Samael, el ángel de los deseos, el de la guarda. Aquel que cuida de los más necesitados y cumple los deseos de un puro corazón, a diferencia de otros ángeles guardianes, este tenía libre albedrío debido a ser uno de los más antiguos. No obstante, su labor como ángel hace mucho tiempo comenzó a generarle dudas al ser divino. Una duda que nadie podía saber ni tampoco resolver. Y era la Muerte.
El cielo no siempre brilla. A veces ciertas nubes deciden teñirse de gris o un oscuro muy turbio, a veces las nubes se cubren de los rayos y ambiciosamente se hacen de los rayos del sol para sí mismas.
Para Samael, el firmamento era blanco.
Un blanco tan puro que dolía. La perfección para él le había causado desdén luego de casi tres mil años. El cielo era un espacio cerrado y sin la libertad que
