Era una mañana fresca y tranquila cuando me desperté al lado de mi protector, Kalinda. La paz reinaba en el aire, un silencio sagrado que solo era interrumpido por el canto lejano de los pájaros. Sabía que este día marcaría el inicio de una nueva etapa en mi vida, una misión complicada y de vital importancia. Tenía claro que debía formar un equipo de élite que me preparara para las luchas venideras, aquellas que amenazaban no solo nuestras vidas, sino también el equilibrio del mundo natural. —Kalinda, he elegido al equipo que quiero liderar —dije con firmeza. —¿Equipo? No sé de qué hablas —respondió ella, su rostro reflejando sorpresa y escepticismo. A pesar de sus palabras, sabía que Kalinda entendía mucho más de lo que pretendía dejar entrever. Después de nuestra graduación, todos en

