—Ya son las cinco y media—comentó Luke Muller. Cuando se sentó a mi lado estiró los brazos sobre la barra para coger el trago que le habían servido—. Si llegamos tarde las viejas se enojarán.
Se tomó el alcohol de un solo trago. No moví ni un musculo de mi cabeza, me limité a tomar de la botella de cerveza en silencio. No estaba para nada de buen humor, y no creo que mejorara yendo a la cena de acción de gracias familiar. Su olor estaría allí, en todos lados y creo que no podría tolerarlo.
Me tomó por sorpresa su presión sanguínea cuando le sujeté la mano, pude sentir la fuerza con la que su corazón bombeaba la sangre que corría por sus venas. Y creí que se trataba de los nervios que se plasmaban en las finas facciones de su pequeño rostro, pero mi corazón latía al mismo ritmo que el de ella.
Quise actuar como sí lo mismo no me hubiese sorprendido, pero en mi mundo sólo había una razón que no necesariamente requería explicación cuando se trataba de dos corazón que latían al mismo tiempo.
Mason Majerus se sentó a mi otro lado, otro de mis amigos más cercanos, tanto Luke como él habíamos crecido juntos.
—Olvídalo Luke, anda de mal humor.
—Como si tuviera otro temperamento—bufó Luke—. Yo tenía curiosidad, ¿sabes? de conocer a la humana que llegó esta mañana con Ahron.
Los vellos de los brazos y la nuca se me encresparon y luché contra el impulso de lanzarme contra mi mejor amigo.
—La olí en el instante en que la camioneta de Ahron entró a la reserva—Luke hizo otra seña al barman para que le sirviera otro trago—. La chica huele muy bien.
Tomé impulsivamente de mi botella para controlarme cuando Mason se echó a reír suavemente. No presentí nada perverso o malicioso en su conversación, y sin embargo ardía de cólera.
—Suena interesante—dijo Mason—. Nunca dejamos entrar humanos a la reserva. Sorprendente que Owen lo haya permitido.
—La chica es familia de Ahron, ya sabes cómo se toma Owen eso de las conexiones familiares—mencionó Luke.
Owen es mi padre, el líder actual de la manada, junto con Ahron Beckham, el esposo humano de la tía Helen. Ahron no es hombre lobo, pero al unirse con Helen se volvió un ser inmortal, aunque su inteligencia y sabiduría no tenían nada que ver con su nuevo estatus inmortal. Me agradaba Ahron, se merecía el puesto de alfa, rompió con los arcaicos estándares de la manada, pero fue para mejorar todo. Su sabiduría nos libró de varios problemas con los humanos del pueblo.
—Quiero conocerla—concluyó Luke, levantándose del banco—. Ya me tengo que ir, debo darme una ducha o Helen no me dejará entrar.
Mason hizo una mueca.
—Helen tiene el olfato más agudo que jamás he conocido.
—¿Y tú irás? —me preguntó Luke.
—Vamos, tengo que darme una ducha también—dije.
Una ducha fría y larga.
Cuando salí del baño me encontré con Apolo durmiendo sobre mi cama. No fue necesario agudizar mi oído, caminé hacia el armario y abrí las puertas para encontrar a Danely.
Mi pequeña hermana me sonrió inocentemente.
—¿Sorpresa?
Le di la espalda y me acerqué a la cómoda para sacar ropa interior.
—¿Por qué haces esto Dany? Somos lobos, escuchamos perfectamente todo. Incluso tus pulgas hacen ruido.
La escuché jadear indignadamente.
—¡Yo no tengo pulgas! —exclamó enojada—. Sabes que es tu estúpida habilidad la que te permite saber en dónde estoy todo el tiempo.
Se trataba de mi empatía, lograba captar a la perfección los sentimientos de las personas con las que más me relacionaba. Mientras más cercano fuera con la persona, más probabilidades había de controlar lo que sentían y no sólo eso, de intuir sus movimientos a partir de lo que sentían.
—Si no te gusta, entonces no andes a mí alrededor.
—Qué cruel.
—Fuera, tengo que vestirme. Además, ¿qué haces en mi casa?
—Vine para traer a Apolo, no puedo llevarlo a la cena.
Luego de ponerme el bóxer n***o me quité la toalla y caminé de vuelta al armario para buscar ropa.
—A la tía Carol le enojaría muchísimo verlo en la cena, ya lo sabes—dije.
Resopló.
—Lo sé, no puedo creer que no le guste los lobos ni el resto de los animales. Cielos, si somos casi iguales a ellos. Entiendo el odio hacia los gatos, ¿pero hacia los lobos siberianos?
Ella se echó a reír perplejamente.
—Oye, hoy paseé un rato con Grace, la sobrina de Ahron—comentó Dany—. Nic, ella es tan linda y suavecita.
Algo en mi entrepierna se removió incómodamente. Me metí en los pantalones rápidamente e intenté evacuar los pensamientos a continuación.
—Apolo le ama—prosiguió Dany animadamente—. Él no se lleva bien con los recién llegados, mucho menos con los humanos, es sorprendente. En lo que llegó se le echó encima y comenzó a lamerle el rostro. Tuve que separarlo de ella o terminaría por llenarla de sus babas.
Qué suertudo. Cálmate, no son tus fluidos salivales los que quieren llegar a ella.
—Y tenías que ver la cara de Jack cuando llegó y se le…
No pude controlar mi rapidez al voltear hacia mi hermana.
—¿Jack estuvo en la casa de Ahron?
Debió saber que Ahron no estaba, si apenas soporta su presencia. La tía Helen no se lleva mejor con su sobrino, pero es familia.
—Sí, y tenías que…
—¿Se le acercó a Grace?
Dany rodó los ojos con cierto deje de repugnancia, era el que muchos hacían.
—Bueno, ya sabes cómo es él. Parecía un perro falderos de esos, se quiso acercar más pero Apolo le gruñó protectoramente—Dany se carcajeó.
Miré a mi amigo agradecidamente, entonces me puse la camisa blanca y sobre ésta una chaqueta de Jeans azul oscura.
—Buen chico.
—Eso mismo dije yo—apuntó Dany. Entonces se levantó de mi cama—. Ella es muy asustadiza, no habla mucho, y parece que no le agrada la diferencia tan hermosa que hay en sus ojos. Tiene una heterocromía en los ojos, pero se le ven tan bien.
¿Cómo olvidar esos ojos? Fue lo primero que vi. Los lobos que tenemos por mascotas, como Apolo, son los que tienen esa extrañeza que los hace tan llamativos y en mi opinión, preciosos. Aparte de su cariño, aquello fue lo que me hizo adoptar a Apolo, era diferente entre los demás. Y ella es diferente entre las demás, lo sé, cada m*****o de mi cuerpo lo sabe.
—Es muy tímida, pero cuando la conoces mejor se esfuerza por expresarse.
Cuando la conocí en la mañana no dijo ni una sola palabra, me recordó a esos siervos que cazaba por diversión con Mason y Luke. Quería escuchar su voz, pero eso sería un error, era suficiente con tener que luchar contra el impulso de pegarla contra la pared y olerla hasta que me saciara, ¿si hacía eso me cansaría de su olor? Quizá si pudiera olerla una vez más podría cerciorarme de que mis conjeturas eran equivocadas.
Sería un enorme problema que Grace fuera mi Séil pero, ¿por qué es que de repente me sentía tan deseoso de estar en lo cierto?
¿Pero qué carajos me estaba pasando con la humana recién llegada? La asustaría como sucedió la primera vez que me miró, lo sentí, no tuve que intentar averiguar lo que sentía porque su mirada huidiza me dijo lo suficiente. Pero debía controlarme, Ahron estaba ahí y antes me había visto descontrolado.
—Bueno, me adelanto. Quiero ayudar con los preparativos restantes y darle uno que otro consejo a Grace.
—¿Cómo cuáles? —pregunté antes de darme cuenta de que quería saberlo.
—Ah, ya sabes. Grace es como carne fresca.
No lo digas así por favor, la muchacha puede que corra peligro si se topa a solas conmigo y me llegue el recuerdo de la carne fresca.
—Hay tipos como Jack en todos lados, no todos son buenos como tú, hermano.
Y yo que comenzaba a dudar de mi auto control, al parecer soy realmente bueno jugando al papel de la indiferencia.
—Como sea, no te atrases, ya sabes que a Helen no le gusta comenzar tarde.
Durante toda mi vida había aprendido de mi padre, su más grande lección era la de aprender a controlarse cuando se estaba frente a mujeres humanas, no se trataba de algún frenesí pervertido que tuviéramos hacia ellas, era sólo que su olor por ser más fuerte y muchas veces más llamativo que el de nuestras propias mujeres. Todavía no teníamos una razón científica o médica para eso, pero mientras tanto debíamos aprender a decirle no a nuestro animal interior.
Era difícil para mí, las mujeres humanas era fácilmente atraídas hacia nosotros, pero la mayoría de nosotros no tenía que lidiar con los sentimientos insatisfechos de una mujer. No se trataban de voces en mi cabeza, más bien como zumbidos que se incrementaban cuando se enojaban o estaban enamoradas. Y sin embargo yo nunca había sentido la necesidad de lanzarme sobre una mujer humana, hasta ahora, que llegó esa pequeña liebre llamada Grace. Más que mi cordura y autocontrol, me preocupaba la seguridad de ella.
Pero no lo podía evitar. En realidad no había ninguna necesidad de estrechar su mano esta mañana, pero cuando ella estiró desconfiadamente su pequeña mano el impulso de sujetársela fue más fuerte que yo. Entonces sentí lo suave que es su piel y lo rápido que danzaba su pulso alrededor de mi agarre.
Toda ella era un espectáculo, y lo cercioré cuando llegué a la casa de Helen y la vi ahí, al pie de las escaleras, tan pequeña y silenciosa como estuvo en la mañana. Como una liebre.
Esta vez me di el placer de admirar toda su anatomía porque Ahron había puesto la calefacción, así que no usaba aquel pocotón de ropa que en lo que a mí concierne estaba demás sobre su cuerpo. Llevaba un vestido amarillo con estampado floral, de pequeñas mangas voladas y cuello plano, iba abotonado en dirección vertical hasta la parte inferior de su cuerpo, el pliegue terminaba un dedo más arriba de sus rodillas. Sus piernas, sus delgadas pero lindas piernas eran finalmente ocultas por unas botas marrones largas hasta la mitad de sus muslos.
Volví a reparar en su largo y oscuro cabello brillante, ahora todo tenía más sentido. No podía contar las veces en las que soñé con esta chica y su hermoso cabello. En la cama, solos ella y yo, el sueño que cualquier hombre lobo desea hacer realidad. Aquella era la razón por la cual me resistía a las demás mujeres de nuestra manada que siempre tenían el cabello corto, ni siquiera las mujeres humanas se comparaban al olor de su esencia.
Dicen que sueñas con tu Séil mucho antes de conocerla, en mi caso lo supe desde que era muy pequeño.
Grace tenía una mirada asustadiza que recién comenzaba a notar me frustraría, porque sus grandes y expresivos ojos eran tan hermosos y adictivos que quería que me mirasen sólo a mí todo el tiempo. Sus pestañas eran largas y sus labios llenos y rosados. Tenía una cómica naricita respingada y el cabello castaños oscuro muy largo, lo llevaba suelto hasta más abajo de las caderas.
Me dirigí hacia ella antes de darme cuenta de que estaba caminando.