2. Grace

2589 Words
Ahron llevó mi maleta mientras que Nic pudo solo con todas esas bolsas de compras aparentemente pesadas. En silencio seguí a los dos hombres hasta el porche de la casa. Ahron abrió la puerta y cuando entramos casi entro en pánico, no usaban calefacción, moriría de frío por la noche. Desde que tengo memoria he evitado climas tan crudamente fríos como estos simplemente porque no era capaz de soportarlos. En cualquier momento sangraría por la nariz y no sería mi culpa. ¿Qué clase de personas vivían aquí? —¿Helen? —llamó Ahron. Las risas desaparecieron. Entonces una mujer se asomó bajo el marco descubierto de una espaciosa entrada sin cortinas ni puertas. Esa mujer era simplemente hermosa, cuando Ahron se acercó para darle un beso en los labios vi que eran del mismo tamaño. Luego ella se giró hacia mí y sonrió con emoción. —Grace, es emocionante tenerte aquí—dijo Helen, con la voz casi tan simpática como la de mi tío, pero muy femenina—. Eres tan hermosa. Aquí la gente mentía sobre mi tamaño y belleza física, cualquiera se acostumbraría al lugar. Yuupii, canturreé sarcásticamente en mi mente. Helen y su mirada azulada no se comparaban a la mirada que sentía taladrar en mi espalda. Pero era una mujer preciosa de rostro ovalado, y oscuro cabello liso hasta los hombros. Vestía de forma muy sencilla también, sólo unos pantalones color crema y una camisa de tiros a juego con sus ojos. Se acercó para abrazarme sin avisar. —Bienvenida, Grace—me dijo—. Esta ahora también será tu casa. Cuando se alejó de mí quedé un poco atolondrada, la mujer estaba calientita, en el buen sentido. Por poco la atraigo de nuevo hacia mí. —Sí…este…cariño, Grace no es muy aficionada a las conversaciones—le dijo Ahron. Helen sonrió divertidamente. —No importará, quiero que se sienta cómoda. ¿Compraste todo lo que te pedí? —inquirió Helen, moviendo un poquito la nariz, como si olisquear el ambiente le fuera a decir exactamente si Ahron se olvidó de comprar algo. Por lo que me sorprendí cuando dijo: —. Perfecto, gracias amor. —¿Quiénes están en la cocina? —preguntó Ahron. Sé que debía ignorarlo, pero la mirada de Nic estaba pudiendo conmigo, luché contra las ganas de girar solo un poco mi rostro. —Sólo son Regina y Carolina—Helen hizo unos ademanes despreocupados con sus manos y me miró—. Te llevaré a tu habitación. Mientras tanto tú y Nic pueden ayudarme llevando las compras a la cocina para que Regina y Carolina las usen. —Te veo al rato, cariño—Ahron se acercó para darme un beso sobre la cien, se sintió extraño, pero no me aparté. Helen tomó mi maleta y recostó su mano de la parte baja de mi espalda, guiándome hacia donde estaban las escaleras que te acercaban al segundo piso. Helen también pudo con mi pesada maleta por sí sola, ¿es que era yo tan debilucha en realidad? ¿O qué es lo que los habitantes de esta zona comían para parecer súper humanos? Abrió una de las últimas habitaciones, la puerta era blanca, con un letrero que decía «Grace» colgando de ella. Realmente esperaban ansiosos a mi llegada. —Bien, esta es tu habitación de ahora en adelante, ¿es de tu agrado? Indiscutiblemente tuve que asentir. Era un hermoso cuarto con paredes color azul cielo, tenía una sencilla cama Queen al estilo escandinavo con cajones en la parte inferior. Mesitas hacia ambos lados de la cama con lámparas de cabeza ovalada. De frente a la cama había también una cómoda de madera blanca con todo tipo de cosméticos. Atrás de la puerta colgaba un espejo largo que me permitía verme por completo. La ventana estaba del otro lado de la cama, junto a ella estaba un pequeño sofá largo. Inmaculadas cortinas blancas cubrían la ventana. —Está impresionante—susurré. —¿En serio? ¡Sabía que te encantaría! —exclamó Helen aliviadamente. Me giré hacia ella perplejamente, ni siquiera yo pude escucharme bien, y ella me había escuchado perfectamente. Dejó mi maleta al pie de la cama, luego se alejó hasta la puerta. —Estaré abajo, tengo que terminar de hacer la comida para esta noche—avisó antes de salir—. Si tienes hambre y quieres almorzar algo pásate por la cocina, te prepararé un sándwich. Antes de salir se volvió hacia mí. —Por cierto, hermosos ojos. ¿Cómo es que les parecían hermosos mis ojos? Toda mi vida había sido una especie de fenómeno en la escuela por eso y luego también en la universidad. Me dejé caer sobre la cama de espaldas, el colchón era cómodo y suave, la habitación olía agradable y todo lo que había ocurrido hasta ahora no fue tan extraño e incómodo como pensé que sería durante todo el viaje a Telluride. Bueno, no todo había sido encanto. Dominic Schmit y su mirada asesina me estaban preocupando, ¿será que le caí mal? ¿Acaso mi obstinado silencio le molestó? ¿O fue mi tamaño el que hizo pensar que no encajaría? Porque todos aquí eran enormes. Dejé de pensar en probabilidades innecesarias y comencé a desempacar. Casi toda mi ropa era nueva, la de invierno, gracias a Ahron quien mandó dinero para eso, así como para el pasaje hasta aquí y mis botas de campaña. Pero yo no tenía ropa con buena pinta para una reunión familiar de acción de gracias, siempre fuimos mis padres, mis abuelos y yo. Finalmente encontré algo que podría funcionar, lo dejé a un lado de la cama y decidí que podía aguantar hambre hasta la noche. No quería salir, si me encontraba de nuevo con Nic sería demasiado para mi pobre y debilucho corazón. Pasé el resto de la mañana leyendo mi libro y escuchando música, hasta que me quedé dormida. Un húmedo y espeso lametón me despertó. Abrí mis ojos lentamente, esperando que no fuera lo que finalmente vi frente a mis ojos. Un enorme lobo siberiano gris y blanco se encontraba frente a mí, con una heterocromía en los ojos de colores azul y marrón, por lo que me sorprendió por un momento, nunca antes había visto una persona o animal con la misma anomalía.  Jadeaba animadamente, pero probablemente se estaba preparando para arrancarme la cabeza de un solo mordisco. Me levanté y me empujé tan rápido hacia atrás que me caí de espaldas al otro lado de la cama. —Auch—balbuceé, sobándome la cabeza. El lobo saltó y se detuvo a orillas de la cama a observarme con la cabeza ladeada. Tenía aspecto de alguien curioso. —No vayas a comerme—le advertí, señalando severamente hacia sus colmillos. Como que resumió la información erróneamente, porque saltó sobre mí para lamerme toda la cara. Por un momento creí que me estaba saboreando primero, pero cuando continuó en su arduo trabajo de lamidas comencé a sentir cosquillas. Me eché a reír incontrolablemente. —Ya basta, ya, déjame, no puedo respirar—intenté empujarlo pero no funcionó. —¡Apolo! —exclamó una voz femenina. A mi lado se detuvo una persona, tomó al lobo entre sus manos y lo levantó fácilmente hasta dejarlo del otro lado de la cama. Cuando se volvió hacia mí noté que era una chica joven, probablemente cercana a mi edad. Estiró su mano en mi dirección, la acepté y me levantó fácilmente. Su perfecto y hermoso rostro se me hizo familiar. Era delgada pero atlética, su cabello le llegaba hasta los hombros y era rubio. Vestía solamente unos pantalones cortos, una camisa de algodón rosada y ceñida a su esbelta figura. Entonces miré sus ojos y tuve un mal presentimiento. Estrechó sus azulados ojos dubitativamente. —Eres la sobrina…nieta…uhmm, ¿sobrina? —Grace—le simplifiqué. Ella asintió, y fue cuando se dio cuenta. Abrió sus ojos como platos y ahogó un jadeo de impresión. —Oh, cielos. Tus ojos… son de diferentes colores. —Uhmm… sí. Hizo una mueca inquieta y sacudió las manos en mi dirección. —Está bien, Grace—sonrió, y le salieron esos hoyuelos a cada lado de sus labios—. Se te ven hermosos. Soy Danely Schmit. ¿Creo que conociste a mi hermano? Él nos dijo en casa que habías llegado. ¿Recuerdas? Dominic, bueno, preferimos decirle Nic. Eso lo hace ver malote pero no lo es tanto… Ella siguió hablando felizmente, y yo me quedé ahí, pensando en que Dominic no fue un sueño, sí existe y sí es enorme y no me quitó un ojo de encima porque seguro me odia. —Él es Apolo—Danely señaló hacia el lobo, quien permanecía sentado sobre sus enormes patas y no dejaba de observarme y de mover la cola—, es el lobo de mi hermano. A veces pienso que se parecen demasiado. Uh, yo diría que sí, sólo que hasta ahora notaba que Apolo me observaba curioso y con ternura animal, en cambio Nic parecía querer comerme viva o matarme en cualquier momento. Por alguna razón me preocupaba más de lo que debía. —Lo traje porque quería darle un paseo—prosiguió hablando muy animadamente—. Lo dejé un rato en la cocina mientras hablaba con mi madre y la tía Helen y ve, subió las escaleras a buscarte como si ya te reconociera. Ella se echó a reír. —Quería saber si tienes deseos de salir un rato—me dijo—, salir al exterior, caminar, el viaje a veces te puede dejar entumecida. No quiero, no quiero, no quiero. —Tu cara me dice que sí—estrechó sus ojos con diversión. Danely tomó mi chaqueta, me la hizo poner, enrolló una bufanda alrededor de mi cuello y me colocó el gorro sobre la cabeza. Entonces me tomó de la mano y me arrastró fuera de la habitación. Me llevó hasta la cocina, ahí habían tres mujeres, contando a Helen. Reían alegremente mientras cocinaban en ollas enormes. Vi grandes boles de vidrio con ensaladas y a una de las mujeres preparar uno de los cuatro enormes pavos que había. Eso era quizá demasiada comida para una familia. —Tía Helen, Grace despertó—avisó Danely, soltando mi mano. Una de las mujeres, la rubia, enarcó una ceja con escepticismo. —¿Se despertó ella misma o tú lo hiciste, Dany? —Fue Apolo—señaló Danely. El lobo que estaba sentado a mi lado ladró como si estuviera reprochándole su traición. —Está bien, está bueno de dormir por hoy—dijo Helen—. Chicas, ella es Grace, la sobrina de Ahron. Una de las mujeres era muy parecida físicamente a Danely, solo que se notaban las no muy pronunciadas arrugas de la edad. La rubia mujer de mirada azulada llevaba el cabello atado en una coleta alta, su cabello también era corto. —Tenías razón, Helen, la chica es una monada y tiene unos ojos hermosos—enfatizó la mujer rubia. ¿Era mi idea, o todos se habían puesto de acuerdo para mentirme vilmente?—. Mi nombre es Regina, soy la mamá de Danely. La mujer que preparaba un pavo sobre una tabla de madera inmensa me sonrió también. Ella era de cabello oscuro, incluso más corto que el de las demás pero rizado. Sus ojos marrones me sonrieron amablemente. —Pero si eres una pequeña cosita hermosa. La castaña oscura se lanzó para darme un abrazo cálido. —Yo soy Carolina, pero me puedes llamar tía Carol. Cuando la señora Carol volvió con el pavo muerto, sentía la presencia de alguien atrás de mí. —¡Por aquí huele muy bien! Era una voz juvenil, quizá otro primo de la familia. Pero cuando pasó por mi lado me quedé atónita, era otra mole enorme de músculos y sin camisa. Cielos, ¿cómo es que no se moría del frío? ¿Cómo es que no le había tomado verdadera importancia al hecho de que estábamos a cinco grados y todos vestían como en verano? —Pero la comida no es lo único que huele bien por aquí—dijo el recién llegado, quien se me quedó mirando de la misma forma en que Nic lo hizo en la mañana—. ¿Quién es? La señora Regina resopló y rodó los ojos al mismo tiempo. —Grace, él es Jack, parte de la familia. —Es la sobrina de Ahron, así que mantén tus patas alejadas de ella—le advirtió Helen seriamente. El chico no me quitó el ojo de encima todavía después de recibir la advertencia de Helen, lo que me hizo preocupar, no parecía ser de esos que les gustara seguir reglas. Era alto, pero no tanto como la espeluznante y anormal estatura de Nic. Cabello largo y n***o como la noche. Cejas gruesas, ojos marrones, su nariz un poco redondita, pero todavía era muy guapo. ¿Y qué decir de los cuadros que estaban incrustados en su abdomen?   —Jack, ¿me estás escuchando? —intervino Helen nuevamente. Pero no dejaba de observarme, su mirada me estaba intimidando más de lo que era cortés, quería salir corriendo, ¿por qué todos estos tipos daban tanto miedo? Jack dio un paso hacia mí, pero Apolo se interpuso entre nosotros y le ladró. Jack reaccionó, y dio un paso hacia atrás. Apolo le gruñó severamente, parecía dispuesto a morderlo si se me acercaba más. —Hasta Apolo es más listo que tú—bufó Danely, y le dio unas palmaditas en la cabeza al lobo—. Buen chico. Ahora vámonos, huele a asno sin bañar. Cuando las risas burlescas de las mujeres mayores se escucharon, Jack miró hacia Danely con sequedad y una clara advertencia en sus marrones y terroríficos ojos. Sin embargo ella no le hizo caso, conectó la correa al collar rojo de Apolo y me arrastró hacia afuera con la otra mano. —Cielos, como lo detesto—masculló Dany con fastidio—. No puedo creer que sea mi primo. Cuando estuvimos en la acerca se volvió hacia mí y me dio la correa de Apolo. —Ten, tú paséalo, le agradas. —No creo que…sea buena idea… Ella abrió los ojos como platos de repente. —¡Querida, sí hablas! —Bueno, claro que sí. —Creí que eras muda, o que no te agradaba. —Nunca he dicho lo contrario… Lamento que creyeras eso—incliné un poco mi rostro y miré a Apolo, quien me observaba felizmente con la lengua fuera de su hocico—. A veces no me siento cómoda hablando mucho. La escuché suspirar. —No te preocupes, a mí me encanta hablar mucho, y parece que eres buena para escuchar, nos llevaremos de maravilla. Seamos amigas. Volví a mirarla, ¿ser amiga de la hermana de Nic? Eso me aterrorizaba, pero, ¿por qué debía ser impedimento para hacer una amiga? Decidí que no importaba porque no tenía que significar que estaría más cerca de él, y Danely no era como su hermano, tampoco su madre. —Claro. Pasamos el resto de la tarde caminando por toda la residencia. Había un parque donde los niños jugaban, también algo parecido a un pequeño centro clínico. Descubrí que Apolo en realidad todavía actuaba como un cachorro a pesar de ser tan grandote. Instintivamente me pregunté si Nic, pese a su gran tamaño, era en realidad un cachorro.
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