Pequeñas respuestas
Max
“La historia de los cambia formas, remota a una era antes de Adán y Eva. Eran humanos, pero con la capacidad de cambiar su cuerpo a cualquier animal que quisieran y con dones que utilizaban para afianzar la vida de su pueblo. Ellos, no sabían de desigualdad, ni de sentimientos negativos.
Eran seres perfectos, fuertes, fieles y bondadosos. Así vivieron por cientos de años. Perfectos, organizados y perdidos en su felicidad. Solo que… a dios ya no le parecía que un solo ser dominara tanto poder. Si bien, sabía que su creación no podía ser más majestuosa y perfecta, no veía bueno que tuvieran todo tan fácil y quiso darles un desafío. Ahí, es cuando decidió crear a los primeros seres humanos. Criaturas débiles al calor y al frío, los cuales no tenían dones, ni ninguna habilidad para protegerse. Estas nuevas criaturas se enfermaban, sufrían de hambre y por amor. Algo nuevo para los cambia formas, nuevo y aterrador.
Con el pasar de los siglos, el pueblo de los cambia formas se fue debilitando, obligándolos a crear jerarquías para poder coexistir. Pues, los humanos, habían demostrado ser seres violentos con la naturaleza, entre ellos y muy envidiosos. Debía haber un líder que los guiara y defendiera de tanta maldad, Alfa, lo llamaron, quienes eran acompañados y protegidos por cuidadores capaces de dar su vida por el pueblo. A estos se les dio el nombre de Betas. Por último, estaban aquellos más pasivos, pero con la capacidad de cuidar la tierra que les daba de comer. Estos últimos pasaron a llamarse Omegas. Formando así, una desigualdad que si bien, les sirvió para no extinguirse, les enseñó que a veces, ser diferentes era necesario.
Algunos, creían que era posible la convivencia entre humanos y cambia formas y aprender un poco más los unos de los otros. Pero había un grupo que no estaba de acuerdo, mucho más cuando notaron que sus habilidades para el cambio se iban reduciendo considerablemente al intentar mezclar las razas. Estos grupos huyeron para vivir lejos y crearon nuevas manadas que se esparcieron por el mundo”
—¿Sabes por qué no estaban de acuerdo con mezclar sangre humana con cambia forma?— La niña parpadeó un largo rato sin saber qué contestar. No podría culparla, ella todavía era muy inocente.
—Mh… bueno…— se removió incómoda en su asiento. Por un leve segundo, levantó la mirada hacia su madre que se encontraba a pocos metros trabajando en su computadora. La mujer le regaló una sonrisa amable, de esas que solo las madres saben dar y con eso le brindó la seguridad que necesitaba. —Los humanos creían que la virginidad de una mujer era símbolo de pureza y si un cambiante quería tener relaciones con ellas, debían casarse.
—¡Exacto!— la felicité. La madre aplaudió demostrando su orgullo. —Entonces, ¿Puedes ver el problema en eso?
Asintió con pena. Sus ojitos color esmeralda me observaron un momento antes de darme su veredicto. —Los cambia formas nacían con el poder de la luna. Ellos tenían una pareja predestinada, una que era para la toda vida y a la cual debían marcar con su mordida en luna llena para crear el vínculo. Si se casaban, su animal se confundía y luego enloquecían cuando encontraban a su verdadero compañero. Su instinto leal, no les permitía ser infieles y terminaban muriendo de pena, dejando a sus parejas humanas y a sus hijos solos.
—¡Muy bien!— La felicité por enésima. —Ahora, dime. ¿Qué hizo dios al respecto?
Suspiró cerrando sus ojitos. Se veía tierna tan concentrada en la tarea. Pero también, más segura de dar su opinión y no tan inocente como al principio. —Como los niños mestizos no siempre nacían con habilidades y muchas veces morían en el primer cambio lunar, dios prohíbo que los cambia formas pudieran procrear libremente. Después de eso, podían tener hijos solamente con su compañero predestinado, aunque ya era tarde para la r**a. Porque habían perdido la habilidad de cambiar a cualquier animal, quedando solo con su forma humana a lobo.
—Lo tienes— aseguré. —Seolyun. Eres muy inteligente, no debes preocuparte. Te irá bien en el examen— La jovencita se desparramó en el sillón, sin poder ocultar que había algo más que la atormentaba aparte de su examen. Su rostro irritado la delataba. —¿Cuál es el problema?— Quise saber. Era extraño en mí querer comprender a una niña de doce años que ni siquiera conocía. Quizás, era su esencia Omega la que despertaba el ser sobre protector dentro de mí y por eso ansiaba con poder ayudarla.
Ella me miró atenta, luego hizo rodar sus ojos llenos de frustración.
—El pueblo entero es manejado por cambia formas y los humanos ni siquiera lo saben. Solo la escuela es controlada por ellos y odio esto. Porque cuentan la historia de nuestra r**a como si fuera una leyenda aborigen, nada real, con significados metafóricos y no literales como en realidad es— Carcajeo ante su elocuencia. Pero no puedo negar que es muy interesante lo que dice. —a veces, cuando hablan de estas cosas sin tener idea, incluso burlándose de la ignorancia de los primeros cambia formas que según ellos “creían tener habilidades” me dan ganas de mostrarles mis colmillos para que se callen.
Es verdad… los humanos son seres egoístas y envidiosos. Viven tan engañados con que ellos son los únicos seres inteligentes en el planeta, que ignoran la realidad que los rodea. Nosotros, no somos un pueblo aborigen normal y esta niña que empuña las manos en berrinche es una prueba irrefutable de eso.
—Ya te dije, Seol. No puedes hablar de nuestra manada en la escuela. Te meterás en problemas— un adolescente, quien creo que es su hermano, llega al hostal en dónde estamos utilizando el hall central como mesa de estudio. Se acerca a ella y a pesar de su tono severo, la besa en la frente con extrema dulzura. Luego repara en mí y me saluda con un pequeño asentimiento de cabeza. —Lo siento. Se pone muy charlatana cuando llegan nuevos huéspedes.
—Es agradable, no te preocupes— solté sincero. Llegué esta mañana aquí y no he hecho otra cosa más que hablar con esta niña. Ella es el primer y único contacto con los míos que tuve hasta el momento. Bueno, ella y su madre que es quien maneja el pequeño hostal.
De la nada, el chico arruga el ceño en mi dirección y sus ojos se vuelven juzgadores. Por inercia, encorvo mi postura para que no me vea amenazante —No eres uno de nosotros— Sentencia y sé que se refiere a mi olor. No huelo como ellos.
Me acomodo en el sillón, estirando el brazo para dejar el libro que leía anteriormente sobre la pequeña mesa del centro. Seolyun, festeja haciendo palmadas y dando saltitos de alegría en su lugar, porque sabe lo que pasará. Lentamente, relajo mi cuerpo y permito que mi animal se exteriorice. El aroma se hace presente y el chico no oculta su sorpresa.
—¿Cómo? ¿Tú? ahs, ¿Cómo eres capaz de ocultar así a tu animal? Nunca había visto tal cosa.
—Max aprendió a dominar a su lobo. ¿No es asombroso? Podría pasar por humano en cualquier lado— La jovencita habló por mí.
—Entonces, vienes a la fiesta de invierno— aseguró él con un tono amistoso. —Vendrán lobas de todas partes. Esta será mi primera vez asistiendo y espero conocer muchas chicas.
Es sabido que cuando un cambia forma entra en celo, viene a este sitio en busca de su pareja predestinada. Es una tradición que data de cientos de años, pues la luna aquí, se ve más grande que en cualquier otra parte del mundo. Asentí ante su interrogatorio, aunque mi visita no tiene nada que ver con el celo. Mi lobo todavía no tiene esa necesidad, pero no puedo explicarles a este par de adolescentes lo en verdad vine a hacer aquí.
—Entonces, te veré en la noche. Nos juntamos en Molino, es una cabaña enorme que puedes encontrarla si tomas el camino que lleva a las cumbres.
Bueno… ahora sabía en dónde comenzar a buscar.
***
Esa tarde, después de darme un baño, pensaba recorrer el pueblo en busca de Samantha. Sabía que su abuela tenía una tienda y ahora sé que no será difícil dar con ella, ya que el pueblo es mucho más pequeño de lo que creía.
Mi misión aquí es encontrarla, a ella y a todas las respuestas que se me han negado durante toda mi vida.
Nosotros pertenecemos de aquí, pero un día, algo pasó. Algo lo suficientemente malo como para obligar a nuestro líder a abandonar el pueblo. Y este, era mi momento para descubrir todas esas cosas que me han ocultado.
Suspiro mirando la imagen que el espejo empañado refleja. Aunque es borrosa, se puede notar la tristeza y el cansancio que me cargo. No es para menos, desde que me enteré de que su padre la mandó aquí, subí a mi moto con a penas lo puesto, mi billetera e inicié el viaje. Pero mis ansias comenzaron anoche, cuando en un cuarto de hotel al fin pude hablar con ella y decidí que dormir no era una opción, por lo que continúe mi viaje por otras diez horas hasta llegar aquí.
Debía encontrarla y asegurarme de que estuviera a salvo.
Con ese pensamiento, salí del hostal, siendo consciente de que la niña me estaba siguiendo. Quizás, su sentido arácnido le decía que necesitaba ayuda para moverme y es que en verdad sentía que parecía un niño perdido en la gran ciudad.
—¿Qué buscas?— se animó a preguntar después de seguirme dos cuadras al trote. —Te debo un favor. Me ayudaste con la tarea, déjame que haga algo por ti.
Ladeo la cabeza antes de encararla y considerar su oferta. ¿A quién engaño? En verdad la necesito.
—Busco a una señora. Betty— Confesé metiendo las manos en los bolsillos. El frío en este lugar era de terror.
—¿Para qué?— interrogó. Supe en ese instante por su expresión pícara y curiosidad, que no me ayudaría a no ser que supiera mis verdaderas intenciones. Lo cierto es que anhelaba un aliado. ¿Quién mejor que Seolyun? Ella conocía muy bien el lugar.
—¿Sabes guardar un secreto?— Ni bien solté la pregunta, sus ojitos brillaron con emoción y su cabecita asintió tantas veces que de seguro le provocaría dolor. —La verdad es que no estoy atravesando el celo. Soy el beta protector de una futura alfa y vine a buscarla.
—¿Es tu novia?— arrugué el ceño. Era imposible que llegara a esa conclusión tan rápido. —No me mires así. Los que tienen linaje o sangre alfa, suelen poseer dos betas de diferentes sexos. Se supone que así lo mantienen con vida. En tu caso, un hombre para cubrir sus necesidades sexuales por si atraviesa la locura lunar y debe tener una mujer para ser su fuerza emocional, ya sabes, es quien la aconseja y mantiene feliz.
Quería decir que no. Porque la idea de ser solo un consuelo, me golpeó en ego. Pero suena lógico. Samantha no solo me tiene a mí, también cuenta con Mina, quien es su mejor amiga, confidente y obviamente, cambia formas.
—Sí. Su padre es nuestro líder y decidió enviarla aquí para que encontrara a su compañero. Fue tan repentino, que no pude hablar con ella. Obviamente, la obligaron, porque nosotros nos amamos y teníamos la vida planeada. — La pequeña suspiró como si tuviera pena de mí, pero no dijo nada. Al parecer, quedó satisfecha con mi respuesta. En su lugar, me hizo señas para que la siguiera. —Oye… al parecer sabes mucho— seguí la charla mientras la seguía.
—Por supuesto. Lo sé todo.
—Entonces, quizás sepas lo que pasará si ella no encuentra a su compañero. ¿Verdad?
—Obvio— sonrió señalando la vereda de enfrente. Sin darme cuenta, habíamos caminado hasta una pequeña tienda y ni bien mis ojos se posaron en la fachada, supe que allí dentro se encontraba lo que estaba buscando. Lo supe, aunque la distancia era bastante considerable. Las calles eran anchas y justo en medio había un parque con algunos juegos para niños.
—Es posible, digo, si llegara a rechazar a los candidatos. ¿Puedo quedarme con ella?
—Sí. Sí ella no encuentra a su compañero y está al borde de la locura lunar, su animal podría aceptarte. Es parte del vínculo que tienen los betas con sus alfas.
Una ola de esperanza me embargó. Siempre supe que debía dejar que el celo hiciera su trabajo, pero nunca estuve tan emocionado con que pasará.
Algo dentro de mí, guardaba la ilusión de que Samantha volviera a mí. Poder conservarla y volver a lo que teníamos antes de que su padre la hiciera venir hasta aquí con mentiras.
—¿No piensas ir?— Negué y la pequeña relajó los hombros comprendiendo mi intención. —El que está ahí, es Bastian. Nuestro alfa elegido por los ancianos. Pero todavía no asume el cargo. Se dice que su beta mujer fue asesinada por un forastero hace algunos años o sea, un beta enloquecido por la luna— explica, como si no supiera lo que significa. Al ser beta, estoy bien informado sobre el tema, más que nada, por la posibilidad que corro al convertirme en uno. Pues, cuando un cambia forma entra en celo, comienza su búsqueda exhaustiva por su compañero predestinado, porque de no encontrarlo, su animal enloquece al punto de convertirte en un monstruo. —Por eso su animal no tiene con quien consolarse y es posible que él también termine loco.
Miré al hombre. En realidad eran dos. Estaban parados junto a una camioneta y ambos vestían con uniforme policial. Lo que más llamó mi atención, que es uno de ellos, miraba la misma tienda que yo. Quise ignorar el hecho de que Seolyun había dicho que al menos uno de ellos estaba en celo y que miraba justamente en dónde había una loba en el mismo estado.
—Si él no asume el cargo, ¿Quién es el alfa? ¿Pueden vivir sin uno?
Seolyun rodó los ojos y buscó la comodidad de una maceta que adornaba la vereda. —No tenemos alfa. ¿Alguna vez oíste hablar sobre la capacidad de los cambia formas para sobrevivir?— Negué, porque ahora sí, no tenía idea de lo que hablaba. —Te contaré la historia de nuestra manada, pero creo que debemos movernos.
Miré la vereda de enfrente y los policías ya no estaban. A lo lejos, pude ver que caminaban hacia una de las calles escondidas que daban al bosque y mi cuerpo me obligó a seguirlos, como si supiera que iban detrás de Samantha.
Seolyun me siguió con sigilo, tomando mi brazo para guiarme por otro rumbo alterno en dónde no había una calle y los árboles eran más frondosos.
El lugar era hermoso, casi salido de algún cuento para niños. La nieve, cubría el suelo como una alfombra interminable y ni siquiera el sol que lograba colarse por pequeños espacios lograba opacar su esplendor, al contrario, los rayos provocaban que el bosque helado brillara majestuosamente.
—En este lugar, estaba la casa de nuestro último Alfa poderoso, hace unos cuarenta años y este árbol— dijo palmeando un tronco. —Desde aquí arriba, él en su forma de águila podía cuidar de toda la manada.
—¿Águila?— La pequeña sonrió. —Creí que los cambia formas con esa habilidad se habían extinguido hace cientos de años.
—Pues no— Soltó con orgullo plasmado en su rostro. Quizás esta chica, era la más orgullosa de su r**a que cualquier otra. —Yuri, poseía la habilidad de cambiar a cualquier animal. Se dice que era tan poderoso, que ni siquiera el celo lo atormentaba.
—Yo pienso que eso es posible. Ya vez, yo puedo controlar a mi animal— su nariz hizo un gesto de asco y me mostró como tocaba el tronco helado con ambas palmas.
—No es lo mismo. Lo tuyo, Aunque sea grandioso, va en contra de nuestra naturaleza. Tú, estás matando a tu alma al no dejar que tu lobo sea libre. ¡Mírame! Soy solo una frágil Omega, pero puedo soportar el frío más que tú— Con burla, miró mis manos hundidas en el fondo de mis bolsillos y sonreí, porque tenía razón. Aunque no me gustó el significado de eso y mi ego quiso demostrar lo contrario.
Entonces, saqué las manos de mi escondite para hacer lo mismo que ella. Pero me alarmé, cuando Seolyun, comenzó a escalar el árbol como si fuera una pequeña ardilla y la vi subir hasta la copa sin ningún esfuerzo. Bueno, no es como si a mí me costara seguirle el paso. Pero siendo coherentes, no hay muchos árboles para escalar en la ciudad en la que vivo. Aun así, subí con ella. Quedando maravillado por el paisaje.
Montañas blancas y bosques frondosos llenaban el campo de visión, el aire limpio, a pesar de ser frío, colmaban mis pulmones dándome una extraña sensación de paz.
—Hay dos humanos, dos lobos y una loba por esa zona— dijo señalando un claro.
—A penas se ven. ¿Cómo puedes diferenciarlos?— fue mi turno para burlarme. Pero no podía negar, que ahí estaba Samantha. Todo mi cuerpo lo sentía. Lo que en realidad me preocupó, fue que el animal de Samantha estuviera siendo tan evidente aquí. Porque ella, a pesar de ser hija de un Alfa, nunca se ha transformado y al tener una madre humana, su olor nunca fue el de una loba.
—Los Omegas no tenemos dones, por eso nuestro instinto de supervivencia es más fuerte y podemos detectar el peligro. Esa loba lo es. Está escondida, agazapada, a la espera de una oportunidad para atacar.
Todos mis instintos despertaron al mismo tiempo. Mi corazón me decía que era imposible que esa loba fuera Samantha. Pero por algo su padre la mandó aquí con tanto apuro. ¿Podría su loba estar enloqueciendo tan rápido? Quizás, él no haberse convertido nunca, era la causa de esa violencia. Su animal quería salir a la fuerza y eso era algo que yo había temido durante los últimos meses. Por eso mismo, mi relación con su padre cada vez se deterioró más. Yo, quería respuestas, merecía saber el porqué mantenía a su hija tan lejos de la manada e ignorante de lo que podía hacer con su cuerpo, escondida como si fuera una criminal y prohibiendo que cualquiera le enseñe sobre el arte del cambio. ¿Saben lo que sufrí al mantener nuestra naturaleza en secreto? Fueron años de dolor, mucho más, porque ni su padre, ni los míos, eran capaces de explicar la situación. Solo decían “estamos bien, estará bien” y eso es todo. Debía conformarme con sus explicaciones a medias.
—Tengo que ir. Yo puedo detenerla— dije seguro. La pequeña tomó mi brazo impidiendo que bajara.
—Hay dos betas en la zona. Créeme, sabrán qué hacer. Tranquilo.
En otro momento, no la habría escuchado. Pero… Seolyun tenía algo en su aura que me daba seguridad. Como si esta niña flacucha fuera mi conciencia.
No… era otra cosa.
Me sentía seguro con ella y es extraño, porque debería ser al revés.
—Yuri era como un dios en la tierra. Tenía el don de la creación y era conocido en cada manada del mundo, ya que él era el único que podía revivir a los muertos en batalla y permitir que los Omegas pudieran tener hijos solo con su bendición— Suspiró largo, como si recordara esa época. Algo tonto considerando que pasó treinta años antes de que ella naciera. De todas formas, hablaba de una manera muy vívida, demostrándome aún más, el respeto y amor que le tenía a su historia, a su r**a y a su pueblo entero. —Cuando Yuri llegó a sus treinta, encontró a su compañera y tuvieron una hija. Pero esa niña, era frágil, no tenía ninguna habilidad, ya que su madre era humana. Entonces, los líderes de todas las manadas se unieron para separarlos, puesto que de él dependía que la especie no se extinguiera y según decían, debía marcar a una mujer que le diera hijos fuertes. Los alfas, creían que si unían sus dones, podían romper el vínculo de esos amantes, confundirlo y hacerle olvidar a su mujer. Dicen que lo encerraron en una cueva y que un alfa que poseía el don de las fantasías, lo hizo caer en un sueño profundo, en dónde le hacía créer que continuaba con su vida normal, junto a su compañera y su pequeña hija. A la humana, le dijeron que Yuri había muerto y la obligaron a casarse con un humano, diciéndole que era la voluntad de su esposo muerto. Ella sabía que no podía ser verdad, porque a pesar de ser humana, había sido marcada y el vínculo de compañeros le decía que su amor estaba vivo, pero también, sentía lo tranquilo y feliz que él estaba. Claro, no era más que una fantasía, pero tomó su desaparición como rechazo y aceptó casarse, ya que su naturaleza humana le permitió ser infiel al vínculo.
—Qué triste— solté sin mirarla. Podía sentir como su todo su ser se iba apagando al contar esa tragedia.
—Sí…— suspiró. —Cuando Yuri pudo salir de ese sueño, ya habían pasado tres años. Se encontró con una mujer triste, apagada y una niña que ya corría, hablaba y no lo reconocía. Eso le rompió el corazón, mucho más al ver que la propia manada a la cual él cuidaba con tanto amor, le había hecho algo tan bajo. Lo peor fue que su lobo se rehusó a romper una familia y volver a reclamar lo que por ley le pertenecía. Su esposa ya se había casado con otro al que su hija reconocía como padre. Entonces, el tigre que Yuri mantenía atado en su ser porque sabía que era violento, despertó y enloqueció. Lo siguiente es algo muy extraño, pues nadie, jamás entendió, el porqué ese animal, trató de comerse a la mujer— Alcé las cejas y un sonido a lo lejos nos alertó. Ambos, observamos como los pájaros escapaban de la copa de los árboles con rapidez, quizás huyendo de un peligro. —No es tu chica— me dijo segura. ¿Cómo podía estarlo? —La loba peligrosa, se movió y su olor es conocido. Ya lo he olido antes, entonces será alguien de la manada, pero ya se fue— relajé los hombros, más esperanzado que antes. Tal vez, Samantha tenía algo más de tiempo. —Por años, los líderes trataron de buscarle un significado a la aparición de ese tigre. Algunos creen que era un presagio sobre no mezclar razas. Otros, que era un símbolo de prosperidad.
—Él, ¿la mató?— la pequeña negó.
—Los líderes pudieron evitarlo y juntaron fuerzas para devolverle la cordura. Pero ella quedó muy herida y cuando Yuri vio lo que había hecho, no soportó el dolor y él mismo acabó con su vida. Esa tragedia fue el inicio de nuestra historia actual. La falta de un líder, despertó el instinto de varios miembros de la manada. Entre ellos, el de Samuel. Un niño de a penas trece años, a quien nombraron alfa aun cuando era muy pequeño. Pues él, curó las heridas de aquella humana y de los líderes que habían salido heridos al luchar con la forma felina de Yuri.
Samuel… el maldito alfa. El imbécil que obligó a Samantha a venir aquí. Lo bueno, es que ahora sé, que con Seolyun obtendré todas las respuestas que se me han negado toda la vida. ¿Por qué dejamos la manada? ¿Por qué me obligaron a vivir escondido y a Samantha sin derecho a cambiar de forma? ¿Por qué nunca se nos permitió saber de nuestro pasado?
—Seolyun, regresemos.
Inhalo profundamente buscando como bajar del árbol. Ya no se oyen sonidos de vida humana, ni de cambia formas en el bosque, por lo que decido que mi trabajo aquí concluyó.
Una vez en el suelo, debo esconder nuevamente las manos, ya que la sangre se acumuló en mis palmas para evitar un congelamiento y odio esto, porque quiere decir que está pequeña tiene razón.
Estoy matando a mi animal.
—¿Ahora, qué harás?— preguntó la jovencita, quien obviamente había logrado bajar antes que yo. —¿Dónde buscarás a la chica?
La idea era hacerle saber a Samantha que estoy aquí. Pero después de escuchar la historia de Yuri, no creo que sea lo mejor. Debo dejar que su animal salga y busque a su compañero, quedarme cerca por si corre peligro y esperar porque sea ella misma quien no elija a ninguno y decida regresar a mí.
—No te preocupes, ya tengo lo que buscaba.