —¡Erdaaaa! Eso se le escuchó bonito. —Duele Rafa, aunque estoy muy feliz de lo que somos ahora. —Lo miré—. Te quiero muchísimo y no sabes lo feliz que estoy de ver a mamá tan enamorada otra vez y de ñapa tengo a dos hermanitos. —sonrió. —Pues yo soy el bendecido. ¿Ya te encuentras mejor? —Le sonríe y afirmé, me dio un beso en la frente—. Ve con Cecilia, yo debo regresar a la clínica, quiero ver cómo van los exámenes de le hicimos a Betty, me voy con Ricky. —Y de paso, como andas de amiguis con ese, llévatelo, me enerva verlo. —Esos comentarios son sin fundamentos. Deberías de escucharlo. —Si vas a empezar con lo mismo dejo de abrazarte. —¿Vas a chantajearme? —Si puedo hacerlo, sí. —Esperemos a ver qué pasa en veinte días. —Me voy con Cecilia y Lucas. —Él afirmó. —Yo me llevo a Samanta. Tus abuelos estarán un rato en la casa de Cecilia y luego regresan a la finca. ¿Te vas con ellos? —afirmé. —Si me quedo en Las Reinas y este viernes me voy para La Sabanera. —Bien Catica, ¿no vas a ir a ver a Betty? —Sigue en cuidados intensivos, cuando la pasen a una habitación me llamas y puyo el burro. Por ahora esas dos horas para verla que sean de mi mamá y del pobre Ricky, parece una calavera, la poca carne que había adquirido se le fue corriendo del cuerpo. Pobrecito mi amigo, si a uno le tocó aplazar su matrimonio al otro le tocará conquistarla de nuevo. ¡Qué vaina jodida! —¿Y tú qué? —volteé mis ojos, eso me pasa por andar de hablona, ya salí trasquilada—. Catalina. —¡Yo qué de qué! —Sí, hazte la… como lo dirías tú. Hazte la pendeja y sigue creyendo que las mariposas pean. Escuchar a Rafa imitarme y decir mis dichos, me hizo taparme la boca para no reírme en pleno entierro, ¡qué vergüenza!, dónde se den cuenta. —Conmigo no ha pasado nada. Ahora sí, chao. Lo dejé negando, llegué hasta el lado de Cecilia, Ricky le tomaba una mano. —Sabes que estoy compartiendo tu dolor también, y sabes el motivo por el cual debo irme. —Lo sé Ricky, ve tranquilo, gracias por acompañarme en este momento, y ahora más que nunca debes estar ahí al pie del cañón, así se recuperará más rápido, no pierdas la fe, la memoria le volverá. —Eso espero, no sabes lo triste que es, el que esos bellos ojos te miren con desconfianza, porque no sabes quién eres. Además, Cadie no para de preguntar y pedir ver a su mamita. Ni siquiera le he dicho que su mamá no la recuerda. —Le tomé la mano. —A lo mejor Dios quiere verlos forjar una historia desde cimientos en blanco, donde no se tenga un pasado el cual afecte. —En este momento no sé Cata. —suspiró—. Hace una hora me llamaron a decirme que tengo el puesto de piloto, les conté mi situación actual y me dijeron que lo pensara y mañana les diera una respuesta. —¿Dormirás todos los días en casa? —pregunté. —Sí, es para cubrir la ruta Bogotá – Montería y Medellín – Montería, salgo en la madrugada y a las cuatro sería mi último vuelo. —Tómalo, eso te ayuda a despejar la mente, también le das espacio a Betty y así no se sienta acorralada, por el resto sabes que estamos aquí, te ayudaremos en todo. —Mi madre me dice lo mismo. Ahora tengo una familia a mantener. —Los consejos de los padres son los correctos. Anda llama antes que te roben el puesto por quedarte como morrocoyo. —me dio un beso en la mejilla. —Cata, ¿podrías hacerme un favor? —¡Claro Ricky!, ¿dime? —Dale la oportunidad a Dylan de hablar. —¡Erdaaaa! ¿Tú también?, la respuesta es no, que se largue con Danna y no me jodan con eso. —Te veré en veinte días, si no recapacitas. —¡Otro! ¿Qué pasará en veinte días? —Descúbrelo. ¡Andaaa! A quien le dieron casquillo. Me acaba de dejar picada y alborotada por la curiosidad, me supo dejar picada, pero no voy a caer. …***… Una vez más la vida me daba un golpe inesperado del cual no me encontraba preparada, lo peor de todo era que apenas me encontraba arreglando la diferencia entre nosotros. Ahora murió y siento un gran remordimiento por todo lo que en el pasado le dije. —volví a gemir de dolor, Lucas me abrazó. Ellos creen que era por la muerte de papá y si lo era, pero mi gran dolor radicaba en el resentimiento con él, yo le eché la culpa de la separación de ellos, por su culpa mamá se transformó en una mujer diferente, por su culpa la familia, mi familia se derrumbó y ahora cuando nos encontrábamos hablando se murió… No le pude decir que a pesar de todo lo amaba, no le dije a papá eso, no le dije que lo he extrañado todo este tiempo, murió pensando que lo odiaba, desde hace mucho tiempo lo alejé y ahora me carcome la conciencia por el arrepentimiento. —Ceci, mi amor, me quedaré a tu lado, Cielo. Los brazos de Lucas me envolvieron, ya nos encontrábamos en la casa, de hecho, me había refugiado en el cuarto, y él acostado a mi lado abrazándome, la mayoría de la gente se fue retirando. Mi mamá fue la encargada de todo, porque la mujer que tenía mi papá no dio pie con bola. Ella se retiró hace rato. Nadie de la familia la reconoce como la mujer de papá. Todos se apoyaron en mi madre. » ¿Me quieres contar? —negué, No quería hablar, no por ahora. En este momento yo solo debía darme rejo, porque la vida me acaba de demostrar que el orgullo no sirve de nada, era el peor sentimiento el cual vale una pila de mierda y carcome el alma, solo amarga tu vida, como dice Catalina. Ahora no lo podré tener de frente y decirle, «papá, te perdono». Ya no lo tendré, por mi picadura fue nuestro acercamiento. Gracias a esa picadura al menos pude hablar con él y dejarme abrazar como antes. Gracias a esa culebra.