Dany fue muy considerada y sincera al advertirme sobre lo que normalmente hacen los hombres, pero tampoco es que fuera una tonta, no caería por bobadas masculinas. Sí, era una miedosa pero esa era mi principal arma, saldría huyendo tan pronto mis sentidos me advirtiesen que debía correr.
Me sentía fuera de lugar, así que no me moví de las escaleras, me dediqué a observar de acá para allá la forma tan peculiar que tenía cada uno de moverse. Eran enormes, incluso las mujeres me doblaban en tamaño, pero aun así se movían con una gracia que llegaba a la extrañeza. Los niños corrían y los que parecían adolescentes se la pasaban comiendo. Esta no sólo era una fiesta para los Schmit, también habían otras familias de la reserva.
Más tarde debía agradecerle a Ahron por poner la calefacción, ya no tenía que usar la mitad de mi ropa para mantenerme en calor. Hubiera sido frustrante tener que pasar por otra humillación, ya era suficiente con tener que ocultar mis ojos constantemente.
Estábamos a pocos días de diciembre, por lo que los adornos navideños estaban por todos lados. Desde el hermoso y enorme arbolito que intentaba establecer su tamaño sobre el de los demás, hasta los centros y adornos de mesas como las esferas, velas y piñas secas. En algunas puertas y sobre marcos había coronas con lazos rojos, esferas de colores colgaban de todos lados y las luces iluminaban cálidamente el ambiente familiar.
Navidad.
—Pagaría cien dólares por un pensamiento tuyo.
Giré mi cabeza, la levanté y entonces por poco entré en pánico. Dominic estaba a mi lado, su colonia de hombre era dulce, pero había en su aroma algo diferente, era como a humedad, tierra fresca, como el olor de la madera de pinos mezclada con la nieve. Su cabello estaba mojado, y sus ojos tan helados como siempre, esta vez tenía una expresión diferente, sólo que no pude interpretar si estaba fingiendo.
—¿Qué piensas? —inquirió.
Inconscientemente un pequeño sentimiento de desconcierto me hizo mover sólo un poco hacia atrás, me tropecé con uno de los escalones y estuve a punto de caer, pero Nic me sujetó a buena hora y me acercó lo suficientemente a él como para que mi corazón de colibrí latiera de forma alarmante. No lo había alucinado, Nic era realmente caliente. En el buen sentido, eh.
—Cuidado, pequeña liebre—me advirtió, y sentí el suave apretón de su mano alrededor de mi cintura. Me miró a los ojos con tal fijación que por un momento confundí con admiración—. ¿No hablarás? ¿O tendré que sacarte las palabras de la boca? Una por una…
Me tragué un jadeo de puro pánico.
—S-sólo pensaba que…mis pensamientos no valen tanto—me forcé a contestar.
Entonces Nic me soltó cuidadosamente.
—Si no valen tanto, entonces puedes decirme alguna cosa que pienses en este momento. Me gustan las cosas gratis.
¿Qué está insinuado? ¿Qué soy una chica fácil y gratis? No, debía dejar mis pensamientos feministas a un lado, nunca los usaba, demasiado cobarde para expresarlos en voz alta. Incliné mi rostro, ¿qué podría decirle? ¿Qué me asustada su mirada?
—Aunque sea dime una cosa que debería saber de ti—añadió.
Levanté mi rostro guiada por un repentino impulso que me hizo sentir en confianza con él, pero no podía comprender la razón del por qué él querría saber algo sobre mí. Este debería ser el momento en que mis sentidos tenían que hacer sonar la alarma en mi cabeza de que debía salir corriendo, y en su lugar fui demasiado sincera con él.
—Tú… ¿te caigo mal?
Debía ser franca porque necesitaba saber si debía evitarlo durante el tiempo que me quedara aquí o si por el contario tendría que dejar sus enigmáticas expresiones conmigo. Su leve ceño fruncido no le quitó atractivo a su rostro.
—¿Que si me caes mal? —en ese momento miró hacia la cocina, luego volvió su atención a mí—. ¿Quieres acompañarme a otro lugar?
No quería, pero me tomó de la mano y subió las escaleras conmigo. Este chico tampoco aceptaba un no por respuesta, porque ni siquiera me dejó articular mi negación, aunque a estas alturas de mi vida debía ser realista conmigo mismo, ¿podría haberme resistido? Obvio no. Me pregunté si habría alguna mujer en la historia que se le opuso.
Nos detuvimos a mitad del pasillo.
—¿Por qué me traes aquí? —pregunté en voz muy baja, probablemente no me habría escuchado si esta gente no fuera súper humana.
—¿Crees que te odio?
—Verás…odiar quizá es un palabra muy fuerte, nos acabamos de conocer—jugueteé con mis manos y las miré fijamente como una excusa para no tener que verlo a él—, pero yo creo…creo que estás molesto conmigo, ¿es así?
—¿Por qué debería estar molesto contigo?
Había tanta perplejidad en su mirada que me avergoncé. Es decir, no es como si yo fuera muy importante o sobresaliente para alguien como él y que además acababa de conocer.
—¡C-cielos, tienes razón, q-qué vergüenza! —balbuceé tontamente—. Por un momento yo…
Definitivamente este era el momento de escapar, lo rodeé y comencé a huir como debí hacerlo desde que se me acercó. Pero una enorme mano me arrastró de nuevo y me estampó firmemente contra la pared. Cerré mis ojos y me mordí el labio inferior a espera de recibir un… espera, ¿qué quería hacerme?
Primero consideré abrir un ojo, y cuando lo hice me encontré con su decidida mirada justo frente a mi rostro. Cielos, ahora era cuando recordaba que tanto calor también te mareaba y te hacía sangrar por la nariz.
Ahora que lo veía más de cerca noté lo verdaderamente hermosos que eran sus ojos, eran hipnotizantes, y su collar, era más grande de lo que creí cuando lo vi por primera vez. Por un momento me sentí como uno de esos animales indefensos que se dejaban hipnotizar por los brillantes ojos de su cazador instantes antes de morir horriblemente.
—No tienes por qué irte—atajó, con sus manos rodeándome a cada lado de la pared. Así es obvio que no iría a ningún lado—. Y no te odio, todo lo contrario.
Quería controlar la forma en que mi pecho subía y bajaba tan obviamente, pero no podía. Su mirada cambió, noté algún deje de preocupación, pero no tuve tiempo de estudiarla a profundidad porque comenzó a acercarse tanto hacia mí que tuve que girar la cabeza hacia otro lado. Me sorprendí cuando Nic metió su rostro en el hueco que dejé abierto entre mi cuello y hombro, pero no me moví.
Lo oí olisquear levemente, entonces se metió más hasta que mi cabello cubrió parte de su rostro. Me mordí el labio en un intento por suprimir el repentino gemido que quiso escaparse de mis labios cuando Nic rozó su nariz con el lóbulo de mi oreja. Mis piernas estaban por colapsar de los nervios.
Lo escuché gruñir y de repente se apartó y me miró seriamente. Yo le devolví la mirada con la mente atolondrada de confusión y miedo.
—Esto me huele a problemas—lo oí susurrar lo suficientemente alto como para que mis nada súper oídos pudieran escuchar—. Vamos, ya debe estar a punto de comenzar la cena.
Como no me moví jaló suavemente de mí, colocó su mano en mi espalda baja y me guió de vuelta hacia la sala. Su mano ahí atrás era tan cálida, me reprendí mentalmente cuando descubrí que me gustó sentirlo tocándome. La mirada de todos cayó sobre nosotros cuando entramos al salón más grande de la casa, donde un enorme grupo de personas disfrutaba de la comida y estuvieron riendo hace tan solo un segundo.
Las miradas que llamaron mi atención fueron las de las personas que tuve oportunidad de conocer al llegar. Como Regina, quien observaba severamente a Nic, Carolina y Helen quienes parecían preocupadas.
Entonces estaba Jack, el chico que me asustaba en verdad, él miró hacia Nic duramente, tuve el leve presentimiento de que pudo haberse abalanzado contra Nic si no hubiera tanta gente. Y luego me miró a mí, con su perversa y critica mirada marrón.
Nic pasó su mano por atrás de mi espalda hasta enroscarla alrededor de mi cintura, nunca antes había sentido algo como la posesividad de alguien venir sobre mí, pero lo supe en el momento en que aferró su mano y me acercó a él. Esto era realmente incómodo y extraño, sentía que estaba en medio de una pelea de miradas.
La oportuna voz de Dany intervino justo a tiempo.
—Hermano, ¿ya conociste a Grace?
Su voz era inevitablemente sarcástica y divertida, ella probablemente sabía lo que estaba ocurriendo entre su primo y hermano, algo que yo no comprendía todavía, se suponía que eran familia.
—La conocí antes que tú—replicó Nic, volviéndose hacia ella.
Me relajé un poco más cuando le vi una expresión más tranquila y aflojó su agarre hasta dejarme en libertad.
—¿En serio? ¿Y por qué no me dijiste?
—No había podido hablar con ella antes.
—Y Grace… ¿Grace te habló? ¿En serio? —Dany estaba verdaderamente sorprendida—. ¿Qué hiciste para que lograra hablarte tan rápido? Creí que con tanto musculo y tamaño la asustarías.
Ay, cielo santo, Nic sonrió de lado y sus ojos brillaron con resolución, como si hubiera encontrado la clave, como si ya supiera por qué es que le temía tanto.
—Digamos que usé la persuasión—admitió Nic, sin ápice de preocupación.
—Me amenazaste—lancé antes de comprender que lo había dicho.
Dany y Nic me miraron perplejos, y un segundo después se echaron a reír.
—Vaya que está buena la conversación—intervino un chico casi tan alto como Nic, rubio y de ojos claros, tenía un tatuaje en forma de diamante sobre el pómulo derecho—. Yo quiero reírme también.
—Luke—canturreó Dany, y su sonrisa hizo que su rostro se iluminara—. Ella es Grace, la sobrina de Ahron.
El rubio llamado Luke frunció ambas cejas un segundo después de mirar a Nic. Entonces estiró su mano en dirección a mí, finalmente se la estreché luego de dudar un poquito. Me desconcertaba un poco lo educado y confianzudo que eran algunos.
—Mucho gusto, preciosa.
De pronto escuché un gruñido que me dejó helada, instintivamente giré mi rostro y miré a Nic, él me devolvió su azulada mirada, envuelta en un intento de expresión inocente que no le quedaba para nada bien.
Sólo asentí en dirección a Luke para devolver su saludo.
—¡Oigan chicos! —exclamó otro muchacho que se subió a la espalda de Luke—. ¿Irán a la after party de más tarde? Estará buenísima, Gavin y Connor consiguieron la mejor cerveza de barril, y estarán las chicas humanas de Mountain Village…
Cuando el chico se detuvo para mirar claramente las repentinas expresiones de severidad en los rostros de mis acompañantes fue que consecuentemente me miró y se bajó de la espalda de Luke.
—Ah, caray—exclamó sonriente—. Eres una linda y pequeña sorpresa.
¿Por qué es que todos enfatizaban que era pequeña a cada momento? Eso debía ser mala educación… por lo menos para mí.
—La sobrina-nieta de Ahron, ¿no? —inquirió el recién llegado.
Era bastante alto también, un poco más bronceado, de cabello liso, oscuro y largo hasta los hombros. No me había dado cuenta, pero ellos tres tenían collares de plata muy similares, incluso Dany.
—Se llama Grace—aclaró Dany—. Y no sé si sea correcto ir a esa fiesta de personas.
No había podido ir con el hilo de la inusual conversación, algo ahí no andaba bien.
—Deberíamos ir—intervino Luke—. Además, Grace debe salir un poco de acá.
—En la cima de las montañas de San Juan hace más frío que aquí, Luke—intervino Nic—. No es un buen lugar para ella y lo sabes.
—Vamos compañero—insistió Luke, con una mirada algo atrevida—. Sé que la cuidarás bien.
—Yo quiero ir—se anotó Dany—. Abrigaremos bien a Grace.
Esperen, pero yo no quiero ir.