—Échate para atrás —empuje a Amaru con sutileza lejos de mí, dándole frente al instante en que nuestros ojos se encuentran y una ráfaga de viento nos azota y provoca que los cabellos de este empiecen a danzar al ritmo de la brisa y que algunas mechas cubran parte de su rostro—. No tienes porqué estar enojado, yo debo estarlo. No tú —enfaticé en la última palabra y situé una de mis manos en mi pecho para hacer referencia a mi persona. Sus ojos me observaron por unos segundos que hizo estremecer mi cuerpo para finalmente apartar la vista y fijarla en un punto del lugar sin importancia. Mis ojos lo abandonaron y posicione mi atención en las flores de nuestro alrededor, las cuales estaban totalmente marchitas. Desde orquídeas hasta amapolas. —¿No dirás nada? —tragué saliva con dificultad, m

